El Libro Rojo [El señor de los anillos] Especial de Navidad

Dec 24, 2014 00:22

Título: El Libro Rojo
Autor: shiorita
Fandom: El señor de los anillos
Personaje/Pairing/Grupo: Frodo Bolsón/Sam Gamyi
Rating: PG
Resumen: Poco a poco, con ayuda de las visitas de Gandalf, Balin y otros enanos cuyos nombres no terminaba de aprenderse, Frodo comenzó a querer ese lugar y cada una de los relatos que habitaban en él. Le encantaban, especialmente, las noches cerradas, donde se podían ver las estrellas fugaces recorriendo el cielo negro y, sentados junto a la puerta de Bolsón Cerrado, Bilbo le hablaba de sus aventuras.
Advertencias: No slash
Especial de Navidad: Prompt #23
Nota de Autor:


Cualquier hobbit con dos dedos de frente se hubiera echado hacia atrás ante aquel reto, sobre todo si no tenia ninguna obligación con sanguínea. Pero desde hacía veinte años que sabían que Bilbo Bolsón no era un hobbit al uso.

Desde aquella vez que la señora Sacobilla Bolsón había anunciado su misteriosa desaparición, y Bilbo había regresado de la misma muerte para reclamarle sus cucharas de plata, en la Comarca sabían que no era del todo de fiar. Eso no impedía que acudieran a sus fiestas, ni que Bilbo les invitara cada año porque al hobbit le encantaba escuchar las historias que de él decían.

Sin embargo, el día en que acogió al prematuramente huérfano Frodo Bolsón, Bilbo se aseguró que hablarán de él durante un año y varios meses. Los vecinos de la comarca suponían que era la sangre Tuk que ambos compartían y que tanto les hacia recelar de ellos.

Bilbo estaba encantado con su sobrino, cuyas manías y amor al bosque y a caminar en solitario por los bosquecillos de alrededor, le recordaban tanto a Prímula Bolsón. Pero Frodo no terminaba de sentirse cómodo. Era comprensible, por supuesto, dado que aún echaba de menos a sus padres y tras la muerte de estos, había vivido casi una década con su primo Merry al otro lado del río. Y, admitámoslo, los Brandigamo no se parecían en nada a los habitantes de Hobbiton.

Así que su tío procuro no escatimar en cuidado alguno, y a las ostentaciones que le proporcionaba su fortuna, añadió unas inmensas dosis de cariño. Estaba con el jovencito siempre que podía, caminaban juntos por el lugar, le leía las historias que se hallaban en sus libros, y le regalaba semillas para que el muchacho aprendiera a amar la tierra como todo hobbit. Hizo lo que Bungo Bolsón había hecho con Belladona Tuk: conseguir que Bolsón Cerrado fuera su hogar.

Poco a poco, con ayuda de las visitas de Gandalf, Balin y otros enanos cuyos nombres no terminaba de aprenderse, Frodo comenzó a querer ese lugar y cada una de los relatos que habitaban en él. Le encantaban, especialmente, las noches cerradas, donde se podían ver las estrellas fugaces recorriendo el cielo negro y, sentados junto a la puerta de Bolsón Cerrado, Bilbo le hablaba de sus aventuras.

Le contaba sobre Balin, Dwalin, y Fili y Kili, y Dori, Nori, Ori... Sobre Óin, Glóin, Bifur, Bofur y Bombur. Le hablaba sobre los enanos, su mala leche, su terquedad y su lealtad. Le susurraba, casi al viento que por allí pasaba, casi a él cómo el Mal del Dragón había atacado al honorable y valiente Thorin, Escudo de Roble.

Por boca de Bilbo, Frodo conoció las Montañas Nubladas, la Carroca, donde habitaban los Beórnidas, también conocidos como cambia pieles; supo de la trasformación del Gran Bosque Verde en el Bosque Negro tras la llegada del nigromante; vio con sus propios ojos, por medio de la descripción detallada de Bilbo y los precisos apuntes de Gandalf y Balin Esgaroth, conocida por los hombres como la Ciudad del Lago. Viajó por Erebor hasta la Montaña Solitaria y descubrió la gran pasión que se desataba más allá del río Brandivino, lo que se escondía tras las fronteras de Bree. Inventó su propio Rivendell a partir de lo que Gandalf le explicaba sobre los elfos, e incluso llegó a relatarle la llegada de los primeros pueblos a la Tierra Media.

Frodo creció con lo que, para sus vecinos de Hobbiton, no eran más que pájaros en la cabeza. Quizás si hubiera estado en Casa Brandi, su primo Merry y su colega Pippin, le hubieran comprendido mejor; pero allí sólo se hablaba con unos pocos. El jardinero de los Bolsón, por ejemplo, el viejo Hamfast Gamyi, hubiera evitado el lugar si no hubiera amado con tanta devoción la botánica, y Bolsón Cerrado no significara para él casi el paraíso. Su hijo Sam había heredado de él este amor por la jardinería, y a pesar de que amaba la comodidad y una buena ración de tabaco, nada pudo hacer para que evitar su relación con el joven Frodo.

Fueron demasiadas las tardes y noches que Frodo y Sam se reunían junto a la chimenea del agujero hobbit donde vivía Bilbo para escuchar sus historias. Y demasiadas también las que desearon poder encaminarse más allá de lo conocido para explorar ese mundo que allí habitaba, lleno de personas grandes, de enanos, de cambia pieles, de elfos. CUuando Sam volvía a casa lo hacía con los ojos tan brillantes de emoción que Campanilla Buenchico era incapaz de regañarle por querer tener aventuras, y se contentaba con preguntarle algo sobre Rosa Coto para ver si así su pequeño Gamyi sentaba la cabeza y se olvidaba de las historias que se contaban en Bolsón Cerrado.

Sin embargo, tanto él, en su humilde agujero, como Frodo unos metros más allá, se preguntaban si algún día, quizás cuando fueran mayores de edad y ambos hubieran pasado la franja de los treinta y tres, podrían aventurarse, forjarse un nombre al otro lado del Brandivino, volver ricos a casa y cantar canciones que más tarde escribirían en el Libro Rojo. E

fandom: el señor de los anillos, autor: shiorita, + cuervos de las navidades pasadas, pairing: frodo bolsón/sam gamyi

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