Los últimos románticos, especial fútbol |
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Rating/Advertencias: T | Palabrotas y violencia.
Nota de autor: Allá por el mes de noviembre, a servidora se le metió entre ceja y ceja que LUR tenía que ver algo con el fútbol (mejeje), y como no iba a parecérseles la virgen o Floren con un cheque en mano para ficharles por el Madrid, ¿qué mejor que un partido benéfico/amistoso para mostrar las grandes habilidades futbolísticas de nuestros chicos?
XI. (parte i)
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Iban a ir en dos coches, el de Álvaro y el de David, el campo no estaba muy lejos pero era demasiado pronto y hacía demasiado frío como para arrastrarse por las calles de Madrid con las bolsas de deporte y sus caras de no haber pegado ojo.
Habían dormido los cuatro en casa, como hacían la mayor parte de las noches desde hacía algunas semanas. Había empezado a ser una costumbre eso de cruzarse en el baño y preparar café para el novio del compañero de piso su novio. De alguna manera conseguían que no fuera demasiado incómodo compartir tan poco espacio, y se podría decir que Álvaro y Raúl habían aprendido a llevarse bien con Villa, por imposible que pareciera al principio.
Sólo tenían que esperar a que llegaran Sergio y Fernando de Fuenlabrada que, como siempre, aparecerían ligeramente tarde, por lo que les habían citado veinte minutos antes de la hora prevista. Mientras tanto, ellos desayunaban algo entre bostezos y miradas de 'dios mío, por qué acepté meterme en esto'.
-¿Cesc cómo va a ir? -preguntó Raúl, metiéndose una cucharada de cereales en la boca.
-Le acercan sus tíos. El chaval está en el equipo de Busi -le informó Villa, jugueteando con las llaves de su coche entre los dedos.
-¿Qué? ¿Qué chaval?
-Su primo.
-¿Qué? -repitió, parpadeando lentamente.
-El primo de Cesc, Chori. Juega en el equipo que entrena Busi -le aclaró su novio-. De verdad, deja los krispies, porque vas a echar la raba en medio del partido...
-Déjame, que yo controlo. Necesitaré energía, ¿no? Una persona como yo, que soy todo músculo...
-¿Pero qué músculo ni qué hostias?
-Vale -les cortó Silva, para que no se embarcaran en una de sus interminables discusiones sobre tonterías sobre las que ninguno de los dos tenía ni idea-. Y, de verdad, deja de comer.
-Manda cojones -masculló, apartando el bol-. Como luego tenga hambre vais a ver.
-Así que... -intercedió Arbeloa-, ¿sólo estamos esperando a que lleguen estos dos?
-Sí, y ya vienen tarde.
-Tranquilo, Pony, que vamos bien. Estamos al lado.
-Pero tenemos que llegar, aparcar...
-Ya empieza la histeria -advirtió Raúl-. Que si no llegamos, que si como demasiado, que si tal y cual cosa no serán óptimas.
-Gerard ni siquiera se debe de haber levantado aún -dijo Villa poniéndole una mano en la rodilla, tratando de tranquilizarle sin conseguirlo en lo más mínimo.
-Perfecto -contestó, repiqueteando con los dedos en el reposabrazos del sofá.
-No te preocupes por el partido, David, nadie espera que lo hagas bien.
-Ay, mi madre -susurró Raúl para el cuello de su camisa.
-¿Perdona?
-Quiero decir... -trató de excusarse- que hay gente que juega al fútbol y gente que estudia...
-Tío, tío, no lo intentes arreglar -le pidió Álvaro, sin poder ocultar una sonrisa malévola.
-Lo que intentaba decir era que... O sea...
-No, no, si lo he pillado -gruñó Silva-. Ya veremos lo que dices cuando acabe el partido.
-David...
-Ya veremos -le espetó. Su fachada de indignación se rompió un momento, dejando que una sonrisa pícara se colara en sus labios-. Ya veremos.
El timbre de la puerta interrumpió su sesión de miradas obscenas, algo que Álvaro y Raúl agradecieron enormemente.
-Ya bajamos -dijeron al telefonillo, mientras cogían sus bolsas y se aseguraban de que no se dejaban nada demasiado esencial.
-¿Te llevas lentillas de repuesto? -preguntó Raúl a Arbeloa mientras salían de casa.
-Hostia, ¿me vas a estar recordando eso toda la vida? Fue una vez. Una puta vez.
En el portal les esperaban Ramos y Torres, moviéndose arriba y abajo con nerviosismo. Sergio por la emoción de la competición y el desgaste físico, que eran su droga. Torres simplemente estaba congelado.
-¿Estamos preparados? -aulló Ramos, obligando a todo el mundo a chocar la mano con él-. Vamos a demostrar de qué pasta estamos hechos. ¿Sí o no!
