(no subject)

Oct 21, 2011 00:38

Título: Recuerdo haber tocado la cima del mundo 
Autora: miss_sinacroft
Claim: Sirius Black/Remus Lupin, Lily&James, Sirius/la carretera/la moto
Rating: creo que NC-17 es muucho pero para asegurarme...
Categoría: romance, aventura (?)
Advertencia: UA (pero con magia), y WIP, lo sieeeento de verdad pero me fue imposible terminar a tiempo :( pero faltan como dos o tres capítulos nah más y avanzó rapidín.
Resumen: Sirius es un canto rodado, un extravagante de moral algo torcida que va dando tumbos por el mundo en su moto, siempre moviéndose, siempre escapando. Un día su camino se cruza con el de Remus, que vive día tras día limitándose a existir. Es una historia sobre viajes, carretera, filosofía absurda, formas de ver la vida, romance e intentar comprender y alcanzar equilibrio entre tomar riesgos, vivir al máximo y la necesidad de algo sólido y estable a lo que aferrarse, la madurez y la sensatez.

III. I just wanna live

[Don’t really care about the things that they say, don’t really care about what happens to me]

Sirius mira al pajarraco perderse en la noche y ya está, es demasiado tarde para arrepentirse. Se apoya en la ventana mientras fuma e intenta por todos los cielos de no pensar en James.

Mierda, mierda, mierda.

En James a quién no ha visto en meses, en James que le escribe por lo menos seis veces al mes y jode y jode y jode hasta que él se harta y contesta. En James que le amenaza con matarle si le pasa algo. El que le admitió en su casa y le hizo un huequito en el asiento de al lado y no le juzgó nunca. Con el que se emborrachó por primera vez y con el que fumó por primera vez y al que fue corriendo a contarle cuando se tiró a Livia la Loba en cuarto. Al que le contó que le gustaban los chicos también, el que le gastó bromas de mal gusto durante meses enteros pero maldijo a David Jolenes por decirle "maricón". El mismo James por el que se batió en duelo cientos veces y quién se batió a duelo por él otras tantas.

Con el que hizo innumerables bromas y paso innumerables noches en vela hablando de las cosas más absurdas y haciendo travesuras. El James Potter que se metería entre un Avada Kedavra y él.

El único que realmente, pero realmente, seguía ahí cuando no había más nadie.

El maldito jodido cabrón de mierda de James Potter a quién Sirius odia por no estar allí en ese momento, mientras se odia a sí mismo por preocuparlo así y joderlo así. Pero mierda, no es como si pudiera volver y… ¡mierda, mierda, mierda! Se deja los nudillos blancos de lo fuerte que aprieta el marco de la venta y lanza el cigarro hacia afuera, ni siquiera tiene ganas de fumar, desaparece en un punto blanco y rojo que absorbe la noche.

Más tarde, en algún lugar del Valle Godric, James Potter recibe una carta sin remitente pero realmente no hace falta.

«Puto Cornamenta:

Joder Potter, sé que me amas pero ¿podrías controlarte un poco? No puedo estar respondiendo tus desesperadas cartas de amor tres veces al día, que yo también estoy ocupado, coño.

Mi queridísimo Peter, nunca ha tenido muchas luces, el pobre. Creo que no me equivoco cuando supongo que lo de la apuesta fue cosa tuya, aprendes bien Jamie cariño. Orgía de hongos, suena bonito y todo.

Y que sepas, maldito cabrón mal nacido, que la próxima vez que me envíes una lechuza como esa te la enviare de vuelta con un Avada Kedavra a larga distancia (no me subestimes, los Black sabemos mucha magia negra). Y ahora que sacas el tema, los Black han estado bastante silenciosos últimamente, ¿qué sabes de nuestros amiguitos?

Solo para que dejes de llorar por los rincones -como sé que estás haciendo- y porque soy el mejor amigo del mundo, te daré un consejo: cuida tu espalda, no vaya a ser que un día de estos un perro negro se aparezca por allá y te muerda el culo.

Más te vale estar bien, Cornamenta, o te mataré yo mismo.

PD: yo no encontré un Águila Tibetana pero supongo que este Halcón Australiano tendrá que valer, cuidado con la cara»

...

