Fandom: X-men (película)
Autor:
crystal_luna1Pareja: Pyro/Rogue
Clasificación: PG-13
Género: Romance y Angst
Exención de Responsabilidad: Por supuesto que nada es mío; todo le pertenece a Marvel y Fox. Si acaso, solo la idea para la trama de este fic me pertenece. Gracias.
Tiempo: Durante X3.
Resumen: ¿Es posible hallar el amor en los lugares menos esperado, como en el corazón de un endurecido piromaniaco?
Notas: Spoilers de la película X3 en este capítulo.
Capítulos Anteriores Le dio unos leves toques a la puerta y luego, apretando sus manos esperó al que profesor le respondiera.
-Adelante. - Escuchó ella a través de la puerta cerrada.
Algo aprehensiva ella la abrió y entró al estudio del profesor para descubrir que no se hallaba solo. Un ser extraño se hallaba allí acompañado de dos hombres vestidos en ropa formal negra. Toda su piel se erizó. ¿Qué querían con ella?
-Rogue. - El profesor le envió una sonrisa bondadosa. -¿Cómo estás? -
-Bien. Gracias. -
-Me gustaría que conozcas a un ex - alumno, Henry McCoy. -
Y la extraña criatura se acercó a ella, extendiendo su mano. -Gusto en conocerle, señorita D’Ancanto. Mi oficio en la Casablanca es velar por el bienestar y el trato justo de todo mutante. Los caballeros aquí desean entrevistarla; yo estaré presente para confirmar que no violen ninguno de sus derechos. Pase por aquí, por favor. - y la amable bestia le mostró una silla.
Mordiendo su labio inferior, le lanzó una mirada al profesor. No era ninguna tonta, sabía sobre que o mejor dicho, sobre quien le harían un interrogatorio. El profesor le envió un mensaje telepático, ‘Solo contestas lo que crees puedas contestar y si debes dar por terminada la conversación no dudes en hacerlo’. Ella hizo casi un imperceptible movimiento de su cabeza.
-Marie… ¿podemos llamarle Marie? -
-Señorita D’ Ancanto. - replicó ella con algo de frialdad.
Bien, señorita D’Ancanto, - el tono gélido del hombre le indicó que le desgradaba que un mutante intentara sobrepasar lo que el consideraba fuera de los limites admitidos para los de su clase, -¿Conoce usted a este joven? -
Rogue tomó la foto; era una imagen reciente de John. -Sí, fuimos buenos amigos. -
El hombre enarcó una ceja. Entregándole otra foto, le dijo con sarcasmo. -Esta nos indica que aún mantiene su amistad con el susodicho. -
Ella se vio junto a él caminando por las concurridas avenidas de Nueva York. Los muy hijos de perra les habían estado siguiendo. Ella no comentó nada y apretó sus labios como indicando que no diría nada.
-Necesitamos saber donde podemos hallarlo. -
Una risa burlona subió por su garganta pero ella la reprimió. Estaban locos si creían que les diría algo… si sabía donde él estaba, lo cual ella no tenía conocimiento alguno. Luego los hombres comenzaron a sacar más fotos y colocarlas sobre el escritorio del profesor. Xavier frunció el ceño. Ella se colocó de pie para mirar, ignorando el ‘no’ que el profesor le envió telepáticamente. Al ver las imágenes, se cubrió su boca con la mano, intentando acallar un pequeño sollozo de horror. Eran cuerpos carbonizados. ¡Oh, Dios!, pensó ella angustiada, reconociendo que solo John pudo haber hecho algo parecido.
-Si usted tiene algo de consciencia, si no acepta este tipo de atrocidades, por favor tenga la dignidad de decirnos donde se halla. -
-No sé donde está. - murmuró ella.
-Lo dudamos mucho… -
Ella le interrumpió con brusquedad. - Le estoy diciendo la verdad. No sé donde está. -
-Si no lo detenemos seguirá cometiendo más crímenes de esta envergadura. -
Como si hubiese sido una revelación, ella le miró detenidamente, -Ustedes en realidad no les interesa a John. Ustedes lo desean a él para hallar a Magneto, ¿no es así? -
El hombre hizo una leve mueca de desagrado. -Necesitamos saber… -
-¿Estoy bajo arresto? -
-No. -
-Entonces, quisiera excusarme. No tengo nada más que decir. -
El profesor asintió, -De acuerdo, Rogue, puedes marcharte. No estas obligada a continuar esta conversación. -
No hubo ella salido y cerrado la puerta tras de si que escuchó las voces airadas del agente y de la amable bestia azul. Caminando sobre piernas que casi no podían sostenerla, se dirigió al baño más cercano. Vació todo el contenido de su estomago en el lavabo. Las imágenes le habían alterado sobremanera y mucho más sabiendo que John tenía que ver con ellas.
