May 21, 2007 19:13
Cuando alguien me resulta especialmente molesto, ya sea porque grita mucho, porque es demasiado feo, demasiado guapo o porque no me cae bien de primeras, imagino su muerte. Corrijo: imagino cómo le mataría. Siempre son maneras cruentas, la mayoría de las veces con un cuchillo o un arma arrojadiza. Suele haber muchas vísceras y mucha petición de piedad. Cuando mato a más de uno a la vez, es una celebración. A los niños procuro darles un golpe en la nuca, que me dan más lástima. Con los viejos, me deleito arrancándoles la lengua para, después, improvisar. Con todos los demás, uso bastante más la imaginación.
Finalmente, entre tanto bullicio, me siento más sola. Y con la soledad, llega la ansiada tranquilidad.