Sirius entra al “Rolling Stone” con una sensación desagradable en el estómago.

Remus se ha ido más temprano y cuando él llega, a eso de las nueve y media, encuentra el bar bastante vacío, una banda con pinta bastante cutre está preparando sus instrumentos para tocar en la pequeña tarima.

La pelirroja preciosa del otro día está apoyada en la barra hablando con Remus, Sirius se acerca con una sonrisa y pasos suaves. Intentando sacarse a James y sus demás preocupaciones de la cabeza.

-No sabía que tenían ángeles en este bar, Remus -los dos saltan por lo repentino de su aparición y Sirius se deja caer graciosamente en el taburete de al lado, sonriendo con todos los dientes, como un perro.

-Mira Remus, un bicho raro acaba de llegar -Remus sonríe a su pesar pero no dice nada.

-Un poco ácida, ¿no? -le suelta Sirius, se inclina sobre la barra y le hace señas a Remus para que se acerque, le murmura en el oído lo bastante fuerte para que Lily lo oiga. Su aliento caliente le provoca escalofríos a Remus-. ¿Qué hay que hacer para sacarle una sonrisa?

-Primero -contesta Lily, frunciéndole el ceño- hay que tener un cerebro.

La risa de Sirius explota como la pólvora y le ilumina el rostro, le sacude como una descarga eléctrica y es sonora y profunda. Se echa la coleta de cabello hacia detras del hombro y sin dejar de sonreír lo vuelve a intentar.

-¿Y después?

-Bueno -contesta Lily-, luego -pausadamente- pues hay que usarlo.

-¿Ya te dije que me encanta esta chica, Remus?

-Sí, algo has dicho.

-Pues me encanta -repite, sonriendo-. Sirve lo más fuerte que tengas para mí, lo mismo para ti y para esta bella dama lo que desee, Lunático. Y cuando digo lo que desee, es literal.

-Lo que esta dama desea es que te largues de aquí -murmura Lily. Y luego, un segundo después, parece sumamente indignada y casi le gruñe a Sirius-. ¡¿Cómo demonios le has dicho a Remus?!

-¿Eh? -pregunta Sirius, distraído-. Lunático, ¿por qué?

-¡¿Lunático?! ¿Cómo se te ocurre? -y luce tan indignada que es hasta gracioso-. ¿Es que eres imbécil o qué?

-Algo así, sí -interviene Remus, volviendo con las bebidas.

-Es un sobrenombre cariñoso -se defiende Sirius-. Lunático, por eso de… -se detiene antes de terminar la frase y mira a Remus cautelosamente.

-Está bien -le sonríe-, ella lo sabe.

-Ya sabes, por eso de que la luna lo pone lunático.

Lily mira de Canuto a Remus y de Remus a Canuto sin decir nada por largo rato. Su sorpresa llegando a niveles insospechados.

-¡¿Se lo dijiste?! -le reclama a Remus, en un tono que a Sirius le suena sospechosamente parecido a la de una madre -no que él tuviera una verdadera, pero puede hacerse a la idea-.

Remus se encoje de hombros y parece casi culpable.

-Vamos coño que no es para tanto -interviene Sirius, dándole un largo trago a su vaso-, ni que fuera algo que esconder, joder.

Lily dirige su sorpresa exclusivamente hacia él, al parecer sin palabras. Remus se bebe su vaso de un trago y se va al otro lado de la barra, a atender a los clientes que comienzan a llegar. Apenas faltan unos minutos para las diez pero es viernes y el bar comienza a llenarse, la banda termina de afinar sus instrumentos y comienza a tocar una canción que Sirius no conoce.

Beben en silencio por un rato, ambos viendo a Remus trabajar, hasta que Lily le suelta, en voz suave y neutra.

-No me lo creo ¿sabes?

