Título: Boyfriend Material… ¿pero de quien?
Autora: Kaderin
Pairing: SingtoxKrist (Peraya)
RT: TP
Resumen: La tensión no es bueno que se acumule, porque cuando rompe, igual más de uno se lleva un susto.
Disclaimer: ¿Habéis visto cómo se miran el uno al otro? Pues no hace falta añadir más. Que me perdone Praew, pero necesitaba una antagonista.
NdA: Para animarle un poco el corazoncillo a mi Eli (así que espero que no me salga mucha cagarruta). Que lo disfrute mucho. ♥
PS: Estoy desentrenada con el porno, honestamente. Y tengo uno a medias con el que estoy sufriendo. Así que tiempo y paciencia, que aquí no va.
((Krist POV))
Cuál es tu mayor debilidad.
En Krist el efecto de esa frase es como un fogonazo de luz blanca dentro de la cual aparecen a toda velocidad momentos concretos de su vida que relaciona con las palabras.
Bueno rollo en un programa en el que le da por vacilar, y de repente las pestañas de Singto levantándose a cámara lenta mientras le sonríe.
Se le encoge el estómago.
Están cantando una canción y tienen que mirarse a los ojos. Le da vergüenza. Pero no por la canción o por tener que mirarle a los ojos… sino porque Singto sabe que le da vergüenza mirarle sabiendo que todos los presentes lo disfrutan como si ellos fueran una pareja y ese un momento romántico entre ellos. Así que sonríe. Se ríe de él sin que nadie lo note. Y Krist lo sabe.
El nudo en el estómago se hace más fuerte.
Está pegado a su cuerpo en una sesión de fotos. Su olor le inunda la nariz. El calor en su espalda, la mano de Singto casi en su estómago, manteniéndolo ahí. Incapaz de moverse aunque quisiera. Y que las palabras del fotógrafo sean “deja que la mirada sea más sensual. Como si él fuera lo único que quieres mirar”. ¿No lo estaba siendo?
Segundo bote de su estómago y el nudo que sube al centro del pecho.
Molestarle por teléfono sólo porque sí, y que la respuesta de Singto sea siempre tranquila. “Hey, marido. ¿Te vienes a jugar al Dota?” Y de repente sentir el impulso de decirle “estoy en la puerta, ábreme”.
El fuerte rumor de su corazón en los oídos lo hace reaccionar. Uno, dos, tres… Se ha estado pensando la respuesta.
-Dormir. Creo que viviría durmiendo. -los presentes ríen y las fans vitorean cuando Singto se burla de él.
-Su pelo. Puede pasarse horas arreglándose el pelo…
-¡Oye!- Krist sigue con la broma y le empuja con el brazo.- Es broma. Probablemente mi familia. La gente a la que quiero. Soy débil ante las peticiones de mi novia, sinceramente.
((POV Singto))
Le pesa el tanto el estómago que podría tirarse en la cama y no levantarse en un año.
-Es una burrada la de comida que nos han traído.
Krist se ríe de él. -Lo que es una burrada es lo muchísimo que comes. -parece que piense en las dos pizzas tamaño familiar que Singto se ha metido entre pecho y espalda, porque sigue. -Pero mierdas. Todo mierdas, comes.
Un teléfono suena opacado por alguna parte, y Singto se remueve como puede para ver cómo Krist lo saca del montón que han hecho con las cazadoras al entrar.
-Praew…
Krist contesta, apartándose un poco, por lo que Singto se levanta de la cama para darle intimidad. La moqueta es suave bajo sus pies y le hace cosquillas. Las sombras bailan en la pared, iluminadas por las luces que entran desde la terraza. No han dado la luz al llegar.
-No sé de qué hablas, Praew. Hemos estado todo el tiempo abajo. Un fanclub nos trajo pizza para cenar y comimos con ellas…
La voz de la chica es como un chirrido que le raspa a Singto la oreja, aunque no distinga sus palabras. Aprieta los dientes y se da media vuelta, dirección a la terraza. Iba a marcharse, pero si van a tener otra discusión, prefiere quedarse aunque intente no escuchar.
