Memoria en paz (Parte 2) [Queer as Folk] Especial de Navidad

Dec 16, 2014 12:55

Título: Memoria en paz
Autora: minerva_1
Fandom: Queer as Folk
Personaje/Pairing/Grupo: Brian Kinney/Justin Taylor
Rating: PG-13
Resumen: El pasado es de naturaleza indisciplinada, a veces creemos tenerlo dominado, pero en cualquier momento se subleva.
Advertencias: Menciones a sexo entre hombres. No sé si mi mal humor navideño, seguramente plasmado en este fic, debería contar como advertencia XD
Especial de Navidad: Prompt #5
Nota de Autor: Post 5x13
Disclaimer: Los personajes son de Cowlip.



MEMORIA EN PAZ

A la PARTE 1, POR AQUÍ

PARTE 2

La asistente no volvió a entrar en toda la jornada, pero Justin no pudo recuperar la concentración. Cada pincelada era rectificada inmediatamente con aguarrás, hasta convertir el lienzo en un enorme borrón que acabó en la basura. Malhumorado y con la garganta áspera de tabaco, salió pasada la medianoche.

Allí estaba él, acomodado al lado de la mesa vacía de la asistente, como si estuviera en su casa, apurando un vaso de whisky que había tenido que rebuscar para encontrar.

Interceptó la mirada de Justin y se la devolvió entre aliviado y contrariado.

_Me alegra notar que te suena mi cara_ rezongó. Justin se preguntó si sería remotamente posible que se hubiera creído que no le recordaba.

En realidad, “sonar” no era la palabra. Cortar la respiración, acelerar el pulso a niveles de amenaza de infarto eran expresiones más adecuadas. Pero Justin había aprendido a templarse, a no ceder al primer y muy muy muy inconveniente impulso de saltar sobre su figura repantingada en el sofá de cuero.

_No podrías reprocharme que te hubiera olvidado. De hecho, sería lo lógico.

Brian elevó los párpados, un gesto característico que había somatizado una melancolía inveterada. Levantó el vaso en un brindis mudo.

_No he venido para abrir la veda de los reproches. Saldría perdiendo.

Justin iba a confirmar eso, pero recordó que ya no albergaba rabia ni rencor, que lo había superado, que había trasladado a Brian a la zona dulce de su memoria. Había llegado a ese punto y no permitiría que se convirtiera en nada que no fuera recuerdo.

_No pretendo reprocharte nada. Pero tampoco preguntaré a qué has venido, ni quiero saber cómo es o no es tu vida ahora.

_Mejor. Las explicaciones no son mi fuerte, como sabes.

La escena se congeló con ambos esperando el movimiento del otro. Dilatados e incontables minutos después, fue Justin quien habló, fiel a su mayor vehemencia:

_Entonces, ¿qué? ¿Tendré que llamar a la policía para echarte?

_Oh, no. Arruinarían mis gemelos nuevos con las esposas._ Rozó los pequeños cuadrados de acero en los puños de la camisa. Dedos elegantes que evocaban caricias antiguas._ Será suficiente con que me lo pidas tú.

_Ya te lo he pedido.

_Me lo ha pedido tu asistente. Dímelo tú y me iré.

Había franqueza en él. También inseguridad, como si estuviera quemando un último cartucho. Como si estar allí fuera el resultado de una batalla perdida contra sí mismo.

Avanzó hasta colocarse tan cerca que necesitó bajar ligeramente la cabeza para enfrentar los ojos de Justin. Tan cerca como hacía mucho, mucho tiempo, aunque su aliento hechizante era el mismo; su rostro, a distancia de primer plano, una versión más atormentada.

_Dilo y te juro que no tendrás que volver a verme jamás_ suplicó. Dejó chocar su frente sobre la de Justin. Apoyó las manos en la pared, a pocos centímetros del pelo rubio pero evitando un contacto probablemente mal acogido._ Di que tú vida es tan genial que no pierdes un segundo acordándote del pasado. Que tienes a alguien que sabe darte todo lo que yo no. Que eres feliz, un artista de éxito, como es evidente, y que yo contribuí a ello alejándome de ti. Que estás jodidamente mejor sin mí.