-¿Qué?, ¿lo guapo que soy? Sé que cuesta creerlo pero…

-Eso -le corta Lily, rodando los ojos-, tu numerito de guaperas casanova. Todo eso de la moto y el pelo largo y la pinta de matón. No me lo creo -Lily le mira fijamente y Sirius nunca había visto unos ojos tan verdes-. Apostaría mi varita a que ni tú mismo te crees todas las babosadas que me dices, a que este no eres tú, “Canuto”, pero te voy a decir algo -y le mira frunciendo el ceño y le apunta con un dedo-: tampoco me creo todas las tonterías que me dices a mí, porque he visto como miras a Remus y conozco esa mirada, sé que quisieras decírselas a él. Pero te voy a decir algo -le amenaza, inclinándose hasta quedar muy cerca-, estudio medimagia, conozco muchos hechizos desagradables y enfermedades asquerosas que tardarían semanas en diagnosticarte. Así que le haces daño a Remus y espero que esa moto tuya sea muy veloz.

Y se levanta, se despide de Remus con una sonrisa resplandeciente y agitando la mano, le dedica a él una mirada de muy pocos amigos y se va, batiendo la cascada de rizos de fuego tras su espalda.

Sirius abre la boca para pedirle a Remus lo más fuerte que tenga, se lo bebe de un trago y no la vuelve a abrir hasta mucho rato después. Por alguna jodida, cabrona, inexplicable e increíble razón se siente extrañamente avergonzado y regañado.



Bastante rato después la banda de pacotilla esa toca una patética versión de “Angie” de los Rolling Stone, y mierda puede ser una estúpida balada pero es la mejor balada de la historia, Sirius se debate entre lanzarles un silencius permanente o pedirle a Remus otro trago.

Se decide por lo segundo, le pide un trago y le invita a otro. Sirius lleva toda la noche viéndolo trabajar, invitándole tragos y viendo cómo otros le invitan y no puede más que admirar su jodida capacidad para aguantar el alcohol. Lo sorprendió tanto que tuvo que preguntarle el día anterior, simplemente tuvo.

Fue algo como:

-¿Cómo mierdas aguantas tanto alcohol?

Remus se encoje de hombros y, guiado por un impulso desconocido, le suelta sin pensarlo y sin anestesia.

-Soyunhombrelobo -de sopetón y muy rápido. Y se arrepiente al segundo siguiente y espera por Merlín que Canuto no haya entendido porque mierda, eso no es algo que pueda ir y decir así nada más. Le tomó cinco años contárselo a Lily.

-¿En serio? -pero extrañamente Canuto no parece asustado, ni tiene cara de querer mandarlo a la mierda, lo cual es una total sorpresa por un lado y un completo alivio por el otro. Porque bueno, no es algo precisamente alentador que la persona que te trae un poquito fascinado se aleje de ti como si tuvieras viruela de dragón, lo cual es lo que pasa la mayoría de las veces cuando alguien se entera de su condición, lo cual lo lleva al punto de la sorpresa porque Canuto no se está alejando, de hecho, está apoyando los codos en la barra y sonriendo de lado.

-En serio -responde, cautelosamente. Y al parecer Canuto nunca deja de sorprenderlo porque solo se echa a reír y con una sonrisa gamberra le dice.

-Me encantaría ver la cara de mi madre si supiera que estoy con un hombre lobo mestizo -y al segundo siguiente y casi sin respirar-. Yo soy un animago no registrado, mucho gusto -y entonces Remus parpadea un par de veces y espera a que Canuto ría de nuevo y le diga que es broma, ¿pero por Merlín es que este tipo no va a dejar de sorprenderlo nunca?

-¿Estás hablando en serio?, ¿sabes que eso es...?

-Ilegal.

-Y sabes que te pueden...

-Mandar a Azkaban, sí.

-Estás completamente demente.

-Y tú eres un hombre lobo.

Remus rueda los ojos, no puede negarle el punto.

Tiene su gracia, si Sirius lo piensa bien. No podía ser que Remus fuera tan tranquilo y tan correcto como parecía. Simplemente no podía serlo.

Fastidiado de hacer nada se dedica a estudiar a Remus que va de aquí para allá. A lo mejor la pelirroja preciosa tiene razón y sí le gusta un poquitín. Realmente no está mal, hay algo en sus facciones suaves y no muy marcadas -al contrario de las suyas propias- que resulta muy agradable, tiene muchas pecas en esa nariz kilométrica y las mejillas y unos ojos muy bonitos. Unas cuantas cicatrices le surcan el rostro, nada demasiado serio, la más notable es una pequeña bajo el ojo derecho y, realmente, no es como si le molestara.