-Que no, Praew… Ya te digo que no. -las baldosas de la terraza están frías al contacto. Un pensamiento fugaz mientras mantiene la atención puesta en los silencios entre frase y frase- No sé cuándo vamos a volver. A mí también me gustaría, pero honestamente…
Bufa y hunde la cabeza en los hombros, los dedos entrelazados con fuerza. La situación le frustra y quiere hacer algo, pero tampoco sabe muy bien qué hacer o qué decir para resolverlo.
En otras circunstancias, probablemente no se metería, pero pasa tanto tiempo con él… Es él quien le aguanta cuando las discusiones terminan. Quien ve lo hecho polvo que se queda. Quien escucha cada una de sus frustraciones. Pasa tanto tiempo con él que la línea entre ambos es cada vez más y más difusa y empieza a perder el control de su propio temperamento. Cada vez que suena el teléfono sabe quién es, los estados de ánimo de Krist alteran sus propios nervios y es como si cada vez perdiera un poquito más de su paciencia. Contenerse para no quitarle el teléfono y mandarla él mismo a la mierda le cuesta un triunfo, y sabe -siente- que no es su lugar, pero le irrita. Le irrita que una y otra vez su amigo termine mal el día porque su querida novia sea incapaz de entenderle.
Que sí, que ya… Que no puede ser fácil tener a tu novio para ti durante años y de repente tener que compartirlo con miles de personas. Que esté tan solicitado que casi no pase tiempo ni en el propio país. ¡Que eso lo entiende! Pero, ¿no puede ella entender que esa es la vida de Krist? Su elección, su camino… ¡Su trabajo, coño! Sólo tiene que tener un poquito de paciencia, y desde el principio, ésta ha brillado por su ausencia.
-¿Qué quieres que te diga? Lo siento, Praew. Tampoco es que yo pueda hacer mucho…
No puede más y se frota la cabeza, tirando un poco del pelo, cada vez más exasperado. Entra en la habitación, coge la chaqueta, unas chancletas y sale dando un portazo. Es eso o tirar el móvil por la terraza.
((POV Krist))
Deja caer las zapatillas a su lado. Singto las mira y levanta la cabeza desde su asiento, observándole.
-Se te van a congelar los pies.
El chico no contesta. Krist se sienta a su lado con un suspiro.
-P’, perdona.
-Tú no tienes que disculparte.
-Pero…
-Krist, para.
Lo mira de reojo. El pelo negro cayéndole sobre la frente, la mirada pensativa, la mandíbula cerrada con fuerza y los nudillos entrelazados a punto de ponerse amarillos. Sabe que eso es señal de que intenta ordenar sus pensamientos, por lo que se calla y espera.
-De verdad, no entiendo por qué la aguantas.
-La quiero. Son muchos años…
-Se puede querer mucho a una persona y apenas soportarla.
Krist ríe tristemente y apoya la cabeza entre los brazos cruzados en la mesa. Los dedos de Singto no tardan en llegar, haciendo ondas en su nuca, relajándole.
-Supongo que no quiero romper sin trabajar para que funcione. Son cinco años. Es lo mínimo que merece.
Su compañero arquea una ceja, haciéndole reír, y Krist ve el atisbo de su famosa sonrisa en la comisura. Es un alivio.
-Sé que no puede ser fácil. ¿Compartirte? Pero es lo que hay y tiene que entenderlo.
-No le gusta.
-Eso está claro. - el sarcasmo es evidente y a Krist le cuesta no reírse.
-Está celosa. - se muerde el labio. No quería decir eso.
-Pues estupendo. Pero no es como si la fueras a engañar… Sólo son fans. Gente que te admira. Y eso es bueno para tu carrera. Si te quiere…- Singto le mira con intensidad y Krist se pierde un poco. - Si te quiere de verdad, le va a tocar entenderlo.
Krist suspira. No es eso a lo que se refería, pero de acuerdo.
-Quien bien te quiere, te hará llorar, ¿eh?
