Título: en el río suenan cantos de sirena (todavía te despiertan)
Personajes: Cora Hale, Lydia Martin, Derek Hale, Allison Argent, Chris Argent, Deaton.
Resumen: Algo mata a Peter Hale. Parece el fin de la historia, un final feliz para todos menos el implicado, pero poco a poco Cora descubre que probablemente no es más que el comienzo.
Notas: Me ha costado tres intentos y pequeño mental breakdown escribir este fic. No lo habría conseguido sin dos o tres personas, a cuyo hand holding debo un montón. Es una interpretación un poco libre de uno de los prompts que dejaste, pero he intentado mantener el espíritu de la idea, y espero que te guste.
La historia termina así:
Lydia en el suelo, gritando aterrada, su voz atravesando el bosque con la facilidad de un cuchillo caliente cortando mantequilla. Tiene sangre en las uñas y la cara sucia de barro y lágrimas, y su maquillaje es poco más que un par de cercos negros alrededor de los ojos.
Delante de ella, Cora, más lobo que mujer, entre el cadáver de Peter y Lydia, entre Lydia y el mundo, entre el mundo y la criatura, que enseña dientes manchados de sangre y cruje sus rugidos. Es más árbol que animal, con largos brazos de corteza y flores creciendo en los nudillos, racimos de bayas rojas en su cabeza, y un ojo, blanco y grande y en medio de la frente, que mira sin ver pero no se pierde nada.
-Es un tejo - susurra Lydia con voz entrecortada -, ¿por qué es un tejo?
Y Cora quiere preguntar, “¿Qué?” y “¿Cómo?” arañándole la garganta, pero entonces la bestia salta y la tira contra un árbol, y aparece la caballería en la forma de Allison Argent y una flecha que hace estallar a la bestia en llamas.
Cierra los ojos y pierde la conciencia, y cuando se despierta, un par de horas más tarde, está bastante segura de que la cara preocupada de su hermano equivale a los créditos que siguen al final de la película.
Para Peter, sin embargo, es la meta. Para Peter, la criatura significa volver a morir, y Allison Argent y Derek se aseguran de que permanezca muerto. Desaparecen a la mañana siguiente. Se suben en el coche de su hermano con un bidón lleno de gasolina y cuando vuelven, huelen a humo y tienen las rodillas manchadas de ceniza y barro.
Allison y Derek no se odian, no, pero ella no perdona y él no olvida, así que Cora pilla el mensaje y se abstiene de preguntar, mantiene la boca cerrada por primera vez en su vida.
* * *
Cora no sabe cómo empieza la historia. Tampoco sabe el papel de Lydia Martin en ella, a pesar de que ha escuchado las historias, de que sabe el tipo de hombre que era Peter Hale. No le cuesta demasiado imaginarse una venganza, menos aún olvidar que compartían sangre.
Quizá la historia comenzó con el despertar del nemeton, o con la vuelta de Derek y Laura, el caos que desató Peter asesinando a ésta última, pero a Cora siempre le ha gustado la la justicia poética. Le gusta la sensación de simetría, el hecho de que tanto el alfa y el omega puedan estar en dentro de uno; es una forma de tomar responsabilidad de tus actos, y de mantener la libertad incluso si pierdes el control de tu propia mente.
Durante una temporada, acepta la muerte de Peter como consecuencia lógica del tipo de vida que llevó, y sigue con la suya. El invierno se transforma poco a poco en primavera, desaparece el frío y llega la lluvia. El bosque se llena de flores, abejas y senderistas, recupera de nuevo el color verde, y Cora empieza a salir a correr por las mañanas, después de meses y meses en los que el frío, la oscuridad y la amenaza de más monstruos como el que acabó con Peter Hale convirtieron el bosque en un terreno peligroso.
Aún no saben qué fue, pero han pasado meses, y poco a poco su recuerdo se ha transformado en una parte más de la historia de Beacon Hills y la sensación de miedo e incertidumbre ha desaparecido.
Por las mañanas, el bosque está tranquilo, prácticamente vacío. No hay nadie que pueda interrumpir a Cora, que corre hasta que le tiemblan las piernas, silenciosa como un fantasma, poco más que un borrón que levanta nubes de hojas secas. Corre con furia, en silencio, solo ella y el bosque y el aire frío y limpio de la mañana.