"También tiene un culo bonito" se dice, sonriendo al recordar que fue lo primero que pensó de él el primer día. Se pregunta cómo se lo tomaría si se lo comenta, supone que no muy bien.

Sonriendo, reconoce esa sensación tan agradable en el fondo del estómago. Deseo, muchas gracias, se da cuenta en ese momento de que puede que le desee un poquito.

Le detiene cuando pasa delante de él.

-¿Qué te pongo, Canuto?

"Caliente" piensa, pero dice otra cosa.

-Lo mismo, José Cuervo. ¿Cuándo falta para que termine tu turno?

-Los viernes termino una hora más tarde, ¿por qué?, ¿vamos a beber de una botella robada en el muelle otra vez?

-Nop -sonríe Canuto-, vamos a fumar maría.



Remus solo lleva conociendo a Canuto como dos días, pero a estas alturas ya debería saber que cuando dice cosas como "vamos a fumar maría" las dice muy en serio.

A pesar de que lo niega Remus le ha visto levitar disimuladamente una botella de ron y meterla en su abrigo así que no le sorprende cuando la saca.

-Hoy vamos a romper la tradición, Remus -porque hace, en sus palabras "un frío de la puta mierda" así que vuelven al apartamento de Remus y cuatro pisos más arriba está la terraza, desierta a esa hora, así que la ocupan, tiene poca cosa aparte de cacharros viejos y un deposito, pero hay espacio para tumbarse en el frío suelo "mierda está helado", y Canuto hace apenas un movimiento de varita y coloca un encantamiento de calefacción.

-Ja -se ríe- tu nariz se estaba poniendo roja, Lunático.

-Sí, me pasa mucho cuando tengo frío -responde, en voz baja-. ¿Podrías dejar de llamarme así?

-¿Así cómo?

-Lunático -pronuncia Remus por primera vez, frunciendo un poco la boca. Le parece muy raro oírse llamar así y aún no termina de hacerse a la idea. El día anterior, cuando Canuto lo “bautizó” no pudo parar de reírse, pero sigue siendo raro.

-Eso no, idiota -se le escapa antes de poder contenerse, aunque bien merece el apelativo-, ¿cómo me has dicho?

-Lu-ná-ti-co -repite Canuto, sílaba por sílaba y con su sonrisa gamberra-. Por eso de que la luna te pone lunático y todo eso.

Es tan absurdo, tan pero tan absurdo que, contra su mejor juicio, Remus estalla en carcajadas y ríe hasta que tiene lágrimas en los ojos y es tan estúpido, por Merlín, que le quita la botella y la destapa él mismo, dándole el primer trago. Porque no puede ser.

-Nunca... -le confiesa, aún riendo- nunca me habían puesto un sobrenombre...

Sirius sonríe, alegremente.

-Me alegra ser el primero.

-Sí, podría -contesta Canuto.

-Bien.

-Podría -repite-, pero no quiero.

Remus siente ganas de golpearlo y debe reflejarse en su cara porque Canuto ríe y se encoje de hombros.

-No es tan raro, a mí me dicen Canuto.

-¿Por qué Canuto? -pregunta, suspirando y rindiéndose. Está empezando a descubrir que discutir con Canuto es una causa perdida.

Sirius se encoje de hombros y saca una bolsa de papel de ese abrigo en el que por Merlín, ¡¿cuántas cosas ilegales puede tener?!

-Observa -y se pone a, por decirlo de algún modo, liar un canuto de marihuana ante la mirada atónita de Remus.

-¿Usas drogas muggles? No, espera ¿usas cualquier tipo de droga?

-La marihuana no es una droga -se defiende Canuto, haciéndose el ofendido-. Es un relajante, para que sepas.

Remus lo observa cortar cuidadosamente la bolsa de papel, colocar la yerba y luego lamer, doblar y armar con tanta facilidad que seguramente usa magia. Frota la punta con la yema de dos dedos y le da fuego mágicamente, inhala con fuerza y cierra los ojos y Remus, maldito sea, está cautivado.