-Si te quieren de verdad, se pasarán la vida queriendo evitarlas.
El momento es intenso y Singto no deja de mirarle, así que Krist se mira las manos. Siente el calor en las mejillas. Sólo espera que no sea visible. Es todo muy confuso. Estar allí, con él, de esa manera. ¡Se siente tímido, mierda!
A veces cuando le mira piensa que es la clara muestra de que las apariencias engañan. Tan tranquilo, tan majo. Es agradable, inteligente. Y en cuanto sonríe parece tan correcto y bueno. Esos niños buenos que siempre ayudan a todo el mundo y son admirados por todos en la escuela. Pero él lo conoce. Lo conoce bien. Y sabe que el chico puede ser feroz y despiadado. Burlón, ácido y obstinado. Muy obstinado. Y sobreprotector. Y un maldito despiste con patas. Y a Krist le confunde todo de él. Y le confunde aún más ser el único que se da cuenta.
-Venga, vámonos ya. Antes de que haga algo de lo que me arrepienta.
-¿Eh, qué?
Bien. La expresión intensa ha desaparecido, así que Krist siente puede dejar salir toda la tensión acumulada.
-Como darte un pescozón, por largarte en chancletas con éste frío.
Es una respuesta como cualquier otra. Total, ni siquiera él mismo sabe por qué diantres ha dicho lo que ha dicho. Pero seguro que por ahí iban los tiros.
((POV Praew))
Las fans han inundado el aeropuerto. Tanto, que ni siquiera puede acercarse a la salida para recibirle.
Para Praew la situación es un poco frustrante. La entiende, pero a veces cuando le espera se siente como si fuera una extraña ante la puerta de su casa, donde no la dejan entrar por parecer “una más de tantos”. Como si en cualquier momento alguien pudiera desecharla como si fuera “nadie” a su lado. Reemplazable por cualquier otra chica exactamente igual.
A veces se siente pequeñita “Ahí va, perdona. No había visto que ibas acompañado, Krist.”
Otras, se siente inexistente “Lo siento, señorita. Las fans tienen que entrar por delante.”
Y otras, simplemente invisible “¡Hey, Perawat! Qué, ¿cenando? ¿Y dónde has dejado al novio?”
Y las menos, pero las peores, es cuando quien la hace sentir pequeñita, inexistente e invisible al mismo tiempo, es él. Esas son las que más le duelen. Y el dolor es punzante e insoportable cuando se da cuenta de que ni siquiera lo nota. Que él ni siquiera lo entiende. Que, en realidad, no está haciendo nada para herirla… pero la hiere. Y que eso es lo que los está alejando. Que él la hiere, pero ella es incapaz de explicarse, y sólo sabe atacar de vuelta, confundiéndole aún más.
Suspira y se recompone. Va a intentarlo. Lo va a intentar de verdad.
No ha conseguido hablar con él desde la última vez en China, y aquello terminó mal. Así que ha aparecido con una ofrenda de paz y el firme propósito de que aquello ya no vuelva a suceder.
El alboroto repentino da aviso de la aparición de los chicos por el pasillo. Están rodeados de seguridad, pero ellos caminan hombro con hombro, hablando animadamente. Krist dice algo y Singto le mira fijamente, sonriendo. Y esa sonrisa despierta en ella esa sensación mordiente que luego usa para dañar a Krist.
Respira y la aparta, la empuja hacia el fondo, queriendo ahogarla y que nunca más vuelva a salir a flote. Sonríe. Krist rodea el cuello de Singto con el brazo, le da un apretón, le dice algo al oído. Singto replica. Algo tan bajito, tan pegado a su cuello, que despierta el griterío del grupo presente.
Ambos se ríen, se apartan. Levantan las manos, saludan, posan para fotos, firman autógrafos… Todo mientras la seguridad los ayuda a avanzar sutilmente. Siguen bromeando entre ellos, porque Singto de repente le da a Krist un manotazo en el hombro y Krist ríe como un niño.
