El nacimiento de un duende [Ficción original] Cuervos de santa
Título: El nacimiento de un duende
Autor: shiorita
Fandom: Ficción original
Pairing/Personaje/Grupo: -
Rating: PG
Resumen: Las hadas nacen de la risa de los niños, pero ¿sabes de dónde nacen los duendes?
Advertencias:
Cuervos de Santa : Prompt #14
La farmacia estaba a rebosar. La gente, en navidad, se olvidaba de que estaban en invierno, y entre copas de champán, ilusión por los regalos, o peleas de bolas de nieve, cogía gripe cada dos por tres.
Era algo que venía con la estación así que Nuria ya estaba preparada para ello antes de que el primer paciente -un viejecito arrugado y cheposo -se acercó al mostrador. Todos los años igual, Julio, a ver si nos cuidamos más. La edad, que no perdona, hija, ya sabes. Y luego venía Mateo con sus niñas, las dos con las trenzas tan rubias como el pelo de su madre, para ver si encontraba un remedio para que, a pesar de tanta tos, se pudiera dormir uno por la noche. Y Conchi con su bebé, que no hacía ni un año y ya se conocía todos los rincones de la casa, en especial en los que más frío se pasaba. Y Santi y su anciana madre; y Rosaura y su no saber qué hacer porque la acababan de regalar otro collar precioso pero no quería maltratar más a su garganta. Y cuando daban las diez y tocaba cerrar, Nuria tomaba un puñado de caramelos de menta, limón y caramelo y se los metía en el bolsillo. Los dejaba caer en todas las cestas de mendigos que encontraba por el camino. Sabía que no daban para alimentarse, y tampoco eran dinero, pero en su día le había parecido buena idea, y sin pararse a pensar más en ello siguió haciéndolo.
Algunas veces, incluso, se paraba a hablar con alguno. Recuerda, en especial, un chico más joven que lo que su aspecto dejaba adivinar, que se había propuesto recorrerse el país haciendo auto-stopt y tocaba por las noches frías la guitarra, y dormía en el parque por la mañana, con un libro abierto sobre la cara, para protegerse del sol y para que lo confundiera con un estudiante perezoso.
Era 23 de diciembre y él, al contrario que los demás músicos callejeros, no cantaba canciones navideñas. Le preguntó porqué y él, mientras desenvolvía el caramelo, le respondía que tenía alergia a la navidad.
-¿Tanto te espanta que la gente use esta fecha para recordar las razones para sonreír? No sólo se trata del dinero y los grandes almacenes.
-No, no, no en ese sentido. -Aclaró él -. No me da alergia en sentido metafórico, sino literal.
-¿Literal?
-Sí, le tengo alergia al acebo, al muérdago y a la parte roja del bastón de caramelo.
-Oh, vaya. -Musitó Nuria.
El joven sonrío, se encogió de hombros, agarró la guitarra de nuevo y se dispuso a cantar. Entonces, se dio cuenta de que al lado de Nuria había un niño de no más de siete años.
-¿Qué quieres que cante, pequeño? -Le preguntó con voz desenfadada.
Pero el niño seguía absorto en lo que el joven acababa de confesar y su espíritu pragmático e ingenuo respondió con otra pregunta:
-¿A que no sabes lo que pasa cuando estornudas?
-¿Qué?
-¿Sabes de dónde salen las hadas?
Esa Nuria se la sabía, así que la dijo, tras arrodillarse para estar a la altura del niño:
-Cada vez que un niño ríe.
-Pues igual, solo que con los adultos. Como es muy difícil montar todo esto -y movió los brazos dibujando un círculo tan grande como éstos le permitían -, Papa Noel y los Reyes Magos y todos necesitan que todos les ayuden y como los adultos no creen en esto inventaron los duedes. ¿Y sabéis de donde salen los duendes? De los estornudos de los adultos a los que les da alergia la navidad.
Autor: shiorita
Fandom: Ficción original
Pairing/Personaje/Grupo: -
Rating: PG
Resumen: Las hadas nacen de la risa de los niños, pero ¿sabes de dónde nacen los duendes?
Advertencias:
Cuervos de Santa : Prompt #14
La farmacia estaba a rebosar. La gente, en navidad, se olvidaba de que estaban en invierno, y entre copas de champán, ilusión por los regalos, o peleas de bolas de nieve, cogía gripe cada dos por tres.
Era algo que venía con la estación así que Nuria ya estaba preparada para ello antes de que el primer paciente -un viejecito arrugado y cheposo -se acercó al mostrador. Todos los años igual, Julio, a ver si nos cuidamos más. La edad, que no perdona, hija, ya sabes. Y luego venía Mateo con sus niñas, las dos con las trenzas tan rubias como el pelo de su madre, para ver si encontraba un remedio para que, a pesar de tanta tos, se pudiera dormir uno por la noche. Y Conchi con su bebé, que no hacía ni un año y ya se conocía todos los rincones de la casa, en especial en los que más frío se pasaba. Y Santi y su anciana madre; y Rosaura y su no saber qué hacer porque la acababan de regalar otro collar precioso pero no quería maltratar más a su garganta. Y cuando daban las diez y tocaba cerrar, Nuria tomaba un puñado de caramelos de menta, limón y caramelo y se los metía en el bolsillo. Los dejaba caer en todas las cestas de mendigos que encontraba por el camino. Sabía que no daban para alimentarse, y tampoco eran dinero, pero en su día le había parecido buena idea, y sin pararse a pensar más en ello siguió haciéndolo.
Algunas veces, incluso, se paraba a hablar con alguno. Recuerda, en especial, un chico más joven que lo que su aspecto dejaba adivinar, que se había propuesto recorrerse el país haciendo auto-stopt y tocaba por las noches frías la guitarra, y dormía en el parque por la mañana, con un libro abierto sobre la cara, para protegerse del sol y para que lo confundiera con un estudiante perezoso.
Era 23 de diciembre y él, al contrario que los demás músicos callejeros, no cantaba canciones navideñas. Le preguntó porqué y él, mientras desenvolvía el caramelo, le respondía que tenía alergia a la navidad.
-¿Tanto te espanta que la gente use esta fecha para recordar las razones para sonreír? No sólo se trata del dinero y los grandes almacenes.
-No, no, no en ese sentido. -Aclaró él -. No me da alergia en sentido metafórico, sino literal.
-¿Literal?
-Sí, le tengo alergia al acebo, al muérdago y a la parte roja del bastón de caramelo.
-Oh, vaya. -Musitó Nuria.
El joven sonrío, se encogió de hombros, agarró la guitarra de nuevo y se dispuso a cantar. Entonces, se dio cuenta de que al lado de Nuria había un niño de no más de siete años.
-¿Qué quieres que cante, pequeño? -Le preguntó con voz desenfadada.
Pero el niño seguía absorto en lo que el joven acababa de confesar y su espíritu pragmático e ingenuo respondió con otra pregunta:
-¿A que no sabes lo que pasa cuando estornudas?
-¿Qué?
-¿Sabes de dónde salen las hadas?
Esa Nuria se la sabía, así que la dijo, tras arrodillarse para estar a la altura del niño:
-Cada vez que un niño ríe.
-Pues igual, solo que con los adultos. Como es muy difícil montar todo esto -y movió los brazos dibujando un círculo tan grande como éstos le permitían -, Papa Noel y los Reyes Magos y todos necesitan que todos les ayuden y como los adultos no creen en esto inventaron los duedes. ¿Y sabéis de donde salen los duendes? De los estornudos de los adultos a los que les da alergia la navidad.