-Hostia, tú -masculló Villa.
-Lleva así toda la mañana. Si vuelve a repetir lo de la pasta una vez más me pegaré un tiro. Me va a estallar la cabeza.
-Eso es porque tienes resaca, Niño.
-¡Torres! -le reprendió Raúl, dándole un codazo.
-Es domingo, joder. No es como si esto fuera la final del puto Mundial. ¿No puedo salir y tomarme un par de copas? He dormido casi cinco horas, no está mal.
-Nos van a panear. Esto va a dar lástima -se lamentó Álvaro, abriendo el coche y metiendo las bolsas en el maletero-. Vosotros dos -les dijo a los recién llegados-, venid conmigo. Nos vemos allí.
Silva, Raúl y Villa se fueron hasta la esquina en la que éste último había aparcado el coche, y enseguida estuvieron camino al polideportivo del Canal de Isabel II, que era en el que Busquets entrenaba a su equipo de benjamines y donde ellos tenían que jugar esa farsa de partido benéfico.
Lo cierto era que habían estado entrenando unas cuantas veces, un par de tardes a la semana, sólo para hacerse los unos a los otros. Los cuatro de Fuenlabrada ya estaban acostumbrados a jugar juntos, igual que Villa, Busi y Piqué, pero lo complicado era coordinarse entre ellos. En la defensa Ramos, Albiol y Arbeloa se complementaban bastante bien, pero la incorporación de Gerard estaba siendo complicada, sobre todo para Raúl, al que había quitado su sitio habitual. Entre eso y que nunca le había caído demasiado simpático, no había más que disputas entre los dos centrales. Si se añadía el hecho de que había conocido a Pepe, el portero, hacía apenas una semana, la cosa no pintaba especialmente bien.
Entre los delanteros pasaba tres cuartos de lo mismo. Villa y Torres simplemente no congeniaban. Para el primero Fernando fallaba más que una escopeta de feria, y para él David era un chupón. Y no dejaba de ser cierto, pero dolía más cuando lo decía alguien que era prácticamente un desconocido. A ellos dos se unían Juanín y Silva, dos de las personas con menos cara de jugadores de fútbol que se podían imaginar.
Básicamente, Busquets era el único que, a bote pronto, no apestaba totalmente jugando al fútbol. La única esperanza que tenían. El único en el medio del campo, lo que tampoco era un gran consuelo, sobre todo para Pep, que se había autodenominado entrenador y estaba obsesionado con mover el balón. Era lo único que decía, "moved el balón, moved el balón", gesticulando con las manos como si estuviera aparcando aviones en el Aeropuerto de Barajas.
A ellos diez se tenía que unir Cesc, si esa mañana se levantaba con el ánimo adecuado. Había sido un problema en los entrenamientos por lo que había pasado con Piqué, y todos andaban de puntillas a su alrededor. Ellos trataban de ser cordiales para que nadie se sintiera incómodo, pero creaban justo el efecto contrario. Todos sabían que para ellos era muy difícil estar allí, y no se atrevían a abordar el tema abiertamente. Durante un tiempo, Cesc estuvo convencido de que el partido sólo era otra jugarreta de sus amigos para que pasara tiempo junto a Gerard, pero consiguieron convencerle de que eso sería demasiado trabajo hasta para ellos.
Aparcaron bajo un toldillo al lado del coche de Álvaro en el parking, que a esas horas estaba prácticamente desierto. Sergio seguía emocionado hasta la náusea, y sus dos amigos estaban al borde del homicidio para cuando Raúl y los Davides salieron del coche.
-Creo que encuentra algún tipo de placer sexual en el ejercicio físico. De verdad -decía Fernando, reclinado contra el maletero del coche.
-Alvarito lleva una semana saliendo a correr por las mañanas, ¿sabes? -apuntó Raúl, uniéndose a la estupefacción de Torres.
-Vale, ahora os reís, pero cuando no podáis con vuestra alma y quede aún medio partido me contáis quién es el loser.
Cruzaron la entrada y se pusieron en camino hacia el campo de césped artificial en el que se iba a disputar el partido. Allí ya estaban Sergi y Piqué, charlando mientras miraban de reojo a los miembros del otro equipo que estiraban relajadamente mientras esperaban a que llegaran los más rezagados. Se saludaron todos y comentaron a media voz lo mierdecillas que parecían sus oponentes, aunque sabían perfectamente que estaban muertos antes de empezar. El capitán era el entrenador del segundo equipo de benjamines del club, que tenía una competencia de lo menos sana con Busquets. Se pasaba el día quejándose ante cualquiera que quisiera escucharle de que había favoritismo y que siempre le robaba los mejores chavales para su equipo, así que, como era de esperar, tenía unas ganas locas de dejarle en ridículo en ese falso partido amistoso.