Por esa libertad con la que Canuto vive, por esa vivacidad y ese valor y esa extravagancia y esas ganas de probarlo todo sin miedo, ese atrevimiento que Remus no tiene pero que admira en otros.

-Tiene sentido, sí -concuerda, viendo a Canuto soltar espirales de humo-. ¿Siempre usas nombres falsos?

-La mayoría de las veces, sip.

Remus intenta imaginarlo y falla estrepitosamente, nunca ha tenido demasiado imaginación y no puede entender cómo sería ser llamado por nombres distintos allá a donde vaya. Volver la cabeza cuando alguien te llame por un nombre que nunca has usado en tu vida debe ser, cuanto menos, un poco extraño, desconcertante.

-¿Quieres? -Canuto le extiende el cigarro y Remus dice "no, no fumo" de forma mecánica-. ¿Por qué no?

Y Remus, la verdad sea dicha, realmente no sabe porqué no. No es como si se fuera a morir, por amor a Merlín. Y por la cara de éxtasis de Canuto no parece desagradable.

Remus, que nunca ha tomado un riesgo en su vida, se arma de valor y acepta.

-Bueno -corrige-, vale.

Canuto le pasa el cigarro y Remus lo mira con desconfianza y, con cuidado, le da la primera calada.

Y se ahoga.

Y tose.

Mucho.

-Mier -tos- da.

Sirius se ríe pero le da golpecitos en la espalda.

-Eh, no aspires tanto la primera vez, que te ahogas.

"Podías habérmelo dicho antes, idiota" piensa Remus, pero no se lo dice porque, básicamente, sigue tosiendo.

La segunda vez aspira con más cuidado y, realmente, no es tan malo. El sabor es difícil de explicar y por alguna razón expulsar el humo y ver las volutas girar al viento es extrañamente relajante.

-La mayoría de las cosas buenas de la vida son así, ¿sabes? -le dice Canuto, mirando al cielo estrellado.

-¿Qué quieres decir? -pregunta Remus, peleándose con el cigarro para intentar no ahogarse y agarrarle el truco.

-Es como fumar, la mayoría de la gente se ahoga la primera vez y no lo vuelve a intentar. ¿Y vez de lo que se pierden?

Y Remus, tiene que aceptarlo, está completamente de acuerdo. Le devuelve el cigarro preguntándose cómo puede soltar frases como esa sin pensarlo si quiera, pero decide que debe ser que es solo él, siendo él. Con su extravagancia, su filosofía extraña y su moral torcida.

-Algunas personas, Canuto, simplemente no se atreven a volver a intentarlo.

Se quedan en silencio un rato después de eso, bebiendo de la botella y dándole caladas de vez en cuando al cigarro. Remus no dice nada pero comienza a sentirse como si estuviera sentado en una nube y, por alguna razón, la noche parece más interesante de lo que es. Canuto mira ausentemente el cielo vaporizado de estrellas donde solo hay un cachito de luna.

-¿Cómo es, Remus? -pregunta, muy suavemente.

-¿Qué cosa?

-La luna llena -murmura, en voz baja, con reverencia, sin mirar a Remus.

Remus se lo piensa un poco y, contra su mejor juicio, le da un largo trago a la botella para tomar valor. Piensa que, a fin de cuentas, es con Canuto con quien está hablando, no es como si fuera a escandalizarse o a juzgarlo o algo así. Simplemente no es ese tipo de persona. Así que le cuenta algo que no le ha contado nunca a nadie, con esa extraña libertad que siente cuando habla con Canuto, un casi desconocido. Disfruta de la libertad de contarle cosas que no le ha contado a nadie sabiendo que no tendrá trascendencia alguna, que no irá a ningún lugar más allá de ahí.

Le cuenta cómo le quiebra, cómo le llama, cómo el lobo le abre desde adentro para salir, desgarrando la carne, rompiendo los huesos, tomando el control, arrebatándole la conciencia.

Canuto escucha en silencio y con atención, le pasa el cigarro de vez en cuando y Remus le va a agarrando el gusto, se siente más y más relajado por momentos y es más fácil hablar con soltura.

-Es muy doloroso, Canuto.

-Sirius.

-¿Hmm?

