Título: Coactus conjugium [2/7]
Autor:
intimisky y
sra_danversFandom: Harry Potter
Personaje/Pairing/Grupo: Draco Malfoy/Harry Potter. Scorpius Malfoy. Albus Potter.
Rating: NC-17
Resumen: Harry Potter, Jefe de Aurores, padre de familia, viudo y respetado miembro de la comunidad mágica británica, no esperaba que las vacaciones navideñas se desviaran de su curso natural de semejante manera. Draco Malfoy, mucho menos.
Advertencias:
Nota de Autor:
|Primera Parte| Harry, hombre acostumbrado a la acción, no hacía más que caminar arriba y abajo del laboratorio. Mientras tanto Malfoy colocaba un caldero de cobre sobre el fuego y empezaba a revolver entre los frascos y redomas que había en su armario bien surtido de ingredientes.
Los chicos habían sido desterrados al cuarto de Scorpius, y la puerta había sido sellada en cuanto habían salido corriendo, asustados por el tono de voz con que los dos les habían azuzado. Fuera estarían seguros. Fuera estarían bien. Porque dentro de ese laboratorio se estaba cociendo algo, y no estaba en el caldero aún vacío.
- ¿Tienes todo lo que necesitas? -inquirió Harry, cada momento más nervioso y necesitado.
-Potter -le advirtió Draco, suspirando profundamente antes de seguir trabajando, dándole la espalda-: Cállate. No hables. Debo concentrarme y tú lo haces más difícil…
Harry bufó, ofendido. Pero entendió lo que Malfoy había querido decir. Porque a él también le estaba afectando profundamente la presencia del Slytherin. Y su voz no hacía más que empeorar las cosas, actuando como un sensual canto de sirena que apenas podía resistir.
Decidido a mantenerse firme en su histórico desagrado hacia ese hombre que, gracias al inoportuno accidente estaba cambiando por una potente atracción, se apartó hacia la esquina más alejada de la zona de trabajo donde se encontraba la fuente de su actual desasosiego. Con cuidado de quedar cara a la pared, dirigió su mano todo lo disimuladamente que pudo hacia su rígida entrepierna. La presión empezaba a ser realmente molesta. Y por una vez en su vida, sus propias caricias no le aliviaron en lo más mínimo. Al revés, el contacto, aún a través de la ropa, se le hizo tan molesto que no pudo detener un profundo gemido de impotencia.
*****
Draco soltó el cuchillo que temblaba en su mano. Si antes no había podido concentrarse en cortar adecuadamente un simple tallo, ¿cómo iba ahora a seguir con el resto, después de que ese impúdico gemido le dejara en ese estado? No podría, y cada vez sería peor. Llegaría un momento en que ni siquiera podrían comer o beber, después de todo ese era el objetivo primordial de la poción; conseguir que la consumación del matrimonio se hiciera vital.
El problema era hacérselo entender a ese hombre terco e inflexible.
-Potter… -le llamó, acercándose al rincón donde el auror se había refugiado.
-No hables. No te acerques -replicó Harry, las manos apoyadas contra la pared, inclinado hacia ella como si necesitara el sostén. Que lo hacía, pues las piernas le temblaban tanto como a Malfoy las manos.
-Potter, no podemos luchar contra los efectos de la poción -intentó explicar Draco-. Son demasiado fuertes. Y si nos resistimos cada vez lo serán más. Hasta que nos obligue a hacer algo que luego lamentemos…
-¿Qué me estás diciendo? -casi gritó Harry. Se giró de golpe, los ojos rojos y dilatados-. ¿No hay antídoto? ¿No hay modo de evitar este matrimonio?
-No, no es lo que he dicho -se esforzó en contestar Draco, cuando lo que en realidad quería hacer era morder él mismo el labio inferior que Potter estaba castigando con sus dientes-. Conseguiré el antídoto. Lo haré yo mismo. Tardaré días, pero antes de una semana estará listo. El problema radica en que… no puedo concentrarme lo suficiente para hacerlo.