-¿Quién falta? -preguntó Villa-. ¿Dónde está Pepe?
Piqué señaló un lateral del campo, donde el portero charlaba con Pep.
-¿Y tu primo?
-Acaba de mandarme un mensaje diciendo que ya viene.
Geri carraspeó y se miró las botas.
-¿Y Cesc?
-Aquí -contestó él mismo a su espalda, rodeando el círculo que habían formado y haciéndose un hueco al lado de Silva y lejos de él.
Como un tornado aparecieron Pedrito y Bojan, uno de sus amigos del equipo, y se lanzaron sobre Sergi, gritando con sus vocecillas agudas.
-¡Busi, Busi, Busi! -vociferaban mientas se trataban de colgar de sus hombros. Él les siguió el juego un momento, dejando que le alejaran del grupo para explicarle un movimiento impresionante que Pedro había conseguido hacer la tarde anterior en el pasillo de casa mientras sus padres no le veían.
-Mírale, éste va a ser un padrazo -comentó Albiol con Álvaro mientras miraban cómo Sergi se echaba a Bojan sobre el hombro y salía corriendo para que Pedrito fuera tras él a rescatar a su amigo de las garras del malvado entrenador caníbal.
-¡Sergio! -oyeron gritar desde las gradas. Una voz femenina. Busquets se paró en seco. Miró hacia el lugar de donde provenía el sonido, donde había un grupo de tres chicas de pelo largo y ataviadas con gorros y abrigos de plumas. Una de ellas saludó efusivamente con la mano, y él devolvió el saludo antes de dejar a Bojan en el suelo de nuevo y sonrojarse hasta la raíz del pelo mientras se acercaba hasta allí.
-Esa es la novia -susurró Villa para que Piqué le oyera.
-¿En serio? No está mal. Quiero decir... -se corrigió, mirando hacia Cesc- no es que me interese, ni nada parecido.
Todos le observaron hablar con ella como si eso fuera un documental de 'El hombre y la tierra'. Se pasaba más tiempo mirándose las manos y echando vistazos hacia la esquina en la que estaba Pep que mirándola a ella, lo que era bastante lamentable.
-Pichonín -saludó Villa a su primo, que acababa de aparecer. Había llegado con sus tíos, y habían aprovechado para llevar también a Carlos-, ¿por qué has traído a mis padres?
-No los he traído -se quejó, revolviéndose nerviosamente-. Han decidido en el último momento que no tenían nada mejor que hacer un domingo por la mañana.
-De puta madre.
-Ya, no te creas que a mí me apasiona la idea.
El trayecto en coche había sido de los más incómodos que recordaba en sus dieciocho años de vida, los dos en el asiento de atrás del pequeño coche, mirando cada uno por su ventana, haciendo aún más obvio por qué lo que fuera que hubiera entre ellos era tan complicado.
Marchena se había tenido que sentar en el espacio en la grada que hacía las veces de banquillo, porque era uno de los suplentes. No tenía ninguna intención de jugar, a su edad, pero la plantilla era muy justa y habían tenido que sacar gente de donde habían podido. Allí ya estaba Xabi, al que también habían logrado convencer.
-Pero si has venido con la familia, esto va en serio, ¿eh? ¿Voy encargando esmoquin para la boda?- le picó Xabi mientras se quitaba la cazadora de cuero y la doblaba pulcramente.
-Vete a la puta mierda -masculló Carlos pateando la bolsa de deporte que su amigo acaba de dejar a sus pies-. Bastante encerrona ha sido. Si lo llego a saber me quedo en casa.
-Cómo eres.
-No estoy cómodo con esto, ¿vale? -replicó molesto- Ni siquiera sé comportarme con él cuando estamos solos, tener a sus tíos al lado no lo hace más fácil.
-Pero, ¿lo saben?
-Joder, no -después dudó un segundo-. Mierda, espero que no.
-Entonces, ¿dónde está el problema? -Carlos le miró furiosamente antes de apartar la vista y fijarla en el campo. -¿No vas a cambiarte? -preguntó viendo que aún llevaba los vaqueros y el abrigo de paño.
-No.
-Necesitamos cambios.
-Sois tres -Señaló a Xavi y Carles que habían regresado de los vestuarios dónde se habían puesto de corto. -Los cambios justos y necesarios.
-Estupendo -murmuró sentándose para quitarse los pantalones de chandal- Bueno, anda. Cuéntame, ¿qué tal estos días? Me supongo que bien, porque no te he visto el pelo desde la mañana en la que acudiste en busca de ayuda.
