Klaine
Smut + top!Kurt
I. Blaine se sonreía por lo bajo cuando escuchaba algún comentario ocasional de los chicos de ND sobre Kurt, no malintencionado, pero si quizás un poco... depreciativo; se sonreía por lo bajo, y pensaba en la sensación de estar acostados en la cama, girando abrazados, riéndose, terminando en esa posición maravillosa en la que Kurt lo penetraba justo en el ángulo preciso para hacerlo aferrarse a sus caderas como si no hubiera un mañana; sonreía por lo bajo y pensaba en cuán poco sabían esos chicos sobre Kurt, y en cierta forma se sentía agradecido, porque no quería que hubiera nadie más que lo supiera todo; sonreía por lo bajo y cuando Finn le preguntaba decía que estaba recordando la expresión del Señor Schue al ver a Santana y Brittany morreándose en medio de una presentación en una asamblea.
II. Las manos que acarician, los labios que acarician, las lenguas que acarician; los suspiros que se beben, los labios que se muerden, las manos que se encuentran; y los ojos de Kurt, y la piel de Kurt, y la boca de Kurt, y Kurt Kurt Kurt; Blaine cierra los ojos cuando tiene el peso muerto del cuerpo de Kurt sobre el suyo- ese peso que hace que todo se sienta tan bien y tan real, las caderas de Kurt moviéndose a ese ritmo maravilloso que solo él puede mantener; cierra los ojos, porque es Kurt y es demasiado; cierra los ojos, porque no cree poder resistir tantas sensaciones, y tanto deseo, y tanta satisfacción, todo a la vez; cierra los ojos, porque quiere resistirlo, para poder volver a vivirlo mañana, y el día después de mañana, y todos los jodidos días de su vida, porque eso es lo que hace que la vida realmente tenga sentido.
Café
Blaine nunca ha pedido demasiado de la vida, quizás precisamente porque nunca ha tenido demasiado, y por eso no se asombra a si mismo de poder conformarse con tan poco: Kurt sonriéndole, una taza de café, un buen día de sol, una canción alegre despertándolo por la mañana; pero sabe que Kurt es distinto, que Kurt también ha tenido poco y le han quitado mucho, y por eso Kurt siempre necesita más, siempre está hambriento de más- y para Blaine no es contradictorio, porque son diferentes, y sienten diferente, pero se entienden, y esa es la mejor parte de todo; a Blaine le gusta ese aspecto de si mismo que le permite ser feliz simplemente con un buen concierto de piano, pero le fascina ese aspecto de si mismo que logra que Kurt Hummel, que nunca deja de desear, pueda ser completamente feliz durante dos horas, solamente con dos buenas tazas de café y tres docenas de besos.
Desde la perspectiva de Rachel
Rachel trata de simular que lo único que le importa es que Kurt está de regreso y que, mal que le pese, es un gran aditamento para llevar a las Nacionales; Rachel trata de simular que no le importa que Kurt lleve la sonrisa más grande que el mundo le ha visto, que cante las canciones más dulces, que se deje pisotear menos, que esté más y mejor parado ante el mundo. Rachel trata de simular, porque sabe que si alguien tiene la culpa de todo eso es Blaine, y Rachel tiene su orgullo, y siente que festejarle a Kurt el noviazgo sería dar el brazo a torcer, sería un Tenías razón y nadie más que Rachel Berry tiene razón; por eso, Rachel tiene amenazada de muerte a Mercedes si alguna vez llega a contarle a Kurt que se junta con ella en los recreos a fangirlear en el baño sobre la forma en la que esos dos se miran, se rozan, se desean, cuando Blaine va a buscar a Kurt todos los días para almorzar.
Desde la perspectiva de Santana
A Santana le gustaría poder pensar que los tortolitos dan asco, como dice en público y en voz más alta de lo necesario cada vez que se le presenta la oportunidad; pero, sinceramente, piensa que son tiernos, asquerosamente tiernos, pero tiernos al fin, e injustamente felices; sinceramente, Santana los odia un poco, porque para ella sería muy simple poder pensar que no hay lugar en el mundo para que un homosexual sea feliz, pero Kurt hace un comentario agudo sobre el vestuario de Rachel, y Blaine le planta un sonoro beso en la mejilla, y Kurt sonríe como si no hubiera nada más maravilloso en el mundo, y Santana tiene deseos de vomitar; a Santana le gustaría que esos dos dejaran de derramar su asquerosa felicidad por donde pasan, y no la obligaran a hundirse en la miseria de que, si es infeliz, no es porque está enamorada de Brittany, sino porque no tiene la fuerza y el valor suficientes para luchar por Brittany.
Desde la perspectiva de Brittany
A Brittany le gusta Blaine; le gusta Blaine porque le sonrie y la abraza cuando ella dice uno de esos comentarios que en general hacen que Mercedes ponga los ojos en blanco, Rachel se horrorice y el Señor Schue la ignore; le gusta Blaine porque se sientan montados a caballito en el respaldo del sillón de la sala de la familia Hudmel, y se rien hablando de todo y de nada; le gusta Blaine porque tiene unos ojos profundos y dulces, y Brittany podría pasarse horas tratando de decidir de qué color son en realidad; le gusta Blaine porque toca la guitarra, y toca sus canciones de Disney favoritas sin que ella se lo pida; hay muchos motivos por los que a Brittany le gusta Blaine, pero el principal de todos es que hace a Kurt sonreír, y si hay algo que a Brittany no le gusta, es ver triste a su delfín.