-Pues que lo haga otro. En el Ministerio…
-Maldita sea, Potter, ¿quieres que alguien más se entere de esto? ¿Que nos vea en este estado? -Draco estaba irritado, hastiado de tener que convencer al remilgado viudo de algo que a él le repelía tanto o más-. Además, aunque lo hiciera otra persona, no podríamos aguantar una semana así, ni siquiera un día. Apenas puedo concentrarme en cortar una planta, y tan sólo hace un cuarto de hora de nuestra exposición a la poción. En media hora no podremos comer, ni siquiera hablar. ¿Es que quieres que tu hijo te vea en ese estado?
-¿Y qué podemos hacer para evitarlo?
Draco suspiró, enfrentando esa verde mirada con más deseo que incredulidad. Y eso que sentía bastante incredulidad ante semejante ignorancia.
-Tenemos que… consumar la ceremonia.
-¿Manteniendo relaciones sexuales?
Draco suspiró de nuevo antes de contestar.
-Sí, Potter. Exactamente eso -añadió, toda ironía perdida en la ansiedad de su voz.
-¿Y eso no sellará el matrimonio?
-No hasta que venza la semana de plazo. Sin antídoto.
-¡Haberlo dicho antes! -exclamó Potter, exactamente lo que Draco llevaba rato intentando explicarle.
Si no hubiera estado ardiendo por tocar esa piel, Malfoy se habría tomado unos segundos para sorprenderse. El auror estaba desvistiéndose sin pudor ni freno alguno, aparentemente impaciente por empezar. Siguió su ejemplo sin dejar de observarle, apenas con un poco más de contención y elegancia.
-¿Qué debemos hacer? -preguntó Harry completamente desnudo, acercándose a él mientras acariciaba ausentemente su erección, como si no se percatara de lo que estaba haciendo.
-¿De veras tengo que explicártelo? -respondió Draco, temiendo realmente tener que hacerlo. Más que nada porque ahora que tenía ese impresionante cuerpo delante, tan apetecible y tentador, no sabía si podría tomarse el tiempo necesario para dar unas lecciones de sexo que hacía años ya que había dado a su propio hijo.
-No, me refiero a… ¡Demonios!
Sorprendiendo a Draco una vez más, Harry tomó su varita de la descartada capa y aparentemente demostró que sí sabía lo que estaba haciendo, pues se preparó a sí mismo con un par de estudiados hechizos.
Parecía que el viudo no había pasado todos esos años en campo seco, y desde luego no solo había practicado con mujeres, si su soltura al ofrecerle su trasero era alguna señal.
Malfoy no se quedó meditando mucho, de todos modos. Se posicionó a su espalda, empujando al auror contra la mesa sobre la que se había apoyado, y allí se quedó por un momento, un último resquicio de control sobre su conciencia, casi vencida mientras restregaba la punta de su erección entre esos gloriosos glúteos.
-¿Seguro Potter?
-¿Seguro de qué, Malfoy? -preguntó Harry, la cabeza girada hacia un lado, su turno de mostrarse incrédulo-. ¿De si quiero que me folle un hombre que ha pasado la mayor parte de mi vida despreciándome? No. No estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es que mi cuerpo necesita al tuyo, así que ahórrate tus consideraciones de última hora, en el Ministerio nos entrenan para enfrentarnos a cosas peores.
-Potter… no te desprecio -comentó Draco, no queriendo que la situación fuera más desagradable de lo necesario. Y aun así, no pudo evitar comenzar a introducir la cabeza de su pene en ese acogedor agujero que en esos momentos, estaba listo sólo para él.
-¡Ooooh! ¡Sí, maldición! Ahora mismo no me importa una mierda que me desprecies, Malfoy. De hecho, como no empieces a follarme en serio, te voy a despreciar mucho...
Los ojos de Draco se abrieron como platos. Nunca hubiera esperado ver a Potter tan desatado y… sucio. Por Merlín, y cómo le ponía verle así, desesperado por él. La poción les empujaba irresistiblemente el uno al otro, les obligaba a entregarse. Pero ese lenguaje crudo y con cierto tono violento no podía haber sido provocado falsamente. Ese punto era totalmente Potter, y saber cómo se comportaba cuando estaba excitado le puso más caliente aún.
