Tabla: 30 frases
Fandom: Bailemos- Original
Claim: Gabriel/Amanda
Personajes: Idem.
Tema: #15 No te entiendo
Nº de palabras: 472
Notas: Emmm... Me enamoré de este fandom. Y eso. Cabe aclarar que Gabriel y Amanda son amiguísimos (aparte de pareja de baile).
Advertencias: Ninguna.
Ella sabía que él la quería. Tal vez no del modo en que ella lo quería; tal vez no del modo en que ella hubiera querido- y hasta necesitado- que él la quisiera; tal vez no del modo en que ella hubiera merecido que la quisieran. Pero la quería.
¿Por qué entonces ese desapego, ese rechazo, incluso esa pseudo ciclotimia? ¿Por qué esa variación de ánimo, esa variación de trato, esa incertidumbre, esa tortura?
Si había algo que Amanda no soportaba, y todo el mundo lo sabía- y quizás Gabriel mejor que nadie- era la intriga. Y, mal que mal, aquella situación degeneraba en una especie de intriga: ¿cómo saber cómo elegiría actuar cada día, cada encuentro, cada segundo? ¿Cómo prepararse para responder, para corresponder, incluso para no largarse a llorar ante una inesperada reacción adversa?
¿Por qué había días en que la abrazaba hasta casi asfixiarla, la cubría de besos, la acariciaba hasta hacerla estremecerse, le decía al oído que ella era un maravilla, que nunca podría agradecerle todo lo que había hecho por él, que le había cambiado la vida? Y, especialmente, esa sensación de estar flotando cuando bailaba con él. Esa sensación de que él hacía todo lo que hacía con la única finalidad de darle placer. Y era maravilloso. Era casi como imaginaba que sería hacer el amor con él. Y Amanda suspiraba, se extasiaba, se enamoraba a cada vuelta un poquitito más. Y le perdonaba todo, absolutamente todo. ¿Cómo no hacerlo cuando él le hacía sentir que incluso cada inhalación suya tenía sentido por ella?
Y otras, en cambio- otras tantas- la trataba con indiferencia, con frialdad, casi con rudeza. La denigraba, la insultaba- no abiertamente, pero así se sentía ella-, la rebajaba, la rechazaba. La hacía sentir que no tenía ninguna clase de preeminencia en su vida, que no existía. Porque Amanda quizás hubiera preferido ser un número negativo, pero la verdad era que se sentía como un cero a la izquierda. Y detestaba ese sentimiento. Pero lo que más detestaba era que él la privara de ese placer que ella tanto añoraba: que la dejara sin bailar. (Y, además, aunque a veces se sintiera egocéntrica pensándolo, la verdad era que él no disfrutaba tanto bailar con otras como con ella).
Y cuándo se cansaba de dar vueltas inútiles con otra, sin lograr nunca el sentimiento que ella era capaz de despertar en él, volvía a Amanda con el rabo entre las piernas, el orgullo herido y el amor potenciado. Y era un círculo vicioso de nunca acabarse.
Porque el verdadero problema residía en Amanda. Por muchos planteos y desplantes que él le hiciera, era ella la que nunca podría cambiarlo por otro, y no sólo porque estaba enamorada de él hasta las pestañas: porque también para ella el sentimiento que él le despertaba era único.