Seasons of Love
Kurt sabe que fue una mala idea querer ver Rent con Blaine, porque la película no lleva ni un minuto y él ya está llorando; no puede evitarlo: Seasons of love pulsa una cuerda demasiado intensa en su corazón, y lo lleva a unas lágrimas que no son de tristeza, pero tampoco son de alegría; son unas lágrimas de ser, esas lágrimas que se producen al encontrar algo que te hace querer decir Si. Si. Defnitivamente si. Esto es mi vida, esto soy yo; Blaine lo abraza, y Kurt se da cuenta de que Blaine se está riendo, con esa risa suave y casi sin sonido que tiene cuando está emocionado, y se abraza a él con todas sus fuerzas, porque Seasons of love es su vida, y Blaine es su vida, una vida que Kurt estaría más que feliz de medir en amaneceres, risas y tazas de café.
Besos de principiantes, manos torpes.
Quizás no fuera como en las películas; quizás no fuera como se lo había imaginado tantas veces desvelado en su cama; quizás no fuera el beso perfecto que había soñado desde siempre; pero no importaba, porque era importante que Blaine fuera igual de principiante que él, era bueno que las manos de Blaine temblaran apoyadas contra su cadera, porque eso hacía que Kurt se sintiera un poco más seguro y un poco menos intimidado, sonriera más dentro del beso, procurara ponerle más empeño, aferrara a Blaine un poco más fuerte, pero con las manos igualmente temblorosas. No importaba que los besos no fueran perfectos, porque Kurt tenía planeado seguirlos practicando hasta que lo fueran.
Regalo del primer mes juntos.
Blaine estaba tan aterrorizado pensando en no meter la pata con el primer regalo oficial que había escogido para Kurt, que prácticamente no había podido dormir; mucho menos se había puesto a pensar en qué le regalaría Kurt a él. Por eso no dejó de sorprenderse cuando el día en el que cumplían el primer mes juntos, Kurt lo atacó en medio de su camino a Química y le dio el beso de su vida contra la pared, en medio de silbidos y grititos de entusiasmo de los estudiantes adyacentes; no fue hasta diez minutos después que se dio cuenta que quizás tendría que haber andado con más cuidado por las escaleras en las que se conocieron.
Burt, Finn y Blaine viendo un partido y Kurt aburrido.
Kurt ha perdido la cuenta de cuantas bandejas de muffins ha horneado en la última semana- play-offs de la NBA, por favor, cómo si a alguien le importara-, mientras su padre, su novio y su hermanastro se acovachan en la sala de estar a ver un partido tras otro en frenética manía. Pues ellos se lo pierden, piensa mientras le alcanza un muffin de canela recién horneado a Carole. Y si mañana picaba a Rachel para que se pusiese aún más insoportable que de costumbre, iba a ser pura casualidad; y preparaba para la cena una ensalada más sosa que de costumbre, y desaparecían de la heladera las latas de cerveza por casualidad, iba a ser por pura casualidad; y si pensaba ponerse para clases un pantalón por demás ajustado, de esos que Blaine apenas podía tolerar, pero sin permitirle que se acercase a más de medio metro, iba a ser pura casualidad.
Rachel+Mercedes+Kurt pijamada post Klaine.
I. No hay nada distinto a la tonelada de sábados que llevan pasando juntos, sea en una casa o en la otra; pero quizás si haya algo distinto, y Kurt se retuerce las manos ansioso, y Mercedes tiene que picarlo a muerte para que diga lo que lo está haciendo mordisquearse los labios desde hace tres cuartos de hora.
- Blaine y yo estamos juntos- Dice finalmente.
No sabe si preocuparse por o reírse de los dos pares de brazos que lo están asfixiando casi hasta la muerte mientras las dos chicas chillan como si fuera a ellas a quienes estuviesen asesinando.
II. Kurt no deja de ponerse colorado como un tomate cada vez que Mercedes o Rachel le hacen una pregunta incómoda durante sus piyamadas- lo que suele suceder, en promedio, dos o tres veces por hora. Kurt adora a esas dos chicas, y les confiaría cualquier cosa, pero eso no significa que deje de pensar que hay veces que le dan miedo. Kurt está seguro de que no tienen ninguna necesidad de saber cuantos días llevaban saliendo él y Blaine cuando su novio le tocó el culo por primera vez, muchas gracias.
Blowjob primerizo.
I. Kurt siente que se está mareando, y se agarra un poco a la mesa para no caerse. Blaine levanta la vista y le sonríe; no pide permiso para continuar, ni necesita preguntar si Kurt se encuentra bien, porque han llegado al punto en el que puede leer todo eso en sus ojos verde-azules, en la comisura de su boca, en la gota de sudor perlado que le resbala por la mejilla y sigue por el cuello, y que Blaine tiene la necesidad física de beber. Sigue con besos el camino hipotético de la gota, y cuando llega a la altura del cinturón, las manos le tiemblan, los labios le tiemblan, pero comienza a desabrochar los botones mientras siente que Kurt contiene el aliento. No le importa lo que tenga que hacer: va a hacer todo lo que tenga entre las manos para que ese aliento siga contenido en esa garganta todo el tiempo que pueda.