Praew aprieta los labios. Le pican los ojos y parpadea. Hace tanto tiempo que no escucha esa risa de cerca. La sensación regresa, pero la vuelve a retener. Ésta vez no puede lanzarla al fondo, pero al menos está bien sujeta. La amordaza para que no moleste y saluda tímidamente.
La expresión de Singto cambia cuando la ve. La sonrisa es tensa, el saludo, cortés. ¿Ella tampoco le gusta a él? ¡Que se joda! ¿Qué se piensa?
Agita la cabeza mentalmente. Al parecer, la mordaza no ha servido de mucho. Sonríe.
Krist la dedica una amplia sonrisa y ella se la devuelve.
-Después de lo del otro día, pensé que no vendrías. - Praew mira a Singto de reojo antes de bajar un poco más la voz para contestarle.
-Sobre eso… Me siento fatal por lo que pasó. Lo siento mucho, Krist…
-Es igual, no pasa nada. Vamos a olvidarlo, ¿vale? -casi suspira de alivio cuando Krist pasa el brazo por sus hombros y la aprieta contra su costado. Cómoda y calentita por un momento. - Vamos a cenar, ¿os parece? Después del viaje tengo más hambre que cansancio.
Praew asiente, encantada de poder participar. - Conozco un buen lugar. El Seacowry… No está lejos, es barato y está muy bueno.
-¿Eso no es una marisquería?
-Sí, claro. ¿Por?
-P’Sing no puede comer marisco. Es alérgico…
-¡Oh, no pasa nada! -Singto agita la mano. De nuevo esa sonrisa perdonavidas en su cara.
-Claro que pasa. ¿Qué ibas a pedirte? ¿Una ensalada? Con tu suerte, tiene alguna traza y terminamos la noche en el hospital. ¿Qué os parece ir a un Pizza Land?
Praew se pone tensa bajo el brazo y se aparta.
-A mí no me gusta la pizza, Krist. No me ha gustado nunca.
Que la mire de repente como si la estuviera viendo realmente, por fin, desde que ha llegado, es la gota que colma el vaso. Está a punto de reventar cuando Singto interviene. De repente suena cansado, un poco enfadado, y a Praew le da tanta rabia que en su imaginación le acaba de clavar su nuevo alfiletero en la garganta.
-Me voy a casa, Krist. - ¿Krist? - Estoy agotado y no tengo hambre. Ha sido un viaje muy largo. P’Jane me lleva. Tú cena bien y descansa, ¿de acuerdo? Nos vemos otro día.
Krist parece que quiera protestar, pero se calla y responde al abrazo. Las manos palmeando la espalda, la nariz contra su cuello. Praew quiere creer que es su enfado el que habla. Que aquel gesto no es para tanto.
-Te llamo mañana cuando me levante. - Singto se aparta y le sonríe y a Praew le apetece quitarle la mano de la nuca de su chico de un manotazo.
-Bueno. Nos hemos quedado solos… ¿Entonces el Sea-ese?
Praew no sabe qué la hace hervir más la sangre. Si el que no se haya girado para decirle eso hasta que Singto y su mánager no hayan desaparecido tras una esquina, o que lo diga con tanta indiferencia “pues ahora que no está él, me da igual dónde cenar, la verdad”.
-¿Sabes qué? ¡Que te vayas a la mierda! Que si te quieres ir a cenar con él, que te vayas, que ya me da igual. Que se me ha quitado el hambre, las ganas, la paciencia y todo ya.
Se aleja a pasos grandes, airada. Se siente tonta y agraviada por toda la situación. ¿Por qué diablos es ella la que tiene que sentirse tonta con lo que está pasando? ¡Ella no ha hecho nada! Quiere gritar de rabia y patea una piedra lo más lejos que puede. Bufa por la frustración y masculla todo lo que siente.
-Tonta, tonta, tonta. ¿Cómo puede estar haciéndome esto?
Una mano la sujeta con fuerza por el brazo, y se gira dispuesta a golpear al capullo que osa interrumpir su enfado.