Dejándose caer al suelo, se llevó las manos al rostro para llorar desconsoladamente. ¡Qué Dios la perdonara! A pesar de las contradictorias emociones y de lo que había visto, continuaba amando a John. De seguro iría al infierno pero no podía borrar su amor por él. Estaba preocupada; si estaban llegando a estos extremos para hallarle… ¿de qué serían capaces hacer?
-X-
Rogue estaba de pie frente a una de las grandes ventanas de la mansión mirando hacia el jardín. La noche había caído y los faroles iluminaban el camino hacia una hermosa fuente. Colocó las manos sobre el frío cristal e intentó ahogar un gemido. Estaba asustada; el hombre que había jugado un papel importante en sus vidas había muerto. Era horrible la sensación de desolación que se había cernido sobre todos ellos… Apenas ayer había hablado con él, escuchando atentamente sus consejos.
Con una sonrisa amable el profesor le dijo suavemente, -En materia concerniente al amor no se puede mandar. Sólo el corazón puede mandar. -
-¿Es un error de mi parte amar a John? -
-No. Yo siempre he creído en un pasaje de la Biblia, la carta a Corintios para ser más preciso. 'El amor todo lo puede.' Sabes lo optimista que soy; opino que tu amor puede hacerlo ver lo errado de su elección. -
Ella se había sentido algo tranquila luego de esa conversación. Y ahora, se había ido para siempre.
¡Dios!
¿Qué más podría suceder? Parecía que todo se le venía sobre ella.
Todo fue tan repentino que les había dejado vulnerable como huérfanos que perdían a su protector, a su guardián. Ella conjuró en su memoria la imagen del profesor, sus ojos amables, su sonrisa invitadora. Nadie sabía bien que había sucedido; solo habían recibido respuestas ambiguas con respecto a Jean.
Ella frunció el ceño. Era difícil de entender, ¿acaso Jean no había muerto? Y entonces, ¿qué tenía que ver la maestra que dio su vida por todos ellos hace un año atrás con la muerte del profesor? Todo era confuso, ni Logan ni Ororo querían responder a sus preguntas. Logan solo la miraba ceñudo, cigarro en boca. “No es tu problema, pequeña” le solía replicar él cuando en rara ocasiones abandonaba su cuarto -el cual para su sorpresa total estaba completamente recogido y limpio-. Todo era un tabú… al igual que Scot. Nadie sabía nada de él. Ella intentó preguntarle a la señorita Munroe pero solo recibió respuestas vagas; como si el tema fuera uno prohibido. Presentía que algo se cernía sobre ellos, algo oscuro y siniestro.
-Johnny.- Murmuró ella, buscando fuerza y aliento en su nombre. ¡Cómo deseaba tenerlo a su lado!
Fue entonces que vio a su ex - novio, caminar por el pequeño sendero iluminado. No estaba solo. Al siguiente día de ella regresar, Bobby volvió a importunarla. Ella decidió hablar con él de una vez y por todas. Aparentemente captó todo lo que le dijo, pensó ella mientras daba un pequeño bufido, viéndole patinar junto a Kitty en las aguas congeladas de la fuente, cortesía del ‘bloque de hielo’. Rogue no pudo contener la irónica sonrisa, ese era uno de los sobrenombres favoritos de John. Era indiscutible; parte de la esencia de John se estaba entremezclando con la suya.
El vacío se cernió en su corazón cuando vio a Bobby abrazar a Kitty. Ella también añoraba sentir unos brazos alrededor suyo, proveyéndole seguridad y consuelo… pensó en Logan. No era el mismo. Muy dentro de si sospechaba que Logan había sido testigo de algún horrendo suceso. En dos ocasiones había tocado a su puerta, infructuosamente. No solo quería buscar consuelo, también quería ayudarle y estar a su lado para sentir su reconfortante presencia. No pudo evitar pensar en John. Y ella deseó…
Una expresión determinada cruzó su rostro; ella sabía que tenía que hacer.
-X-
Pyro caminaba entre la muchedumbre que clamaban sus protestas; unos a favor de la cura, otros en contra de ella. Pero sus sentidos parecían no registrar la cacofonía de sonidos- o simplemente no le interesaba, decidiendo ignorar el ruido repetitivo. Su atribulada conciencia no le dejaba tranquilo. Esos hermosos ojos azules -¿quién hubiese pensado que Mystique tenía ojos azules?- mirando implorante, pidiendo auxilio. Lágrimas apenas derramadas brillando en esos ojos. Y ellos le dieron la espalda, porqué, según Magneto, no era uno de los nuestros. No; ahora era uno de ellos. ¡Oh, y con qué facilidad Callisto parecía haber tomado el lugar de Mystique! Era duro aceptarlo, tanto sacrificios que ella había hecho por el gran líder de la Hermandad de Mutantes; en cada circunstancia posible ella le había demostrado su fidelidad a Magneto, intentando hacer lo posible por sacarle de toda situación difícil y peligrosa, en ocasiones arriesgando su vida, y el gran líder decide dejarle atrás. Como si fuera una basura, un estorbo; era difícil de tragar.