Sin poder esperar un segundo más, Draco se empujó contra él, acabando de introducirse en su cálido y acogedor interior. Su gemido quedó solapado por el de Harry.
-¿Qué demonios está pasando? -exclamó el auror, alarmado-. Malfoy, ¿qué cojones estoy sintiendo? -jadeó, arqueando la espalda, para mover la cabeza que estaba allí apoyada.
-Si es lo mismo que yo, no sé cómo puedes hablar… -murmuró Draco, entre dientes.
-Si es lo mismo y no baja de intensidad, no vamos a poder parar. ¡Es como un jodido orgasmo interminable!
-Es la poción. Parte del rito de consumación. Cuando hayamos culminado disminuirá.
-Mierda. No voy a durar tanto.
Las rodillas de Harry vencieron ante el peso de su cuerpo y cayó sobre ellas, llevándose al suelo a su flamante prometido, que no concebía separarse de ese cuerpo que le estaba proporcionando más placer del que había sentido en toda su vida. Sumado.
-No te muevas, Potter, por piedad -rogó sin vergüenza, los brazos en círculo, rodeando esa cintura que parecía querer escapar de su agarre.
-¡Entonces muévete tú, maldición! -exigió Harry, que estaba ardiendo en su interior.
Draco, que nunca había pensado que pudiera sentir un placer tan apabullante que apenas le permitiera reaccionar, empezó a mover las caderas. Apenas un movimiento lateral, aun temiendo apartarse mucho del que su mente empezaba a considerar su pareja.
Poco a poco el ardor se suavizó, convirtiéndose en un agradable calor que explotaba en placer a cada estocada, en el justo momento en que sus cuerpos chocaban.
-Podría estar así todo el día -confesó Draco, demasiado drogado de endorfinas como para medir sus palabras.
-Mmm… -asintió Harry, totalmente entregado a lo que el rubio le estaba haciendo sentir-. Tócame -rogó, sus manos pegadas al suelo para soportar los bruscos envistes.
El contacto añadido de la sudorosa y cálida palma contra su necesitada erección fue todo lo que Harry pudo soportar antes de culminar ese primer rito de fundación de su vínculo. El orgasmo de Draco fue instantáneo, provocado y forzado por el de su amante.
-Merlín -gimió, cayendo sobre el auror con todo el peso de su laxo cuerpo.
Harry estaba tan consumido que ni siquiera se quejó. Se permitieron unos minutos para recuperarse, hasta que el contacto que sus cuerpos habían mantenido empezó a enardecerles de nuevo.
-Corre a hacer la poción, antes de que no puedas concentrarte -le mandó Harry a Draco, apartándole sin muchos miramientos con un empujón de sus pies.
A pesar de sentirse ultrajado, el Slytherin entendió que era necesario poner manos al caldero, así que se levantó y se vistió. Antes de dirigirse a la mesa de trabajo, con firme decisión a pesar del bulto que desfiguraba su túnica, se giró para observar a Potter. Y no le gustó lo que vio. Aunque en realidad sí le gustaba. Demasiado.
-¿Y tú? ¿Te vas a quedar ahí tirado? -preguntó, al ver al auror estirado cual modelo erótico, las manos bajo la nuca y una incipiente erección descansando orgullosa sobre su rotundo muslo.
-Sí -contestó Harry, con un punto de rebeldía-. De todos modos soy un desastre en pociones, así que deberías agradecérmelo y todo.
Los ojos de Draco se abrieron como platos de sorpresa, incredulidad y excitación en la misma medida. Pues el Gryffindor había empezado a acariciarse sin vergüenza alguna, como si en lugar de observar cómo elaboraba una poción, fuese a contemplar una película porno.
Sin saber si esa actitud beligerante era provocada por la poción, y sin importarle ni un ápice, Draco correspondió a la provocación quitándose de nuevo la túnica, saltándose una de las principales reglas del pocionista precavido.
Pero si iba a tener que soportar esa tentadora visión durante horas, al menos él también daría su propio espectáculo. No iba a ser el único que iba a sufrir.
La semana se preveía interesante…
Tercera Parte