Fandom: Harry Potter
Título: Hello (segunda parte)
Personajes: Hermione Granger; Harry Potter.
Nº de palabras: 1476 (que hacen un total de 3357 para el
quinesob)
Notas: Primera parte
por aquí. Creo que está al menos un poco confuso. Cualquier cosa, pregunten.
Advertencias: AU (chau sexto y séptimo libro)
Has no one told you she is not breathing?
Hello, I’m your mind, giving you someone to talk to.
Hello.
¿Nadie te ha dicho que ella no está respirando?
Hola, soy tu mente dándote alguien con quien hablar.
Hola.
Hermione sintió como todos los músculos de su cuerpo se tensaban de manera refleja. Estaba pensando posibilidades de escapar, de llevar de manera invisible la mano a su bolsillo para poder tomar la varita- que, con la agitación del momento, ya había olvidado que era inexistente- y repentinamente, todo fue tan sencillo, tan claro, tan natural, que Hermione tuvo ganas de golpearse por el inútil mal trago que había pasado.
- ¿Hermione?
Y la varita que ejercía tanta presión sobre su cuello que ya dolía cayó al suelo ante el inocultable temblor de la mano que la sujetaba. Y también sus manos temblaron al reconocer aquella voz- ¿cómo no reconocerla, cuando había sido pan y agua de su vida durante más de diez años? -, y recordar de repente- ¿cómo había podido olvidarlo, aunque más no fuera que por un instante?- cual era el verdadero motivo de que se encontrara en aquel lugar.
Cerró los ojos- no se sentía capaz de mirarlo a la cara, al menos no tan pronto, y después de tanto tiempo- antes de contestar con voz trémula, aunque sabía que la pregunta había sido prácticamente retórica.
- Si.
- Dios mío.- Oyó como algo (alguien) se desplomaba a su lado, y apretó los párpados aún más fuerte- Dios mío.- Y Hermione hubiera puesto las manos en el fuego porque Harry estaba pasándose las manos por entre la melena azabache, desordenándola aún más de lo que era normal.- ¿Qué demonios estás haciendo aquí? Me diste un susto de muerte. Quien sabe que hubiera sucedido si no me hubiera dado cuenta a tiempo de que…- Los labios le temblaron. Hermione se estremeció. No solo por la posibilidad que él estaba esclareciendo, sino solo por el simple hecho de hablar de ella. La vida de ambos había sido demasiado funesta como para que además se dieran el lujo de hablar de aquello tan a la ligera.
- No lo digas, Harry.- Y abrió los ojos, tan lento que era casi doloroso. Efectivamente, Harry estaba tumbado a su lado en el suelo, sujetándose la cabeza con las manos, como si temiera que huyeran sus ideas-o sus temores, o sus sueños, o su cordura. Él no la estaba mirando, y ella creyó adivinar el por qué. Debían padecer de lo mismo: mirarse el uno en el otro era como poner los ojos en una luz más brillante de lo que se podía soportar. Sin embargo, y pese a todo lo que había pasado- y a Hermione le temblaban las manos de solo pensar de aquella manera- era exactamente el mismo que ella atesoraba en su recuerdo con tanto esmero: ojos verde brillante, cabello azabache, piernas largas, postura desgarbada.- No lo digas.
Se hizo un silencio largo, durante el cual ninguno de los dos se movió. Harry ocultaba su rostro entre las manos, y Hermione tenía la mirada perdida en el vacío. Se estremeció cuando sintió el brazo de él rodeando su cintura.
- Demonios, Hermione. Demonios.- Y escondió su rostro en su hombro, entre su pelo, y la estrechaba más y más fuerte por la cintura.- No te haces una mínima idea de lo que te he extrañado.
No pudo evitar que se le escapara una sonrisa. Forzada y triste, pero sonrisa al fin y al cabo.
- Claro que sé como te sentiste, idiota. Porque yo me sentí igual, o peor.
Se abrazaron un rato largo, refugiándose el uno en el otro, en su calor, en su perfume, en aquella esencia que siempre habían sentido tan similar y tan hermana. Sólo cuando Harry alzó apenas la cabeza- haciéndole cosquillas con el cabello en la punta de la nariz-, Hermione fue verdaderamente consciente de que no tenían diecisiete años, y de que aunque el reencuentro hubiese sido idílico- considerándolo de un modo más que muy singular-, nada, ni siquiera su amistad, podía ser igual a lo que había sido- y hubiera podido ser, si el destino no se hubiera ensañado con ellos con los dientes apretados y los ojos entrecerrados de malicia. Y, paradójicamente, había sido a causa de un recuerdo- que creía haber purgado de su memoria, pero como todo lo relacionado con Ron, no era más que una falacia, que un autoengaño- que había vuelto a caer duramente en la realidad.
