Título: Las cinco estaciones del año
Autor: shiorita
Fandom: Doctor Who
Personaje/Pairing/Grupo: El Doctor (2005)
Rating: PG
Resumen: Para el Doctor, la navidad es la quinta estación del año.
Advertencias: spoilers del 9x10
Especial de Navidad: Prompt #6
Nota de Autor: Esto soy yo en estado de absoluta negación porque no sé porqué veo DW con lo mucho que me hace llorar.
Si le preguntas, el Doctor te dirá que le gusta la Navidad porque las calles están llenas de risas de niños, hay luces de colores en las ventanas y la Tierra tiene siempre un intento de ser invadida por alguna especie alienígena. Cuando el Doctor sale de la Tardis, y da vueltas por las esquinas de un Londres abarrotado e ilusionado, se le contagian las ganas de bailar, tocar la guitarra y creerse una estrella de rock. Pero hay otras veces que simplemente se encierra en la Tardis y recuerda; hay días que decora de verde y rojo el interior de su caja azul y bebe el licor de la melancolía.
Esos días abre los regalos que una vez le regalaron y que se han quedado escondidos por la Tardis porque es lo que hacen los amigos antes de marchar: dejar algo para que siempre los recuerdes. Incluso cuando ha cambiado de rostro y de manías, cuando cree que ya, casi, casi lo ha superado, casi ha conseguido pasar página, entonces encuentra un pequeño paquete envuelto con prisas en papel brillante.
Para el Doctor, la navidad no es un día, sino una estación. Igual que en la primavera, los cerezos se prenden y los árboles se llenan de florecillas rosas; igual que en invierno todo es blanco y lo que no, es viento y tiriteos; igual que en otoño el mundo se vista de la paleta de colores que van desde el amarillo hasta el marrón; igual que el verano sabe a sol, a helados y a agua destemplada... Igual es la navidad. Es una época donde suenan villancicos todos los días, donde todo el mundo dice la verdad, donde los niños no lloran llamando al Doctor para que los salve, es una estación tan bonita como las otras, y tan destructiva como la que más.
Es en navidad, cuando el Doctor cierra los ojos y escucha los gritos que generalmente consigue callar. No son aquellos que firman sus crímenes ni los que se le escaparon mientras hacía cálculos con sus dedos para salvar al mundo, porque esos, esos gritos, esos lamentos y llantos, esos los escucha cada vez que se va a dormir. Cada vez que intenta soñar y da varias vueltas en la cama porque, otra vez, toca mirar al techo hasta que el polvo amenace con convertirlo en otro Sandman. No, los gritos que escucha son los suyos propios, su misma voz tratando de revertir lo imposible, de detener lo imparable, de descubrir la manera de ganarle un pulso a la vida. Se oye a sí mismo gritando el nombre de Rose; sintiendo cómo sus rodillas chocan contra el suelo mientras la última cara de Amy y de Rory se humedece entre sus dedos; en estado de negación mientras veía, como en una película, al cuervo atravesar el cuerpo de Clara. A veces se pregunta si no hubiera sido mejor que le hubieran olvidado, como Donna, o hubieran aprendido a pasar página, como hizo Martha, y, así, de alguna manera, mantenerles a salvo. Los días de navidad son días de nostalgia absoluta, de recordar a los seres queridos, de revivir las aventuras que una vez le hicieron sonreír pero que ahora se clavan con saña en su corazón. Esas noches en que los buenos momentos caen sobre el suelo de la realidad y se hacen añicos, mientras él no se atreve a tocarlos, y los mira, ahí, tan hermosos, tan delicados y tan afilados y recuerda que su mayor castigo es, precisamente, ser él mismo: el hombre eterno, el Doctor que no puede ni curarse así mismo.