Sherlock BBC. Het. (Sherlock/Irene) G. Prompt #22sara_f_blackDecember 25 2012, 08:49:26 UTC
Dos extremos. Es la segunda vez en que Sherlock tiene ambos extremos de la madeja y no le gusta. ¿De qué sirve tener uno si no lleva a ningún lado más que a ti mismo?
Mira el antiguo teléfono de Irene una vez más. Esta vez no necesita deducir la clave que usó en su momento para disimular la manera en que la Mujer le había ganado su juego en cada uno de sus encuentros hasta ese momento.
Deja junto a él su propio teléfono y vuelve a revisar el contenido del de la Mujer. Cada uno de los mensajes que le había enviado estaban allí. Recuerda con detallada claridad los momentos en que los recibió. John los había contado. Eran 57 en total antes de su primera muerte.
Intenta deducir más del teléfono, está convencido que tiene que haber algo más, aunque en esta ocasión tener su teléfono no está siendo más fructífero de lo que fue la primera vez. Desde que la había visto desaparecer, ocultos en sus respectivos trajes árabes tras planear todo lo necesario para darla por muerta, no había vuelto a saber sobre ella.
Su propio teléfono suena, pero es un sonido sin gracia y electrónico el que le avisa de la llegada de un mensaje. Lestrade, trabajo: lo usual.
Sin embargo, cuando dos minutos después suena de nuevo y se encuentra una invitación a cenar una parte de él se siente burlado y la otra no puede evitar sonreír.
No deja de tener la sensación de que a pesar de que él tiene los dos extremos, Irene Adler sigue siendo la dueña de la madeja.
Mira el antiguo teléfono de Irene una vez más. Esta vez no necesita deducir la clave que usó en su momento para disimular la manera en que la Mujer le había ganado su juego en cada uno de sus encuentros hasta ese momento.
Deja junto a él su propio teléfono y vuelve a revisar el contenido del de la Mujer. Cada uno de los mensajes que le había enviado estaban allí. Recuerda con detallada claridad los momentos en que los recibió. John los había contado. Eran 57 en total antes de su primera muerte.
Intenta deducir más del teléfono, está convencido que tiene que haber algo más, aunque en esta ocasión tener su teléfono no está siendo más fructífero de lo que fue la primera vez. Desde que la había visto desaparecer, ocultos en sus respectivos trajes árabes tras planear todo lo necesario para darla por muerta, no había vuelto a saber sobre ella.
Su propio teléfono suena, pero es un sonido sin gracia y electrónico el que le avisa de la llegada de un mensaje. Lestrade, trabajo: lo usual.
Sin embargo, cuando dos minutos después suena de nuevo y se encuentra una invitación a cenar una parte de él se siente burlado y la otra no puede evitar sonreír.
No deja de tener la sensación de que a pesar de que él tiene los dos extremos, Irene Adler sigue siendo la dueña de la madeja.
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