Carlos tragó. Había estado evitándole desde el momento en el que Steven se había presentado en casa. No sabía que hacer o como actuar, puesto que estaba convencido de que en cuanto Xabi supiese la verdad las cosas iban a cambiar. Y probablemente no en el mejor de los sentidos.
-He tenido mucho trabajo.
-¿Con Juanín? -preguntó con socarronería.
-Trabajo, trabajo -le aclaró.
-Ya veo, que te has traído hasta el portafolios -agarró el maletín de su amigo.
-Trae aquí -masculló arrebatándoselo de malas maneras.
-Vale, ya está. ¿Qué coño te pasa? -se puso frente a él.
-A mí nada.
-Seguro -Xabi observó como Carlos se había aferrado al portafolios como si su vida dependiera de ello -¿Qué llevas ahí?
-¿Qué? Na… nada.
-Carlos, en serio. Me estás tocando los cojones, y sabes que yo no me enfado mucho pero también sabes que no quieres verme así -le dijo entre dientes.
-Esto… -suspiró derrotado, tenía los papeles ahí, los había guardado en espera de encontrar el valor para hablar con su amigo. Cuando Xabi viese que Steven iba a comprar la casa no tardaría demasiado en atar cabos- Déjate de tonterías, Xabier, y ponte a calentar que tendrás que dejar el pabellón de la tercera edad bien alto.
-No vas a librarte de esta. Cuando acabe el partido vamos a hablar, ¿me has entendido?
Carlos asintió mientras veía como su amigo se acercaba hacia Pep, que haría las veces de entrenador. Tenía cerca de dos horas para pensar en lo que haría con los papeles y sobre todo como iba a explicarle a su mejor amigo porque había tardado tanto tiempo en dárselos.
Pep, mientras tanto, en vez de preocuparse de lo que sus suplentes querían decirle, miraba de reojo hacia Busquets, que seguía en la grada hablando con esa chica.
-¡Sergi! -le llamó la atención, chasqueando los dedos en su dirección-. ¿Vas a calentar o te vas a pasar la mañana pelando la pava?
Él se despidió de su chica con un casto beso en los labios, ante lo que todos sus amigos reaccionaron silbando y animándole como a un caballo de carreras. Volvió a sonrojarse y se acercó de nuevo hacia ellos.
-Ni una puta palabra -les advirtió, mientras iba quitándose los pantalones del chándal bajo los que llevaba los de la equipación del club.
-Busi, macho, eres un rompecorazones -se burló Gerard, siguiéndole cuando se fue a buscar el balón, con el que Pedro y Bojan estaban dando unos toques.
-Si Piqué me cabrea os cojo a los dos, os pongo uno encima de otro y hacemos un jugador más alto y cuarenta veces mejor que él. ¿Qué os parece?
-No nos hace falta ser más altos -replicó Bojan antes de sacarle la lengua, desafiante.
-¿Esto es lo que les enseñas a los chavales?
Pedrito le miró con esa cara suya de pillo a punto de soltar alguna maldad.
-Dice mi primo que además de no saber jugar eres un... -se cortó de pronto-. Un gili-lo-que-sigue.
-¿Eso dice?
-Un gilipollas.
-No uses palabrotas, Bojan -le reprendió Sergio-. Venga, ¿habéis calentado? Los recogepelotas también tienen que estirar, ¿eh? ¿Y tú quieres ponerte de corto? -le dijo a Piqué.
-Coño, que tengo la ropa en la bolsa, aún tengo que cambiarme.
Busquets bufó, llevándose las manos a la cabeza.
-Todos los que tengan que cambiarse, ¡que lo hagan ya! -gritó hacia su equipo. Piqué se unió a Juan, Ramos y Torres, que trotaron hacia el vestuario con las bolsas al hombro.
Dejó a los niños jugando al pilla pilla a modo de calentamiento y se acercó al resto de su desastroso equipo. Los que no tenían cara de dormidos o resacosos parecía que no habían hecho ejercicio en su vida. Era un panorama desolador.
-Buen equipito has montado, ¿eh, Sergio? -oyó que decían a su espalda. Ni siquiera necesitó darse la vuelta para saber que el entrenador del B le miraba con esa sonrisa de suficiencia en la boca que le daban ganas de partírsela-. ¿Les has sacado del refugio de San Isidro?
-Muy divertido.
-Sabes que sólo te tomo el pelo.
-Ya, Lucas, eres un cachondo -masculló, conteniéndose para no decirle ninguna burrada. El muy imbécil estaba siempre metiéndose en su vida y en cómo tenía que entrenar a sus chavales, siempre deseando que algo les saliera mal para poder restregárselo. Entrenaban a equipos de niños de diez años, no al maldito Madrid y el Barça. La rivalidad que se empeñaba en crear era estúpida e innecesaria, y hacía mucho más mal que bien al club, que bastante jodido estaba ya de por sí.