II. Blaine siente que podría morirse en ese mismo momento, muchas gracias. Es injusto, fascinante y hasta un poco atemorizante el poder que Kurt tiene sobre él: bastan un beso, una caricia suave en su nuca, un brillo especial en esos ojos imposibles, para que Blaine esté completamente bajo su poder. Blaine quiere pararlo, decirle que no hace falta que haga nada, que no quiere que se sienta incómodo, que para él está bien con donde han llegado hasta ahora (aunque que un rayo lo parta si alguna vez se sintió mejor que en ese maldito momento), que van a ir al ritmo que Kurt prefiera, pero las palabras se le mueren en la garganta, porque Kurt levanta la vista y Blaine sabe que debe callarse si no quiere morir de una forma lenta y dolorosa. Estoy haciendo esto porque quiero y porque te quiero, y si dices una sola palabra sobre tomarnos tiempo y stuff, puedes irte olvidando de tu masculinidad, Blaine Anderson, y no va a ser precisamente porque hayas disfrutado demasiado de lo que pienso hacerte
Burt enterándose de que Kurt ya tiene novio. 5. Carole se despierta en mitad de la noche y lo primero que hace es restregarse los ojos, para poder ver el reloj con claridad: las tres y media de la madrigada. No necesita voltearse para saber que Burt no está durmiendo: conoce de memoria los cambios en su respiración; se abraza a él y le murmura que no se preocupe, que todo estará bien, que crió a Kurt de la mejor manera posible y que es el mejor chico que uno podría desear, y que tiene criterio, y que se puede cuidar solo, y que, como si eso fuera poco, Blaine es un amor de persona. Sabe que eso no va a hacer que su marido deje de preocuparse por su hijo, pero a ella la distancia le da una mejor perspectiva, y además recuerda la época en la que Finn empezó a salir con Quinn y la que no podía dormir era ella (con motivos fundados, como finalmente resultó) y ve las diferencias abismales entre la relación de Kurt y Blaine, que recién está empezando románticamente, pero que lleva meses anunciándose, y sabe que no hay de que preocuparse. Carole vuelve a dormirse sólo cuando siente que Burt se relaja bajo el abrazo; quizás no le quite la preocupación de un tirón, pero por algo se empieza.
Penetración primera vez.
III. Blaine contiene la respiración y se mueve lento, tratando de ignorar los gemidos (gemidos que, con un poco de ropa, Kurt Elizabet Hummel negaría rotundamente haber proferido) de su novio sobre que pusiera un poco de velocidad en el asunto, o le pasarían ciertas cosas no del todo agradables, que Blaine prefería ignorar; estaba indeciso entre cerrar los ojos o dejarlos abiertos (necesitaría cerrarlos para que la cabeza dejara de darle vueltas, pero a la vez no quería perderse un solo instante del rostro de Blaine en ese momento), cuando Kurt lo tomó de las muñecas para atraerlo a un beso profundo, y el movimiento fue tan natural y la sensación tan ohpormerlínquefantásticoesesto que Blaine estuvo un buen par de segundos simplemente preguntándose cómo era que había tardado tanto tiempo en hacer ese simple movimiento.
II. Kurt Hummel no lo hubiera admitido ni muerto, pero tenía unos nervios que podría haberse desmayado en cualquier instante; es decir, tenía en su cabeza mil escenarios posibles para todas y cada una de las cosas que podían salir mal en esa situacion, siendo las principales que Blaine se arrepintiera completamente, o que Kurt se diera cuenta de que no, no, verdaderamente no sirvo para esto, soy más lindo siendo pasivo, muchas gracias. Pero ahí estaba su novio, su maravilloso novio, desnudo y algo sudoroso, gimiendo con la boca tan abierta como cuando cantaba, mientras Kurt lo preparaba con sus dedos, y Kurt se daba cuenta de que daría cualquier cosa por complacer a Blaine, pero que también él se moría de ganas de hacer eso. Porque importaba un comino que le encantara que Blaine lo penetrara: Kurt Hummel era cualquier cosa menos pasivo y eso, tarde o temprano, también se notaba en la cama.
Primera pelea por algo tonto
Kurt está sentado en la cocina, y emana un aura tan tétrica y tan terrórífica a la vez que Finn no sabe si está enojado o triste, y por las dudas no se acerca a menos de dos metros. Pero cuando han pasado tres cuartos de hora, y Kurt sigue sentado sin moverse, Finn tiene que entrar en la cocina, porque si no lo asesina Kurt, lo asesinará su estómago, y Finn sinceramente no sabe qué muerte sería menos dolorosa. En el momento en el que lo escucha murmurar algo sobre bufanda, mancha e idiota, seguido inmediatamente por una sarta de adjetivos no del todo agradables, Finn decide poner la proa en polvorosa y salir de la cocina lo más rápido que puede. Si Kurt es capáz de ponerse así de molesto con Blaine, Finn no quiere ni pensar que le haría a él, aunque él sepa de primera fuente que no se puede hacer nada más tonto que siquiera acercarse a una bufanda de Kurt.
Reacción de los Warblers al enterarse del Klaine.
Lo primero que Thad les pregunta no es cómo, sino cuándo, y Kurt responde a la pregunta aunque le parezca extraño y se sienta un poco íncomodo. Él y Blaine solo se miran extrañados mientras los Warblers se reunen alrededor de la lista que Thad acaba de sacar del bolsillo, agitando dinero, meneando la cabeza y soltando exclamaciones de sorprensa o grititos de disgusto.
Darren/Chris. Totally Awesome!