Necesita esas carreras para liberar tensión antes de ir al instituto y pasar allí sentada durante más de ocho horas, para soltar los músculos y no arrancarle la cabeza a nadie solo porque le ha mirado durante más de dos segundos seguidos.
Evita la zona del nemeton, por supuesto. No es complicado: el olor a viejo y a ciénaga, el espacio de vacío que resalta en el campo sonoro del bosque como si hubiera sido arrasado como un incendio, es inconfundible.
Son pocos metros cuadrados de frío y sombra, de árboles demasiado anchos y demasiado juntos, de bruma que no desaparece del todo y barro que se te pega a las botas, una puerta a otro lugar y a otro tiempo.
Nadie sabe qué hace el nemeton en California, ni quién lo trajo de Europa, ni por qué. Pero lleva años allí, en un rincón del bosque de los Hale. Y hay veces que Cora no puede evitar preguntárselo.
¿Qué fue primero? ¿El bosque o el nemeton? ¿El nemeton o los Hale?
Pasa corriendo todos los días por el límite entre la zona del nemeton y el resto del bosque, y a veces cree escuchar voces o ver figuras alrededor, o encima del tocón del árbol. Fantasmas de niebla y luz, que le dan la espalda, siempre le dan la espalda, que no huelen a nada y que siempre distingue mejor si les observa por el rabillo del ojo.
Si a veces cree verles desde la ventana de su habitación, si en ocasiones sueña con sombras de dedos fríos y al levantarse los cristales de las ventanas están mojados por dentro, es cosa suya.
Y probablemente también de las figuras del nemeton, supone.
Una mañana de principios de abril encuentra a Lydia Martin de pie delante del nemeton. Va descalza, en pijama, y su pelo, normalmente brillante y bien cuidado, está lleno de nudos y de ramitas.
Cora recuerda al monstruo, pero ahoga el miedo y cruza el claro hasta que llega hasta ella. Lydia escucha el crujir de las hojas bajo sus deportivas, y se gira a mirarla, los ojos muy abiertos.
-¿Qué haces aquí? - le pregunta Cora. Intenta respirar, pero se siente como si sus pulmones fueran demasiado pequeños.
-No lo sé - contesta. Cruza los brazos, en un gesto que parece inconsciente, y exhala un par de veces. Tiene los ojos húmedos, y cuando habla, le tiembla un poco la voz -. Pero sería un detalle que se terminara esto de despertarme en el bosque sin saber cómo he llegado hasta aquí.
* * *
Cora la lleva a casa. Le da la sudadera que se pone para ir a correr, a pesar de que está manchada de sudor, y la lleva al piso que comparte con Derek, que cuando llegan está allí esperándolas, alto e imponente y con su mejor ceño en la cara.
No dice una palabra. Desaparece mientras Cora conduce a Lydia a su habitación y le da algo de ropa, y cuando salen las espera en la cocina. Le ofrece una taza de té a Lydia, que ella toma sin decir una palabra, pálida y pequeña en un jersey demasiado grande, y se apoya en la encimera mientras ella se lo bebe, sentada en una de las mesas incómodas de la cocina.
-He llamado a los Argent - dice entonces, pillando por sorpresa a Cora, que se gira a mirarle, otra taza de té en las manos. Lydia no parece sorprendida. Asiente, la cabeza gacha y despeinada, y el silencio inunda la cocina.
Minutos después alguien llama a la puerta, y en instantes Allison Argent aparece en la cocina. Agarra a Lydia en un abrazo feroz. Durante un segundo, ella se queda rígida. Luego deja con delicadeza la taza en la mesa de la cocina y se lo devuelve, sus manos, pequeñas y con las uñas pintadas de rosa aferrándose con tanta fuerza al abrigo de Allison que los nudillos se le quedan blancos.
Alguien carraspea desde la puerta. Chris Argent, serio y algo incómodo, está en la entrada de la cocina. Cora escucha a su hermano coger las llaves del coche del lugar en el que suele dejarlas, en el aparador de la entrada, y se levanta de la silla.
-Deaton nos espera en la clínica - dice, y Cora coge su taza y la de Lydia y las deja en el fregadero.
Van en dos coches, por un lado Derek y Cora en el Camaro de éste, y por otro, Allison, Lydia y el señor Argent en su todoterreno. El viaje hasta allí es corto, apenas diez minutos. A Cora se le hace eterno.
-¿Por qué estabas cerca del nemeton? - a veces Derek quiere actuar como si fuera su hermano mayor. Es muy confuso para todas las partes implicadas y normalmente alguien acaba haciéndose daño.
