Tabla: Momentos
Fandom: Harry Potter
Claim: Gabrielle Delacour.
Personajes: Neville Longbottom; Gabrielle Delacour
Tema: #28 Afecto
Extensión: 391 palabras
Advertencias: Ninguna
Notas: Basado en el siguiente fragmento de Desmond Harris: ¿Por qué los hombres las prefieren rubias? Parte del atractivo de las rubias reside en la delicadeza de su pelo. La excepcional ligereza de los mechones rubios los hace más suaves al tacto y por lo tanto más sensuales en los momentos del contacto corporal íntimo. Entre los dedos que acarician, o contra la mejilla masculina, la suavidad del cabello recuerda la suavidad de la redondeada carne femenina. Así que en ese sentido se puede decir que las rubias son más femeninas que las pelirrojas o las morenas. Y hay otra ventaja: ser rubia da una imagen más infantil que ser morena, lo cual aumenta el atractivo sexual, al transmitir señales de “cuida de mi”. La razón por la que lo rubio sugiere juventud es que en un gran sector de la humanidad los niños cuando son pequeños suelen ser más claritos que sus padres, por lo que “ojitos azules” y “ricitos rubios” indefectiblemente se asocian con la infancia.
A primera vista parecía que atraía por el simple hecho de su sangre veela. Porque era sensual, glamorosa, llamativa, maravillosa, perfecta. Atractiva, en una sola palabra, y sin miedo a ser redundante.
Pero con el tiempo uno se iba dando cuenta de que había muchísimas más cosas atrás de la simple fachada que Gabrielle ofrecía. Había mucho más que lo que era intrínseco al carácter fascinante pero bestial de las veelas. Afortunadamente, había mucho de mujer y de niña en ella, como para contrarrestar el efecto fatal.
A Neville le gustaba fantasear con que una gran parte del atractivo se lo daba el hecho de ser rubia.
Por un lado, porque el hecho de que fuera rubia la volvía más femenina, más delicada, más sensual. Neville no tenía nada en contra de las morenas y Ginny Weasley había sido uno de los grandes amores de su vida- por lo que tampoco se podía aducir que tenía encono contra las pelirrojas-, pero desde tiempos inmemoriales, la humanidad las había preferido rubias. El hombre su curtía y se doraba al sol, mientras la mujer se quedaba recluida en casa cuidando de los hijos y conservaba impoluta su blanca piel de terciopelo. Neville se avergonzaba un poco de esa idea machista, pero era un pensamiento ancestral muy grabado a fuego en el subconsciente.
Por otro lado, el hecho de ser rubia sumaba muchos puntos a esa idea que Gabrielle daba en general de ser una niña. Tenía ese aspecto angelical e infantil a los ocho años- lo que era razonable- cuando Neville la había conocido, y no había cambiado ni un poquito diez años después. Neville sabía que, así como en Harry, había en él una veta de héroe reprimido, y sentía la necesidad de que lo necesitasen, de saber que ella necesitaba su protección y su cuidado para estar bien.
A Neville le gustaba fantasear con que Gabrielle despertaba afecto y admiración en los demás porque era rubia por los motivos por los cuales a él le gustaba que fuera rubia- porque eso le permitía pensar que los demás podrían encontrar igual sosiego en otra rubia que en ella, porque él sentía afecto, admiración y tantas otras cosas por Gabrielle porque era Gabrielle, no porque era rubia, y no soportaba siquiera la idea de pensar que alguien más podría querer quitársela… y conseguirlo.