-Praew, por favor. Espera, párate, ¿vale? Por favor. Vamos a hablar… Habla conmigo, ¿de acuerdo? Dime qué pasa, qué he hecho mal ésta vez…
-¡¿Pero tú de verdad no te das cuenta?! ¿¡Acaso eres idiota, Krist!? ¿¿Te tengo que hacer un croquis, para que lo veas?? ¿Te lo dibujo, en serio? Venga, te hago un plano… Total, eso se me da muy bien. Tengo práctica debido a las clases, así que explicarle a mi novio que estoy hasta las narices de ver cómo poco a poco se está enamorando de otra persona, cómo me deja de lado por esa persona, cómo está tirando cinco años de relación a la mierda ¡y por un tío, encima! y el muy imbécil ni siquiera se está dando cuenta, que hay que explicárselo como a los niños pequeños, ¡pues no puede ser muy difícil!
Ya está. Ya lo ha dicho.
La tensión se escapa de ella como la presión de una olla cuando le quitas el pitorro. Y, maldita sea, es un alivio. Estaba segura de que si dejaba salir todos esos pensamientos de una buena vez, iba a terminar sintiéndose estúpida por ellos. Convencida de que estaba dejando que la imaginación y los comentarios de las fans, los vídeos centrándose en las miradas de Krist a Singto cuando cree que nadie le observa, de sus abrazos y sonrisas tontas, de su batir de pestañas entre tierno y coqueto, las bromas y las burlas que sabe que no son ni tan bromas ni tan burlas, la condicionaran para ver fantasmas donde no los había.
Convencida de que se estaba emparanoiando, que sólo eran amigos. Frustrándose por no poder controlar sus celos por una situación que no existía más allá de su imaginación…
Y sin embargo, ahí está. Vacía… pero aliviada.
La cara de Krist se lo dice todo. Está pálido, desencajado, y en el fondo le da un poco de pena haberle pinchado esa burbuja. Pero era necesario. Porque, al menos ella, ya no podía seguir viviendo así. Compartiéndolo con otro, aunque él no lo entendiera.
-Ni siquiera lo sospechabas…-habla despacito, casi como un suspiro.
-No… Eso no es… Yo no… Praew. No es así. No estoy…
-Deja de engañarte, Krist. Hazte ese favor. Háznoslo a ambos. - está cansada de fingir. Incluso si no es fingido.
-Suenas como las fans…
-Solía pensar así. - le interrumpe -Solía creer que era así. Y por eso no podía ponerlo en palabras. Sonaba tan loco… Pero no es así, Krist. No estoy loca. No soy una novia celosa hasta de su propia sombra. Soy una mujer que ha estado compartiendo a su novio con otra persona desde hace ya mucho tiempo.
-Nunca ha pasado nada entre él y yo, Praew…- suena dolido y ella tiene ganas de reír, pero es una risa amarga.
-No hace falta que pase nada para que lo que hubiera entre él y tú fuera más que mera “amistad”, ¿sabes? -deja caer los hombros, derrotada. - Aunque gracias por decírmelo. Al menos tengo ese consuelo.
-Praew…
-Te conoces sus alergias.
-¿Cómo?
-Sus alergias. Te las conoces.
-Bueno, es normal… También se que tú tienes… ¡problemas en una rodilla! - Praew se ríe. ¡Suena tan satisfecho de haberse acordado de repente…!
-Sí. Y por eso siempre me invitas a las salidas cuando os vais todo el grupo a hacer senderismo. Porque te acuerdas. -Krist exhala. Parece a punto de echarse a llorar y por un momento Praew solo quiere abrazarlo, pedir disculpas y tratar de arreglar lo que ya está roto. Otra vez. Pero no. Cuadra los hombros, estira la espalda. Necesita hacer eso. Necesita ponerse firme. Por ambos. Alguien tiene que ser quien abra la caja antes de que no quede nada más dentro.
-Sabes que le gusta la pizza.
-Eso es una tontería, Praew, por Dios…
-¿Pero no te acordabas de que a mí no? -Diablos, está tan triste de repente… Tan derrotado. - Hace mucho tiempo que piensas en él de esa manera, Krist. No es sólo una broma por vuestro trabajo. Es tu novio. Realmente lo es. Incluso sin besos, incluso sin… intimidad.