-En fin que no se diga -extendió la mano para que Sergi la estrechase- Suerte, aunque ni con un camión lleno de ella podríais ganarnos.
-Es un partido benéfico -apuntó antes de aceptar su mano- Lo hacemos por los niños.
-Claro, claro -replicó con una media sonrisa antes de darse la vuelta.
-Su puta madre -masculló entre dientes- tenemos que darle la paliza de su vida, así que más os vale dejaros la piel en el campo ¿Me habéis oído?
Silva y Cesc que eran los únicos que estaban prestándole atención asintieron un poco confusos, pero Sergio se dio por satisfecho y se fue junto a Villa y Arbeloa que ya estaban estirando.
-¿Trotamos un poco? -preguntó Cesc.
-No sé. Supongo -respondió encogiéndose de hombros.
Comenzaron con un ritmo suave rodeando a sus compañeros para alcanzar la otra banda, hicieron el mismo trayecto de banda a banda un par de veces, hasta que decidieron esprintar los últimos metros. Ya sin aliento se detuvieron junto al circulo central, y allí empezaron a estirar los músculos de las piernas.
-Tenía mis dudas -comenzó Silva-. Creía que al final no ibas a venir.
-Estuve a punto. Pero mi primo me lo pidió y… -David sonrió, sabía que aquello no era cierto. -Vale, mi tío me obligó -continuó entre dientes-. Me dijo que no podía dejar que mi vida se guiase por la de los demás, que para bien o para mal había tomado un camino y debía seguirlo.
-Ya.
-¿Qué?
-No, nada… nada.
-Venga ya, tienes esa cara.
-¿Qué cara?
-Esa de soy más listo que tú y no me la das.
-Vamos, la de siempre -respondió.
-Se te está empezando a pegar lo malo de tu novio -le dijo apoyándose en su hombro mientras se mantenía a la pata coja calentando las rodilla de la otra pierna.
-¿Sí? -preguntó repitiendo la misma acción que Cesc había hecho, alargando el brazo y dejando descansar el peso sobre su amigo-. Puede.
-Bueno, ¿vas a decírmelo o no?
-Si no te enfadas -se separaron y empezaron a doblarse, con las piernas separadas y las manos tocando las puntas de sus pies.
-No prometo nada.
-Pues sí que… Lo que estaba pensando es que después del último entrenamiento -Cesc levantó la cabeza y le observó-. Ya sabes cuándo…
-Pensé que le había hecho daño -replicó.
-Lo sé, lo sé -se excuso-. Sólo que, bueno, le miraste con una expresión tan…
-¿Tan?
-¡Joder, Cesc! -espetó- Se te caía la baba.
-¡Qué dices! Eso no es verdad. Le di una patada sin querer y sólo fui a ayudarle.
-Claro, por eso cuando le ayudaste a levantarse y os quedasteis frente a frente, más tiempo de lo debido, por cierto, e invadiendo lo que comúnmente se llama espacio personal, se te caía la baba.
-Eso es mentira -dijo furioso, mientras se enderezaba y caminaba unos pasos, después se dio la vuelta y volvió para pararse frente a David-. Sé lo que estás tratando de hacer.
-¿Yo?
-Sí tú, no creas que no me doy cuenta. No soy bobo. Y te lo digo desde ya, no vas a conseguir que le perdone.
-¿Quién ha dicho que yo quiera eso?
-¡Qué no me la das! -gritó llamando la atención del resto de sus compañeros- Para mi Gerard es cosa del pasado. No quiero volver a tener nada más con él. ¿Me entiendes?
-A mí no tienes que decírmelo -contestó.
-Pues se lo diré a él -Cesc dio un par de pasos pero la mano de David le detuvo.
-Ni siquiera tienes que decírselo a él.
-¿Entonces? -preguntó confuso.
-Tienes que empezar por creértelo tú mismo.
-Yo... yo… -Balbuceó, se sentía escrutado por la mirada de Silva, parecía como si pudiese ver a través de él, como si esa coraza que se había empeñado en hacer crecer entorno a todo el asunto de Geri no sirviese ante su amigo- ¡Mierda! -gruñó-. Te odio.
Silva se encogió de hombros y le dio un ligero golpe con el puño en el brazo. Cesc agachó la cabeza unos segundos antes de mirar en dirección hacia el resto del equipo. Piqué había vuelto hacía unos minutos e imitaba los movimientos de Sergio entre broma y broma con Villa y Arbeloa.
-¿Dónde está la gente?
La mayoría de los que estaban calentando se dieron la vuelta observando la figura que caminaba hacia ellos desde la entrada lateral al campo.
-Es un partido benéfico. Si no hay gente, no vendo entradas. ¡Cojones!