-Sirius -repite-. Me llamo Sirius, Sirius Black.

Remus le mira sorprendido y Sirius se encoje de hombros, haciéndose el desentendido.

-No me mires así coño, ¿es lo justo no?, ¿no era que tú me contabas algo y yo te contaba algo? -casi gruñe, a la defensiva.

Remus no puede evitar la sonrisa estúpida que se le queda.

-Sirius Black -pronuncia, por primera vez, paladea el nombre y le da vueltas en la lengua-. Me gusta, deberías usarlo más a menudo -tiene que admitir que le queda perfecto.

Sirius bufa.

-Sí, claro.

-¿Cómo es, Sirius? -pregunta Remus, repitiendo la pregunta anterior de Canuto y continúa saboreando el nombre.

-¿Qué cosa?

-Ser una persona diferente cada vez.

-Es… -vacila- es una sensación poderosa, ¿sabes? No tienes ni idea. Empezar desde cero cada vez. Que no te conozcan allá dónde vayas, tener el poder de inventarte a ti mismo. Crearte la vida que quieras, la historia que quieras. Ser quién te de la puta gana de ser, Lunático. No tener que ser tú mismo sino quién quieras. Es... es... mierda...

-¿No es confuso? Crear tantos personajes, tantas versiones de ti mismo, ser tantas personas y tener tantos nombres. Y todos falsos... simplemente no puedo imaginarlo, Canuto...

-Sirius, contigo soy solo Sirius.

-Sirius, ¿cómo le haces para no perderte a ti mismo?, ¿cómo recuerdas tú verdadero rostro con tantas máscaras?

Esa era la idea, al fin y al cabo. No recordar su verdadero rostro, su verdadero yo, no durar en un sitio el tiempo suficiente para que alguien llegara a conocerlo. A ver verdaderamente dentro, donde no hay nada que valga la pena ver. Ser Sirius, solo Sirius.

Es aterrador.

-Sirius es un bonito nombre -desvaría Remus, observando el cielo-. ¿Sabes que Sirio es la estrella más brillante vista desde la tierra?

-Algo había oído, sí.

-Creo que, de todos tus personajes, solo Sirius es el que me gusta más. Mucho más que Canuto.

Y entonces Sirius hace la cosa más extraña y extravagante que Remus le ha visto hacer -y eso es decir mucho-. Baja la mirada y aparta la cara y, por Merlín, parece que está sumamente incómodo. La risa de Remus estalla más fácil de lo que lo haría sin el influjo del ron y la maría y tiene que sostenerse el estómago porque, quién lo diría, lo que avergüenza a Sirius Black son los cumplidos.

Gruñendo e intentando distraer la atención de Remus Sirius comienza a quejarse sobre la calidad de la marihuana y a despotricar contra el que se la vendió porque no es lo suficientemente fuerte, “no estoy viendo hinkypunks rosas”. Le hace muchas preguntas de Hogwarts y de su amistad con Lily y, a cambio, le cuenta sobre James “ese flacucho cuatrojos de mierda” y hay tanto afecto en el tono de su voz que Remus no puede más que pensar que ese tal James debe ser un gran tipo.

Remus le pregunta por su familia y a lo mejor es el efecto de la droga y el alcohol mezclados pero logra que Sirius confiese que en realidad sí es de Londres y que escapó de casa en su sexto año, estuvo viviendo con James hasta que se graduó y un año después tomó a “su chica” y se largó a la carretera. A cambio tiene que contarle de su nada interesante vida familiar, que se resume a no haber conocido a su madre y a que su padre pasaba más tiempo fuera de casa bebiendo que adentro, para sorpresa de Sirius Remus también se fue de casa en sexto, pero a diferencia de sí mismo el director le dejó quedarse en Hogwarts bajo condiciones especiales hasta que se graduó y se refugió en su pequeño apartamento en Camden, donde siempre había querido vivir.

Desde entonces, en resumidas cuentas, ha estado yendo a trabajar y a su casa.

Sirius todavía sigue preguntándose qué puta mierda puede ser lo que le tiene tan interesado en alguien como Remus.

fandom: harry potter, pairing: sirius black/remus lupin, pairing: james potter/lily evans, autor: miss_sinacroft

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