Porque estando los dos recostados en el suelo, abrazados como dos cachorros, no había podido evitar pensar en aquella situación vertiginosa de celos, gritos y culpa, que había comenzado con Ron encontrándolos en la misma situación, y que había terminado- felizmente- con Ron admitiendo que si no entendía como Harry podía verla como a una hermana, era porque él mismo no la veía para nada fraternalmente.
Le parecía algo patético- y sumamente vergonzoso- pero no pudo evitar que se le escapara una lágrima con la cabeza escondida en el cuello de Harry. Él la separó un poco, lo suficiente como para poder mirarla a la cara, aunque ella rehuyó sus ojos.
- ¿Hermione? ¿Estás llorando?
¿Hubiera servido de algo decirle que no, con la voz tomada y temblorosa, con los ojos húmedos y brillantes, con las lágrimas que resbalaban por su mejilla y mojaban el hombro de él? Y como no tenía sentido mentirle, prefirió quedarse callada.
- ¿Qué sucede? Me estás preocupando.
Alzó una mano y le señaló el único árbol del cual tenían una visión completa desde aquella posición. Seguramente, tampoco Harry había olvidado aquella vez en la que Ron le rompió los lentes de un puñetazo, para abrazarlo inmediatamente después, y decirle que, joder, por qué había tenido que ir a enamorarse justo de su hermana menor, pero que en realidad era mejor él que cualquier otro. Era mucho mejor apelar a la memoria común que someterse a la tortura de pronunciar su nombre en voz alta (porque en su cabeza no dejaba nunca de sonar como un eco interminable).
- Ah.- Se hizo un silencio tenso, incómodo. Hermione continuaba llorando, pero Harry ya no la acariciaba, y ya no buscaba los ojos de ella. Tenía la mirada perdida en el vacío.- ¿Cómo está?
- Igual que siempre.
- ¿Segura?
Hermione tembló.
- No. O si. No sé. Hace dos años que no lo veo, Harry.
Él tensó los músculos, y ella comprendió que le estaba pidiendo que se alejara.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? No soy Neville, Harry. No tengo su carácter tan admirable, su fortaleza de espíritu. Yo no podría sentarme en la sala de visitas de San Mungo todos los domingos, y mirarlo con ojos lánguidos. No toleraría que me regalara envoltorios de chicles, y no recordara mi nombre, ni lo que signifiqué en su vida. Ni su vida. No es Ron. Es simplemente una sombra de Ron, una cáscara. Ojalá hubiera muerto.- Y el llanto se volvió tan copioso que no pudo continuar hablando, y tuvo que ocultar el rostro entre las manos. Pero, a la vez, sentía un ligero alivio. Llevaba meses pensando en esa posibilidad- siendo torturada por ella, más bien-, pero hasta aquel momento no se había animado a pronunciarla en voz alta.
Harry se apartó de ella bruscamente, y se puso de pie, dándole la espalda.
- No vuelvas a decir eso nunca más.
- Harry, yo…
- No, Hermione. Tú no tienes idea de que lo es perder, verdaderamente perder a alguien que amas. No puedes hablar sobre eso.
El llanto de ella se volvió casi histérico.
- ¿Crees que no? ¿Crees que eso es tenerlo? ¿Crees que vive, sólo porque está vivo? No sabes lo equivocado que estás. ¿Crees que no me duele?
Harry se cruzo de brazos.
- Si, supongo que te duele. Porque a mi también me duele. Pero mis padres, Hermione. Mis padres. Mi padrino. Tú no sabes como se sienta que muera alguien a quien amas.
Ella se puso de pie también. Le temblaba cada músculo del cuerpo. Nunca hubiera pensado que podría ser capaz de decir lo que estaba por decir.
- Mira, Harry, sé que tu también perdiste a Ginny en esta guerra, pero eso no te da derecho a…
- Yo no perdí a Ginny.- La voz de él era seca. Terminante. Casi glacial.
Una Hermione en completa tranquilidad no hubiera intentado tratar con tan poco tacto un tema delicado, que implicaba como mínimo una negación psicológica seria. Pero una Hermione invadida por el dolor inefable de la perdida de Ron no era- no podía ser- una Hermione en sus completos cabales.
- ¡Ginny está muerta, Harry! ¡Muerta! ¡Tienes que aceptarlo! Ginny está muerta, y Ron está loco, ¿acaso no lo ves?
Él se volteó con tanta rapidez que ella casi no lo vio. La tomó del antebrazo y se lo retorció con tanta fuerza que la hizo gritar.
- ¡Cállate!- La soltó. Se miraron a los ojos, resentidos y tristes.- No entiendes nada, Hermione, no sabes nada. ¿Para qué hablas?