Justin sopesó si tenía algo de razón en la última frase. Era una de esas medias verdades que se aceptan por no enfrentarse a lo contrario. Esas que, sin llegar a ser ciertas, tampoco pueden catalogarse como mentiras. En todo caso dependen del cristal con que se miren. Al final, resolvió centrarse en otra parte del discurso:

_Maldito engreído. Mi éxito no tiene nada que ver contigo._ Se agachó para pasar por debajo del brazo de Brian y se dirigió al mueble bar._ Espero que no hayas agotado las existencias, yo también necesito un trago.

Sirvió dos vasos de whisky. No estaba acostumbrado a tomarlo a palo seco y lo usó para convencerse de que la garganta era lo único que se abrasaba en ese momento.

_Gracias._ Brian tomó el otro vaso. Que le invitara a beber con él era una amabilidad que no había esperado.

_¿Por qué te interesas por mi felicidad a estas alturas? Ya no es de tu incumbencia.

Brian dejó caer pesadamente los hombros.

_Si lo oigo de tu boca, no por referencias o por lo que me cuentan, si tú mismo me dices que eres más feliz sin mí…, quizás yo pueda tener un poco de paz.

_Un poco de paz._ Justin esbozó una sonrisa ácida. Quería mantener la calma, pero sentía el despertar de la rabia vieja, que tomaba y tomaba fuerza hasta apoderarse de sus palabras._ Cuando desapareciste de mi vida no te importó mi opinión sobre si era mejor o peor para mí. Lo decidiste tú solito y lo que yo sintiera no influyó en absoluto. Y ahora vienes aquí buscando… ¿una redención? ¿Esperas oír una perorata tipo: “tenías razón Brian, desde que nos separamos mi existencia ha sido una escalada constante de felicidad. Mi juventud e inmadurez me impedían ver que eras un lastre para mí, pero al fin lo he comprendido. Gracias por darme una patada en el culo”?

_No hace falta que te burles.

_¿Y cómo cojones debo tomármelo? Llorar sería demasiado patético, ahora que he dejado atrás la adolescencia como escusa. _Brian se preguntó cuándo había Justin desarrollado ese sesgo corrosivo para la ironía. Había en ello algo oscuro, que ahondaba en su sentimiento de culpa._ Además, disculparte no sirve de nada. ¿O has cambiado de filosofía?

_No me estoy disculpando.

_¡Cierto! Lo que quieres es que te ayude a creerte que hiciste lo correcto.

Brian se sentó otra vez en el sofá. La corbata desanudada varias horas atrás, el pelo muy lejos de la perfecta arquitectura de la que gozó por la mañana. Rezumaba cansancio, pero no sólo por los efectos de la larga espera en la antesala de Justin, sino un cansancio de años. Apoyó los codos en las rodillas separadas, la cabeza en las manos, frotándose los ojos y las sienes. Si no le conociera, Justin habría pensado que luchaba por contener las lágrimas.

_Es jodido, ¿sabes? No estar muy seguro de que toda la mierda sirviera para algo.

Justin no contestó enseguida. Dio un par de pasos silenciosos al sofá, botella abierta en la mano, y se dejó caer en el cojín de al lado. No tan cerca como le daría derecho la antigua intimidad; lo suficientemente cerca como para resultar reconfortante.

El sufrimiento de Brian era algo con lo que nunca podría lidiar. Deseó que ayudarle fuera más fácil, como amputarse un miembro o apañar un viaje a la Luna, pero la confirmación que Brian pedía era aún más imposible. Y eso que, ¿qué es ser “más feliz”? Justin vivía de forma más pragmática, más reflexiva, con menos pájaros en la cabeza. En general, le iba bien. A temporadas incluso se definiría como feliz, aunque no era esa felicidad del tipo vibrante, desestabilizador y arrollador de los tiempos con Brian. Esa felicidad que es felicidad incluso cuando duele; que, de pura intensidad, guarda un resquicio de dolor incluso cuando es felicidad, porque lo que mucho se ama mucho se teme.

_De verdad que me encantaría ayudarte, pero no puedo darte la respuesta que necesitas.

Brian se hundió un poco más en el sofá y Justin supo que no habría más conversación. Le cedió la botella y observó la curva de su cuello cuando echó la cabeza hacia atrás para beber. Una imagen sórdida, bella y peligrosa. Como él era. Hubiera agradecido que se marchara rápido, una vez resuelto el motivo de su visita, pero no le apremió. Ya que no podía mitigar su obvia tristeza, decidió ofrecer su compañía el rato que él necesitara para recomponerse.

fandom: queer as folk, pairing: brian kinney/justin taylor, autor: minerva_1, + cuervos de las navidades pasadas

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