-Presi, que falta casi media hora -apuntó Busi- Y con el frío que hace la gente esperara a llegar a última hora.
-Hostia, macho. A ti el optimismo no te lo quita nadie.
-Y qué tu seas el presidente del club -murmuró Xavi acercándose a él.
-¡Pelopo! -exclamó- ¿Qué le has robado los pantalones al niño? Ah, no calla que esos todavía te quedarían grandes.
-Iker, eres lo más tonto que ha parido madre.
-Pero sigo siendo guapo y encantador, además soy de Móstoles, vamos que soy lo más- Iker le abrazó con fuerza rodeándole completamente con los brazos y levantándole del suelo.
-Vas a desgraciarnos al equipo si sigues así -le dijo Busi- Y en serio, Presi, tenemos que darle una paliza a Lucas.
-Eh, no, no. Ambos sois entrenadores del club, y como presidente tengo que mostrarme imparcial. -Se acercó a él y le susurró. -Más os vale destruirlos, porque no me apetece aguantarle un año entero. ¿Me has entendido?
-Claro, Presi -respondió, palmeándole la espalda-. ¡Chicos! -llamó la atención de su equipo- Este es Iker Casillas, presidente del Deportivo Malasaña. Presi, este es mi equipo.
-¡Hey! -les dijo levantando una mano-. Manda cojones, lo que voy a tener que tragar. ¿No tenías ni un solo amigo que supiera jugar? -Busi iba a replicar, pero Iker no le dejó- Ya veo que no. Voy a saludar a los otros.
Iker saludó a Carles cuando este se acercó a él antes de que pudiese llegar a la zona donde calentaba el otro equipo y estuvieron hablando durante un rato, bajo la atenta mirada de Xavi. Silva se acercó a él.
-Tengo que cambiar de amigos -le dijo Xavi cuando estuvo a su altura.
-¿Y eso?
-Porque la mayoría son unos cafres y, creeme, Iker ejerce una pésima influencia sobre Carles.
-¿En serio?
-Sí, tiene esa forma de ser tan campechana y directa, a Puyi le encanta y, claro, cuando se juntan… -suspiró resignado.
-¿Le conoces desde hace mucho?
-Desde mi primer año de facultad, estaba en mi clase aunque no pasaba mucho por allí. Eso sí, organizaba todos los torneos de fútbol de la universidad. Un día se me acercó después de clase, pensé que venía a pedirme apuntes, solía hacerlo a menudo, pero me rogó que me apuntase a la liguilla, les faltaba uno. Al parecer lo había intentado con cada estudiante disponible antes que conmigo y, no sé, no pude negarme. Resultó que no era tan malo como le parecía, así que pase a formar parte de su equipo durante varios años. Supongo que aprendí a tolerarle. Y él, bueno, creo que me ha cogido cariño.
-Vaya, no tiene pinta de ser abogado.
-No lo es, vamos no ejerce. Gracias a dios. Aunque verle ante los jueces sería un espectáculo por el que pagaría -bromeó.
-¡Eh, vosotros! -les llamó Busi-. Pep va a dar la charla.
-¿Charla? -preguntó Silva, él y Xavi se miraron sin comprender muy bien y se encogieron de hombros antes de echar a andar hacia el banquillo donde les esperaban.
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-Bueno chicos -dijo Pep palmeando sus manos enguantadas-, hemos trabajado duro…
-¿Sí? -preguntó Piqué, dándole un codazo a Villa, él le devolvió una sonrisa cómplice antes de volver a prestar atención a las palabras del entrenador.
-Hemos entrenado estos días, hemos tratado de hacer un equipo aquí -mientras hablaba gesticulaba con las manos, uniendo sus dedos- debemos creer en nosotros. Sé que no somos los mejores, quizás tampoco seamos muy buenos, pero..
-¡Di que sí! -le interrumpió Raúl- Que luego no digan que el mister no nos apoya.
-Os apoyo, pero también soy realista. Quizás no ganemos pero os recuerdo que estamos aquí por ellos -les dijo señalando a Pedro y Bojan que jugaban con otros niños que acababan de llegar- Y para apoyar a nuestro amigo -añadió, poniendo una mano sobre el hombro de Busquets.
-Gracias -dijo agachando ligeramente la cabeza.
-Confiemos en nosotros, en nuestro juego…
-Menuda chapa -murmuró Ramos.
-Vaya filosofo -añadió Torres.
-Así que vamos a pasárnoslo bien y a intentar ganar. Si podemos, claro.
-Todo un motivador -Xabi se puso en pie-. De aquí a primera división no le queda nada.
Xavi y Carles se miraron cómplicemente, estaba claro que el discurso de Pep no era el más alentador pero al menos su equipo contaba con un entrenador y varios recambios. Y estaban haciéndolo por una buena causa, no podían pedir nada más.