Xavier nunca hubiese hecho algo así.
El cerró sus ojos por unos segundos, en un intento por acallar esa voz femenina, llamando ‘Erik’. ¿En qué clase de porquería se había convertido? Quizás había sido un necio, tal vez debió haber escuchado a su antiguo mentor. El profesor no la hubiese dejado atrás. Ahora, luego de abandonar el Instituto, entendía las razones del profesor. Se había precipitado en sus acciones y no se había detenido a pensar… El intentó alejar los desconcertantes pensamientos; tenía una tarea que llevar a cabo. El miró de soslayo la clínica, con su subsiguiente cola de mutantes que buscaban la cura… y pensó en su Marie. El se reprendió a si mismo, ¿desde cuándo él tenía una conciencia?
Quizás desde el momento que le había entregado su corazón a una dulce sureña.
De nuevo sus ojos se posaron sobre la multitud y un rostro conocido le hizo detenerse abruptamente. ¡Dios, no podía ser que él tuviera tanta suerte! Una enorme sonrisa cruel y burlona se plasmó en su rostro. Era demasiado bueno para dejarlo pasar y se encaminó hacia él, su ex - amigo.
-¿Buscando la cura para poder regresar con mamita y papito? -
Esos ojos azul hielo le miraron con desdén. -No, busco a alguien. -
Todo en Pyro pareció transformarse, su cuerpo tornándose rígido. El siseó, -¿A quién carajo buscas? -
Bobby le miró detenidamente, intentando descifrar su peculiar actitud. -No creo que te importe. -
La sangre se le heló a John, presintiendo… no, estaba seguro de que era ella a quien buscaba, a su Marie. Sin delicadeza alguna tomó a su viejo amigo por la solapa de su chaqueta y le arrastró con violencia hacia sí. -¿Por qué buscas a Marie aquí, de todos los lugares? - John estaba realmente furioso. ¡Coño! ¿Acaso no le dijo que no abandonara la mansión para nada?
Bobby entrecerró sus ojos. -¿Marie? ¿Cómo demonio sabes su nombre?-
El ignoró por completo la pregunta. -Ella no tiene que venir a tomar la cura. ¿Qué carajo te hace pensar que ella puede estar aquí?- Demandó John encolerizado.
Esta vez Bobby le agarró por el rompevientos. -¿Y cómo tú sabes que ella no necesita tomar la cura? -
-¡Te hice una jodida pregunta y estoy esperando a que me la contestes! ¿Porqué carajo sabes que ella está aquí?- Y esta vez para demostrar que hablaba en serio, levantó la mano que traía su dispositivo para crear una bola de fuego. Bobby a su vez levantó su mano y la transformó en hielo.
-Así que eres tú. - Espetó Bobby como si fuera el más vil descubrimiento que pudiese haber hecho. -Es a ti a quien ella ha estado viendo. -
John deseaba romperle todo el rostro de bonitillo a su amigo, pero era más imperante hallar a Marie. -Maldita sea. - Murmuró él por lo bajo mientras dejaba ir a Bobby abruptamente. Tenía que buscarla. Lazándole una mirada de reojo a Bobby, se preguntó cual fue el razonamiento que utilizó Bobby para pensar que ella estaría aquí. Le envió una dura mirada, -¿Qué en el infierno te llevó a pensar que Marie estaría aquí?-
Un leve rubor tiñó el rostro de Bobby. -Bueno, ella siempre se sintió fuera de lugar por su mutación; a pesar de que tiene el control de su mutación todavía se alejan de ella asustados. -
John giró su rostro hacia el lado, haciendo una leve mueca con sus labios y dejó escapar un bufido de rabia. -Y le dije que no abandonara la mansión. - Cuando la tuviera frente suyo, no lo pensaría dos veces; la colocaría sobre sus rodillas para propinarle una buena paliza a ese redondeado trasero. Sin decir más, comenzó a alejarse de Bobby.
-¡Hey! -
John le ignoró, en esos momentos sentía el más paralizante temor. Tenía que hallarla. Le importó un pepino si no obedecía una orden directa de Magneto. Ahora tenía prioridades, y las actividades terroristas de su líder no estaban entre ellas. Primero era hallar a Marie; segundo, asegurarse de que estuviera bien y por último, la agitaría con violencia para intentar hacerla entrar en razón para luego hacérselo perder con un beso.