Vamos a contar estrellas [Doctor Who] Doctor/River. G. #12shioritaDecember 20 2014, 22:59:40 UTC
Las coordenadas están apuntadas en esa libreta que guarda en uno de los bolsillos interiores del abrigo que usa en fechas especiales. Y se da cuenta ahora, que ya ha salido disparado de la Tardis con el pijama que le regalo Amy en la última Navidad que paso con ellos y el antifaz que se pone para dormir.
Delante de él, River lo mira con una ceja alzada y una media sonrisa asomándose en los labios. Como si hubiera adivinado que eso iba a pasar, como si ya lo hubiera vivido. Él se coloca el fez sobre la cabeza con toda la dignidad que consigue recuperar y carraspea. Se aproxima hacia ella y le muestra el brazo, doblado, para que ella deslicé su mano bajo el y se agarré a él.
Avanzan entre la multitud, intentando descubrir a qué nuevo planeta han llegado. Parece divertido, pero el doctor no para de pegar saltitos, como si tuviera algo súper guay que contarle, que enseñarle, y oh Dios mío cuando alcancen a ese mono barrigudo que ha intentado pegar un mordisco a la tardis y se ha llevado un trozo de la puerta.
En cuanto arreglen ese desperfecto y descubran si hay monos-come-tardis o si, simplemente, es alguna sub especie de los cromaetilitiles, que se arrastran hasta los colores brillantes como las polillas a la luz y mueren al ingerirlos. Como casi siempre que viaja, el doctor tiene sentimientos encontrados. Por un lado quiere investigar ese nuevo mundo, completar una nueva misión, descubrir un nuevo planeta. Pero, por otro, también quiere visitar eso adónde, en teoría, se dirigía.
Así que, mientras avanzan por esas calles estrechas, llenas de seres humanoides con rasgos faciales de animales, el doctor le habla a River de lo interesante que son los indios, los barcos pirata, el polvo volador y cómo celebran la navidad en la Isla de Nunca Jamás. Y ella le escucha, con delicia, igual que hacía con las historias que le contaba Amy cuando eran pequeñas, donde un hombre con pajarita aparecía en una cabina azul para llevarla a visitar las estrellas.
Delante de él, River lo mira con una ceja alzada y una media sonrisa asomándose en los labios. Como si hubiera adivinado que eso iba a pasar, como si ya lo hubiera vivido. Él se coloca el fez sobre la cabeza con toda la dignidad que consigue recuperar y carraspea. Se aproxima hacia ella y le muestra el brazo, doblado, para que ella deslicé su mano bajo el y se agarré a él.
Avanzan entre la multitud, intentando descubrir a qué nuevo planeta han llegado. Parece divertido, pero el doctor no para de pegar saltitos, como si tuviera algo súper guay que contarle, que enseñarle, y oh Dios mío cuando alcancen a ese mono barrigudo que ha intentado pegar un mordisco a la tardis y se ha llevado un trozo de la puerta.
En cuanto arreglen ese desperfecto y descubran si hay monos-come-tardis o si, simplemente, es alguna sub especie de los cromaetilitiles, que se arrastran hasta los colores brillantes como las polillas a la luz y mueren al ingerirlos. Como casi siempre que viaja, el doctor tiene sentimientos encontrados. Por un lado quiere investigar ese nuevo mundo, completar una nueva misión, descubrir un nuevo planeta. Pero, por otro, también quiere visitar eso adónde, en teoría, se dirigía.
Así que, mientras avanzan por esas calles estrechas, llenas de seres humanoides con rasgos faciales de animales, el doctor le habla a River de lo interesante que son los indios, los barcos pirata, el polvo volador y cómo celebran la navidad en la Isla de Nunca Jamás. Y ella le escucha, con delicia, igual que hacía con las historias que le contaba Amy cuando eran pequeñas, donde un hombre con pajarita aparecía en una cabina azul para llevarla a visitar las estrellas.
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