-No estaba cerca del nemeton - Cora ve cómo Derek alza las cejas, poco impresionado. Deja que el silencio se estire durante unos minutos, hasta que no puede más. Impaciente y algo molesta, se explica a regañadientes -. El sendero que sigo cuando corro rodea parte del claro. Pero está lejos.
-Oh, desde luego, diez metros es muy, muy lejos - replica Derek, sarcástico -. Sobre todo si eres, no sé, una hormiga.
Cora sube los pies al asiento y se abraza las rodillas, apoya la frente en la ventana. Puede ver la clínica, al final de la calle. No son ni las nueve, pero brilla alegre a la luz de la mañana. En poco tiempo, Derek ya ha aparcado al lado de la puerta, y él y Cora observan cómo Chris Argent hace lo mismo. En la parte de atrás de su coche se puede ver a Lydia y a Allison, abrazadas, la cabeza de la primera en el hombro de la segunda.
-Cora - Derek la está mirando de frente, la mano en la puerta del coche, a punto de salir. Tiene el ceño fruncido y la mandíbula apretada, y de pronto le parece muy joven. Cora baja la mirada.
-Lo siento - no le dice que no volverá a suceder, porque sería mentira. Pero le mira a los ojos, intenta hacerle comprender -. No tienes que cuidar de mí.
-Ya - contesta, y le sonríe, pequeño y casi invisible -. Pero soy tu hermano.
* * *
Cuando salen del coche, Deaton ya ha abierto la puerta, y les indica que pasen con un ademán. El interior de la clínica está cálido. Huele a productos de limpieza, y por debajo, a pelo de animal y a enfermedad. Les guía por un pasillo hasta llegar a la parte de atrás, a un pequeño despacho en el que se reúnen todos. Él se sienta detrás de la mesa, y luego les mira durante unos instantes eternos, hasta que Lydia se separa del lado de Allison y se coloca frente a la mesa.
Le mira a los ojos, y luego pregunta.
-¿Por qué sigue pasándome esto?
Deaton parece confundido durante un segundo. Luego niega la cabeza, muy serio.
-No lo sé.
-Pero tienes teorías.
-Tengo teorías.
Lydia frunce el ceño. Está palida y ojerosa, pero sus ojos verdes se fijan en todo. Cora cree ver cómo se mueven los pensamientos en su cerebro.
-Bueno, ¿qué teorías son esas? - interrumpe Allison. Su padre le pone una mano en el hombro, pero ella avanza un par de pasos hasta ponerse junto a Lydia. No la toca, pero se coloca lo bastante cerca como para rozarla con el hombro, si alguna de las dos se moviera.
-Como ya sabéis, el nemeton es un lugar sagrado, un lugar de gran poder. El sacrificio que realizasteis hace tantos meses le despertó. Os dije que atraería a distintas criaturas - Deaton mira a Lydia, solo a Lydia, a pesar de que se dirige a toda la habitación -. Lo que mató a Peter Hale era una y tú, Lydia Martin, eres otra.
A su espalda, Cora puede ver cómo Lydia aprieta los puños. Sin embargo, cuando habla mantiene la compostura, a pesar del sarcasmo que empapa su voz.
-¿Es porque soy una banshee, entonces? Todo - no se le rompe la voz, pero Cora escucha cómo se quiebra la máscara de ironía y desdén que lleva en el rostro - lo que me ha pasado en los dos últimos años es porque soy una maldita banshee, y nadie se había dado cuenta? ¿Voy a tener que pasar de nuevo por cosas… cosas como esta, o como lo que me hizo Peter Hale, solo porque soy una maldita banshee?
Deaton guarda silencio durante unos segundos antes de hablar, y cuando lo hace, Cora juraría que está sonriendo.
-Bueno, por Peter Hale ya no te tienes que preocupar, al menos.
* * *
Cora se intenta convencer de que la historia termina, pero el nemeton no desaparece, y las figuras que lo rodean no se van a ningún sitio.
Ella consigue acabar el curso con unas notas aceptables, al menos, y poco a poco la rutina vuelve a Beacon Hills. El pueblo vuelve a convertirse en el centro de todo lo aburrido y lo paranormal, Derek consigue un trabajo escribiendo reseñas de libros para una revista local, y Lydia Martin, por su parte, hace como si no hubiera pasado nada pero empieza a ir casi siempre de verde.
fin.