Kevin y Jenna parpadean un poco asombrados; hasta hace dos meses atrás, hubieran proclamado que ellos tenían el mejor bromance de todo el Glee Cast, y que Naya-Heather, Lea-Dianna, Mark-Cory, e incluso esa gran cuasi-orgía que eran Amber-Lea-Dianna-Chris y cualquier otro que quisiese competir iban a estar relegado a un inevitable segundo puesto. Pero dos meses atrás, Jenna y Kevin no hubieran podido preveer a Chris y a Darren riéndose a mandíbula batiente, recitando sin parar siquiera a respirar algo en lo que parecía aparecer la palabra awesome más veces de las que podía llegar a tolerar una persona sana (Y Jenna hubiera jurado que una vez los había atrapado abrazados íntimamente mientras decían Where have you been all my life?; In a cupboard under some stairs o algo así, pero no se lo había contado a Kevin para no asustarlo aún más). Jenna y Kevin saben que tenían que ponerse urgentemente a planear algo si no quieren perder el puesto del bromance más épico, porque incluso y Darren está empezando a pasar más tiempo del conveniento en el departamento de Chris, y eso es hasta un poco aterorizante (o totally awesome como proclaman ellos dos a quien quiera oírlos).
Kurt primera vez como top.
Kurt trata de copiar los movimientos de Blaine, porque sabe lo bien que se sienten, y no quiere para su novio nada menos que lo jodidamente bien que Blaine lo hace sentir a él; así que Kurt tiembla un poco y trata de imitar a Blaine, y se siente horrorosamente cuando Blaine le sonríe, porque Kurt no quiere que Blaine le sonría, Kurt quiere que Blaine estuviese demasiado ocupado gimiendo como para sonreir, así que se pone más nervioso y tiembla un poco más, hasta que Blaine lo toma de las manos y las usa como apoyo para incorporarse y sentarse en su regazo, y a Kurt se le olvidan un poco los miedos y las inseguridades, porque es maravillosa esa sensación de estar dentro suyo y sentirlo tan cerca, poder oler su cabello y besar su mentón, todo al mismo tiempo, y se acomoda para poder abrazarlo mejor, y es en medio de ese movimiento que Blaine lanza un pequeño gritito de placer. Ok, Kurt Hummel, quizás la primer lección que debas aprender es recordar que Blaine y tú no son iguales... y eso incluye la cama.
Beso en la prom.
No es lo que Kurt ha soñado durante toda su vida; no están bailando un tema lento, rodeados de un ambiente receptivo, cálido y feliz, donde pueden sonreirse, besarse y tomarse de las manos todo lo que quieran; Kurt ha aprendido a lo largo de los años que serán contados con los dedos los lugares donde puedan conseguir algo así porque, como le dijo su padre, a la sociedad le tomará años ser tan abierta y valiente como ellos dos; pero no importa, porque bailan juntos y abrazados en el estacionamiento del McKinley, al ritmo de una versión lenta de Teenage Dream que tararea Blaine, y en el momento en el que Kurt agacha la cabeza para capturar los labios de su novio entre los suyos, Kurt no podría pedir nada más perfecto.
Blaine, pensando en Kurt a la mitad de clases.
Blaine sabía que iba a ser duro, pero jamás pensó que iba a ser tan duro; desde que lo había conocido, Kurt se había metido intensamente en sus pensamientos, y no parecía querer salir, pero desde que habían comenzado a salir oficialmente, el dominio del castaño sobre su cerebro había alcanzado niveles insanos. Blaine sabía que necesitaba comer pudiendo digerir la comida sin inconvenientes, necesitaba urgentemente dormir algo más de tres horas, y sin despertarse sobresaltado en medio del sueño (necesitaba poder dejar de pensar en Kurt cuando se duchaba, porque eso solo hacia todo peor, mucho peor), pero sobre todo, necesitaba dejar de pensar en Kurt durante las clases, sobre todo cuando le hacían una pregunta en español y tendía a contestar en francés, y especialmente en aquellos días en los que el mayor entretenimiento de Nick y Jeff era intentar colarle pedacitos de papel en el cabello sin que él se diera cuenta... y él no se daba cuenta
Blaine, primer día en McKinley.
Blaine había tratado de no pensar demasiado en su primer día en el McKinley, pero definitivamente no hubiera imaginado nada de lo que estaba pasando: no se esperaba que, al andar solo por un pasillo, lo acompañaran indefectiblemente Finn y Puck, hombro con hombro, gruñendo un poco y con su mejor cara de Neanderthales (como diría Kurt) rudos, o Santana y Quinn, cada una tomada de uno de sus brazos y con las mejores bitch!faces que Blaine había visto en su vida (y eso que Blaine vivía día a día con Kurt Hummel); no esperaba sentirse querido y bienvenido, parte de una familia que compensaba solo en parte a la familia que acababa de dejar, pero por algo se empezaba; si se esperaba el slushie en la cara cuando salió del salón del Glee Club para ir al baño, pero las manos suaves de Kurt lavando su cabello en el baño de chicas eran más que recompensa suficiente para el único mal que había esperado (y los bienes que había recibido sin esperarlos).
Smut, Kurt le muerde el hueso de la cadera a Blaine
Blaine no puede evitar el corrientazo eléctrico que le hace dar un pequeño saltito cuando Kurt le muerde el lado derecho de su cadera; Blaine tiene cosquillas, y lo último que quiere es que Kurt se entere en esas circunstancias, porque sabe que se aprovechará de la situación hasta que Blaine tenga que pedir clemencia de rodillas; y Blaine no quiere tener que pedir clemencia de rodillas, porque lo único que quiere es poder seguir entrelazando sus dedos en el sedoso cabello castaño de Kurt, mientras su novio lo besa, lo lame, lo marca, lo reclama como suyo, y el único pensamiento que Blaine puede tener es Sisisisisi, tuyo, tuyo, tuyo, tuyotuyotuyo, siempre tuyo, pero es precisamente la mezcla de placer, anticipación y comodidad la que lo traiciona, y al retorcerse mientras Kurt lo muerde en un punto particularmente sensible (cerca de su cadera, siempre cerca de su cadera) suelta una carcajada, que genera que Kurt lo mire con una ceja alzada y esa mirada con ese leve brillo maligno que Blaine conoce tan bien. Oh, estoy perdido.