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En el banquillo se quedaron Marchena, Xabi, Puyol y Xavi acompañados por el entrenador. El equipo se dispuso en el campo formando, aparentemente, con una alineación bastante ofensiva. Parecía que tenían claro lo que debían hacer, cuales eran sus posiciones y a quién debían de cubrir. En apariencia, por juventud y porte, podrían haber pasado por un equipo de regional, incluso de tercera división.
Iker, que había sido designado como árbitro, se acercó al centro del campo con el balón en la mano, le acompañaron Busi y Lucas como capitanes. Tenían que sortear el campo y el saque. Todo parecía oficial, como si fuesen a disputar un título y no una pachanga que tenía como fin recaudar dinero para las equipaciones de los chicos que jugaban en el equipo del barrio. Sergio le tendió la mano al capitán rival, él la tomo y la estrechó con fuerza sin dejar de mirarle fijamente a los ojos.
-Buena suerte.
-Vais a necesitar más que eso, Busi. -Lucas sonrió con malicia.
-Quiero juego limpio, esto es por los críos. ¿Me oís? -Iker sabía que tendría que lidiar con demasiada testosterona y mucha, mucha mala uva.
-¡Venga, chicos! -les gritó Pep desde la banda- Hacedlo lo mejor que podáis.
-Eso tíos. Respeto, compromiso - Ramos saltó sobre si mismo, con las rodillas dobladas- Vamos a darlo todo.
-¿Cuánto dura esto? -preguntó Raúl.
-Noventa minutos -comentó Álvaro
-¡Hostia! Coño, como un partido.
-Alguien podría decirle al Chori que esto es un puto partido -masculló Villa unos metros más adelante.
-Madre mía -comentó Fernando-, la paliza que nos van a dar puede ser espectacular.
Tras el sorteo y con el saque inicial para su equipo, Busi tomó posición en el centro del campo dispuesto a echarse el equipo a la espalda, él sería la salvación. Todos lo sabían. Tras de él formaron en defensa Gerard y Albiol, flaqueados a ambos lados por Álvaro y Sergio. Y por delante tenía una línea de tres. Una pequeña línea formada por Juan, Cesc y el Pony. Al menos sus dos delanteros parecían estar en forma.
-Señor, en serio si nos meten menos de cinco prometo dejar de mirarle el culo a Pep -murmuró para si mismo.
-Vamos a hacerlo Busi, ya verás -le animó Piqué detrás de él.
Él asintió con desgana y fijo la vista en el balón. El sonido del silbato le puso en alerta. Aunque no al resto de sus compañeros.
-Joder -gruñó cuando Lucas pasó entre David y Fernando con el balón en los pies y con una velocidad pasmosa- Córtala, Cesc, corta el pase… -Pero el capitán del otro equipo había ya cedido el balón a su compañero, que por la banda izquierda subía como alma que lleva el diablo-. Álvaro, vamos, presiona… presiona. -Un nuevo pase, más efectivo si cabe, y Lucas se había plantado en el área con el balón- Mierda, mierda… -susurró mientras corría para pararle, aunque cuando lo hizo ya fue demasiado tarde- ¡Hostia puta! -gritó cuando el balón se adentró con extrema facilidad en la portería.
-Aprende de los que sabemos -comentó Lucas al darse la vuelta, ni siquiera había celebrado el gol- Esto va a ser como un paseo militar.
-Ya veremos -masculló-, ya veremos.
-¿Cuánto llevamos? - le preguntó Villa a su primo.
-Minuto y medio.
-Cojonudo.
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Xabi observó una vez más a su amigo, de pie junto a Pep. No sabía cual de los dos estaba más nervioso, aunque podía jugar que era su mejor amigo. Con las manos a la espalda se movía de un lado a otro, haciendo indicaciones de vez en cuando. Como si de verdad supiese de lo que estaba hablando. La mayor parte de las veces eran avisos para la despistada defensa o una llamada desesperada para que David y Fernando se movieran en la delantera. No parecía tener mucho efecto, iban menos de veinte minutos y ya perdían por tres goles.
-¡Que desastre de equipo! -resopló Carlos sentándose a su lado-. No dan pie con bola.
-No me había dado cuenta -bromeó frontando las palmas de sus manos contra sus muslos, pese a la sudadera y el forro polar Xabi estaba helado.
-Hay que ser positivos -se les unió Carles-. Estoy seguro de que las cosas van a cambiar. Podemos remontar el partido.
-Eh…
-Dejadle -comentó Xavi- Lo he intentado y sigue creyéndoselo. En algún momento de la mañana ha pasado demasiado tiempo junto a sus plantas de la cocina.
