Chocolate [Fandom Original ] Lowell Hogart | Selene Argentum. Rating.PG-13 Número de Prompt #3
La primera Navidad de Alex llega a sus recuerdos con el aroma del chocolate caliente.
Ese primer invierno, su pequeño apenas tenía unos cuantos meses de vida, berreaba si se descubría solo y dormía casi todo el día. Por su parte, ella se pasaba las mañanas ayudando al viejo Aureliano en la librería de segunda mano debajo de su apartamento y en las tardes caminando por la ciudad en busca de un verdadero empleo, todo ello cargando a su pequeño de canguro y un bolso repleto de los implementos de beber.
Pero en las noches, en la quietud de su cuarto, tras haber acostado a Alex, llegaban a ella todas aquellas memorias que deseaba olvidar. A veces lloraba, otras solo se quedaba viendo a su hijo deseando que se despertara entre llantos para así poder consolarlo y olvidar todos sus pesares, así como aquella soledad a la que se había visto exiliada. A la final siempre recurría a ese cuadernillo que había comenzado a llenar desde el día que supo que iba a ser madre, en el que describía detalladamente la historia de su familia.
El día de Navidad, no paseo por la ciudad, si no que se quedó ayudando a Aureliano hasta que el reloj marco las seis de la tarde. Hacia demasiado frío para pasear con Alex, así que prefirió subir a su apartamento y preparar un poco de chocolate caliente mientras su pequeño gateaba intentando capturar a Galileo, su gato.
Atenta a cualquier movimiento de su pequeño, se sentó en el sofá con su humeante taza de chocolate y su cuadernillo. No esperaba visita, así que prácticamente salto en su puesto, salpicando gotas de chocolate por todos lados, al escuchar los golpes en la puerta.
- ¡Auch, maldición! - Exclamo, poniéndose de pie con el ceño fruncido.- ¡VOY! -
Levanto a su pequeño del suelo y se adelantó hacia la puerta. Cuando abrió, sintió como las lágrimas acudían a ella sin reparo.
- Feliz Navidad.- Dijo el hombre frente a ella.- He traído la cena.-
- Tonto.- Soltó, refugiándose en los brazos abiertos que le ofrecían el moreno.- No pensé que vinieras, Lowell.-
- No iba a permitir que estuvieras sola, al menos hoy no.- Y es que Lowell Hogart siempre protegía a Selene de todas las maneras posibles, hasta de la misma soledad.
Ella sonrió.
- Bienvenido a casa.- Susurro, rozando los labios del moreno ante la curiosa mirada de su bebe. - Muerdago.- Dijo como toda explicación, recorriendo el espacio que los separaba.
Y los labios de Lowell le supieron a chocolate. Él siempre estaría con ella, incluso en la distancia.
La primera Navidad de Alex llega a sus recuerdos con el aroma del chocolate caliente.
Ese primer invierno, su pequeño apenas tenía unos cuantos meses de vida, berreaba si se descubría solo y dormía casi todo el día. Por su parte, ella se pasaba las mañanas ayudando al viejo Aureliano en la librería de segunda mano debajo de su apartamento y en las tardes caminando por la ciudad en busca de un verdadero empleo, todo ello cargando a su pequeño de canguro y un bolso repleto de los implementos de beber.
Pero en las noches, en la quietud de su cuarto, tras haber acostado a Alex, llegaban a ella todas aquellas memorias que deseaba olvidar. A veces lloraba, otras solo se quedaba viendo a su hijo deseando que se despertara entre llantos para así poder consolarlo y olvidar todos sus pesares, así como aquella soledad a la que se había visto exiliada. A la final siempre recurría a ese cuadernillo que había comenzado a llenar desde el día que supo que iba a ser madre, en el que describía detalladamente la historia de su familia.
El día de Navidad, no paseo por la ciudad, si no que se quedó ayudando a Aureliano hasta que el reloj marco las seis de la tarde. Hacia demasiado frío para pasear con Alex, así que prefirió subir a su apartamento y preparar un poco de chocolate caliente mientras su pequeño gateaba intentando capturar a Galileo, su gato.
Atenta a cualquier movimiento de su pequeño, se sentó en el sofá con su humeante taza de chocolate y su cuadernillo. No esperaba visita, así que prácticamente salto en su puesto, salpicando gotas de chocolate por todos lados, al escuchar los golpes en la puerta.
- ¡Auch, maldición! - Exclamo, poniéndose de pie con el ceño fruncido.- ¡VOY! -
Levanto a su pequeño del suelo y se adelantó hacia la puerta. Cuando abrió, sintió como las lágrimas acudían a ella sin reparo.
- Feliz Navidad.- Dijo el hombre frente a ella.- He traído la cena.-
- Tonto.- Soltó, refugiándose en los brazos abiertos que le ofrecían el moreno.- No pensé que vinieras, Lowell.-
- No iba a permitir que estuvieras sola, al menos hoy no.- Y es que Lowell Hogart siempre protegía a Selene de todas las maneras posibles, hasta de la misma soledad.
Ella sonrió.
- Bienvenido a casa.- Susurro, rozando los labios del moreno ante la curiosa mirada de su bebe. - Muerdago.- Dijo como toda explicación, recorriendo el espacio que los separaba.
Y los labios de Lowell le supieron a chocolate. Él siempre estaría con ella, incluso en la distancia.
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