Darren!insomne/Chris!sonámbulo ."Darren go to sleep"+
Darren no termina de plantear sus planes para el fin de semana cuando Chris lo calla con un beso profundo, puro lengua y dientes.
- Mmmm... no me estoy quejando, pero, ¿por qué fue eso?
- Para que no puedas terminar esa estúpida idea que estabas planteando. Me importa un cuerno los planes que tengas, este fin de semana no vas a hacer nada, y no, no es porque necesites dormir, por supuesto que no me importas, Darren, pero no puedo dormir bien cuando no haces cucharita conmigo, y ayer casi prendo fuego a la cocina mientras estaba dormido, y ninguno de los dos quiere eso, ¿verdad?
PucKurt
Smut
Noah a veces se pregunta si es el contraste lo que le atrae- su piel morena contra la de porcelana de Kurt, sus modos bruscos y rudos contra la delicadeza de Hummel-, pero cuando lo tiene aferrado a sus hombros como una tabla en medio del mar, sus dedos enterrados en su espalda, y sus gemidos en un registro imposiblemente alto, con los "Noah" y los "Más" y los "Ahí" mezclados en un balbuceo incoherente, Puck se dice que eso es lo que realmente le atrae.
Friendship
Noah Puckerman y Kurt Hummel pueden ser cualquier cosa, menos amigos convencionales, y no solo porque Kurt utiliza palabras demasiado largas, que Noah no entiende, y lo hace a propósito, ni porque Puck juega a un juego en el cual gana puntos según la cantidad de comentarios ofensivos que le dirija a Kurt en un día, y si estos involucran su sexualidad o su vestuario, los puntos son dobles; pero cuando el equipo de hockey acorrala a Kurt en un rincón, Puck parece aún más desesperado que Finn cuando lo encuentran; pero cuando Noah está luchando contra viento y marea por reprimir las lágrimas frente a una foto de Beth, es Hummel quien se acerca a ofrecerle un pañuelo, un paquete de pastillas y un La glucosa hace que te sientas menos solo. Noah Puckerman y Kurt Hummel jamás podrán ser amigos convencionales, pero quizás lo único que importa es que, muy a su particular modo, son simplemente amigos
Wes/David
Wes y David eran perfectamente conscientes de todas las veces que Blaine y Kurt se reían de ellos a escondidas; pero a veces, solo a veces, como cuando Wes apoyaba su cabeza en el regazo de David mientras leía un libro, ambos sentados en un sillón, o cuando Wes traía dobles los materiales del laboratorio de química que sabía que David iba a olvidar (y nunca, nunca, traía de más ni de menos), se les daba por pensar que tal vez Blaine y Kurt tuvieran motivos para burlarse a escondidas.
Wes/David- Wes/Thad
Thad se ha ofrecido a acomodar el salón de los Warblers luego de cada ensayo; no es que le importen particularmente las partituras, sino que sabe que Wes no se retira hasta verificar que esté todo en orden, aunque no le corresponde, y eso es lo que si le importa; tampoco le importa particularmente que David esté en el patio, con el libro de turno en una mano y un vaso con té en la otra para Wes- té de miel, el favorito de Wes, pero Thad está seguro de que David le mete algo más-, y que al verlo, Wes se despida, educada pero inexorablemente, y se rompa la pequeña magia de esos momentos a solas. A Thad no le importa particularmente, porque Thad lo sabe- ¿cómo podría no saberlo?-, y aunque duela- de ese dolor que no hace llorar, sino que quita el aire, que lo obliga a sentarse en el borde de la fuente, mientras los observa marcharse-, prefiere mantener las migajas de lo poco que tiene.
Nick/Jeff
Jeff lo sabe, lo ha sabido desde el momento en el que se conocieron: Nick no está hecho para durar; Nick ha nacido Caminante, para el tránsito, siempre en búsqueda, siempre creciendo, siempre más allá; lo que Jeff no sabe con certeza, pero le gusta imaginar, es que, quizás, el día de mañana, Nick siga recorriendo el mismo camino, pero antes de emprenderlo, cada mañana le estire la mano para invitarlo a recorrerlo juntos.
Primera vez.
No hace falta decir nada: todo ha estado implícito en las miradas, las sonrisas, los besos, los roces a lo largo de todo el día, y están tan cómodos el uno con el otro que ninguno siente la necesidad de preguntarle al otro si está bien, si está seguro, si quiere echarse atrás; su relación siempre ha sido así: risas, chistes internos, confianza, comodidad y nada, ni siquiera el sexo puede cambiar eso.
Jesse/Rachel
A Jessie se le escapa una sonrisita cuando la ve entrar en el gimnasio del McKinley High embutida en su vestido de baile color rosa té: ha cambiado tanto y no ha cambiado nada; los ojos más tristes, la voz menos estridente, los comentarios más breves; pero la misma sonrisa, la misma mirada soñadora, y, particularmente, la misma pasión que le enciende el alma y que ilumina cada lugar por donde pasa como si fuera una llama. Ha cambiado tanto y a la vez no ha cambiado nada, y Jesse se pregunta si él habrá cambiado lo suficiente, pero a la vez tan poco, como para que ella vuelva a aceptarlo entre sus brazos.