En ese momento el teléfono de Krist empieza a vibrar. Un nombre parpadea en la pantalla y Krist lo mira por un segundo, guardándolo, avergonzado. Praew se ríe con amargura.
-¿Lo ves? Lo buscas para verlo, le llamas por teléfono al poco rato de haberos separado. Y él también lo hace contigo. ¡Que ya lo se, Krist! Que no es algo que hayas querido. Que no lo has buscado. - suspira. -Pero ha pasado. Es así. Y quizás ya iba siendo hora de que abrieras los ojos.
-Praew, yo…
-Quizás tendrías que haberlos abierto antes. De haber sabido que podías enamorarte de un chico… Quizás sabiéndolo, habríamos podido salvar esto. Nosotros…
Se le escapa un sollozo y se aparta de la mano de Krist, que sale disparada hacia ella. No puede. No llegados a ese punto.
Levanta la barbilla con obstinación, conteniendo todo. El enfado, la tristeza, la decepción… Todo. Sonríe.
-Ve con él, Krist. Ahora mismo, ve con él. Aclárate. Y cuando lo hagas, simplemente ven. Aunque sea solo como amigos. No dejemos que esto se rompa así.
-Praew.- Nota cómo se le rompe la voz, pero traga y mantiene la sonrisa triste. Le da un beso en la mejilla antes de despedirse.
-Se feliz, Krist. Al menos eso.
((POV Singto))
La televisión parpadea en silencio. Ni siquiera está prestando atención.
El desorden en la habitación es evidente, las sábanas arrugadas son señal de su frustración, y la pantalla del móvil sigue apagada, no importa cuántas veces la mire con el ceño fruncido.
El muy idiota…
Le enfada y le preocupa, todo a la vez. Cuando se han despedido, ella estaba a punto de montarle otra bronca. Chica estúpida. ¿Es lo único que sabe hacer? No le ha visto en semanas, y lo primero que busca, ¿es una pelea? Con lo bien que estaba Krist…
De hecho, se ha ido por eso. Porque o se largaba o iba a terminar cantándole las cuarenta.
El trueno retumba en los cristales y las gotas de lluvia golpean contra el cristal. Encima, es una noche de perros.
Está tan concentrado en todos esos pensamientos que, cuando el timbre de la calle suena, pega un respingo y mira la puerta como si un fantasma pudiera aparecer de repente en el umbral. Y el repiqueteo suena en su puerta ahora.
-¿Sing?
¿Krist?
Se levanta de un salto y abre de golpe. Ahí está. Empapado, con el pelo pegado a la frente y la ropa hecha un trapo. Tiene la cara pálida y los ojos rojos, y parece que haya estado llorando. Los nudillos de la mano derecha están rojos, las zapatillas desatadas y no se mueve, sólo le mira, temblando.
Singto entra deprisa y sale con una toalla. Se la echa encima, le frota la cabeza.
-¿Qué ha pasado? - intenta sonar más tranquilo de lo que se siente. Sus ganas de matar aumentan cuando Krist permanece inmóvil y callado. Le levanta la cara - ¿Krist? ¿Qué ha pasado?
Su compañero sólo le mira, con una intensidad que nunca le había visto antes. Singto empieza a ponerse nervioso.
-Será mejor que entres, anda. Quítate las zapatillas y hablemos. Te daré ropa para que te cambies…-empieza a decir, nervioso.
