Reto: Loco
Fandom: Harry Potter
Personajes: Gabrielle Delacour. Ginevra Weasley. Luna Lovegood.
Título: Cada loco con su tema
Extensión: 1028 palabras- que harían un total hipotético de 1171 para el
quinesob Advertencias: Femslash. Nada escandaloso.
Gabrielle soltó la pluma con la cual había estado escribiendo en su diario durante largo rato y suspiró. Simuló mirar nostálgicamente por la ventana que mostraba el maravilloso milagro de un atardecer rosa que se iba transformando en naranja, para luego ser un dorado de paleta. La medio veela ni se percató: estaba observando a su maravilla personal por el rabillo del ojo.
- No sé por qué repentinamente me siento tan cansada.- Comentó en voz alta, intentando sonar casual.
- Es la hora del día, Gabrielle. Es perfectamente natural.- El comentario provenía de una mujer sentada en un escritorio, aparentemente leyendo, dándole la espalda a la francesa. Una larga melena rubia le llegaba prácticamente hasta la cintura.
Gabrielle suspiró y, esta vez, el suspiro no fue fingido.
- ¿No piensas que quizás sea culpa de los smurgles?- Preguntó tentativamente, con la voz temblorosa.
Luna se volteó y bajó el puente de sus anteojos de leer hasta la punta de su nariz. Pese a la presbicia, veía perfectamente de lejos, y en ese momento quería ver a su pareja con completa nitidez. Gabrielle le estaba preocupando.
- No tengo idea de qué me estás hablando, Gab.
Gabrielle respiró profundo y contó lentamente de diez a cero con los ojos cerrados, tratando de juntar el coraje necesario para hacer lo que debía hacerse.
- Ginny, ¿te puedo pedir algo?
La pelirroja pareció momentáneamente sorprendida por la inquisición, pero enseguida recuperó la compostura.
- Claro, será un placer Gabrielle.- Y sonrió levemente, provocando que dos pequeños hoyuelos se formaran en sus mejillas. Y la francesa tuvo que agarrarse con fuerza del borde de la mesa para que no se le doblaran las rodillas.
Ginny sonreía, y era solo un gesto de buena voluntad, pero para ella era como si variara el eje de rotación de la Tierra. Ginny sonreía y su sonrisa era el recuerdo del olor a flores y a fruta madura, de los besos suaves y de las manos que se cuelan por entre los botones de la blusa. Ginny sonreía y su sonrisa era el recuerdo de la juventud y del descubrimiento de su sexualidad. Prefería no pensar en que la sonrisa de Ginny traía, también, el recuerdo inexorable del primer desengaño y de las lágrimas más amargas que recordaba haber llorado. Prefería ver la botella medio llena.
El efecto devastador que Ginny aún poseía sobre ella la tomó por sorpresa. Dudó, el elaborado plan que había armado en su mente se había desvanecido como por arte de magia. Se mordió la parte interna de la mejilla y decidió que lo mejor era soltar la bomba, sin anestesia.
- Quiero que te acuestes con Luna.
Ginny se atragantó con el vaso de cerveza de mantequilla que estaba tomando.
- ¿Perdona?
- Así como lo oyes.
Ginny la miró con ojos desorbitados, como si, repentinamente, la chiflada hubiera sido ella y no Luna. Y tal vez así fuera.
- Gabrielle, mira, creo que no hace falta que te lo explique, pero Harry y yo- Touché. Auch. Si, definitivamente todavía dolía.- estamos pasando por el mejor momento de nuestra relación. No puedo darme el lujo de arruinarlo por una cosa así. Además, no entiendo el sentido de este extraño pedido. Lo asiento.
Gabrielle apretó los puños con tanta fuerza que se hacía daño con las uñas en las palmas de las manos.
- Mira, Ginny. No me causa ninguna gracia pedirte esto. No me causa ninguna gracia pedirte nada.- Y hubiera querido evitar el tono de resentimiento evidente en su voz, pero era algo más poderoso que ella. Era algo que estallaba en su pecho y llenaba de esquirlas a cualquiera que entrara en su campo sentimental. Notó el dolor en los ojos de Ginny. No lo importó.- Pero Luna es lo más importante que tengo. Luna es lo mejor que me pasó en la vida. Y no puedo soportar verla así. Pasé con ella los mejores años de mi vida- lamiéndonos mutuamente las heridas que nos dejaste, hubiera querido decir, pero por supuesto que no podía.- y quiero hacer por ella al menos algo de todo lo que ella hizo por mi. Tiemblo de rabia de solo pensar que le pongas una mano encima, pero le he dado muchas vueltas al asunto, y la clave siempre terminas siendo tu, Ginny.- Se sentó. Las piernas ya no la sostenían. Ginny no se movió, pero algo parecía haber comenzado a reblandecerse en sus ojos.- Supongo que el cambio fue gradual, y yo no fui lo suficientemente perceptiva como para notarlo, porque a mi me tomó por sorpresa como un baldazo de agua fría. Luna ya no es Luna, Ginny. No más ingenuidad, no más credulidad, no más criaturas maravillosas y absurdas, no más percepciones ligeramente paranormales, no más ojos soñadores, no más besos de hadas, no más misticismo, no más magia. Ahora Luna es tan seria, correcta y aburrida como McGonagall. Y la sigo amando, Ginny. No te lo voy a negar. Pero daría lo que fuera por tener a la vieja Luna.- Bajó la vista, le temblaron las manos.- Hasta te daría a Luna si con eso pensara que voy a hacerla volver.- Alzó súbitamente la vista, la tomó suplicantemente de las manos.- ¡Acuéstate con ella, Ginny por favor! Eres la juventud, eres el sueño, eres el encanto de lo prohibido. Por favor, Ginny, tienes que ayudarme.- Y unas cuantas lágrimas silenciosas comenzaron a deslizarse por sus mejillas de porcelana.
Ginny retiró sus manos de entre las de Gabrielle negando tristemente con la cabeza.
- No puedo, Gabrielle. No puedo porque no quiero, no puedo porque se lo debo a Harry, no puedo porque se que no tengo el poder necesario para hacerlo. No puedo devolverle su juventud, porque a duras penas me quedan retazos de la mía.- Estiró una mano y le acarició la mejilla apenas con la yema de los dedos, provocando que Gabrielle se estremeciera.- Si alguien puede hacer algo por ella, esa solo eres tu, Gabrielle. Combate cordura con locura. Eres la única que tiene la llave para llegar a la antigua Luna. ¿Y quién sabe? Quizás descubras que Luna es más loca siendo cuerda.