En clase de ballet.
A Jesse le dan un poco de envidia las mujeres en el ballet; todos esos pasos elegantes y artísticos, expresivos, a veces ampulosos, a veces sentimentales; Jesse, que tiene esa imperiosa necesidad de lucirse a toda costa, siente a veces que no es justo que sólo una mujer pueda demostrar toda esa gama de sentimientos solo con bailar, cuando sabe que él podría hacerlo igualmente bien. Pero la vida es injusta desde que el mundo es mundo, y Jesse piensa que, si no puede lucirse por si mismo, nada mejor que lucirse por quien tiene al lado (aunque que Rachel Berry se olvide de irse robando su protagonismo cuando de cantar se trate; Jesse la quiere, y la quiere mucho, pero el amor también tiene sus límites).
Santana/Rachel
UST
A Rachel Berry no le gustan las chicas; no, a Rachel Berry no le gustan las chicas, ni de hecho le gustan los chicos en general, porque solo le gusta Finn Hudson (y se muere un poquito por los huesos de Noah Puckerman, pero eso no lo admitiría ni aunque le significara sacrificar un papel en Broadway); a Rachel Berry solo se le suben los colores a la cara cuando Santana- que, como todos, ha bebido de más- trata de quitarle el vestido verde agua, diciendo que todo su vestuario merece la hoguera (y Rachel está segura de que puede oír a Kurt riéndose), porque Santana es una desubicada y una sinverguenza, no porque haya sentido un pequeño golpe eléctrico cuando los dedos de la latina rozaron sus muslos, y se le haya secado la boca al ver la lengua de Santana- larga, delgada, un poco de víbora- humedeciendo sus labios mientras se burla de ella.
Brittana
Nieve
A Brittany, la nieve le gusta mucho, muchísimo: más que las películas que hacen llorar, pero menos que su conejito de peluche; más que las verduras que su mamá le obliga a comer, pero menos que bailar; más que escuchar a Rachel quejarse, pero menos que escuchar a Rachel cantar; más que Kurt cuando está enojado, pero menos que Kurt cuando le sonríe; más que cuando Mike no quiere hablarle por culpa de Tina, pero menos que cuando Mike le cuenta cuánto quiere a Tina. A Brittany, la nieve le gusta mucho, muchísimo: más que los besos de Artie, pero menos que los abrazos de Santana.
Fotos
Santana prefiere ignorar la pregunta cuando Brittany la formula, como dando a entender que no la ha oído, o que la ha oído, pero que la respuesta es tan evidente que ni siquiera se va a molestar en contestarla; Brittany se abraza un poco a si misma, se siente triste y chiquitita, y aunque lo que en realidad querría sería que Santana la abrazase, no rechazaría para nada las sonrisas de Kurt o los consuelos de Quinn; Brittany se siente triste, y quiere llorar un poco, porque piensa que Santana no la quiere, y Santana no dice lo contrario, y Brittany piensa que no puede haber nada más triste en el Universo. Y entonces ve a Santana, dándole la espalda, pero con los hombros temblándole como solo le tiemblan cuando llora, parada delante de su escritorio, y Brittany se levanta y la abraza fuerte por la espalda, aunque Santana trate de alejarla y le diga que no sea tonta y necia, porque Brittany sabe que Santana está viendo las fotos que su madre acomodó en su escritorio- aquella en la que tienen solo siete años, y se sacaron en el cumpleaños de Brittany, rodeadas de globos, y aquella otra que se sacaron agarradas de la mano el día en que entraron a las Cheerios-, y quizás Brittany no entiende muchas cosas, como el abecedario o el desayuno, pero entiende que esa es la única forma en la que Santana puede decirle que la quiere, y está bien, porque también ella quiere a Santana, así tal y como es.
Santittany & Artcedes. Clase con Mr Schuester.
Will inhalaba profundo y contaba de diez a cero, en inglés y en español también; hasta cierto punto, podía tolerar que Artie y Mercedes cuchichearan por lo bajo mientras intentaban adaptar la última coreografía del Glee Club al shoulder!dance que Artie había hecho tan propio: al fin y al cabo, estaban cumpliendo una tarea para otra de de las clases que él mismo impartía, ¿no? Pero en el momento en el que la mano de Santana defnitivamente desapareció debajo de la falda de Brittany, no hubo forma de que Will pudiera seguir mintiéndose a si mismo y se preguntó una vez más por qué estaba intentando rellernar con algo más que pelusa esos cerebritos adolescentes.
Wes/Blaine
Friendship
Blaine tiembla mientras se sienta al lado de Wes; sabe que no debería estar nervioso, al fin y al cabo Wes es su amigo, pero también es el presidente del Concejo, y una de las personas más aterrorizantes que Blaine ha conocido en su vida; se sienta al lado de Wes, y tiembla aún más cuando, sin levantar la cabeza, el muchacho le dice "Warbler Blaine"- no había forma de convencerlo de que lo llamara de otro modo en horario de clases- "¿está todo bien?"; Blaine tiembla un poco más, e intenta repetir el precioso discurso que estuvo preparando en su cuarto, pero es incapaz de recordarlo; Wes suspira, levanta la mirada del libro y lo mira profundo en los ojos: "No te preocupes. Todos esperábamos lo de tú y Kurt. Sabes que nadie va a decir una palabra al respecto, y si alguien lo intentara, se encontraría con un pequeño mazo en su camino". Blaine no puede evitar darle un fuerte abrazo, porque es el presidente del Concejo, y una de las personas más aterrorizantes que conoce, pero tambien es su amigo.