Carlos y Xabi se rieron sin saber a ciencia cierta de qué, Pep volteó el rostro en ese momento y después se acercó a ellos apoyándose en la pared.
-Mister, no lo veo claro -dijo Xavi-. No sé si nos van a caer diez o doce. Aunque aquí mi marido dice que vamos a remontar.
-Ese es el espirítu -contestó Pep-. Aunque no lo creo, no están prepardos, quizás con un par de semanas más entrenando.
-Admitamoslos -le interrumpió Xavi- ni con dos años jugando día a día. Lo ha dicho siempre mi abuela, de donde no hay, no se puede sacar
-¡Cuidado! -gritó Carlos poniéndose de pie.
Todos voltearon la vista al campo para ver como Busi volaba por los aires tras una dura entrada de Lucas.
-Joputa -masculló Sergi haciéndose un ovillo en mitad del campo, con las manos en el tobillo- ¡Dios! -gritó.
-¿Estás gilipollas? -Villa se encaró con Lucas que había sido quién se había llevado a su amigo por delante-. Es un puto amistoso.
-No le he tocado -mintió.
-Me cago en mi vida, macho. Te voy a partir la cara -replicó encarándole, Lucas era bastante más alto que él, pero eso no pareció importarle.
-David, para -le pidió Silva colocándose a su lado.
-¿Qué pare? Si le ha partido el puto tobillo.
-¿Tiene que venir a defenderte tu novia? Si vuestro amigo es una nenaza no es mi problema.
-Lucas, largo -le ordeno Iker que acababa de llegar. Él asintió, pero antes tuvo tiempo de sonreírle de medio lado a Silva.
-Ahora sí que le estampo la cara contra el palo de la portería -gruñó Villa saliendo detrás de él.
-¡Quieto, máquina! -dijo Fernando parándose frente a él- Vamos a ver cómo está Busi.
Villa frunció el ceño pero se dio media vuelta y volvió con el resto de sus compañeros. Desde el banquillo se habían acercado Carles y Pep.
-¿Duele? -le preguntó Raúl.
-No, me quejo de vicio -espetó Sergi mordiéndose el labio cuando Carles le quitó la bota-. ¡Au! Mierda, coño. ¡Au!
-No tiene buena pinta -le dijo- Creo que deberías ir al hospital.
-Cojonudo, genial…
-Ayudadle a ponerse en pie.
-Bueno, venga. Vamos a suspender esto -les dijo Iker.
-¿Qué? No -protestó Busi-. Presi, Iker, tío, que es por los críos. Seremos unos patanes pero los niños se lo están pasando genial. No podemos hacerles eso. Además, ¿qué tipo de señal vamos a mandarle? ¿Qué nos rendimos a la primera de cambio?
-Claro que no.
-Mi equipo puede seguir adelante sin mí, ¿verdad chicos?
Ellos se miraron entre sí, sudorosos y jadeando con más de una hora de partido por delante y sin su mejor jugador. La paliza podía ser tremenda.
-¡Claro! -exclamó Juan- Vamos a hacerlo.
-¿Sí? -preguntó Raúl, Álvaro a su lado le dio un codazo- ¡Coño! Vale, sí… sí. Lo haremos, Busi.
-Gracias.
-Vamos, te llevaré al hospital -le dijo Pep.
-No hace falta, puedo pillar un…
-He dicho que te llevaré al hospital.
No replicó, el tono que había usado había sido lo suficientemente serio como para no intentar llevarle la contraria, así que apoyando en su hombro y a la pata coja, Busquets salió del terreno de juego.
-¡Busi! ¡Busi! -le gritaron Pedro y Bojan desde las gradas- ¿Estás bien?
-Claro, no es nada -mintió-. Pero tengo que ir a que me den una pomada y esas cosas.
-¿Quieres que se la devolvamos a Lucas? -preguntó Bojan- Porque puedo pegarle una patada en la espinilla y…
-No, nada de eso. Sabéis que las cosas no son así. Ha sido fortuito.
-¡Y un huevo! -se quejó- Es un sucio.
-Boji, en serio. ¿Qué os tengo dicho?
-Las cosas que pasan en el campo, se quedan en el campo -repitieron a coro.
-Muy bien. Ahora seguid animando, que os necesitan más que nunca.
-Ponte bueno pronto -le dijo Pedro sonriéndole después.
-Les tienes comiendo en la palma de la mano -le dijo Pep mientras avanzaban a trompicones por la banda rumbo la salida.
-Son buenos chicos.
-Estoy seguro que tienes mucho que ver con eso.
Busi sonrió timidamente y enseguida agachó la cabeza. Pep afianzó su mano en su cintura. De repente Sergio olvidó el dolor en su tobillo para concentrarse en el calor que nacía donde las yemas de los dedos de Pepe rozaban con su piel.
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Parte ii