Pero ni siquiera le da tiempo a bajar los brazos de la cabeza del chico. Antes de darse cuenta, las manos de Krist le atrapan por la cintura, los torsos pegados. Empieza a empaparse, pero deja de pensar en ello cuando los labios de su compañero se estrellan contra los suyos. Fríos, húmedos. El olor de la lluvia inunda sus fosas nasales, sus brazos caen, enredados, sobre los hombros de Krist. Siente la pared a sus espaldas y sabe que se mueven hacia el interior, pero podría llevarlo en volandas, porque dejó de pensar realmente cuando la lengua de Krist se encontró con la suya. Los labios empiezan a entrar en calor con el movimiento y nota cómo pellizcan los suyos suavemente, apretando el inferior entre ellos. Cierra los ojos y tantea con la lengua. Son tan suaves…
Las manos de Krist empiezan a moverse por su costado, levantando la camiseta. Singto se arquea contra él y el beso cobra intensidad. Desliza una mano hacia la espalda, la otra se enreda en el pelo empapado de la nuca. Y entonces cobra conciencia. De su ropa mojada, de la piel fría.
-Para, para…-lo susurra contra su boca porque no tiene aliento para más. -Para un momento, Krist, espera.
El chico vuelve a chupar su labio con los suyos, a aplastarlo con un beso cargado de suspiros por un momento, pero se detiene y descansa la frente contra la de Singto. Respiran el uno contra el otro, cada vez más lento hasta recuperar el control.
-Tienes que secarte primero. Luego cuéntame qué ha pasado. Y después….- Le mira a los ojos. -Yo que sé. Pero primero lo primero.
((POV Krist))
Ha conseguido entrar en calor, vestido con ropa que huele a él. Ya está seco, pero mantiene la toalla sobre la cabeza, frotando como una excusa para no mirarle a la cara.
Están sentados en el suelo, con una mesa y una caja con pizza a medio comer entre ambos. Singto está sentado frente a él, las piernas cruzadas, las manos nerviosas jugueteando en su regazo, y Krist siente que probablemente después de ese día no pueda volver a mirarle a la cara en la vida.
Se lo ha contado todo. La discusión con Praew, lo que ésta le dijo. Las horas dando vueltas y más vueltas por toda la ciudad. Cómo sus pensamientos le llevaron prácticamente hasta las puertas de su edificio. La hora que estuvo sentado bajo la lluvia mirando su portal, incapaz de decidirse, de saber qué hacer. Todos los pensamientos, los sentimientos, las dudas y los miedos del último rato antes de decidirse a llamar. Y cómo hasta que no lo ha tenido delante no sabía cómo iba a reaccionar.
Le ha pedido perdón por no controlar su impulso. Por molestarle. Por ir hasta él de esa manera… Por besarle.
Contiene un gemido y deja que la toalla se deslice hasta casi esconderle la cara, sofocado. ¡Dios! Le ha pedido perdón por besarle.
¡NO! ¡¡Le ha besado!!
Esa vez el gemido se le escapa y quiere salir corriendo. No sabe qué es lo que Singto piensa. No ha hablado ni una sola vez desde que comenzara a contarle. Apenas le ha mirado, siquiera. Sólo ha estado ahí sentado, escuchando. Casi ni ha probado la pizza. Ninguno de los dos, de hecho. Podrían haberse ahorrado el dinero….
Krist siente que su cabeza es un caos que quiere irse por cualquier derrotero que le permita no pensar más en todo lo que está pasando. Quiere bromear pero apenas le sale una mueca que es de todo menos sonrisa. Quiere borrarlo todo de un plumazo. Quiere…
De repente escucha el rumor de la ropa, Singto moviéndose y calor en su costado. Contiene el aliento cuando su amigo retira la toalla de su cabeza, colgándosela del cuello. Su corazón se agita y golpea tan fuerte en su pecho que empieza a dolerle. Quiere leer sus ojos, saber qué piensa, pero, joder, está nervioso. Le sudan las palmas de las manos, cerradas contra la moqueta.
Y entonces Singto le besa. Se inclina contra él con la boca abierta, la mano en su rostro. Sus labios absorben los suyos, acariciándolos en el proceso. Krist cierra los ojos y lo devuelve, adaptándose al ritmo. Se acarician, se muerden sin dientes. Los alientos se mezclan, los cuerpos dejan de sostenerse y caen uno sobre el otro. La lengua de Singto acaricia la suya y su mano se pierde bajo su camiseta, dirección su pecho. Y no es un beso simple. Es la continuación de uno que se han dejado a medias.