Kurt/Nick
Friendship
Jeff se siente un poquito incómodo cuando se junta a estudiar con Nick y Kurt; porque Nick y Kurt comparten los mismos hábitos, las mismas obsesiones, los mismos detalles: resaltadores de colores por cada materia, un tema por página (o una página por tema, Jeff nunca lo entendió del todo bien), los libros ordenados en orden alfabético, el perfecto orden para las llamadas a final de página, el cronograma estricto, y eso sólo para empezar con las cosas de las que Jeff sabe. Jeff se siente un poco incómodo, porque siente la familiaridad y la confianza que tan rápidamente han desarrollado Kurt y Nick: los pequeños gestos, la ausencia de palabras, Kurt advirtiéndole a Nick que esa palabra está mal escrita, cuando Jeff hubiera jurado que ni siquiera estaba mirándolo; Nick asegurándole a Kurt que no se preocupe, que va a llegar a tiempo, aunque Kurt no estaba mirando el reloj; a Jeff le incomoda un poquito esa familiaridad, porque es muy parecida a la familiaridad y la confianza que existen entre él y Nick; pero entonces Nick se acerca y le da un beso en la mejilla y le dice que está listo para irse, y al pasar por al lado de Kurt, Nick le pone una mano en el hombro, como tratando de reconfortarlo, mientras el contratenor tiene la mirada perdida en la dirección de Blaine; y, está bien, porque, al fin y al cabo, tal vez sea algo bueno que su relación con Nick sea tan parecida a una amistad.
Puckleberry
Noah no abre los ojos cuando Rachel se recuesta a su lado en la cama y le toma una de las manos; tampoco abre los ojos cuando Rachel le pregunta si está bien, si quiere hablar (y, por supuesto, tampoco le contesta); Noah no abre los ojos cuando Rachel se va ofendida por la puerta dando un portazo, pero se pregunta porque sigue yendo a la casa de la castaña cuando necesita un respiro y despejarse un poco, si jugar unos videojuegos con Blaine y Finn sería mucho más relajante que todo el dramatismo de Rachel. Noah abre los ojos y mira el cielorraso del cuarto rosa mientras piensa que sabe por qué lo hace, pero no va a admitir nunca que es porque la simple presencia de Rachel Berry es para el el mejor sedante que podría pedir; nunca lo va a admitir, porque él mismo no entiende cómo es que esa mujer es su remedio y a la vez su enfermedad.
Ballet.
Noah Puckerman afirmaba que lo aburría cualquier presentación en vivo que no incluyera una rotura de guitarra y/o uno o más Monsters Truck; pero en Noah Puckerman había un corazón mucho más sensible de lo que cualquiera pudiese imaginar, y si Abby lo obligaba a ir a ver Princesas sobre hielo o Rachel a acompañarla al ballet, Noah Puckerman iba por hacerlas felices, no porque le gustara, claro que no.
Santana/Kurt
Santana defendiendo a Kurt.
A Kurt se le hinchó un poco el pecho de orgullo al ver a Santana planteándole cara a Dave Karofsky: Esto lo ha hecho el Glee Club, esto lo he hecho yo, esto lo ha hecho ella misma . Sabía que, si llegaba a ceder a su impulso, seguramente Santana lo apartaría de un empellón, diciéndole que no se pusiese sentimental, que solo lo había hecho porque ella era la única con derecho a insultarlo y, bueno, tal vez Puck un poco, solo por divertirse, pero eso no minaba en Kurt sus deseos de abrazarla.
Divas( Rachel/Mercedes/Kurt)
Mercedes en la academia Dalton.
Mercedes se arrellanó un poquito más en el sillón, mientras recibía el café que Wes le tendía con una sonrisa.
- Edificios antiguos, obras de arte, café al alcance de la mano, niños bonitos y educados por doquier... ahora puedo entender que quisieras dejar el McKinley, niñito blanco.
Rachel es pillada por sus padres tras la fiesta en su casa.
Rachel no podía parar de llorar; no era justo, no era justo, no era justo. Por supuesto que sabía que no había estado bien en dejar que Puck forzara el bar de sus padres y largos etcéteras, pero jamás jamás había pensado que sus padres podían hacerle eso. Había fantaseado con muchos castigos- si, bueno, porque eso hacía en su tiempo libre, ¿algún problema?- pero quitarle las lentejuelas rosas a todos sus micrófonos era algo simplemente cruel.
Kurt con tres años.
Burt se agarra un poco la cabeza; Vivianne aún no ha vuelto del trabajo y él no tiene la menor idea de cómo lidiar con un Kurt de tres años al que repentinamente se le ha terminado Sailor Moon; Burt no sabe nada de programas infantiles, pero está seguro de que debe existir algún programa para niños que Kurt pueda empezar a mirar, pero Kurt no quiere oír hablar de eso, y cuando Burt le pregunta si puede hacer algo para que se sienta mejor, Kurt le responde entre lágrimas que quiero llevar un moño como Serena, aquí y se señala el pecho con sus manitos blancas y delicadas. Burt se estruja un poco el cerebro, pero finalmente encuentra entre sus cajones la corbata de moño que vistió para su boda con Vivianne; no es ideal, pero debería servirle; Burt no sabe que su vida acaba de cambiar en el momento en el que prende en la ropa de su pequeño hijo su primer corbata de moño y este le echa los brazos al cuello con una sonrisa más radiante que un día de sol de junio.
Rachel y Kurt, baile en la prom.
Blaine ha sacado a bailar a Brittany (Valiente hobbit escucha Kurt que alguien murmura a sus espaldas), y Kurt tranquilamente podría quedarse observando como la rubia destroza las escasas habilidades para bailar de su novio; pero Rachel le está tironeando del brazo, y antes de que pueda darse cuenta, está en la pista bailando con ella, y Kurt sabe que deben ser aún más grciosos que Blaine y Brittany, porque, diga lo que diga Rachel, ninguno de los dos nació para bailar; pero no importa, porque es Rachel, y con Rachel, Kurt se abre, entiende, comparte, compite, disfruta, todo en uno, y le importa poco lo que puedan pensar los demás, porque es su amiga, y la quiere, y no hay nada más divertido que hacerla girar hasta dejarla mareada.
Rachel, Kurt y Mercedes vistiendo y arreglando a la primera.
Rachel lloriqueaba un poco mientras Kurt diezmaba su armario (y diezmar era un concepto en realidad erróneo, porque el 10% era lo que quedaba, y no lo que salía), y Mercedes trataba de consolarla con abrazos, pero no podía evitar que se le escaparan algunas risitas.
- Rachel Berry, si quieres que te ayude con tu vestuario para irte a la Universidad, vas a dejarme que haga lo que yo quiera. Ese es el trato: o lo tomas o lo dejas. Y si eres una buena niña, quizás y hasta te deje conservar alguna falda a cuadros. Pero a cambio, jamás deberás volver a posar tus ojos en un sweater con animales, ¿me has entendido?
Rachel+Kurt, amistad, viendo Mary Poppins, el musical.
Kurt entrelaza sus dedos con los de Rachel y la mira a los ojos, porque sabe que la chica está llorando, porque también él está llorando, y para la alegría, al igual que para el amor, siempre han sido muy parecidos. Rachel apoya la cabeza en el hombro de Kurt, que la abraza por la cintura, y sonrien entre lágrimas mientras tararean juntos chim chimenea, chim chim chero, y el mundo les parece un poco más ligero, por el simple hecho de que están juntos y pueden compartir esos pequeños placeres sin preocuparse por nadie ni nada más.
Wess/Santana.
Santana jugueteaba con el mazo entre las manos.
- Nunca te he visto usarlo.
Wes se encogió de hombros.
- Considerando que sólo lo uso en las reuniones de los Warblers y que, cuando te veo, no lo sueltas, no me sorprende.
- Quizás no lo suelto porque me gustaría que ocuparas tus manos en otra cosa.
Wes enrojeció hasta la raíz del pelo.
Mercedes/Azimio.
Aceptación.
Azimio a veces se pregunta si se lo merece; no se lo pregunta demasiado a menudo, porque piensa que, si lo piensa demasiado, quizás se haga realidad, pero no deja de fascinarle el poder tener a su lado a esa mujer tan llena de vitalidad y de fuerza. Mercedes es una fuerza de la naturaleza, es como un ciclón o una tormenta del Caribe, y Azimio a veces se pregunta porque esa mujer espléndida está con él, teniendo miles de posibilidades al alcance de la mano; pero sonríe y acepta esa realidad sin cuestionarla demasiado, porque si Mercedes lo ha aceptado con todo su pasado y sus errores a cuestas, ¿cómo podría él no aceptarla a ella con los brazos abiertos?
Puck/Blaine
Friendship. Monkey Island.
A Puck el príncipe hobbit no le cae bien; es demasiado perfecto para su gusto, y cuando alguien es demasiado perfecto, siempre esconde algo bajo la manga, como Puck aprendió con Quinn a las malas. No le importa que el chico sea dulce con todos, las chicas lo adoren, se lleve de buenas con Finn y haga a Kurt inmensamente feliz, Puck le desconfía, y cuando Noah Puckerman le desconfía a algo, entrecierra los ojos y gruñe un poquito, olfateando a su alrededor como un lobo, intimidando, alertando, tensos los músculos y expectantes los cinco sentidos; y es entonces cuando el hobbit entra al salón del Glee Club con una remera de Guybrush Threepwood que hace que Hummel ponga el grito en el cielo, y Puck pestañea un poco, porque aún no esta seguro sobre ese maldito Príncipe Encantador, pero en el universo mental de Noah Puckerman uno no puede llevar esa remera y ser malo del todo.
Karofsky/Sam.
No han limado aún del todo las asperezas de la pelea del año pasado, y Dave puede sentir la tensión no dicha como si fuera un ente físico; se llevan bien, comparten muchas cosas y tienen una manera de ver el mundo muy similar; hablan de Avatar (más bien Dave se rie un poco mientras Sam se derrite hablando sobre la película), sobre videojuegos, sobre comics y superhéroes; la pasan bien y hasta podría decirse que son amigos, aunque eviten hablar del Glee Club y eviten el nombre de Kurt Hummel como si se tratase de la peste. Dave se pregunta si por la cabeza de Sam pasaran las mismas dudas y las mismas inseguridades con las que él lleva años lidiando, y se pregunta si tal vez eso les sserviría de punto de apoyo, de piedra de toque para esa relación que a veces parece tan etérea y tan a punto de desmoronarse; pero en lugar de preguntárselo, gruñe un poco, en la señal universal de Pásame las palomitas, porque los hombres no hablan de sentimientos ni se preguntan esas gilipolleces, porque Dave no es un marica, aunque a veces se muera por los huesos de Kurt Hummel y le guste más pasar tiempo con Sam Evans que con cualquier animadora de turno.