¡Hola Gente!
¡Y ya estamos en la penúltima entrega! Gracias a
sara_f_black por ser mi beta, y mirarlo en una carrera ayer en la noche cuando lo terminé. Y a ustedes por seguir queriendo a esta historia y personajes, que me dan las ganas de seguir escribiéndola.
¡A lo que vinimos!
Disclaimer: Los personajes Borin y Omagi son propiedad de los productores de NCIS, Shane Brennan, Gary Glasberg y el guionista de ese capítulo: Lee David Zlotoff.
5
Quitando máscaras
XXV.
La imagen de la fotografía del permiso de conducir de William Mack estaba en el monitor derecho del escritorio de O`Connor. Y, en dos de los tres que él tenía a su disposición, habían varias ventanas abiertas con todo tipo de información en documentos.
Omagi y Ríos estaban sentados a unas sillas, tomando café ella y té frío él y comiendo galletas; a la vez, miraban sin mirar la información. Ambos parecían estar cansados. La agente tenía una cola alta desarreglada y cabellos cayéndole en el rostro, y Omagi se había desajustado la corbata y quitado su saco.
O`Connor tragó de la galleta y dijo:
-William Dagobert Mack, 47 años de edad. Nacido en Mississippi y residente de ahí hasta hace tres años y dos meses. Tengo más información, pero lo importante es esto: Su esposa Amy Mack, nacida Adams, con la que estuvo casada diecisiete años, fue a parar a emergencias seis veces en los últimos cinco años de su vida por heridas de cierta gravedad. Todas esas veces, argumentó que sus heridas eran a causa de accidentes, pero cuando murió por una «caída» -y O`Connor hizo las comillas con las manos- los familiares de Amy y vecino del pueblo de Tutwiler en Mississippi creyeron que su esposo la había matado a golpes.
-¡Vaya! -dijo Omagi, que hasta ese momento parecía estar más concentrado en su té y galletas.
Ríos solo se había adelantado un poco en la silla, tratando de leer del informe que O`Connor tenía, con una mirada brillante, seria y tristona a la vez.
-¿Pero no hay alguna queja por violencia doméstica, verdad? -Lo dijo con un tono casi que desesperado por encontrar alguna salida a la evidencia.
El rubio negó.
-Pero tampoco es que sea raro que hayan casos de violencia sin denuncias. Como sea, los familiares y vecinos insistieron en que lo investigaran. Sin embargo, no encontraron nada, o no buscaron más porque el… ¡RAYOS! ¡DIOS!
Eso último lo exclamó mientras cerraba los ojos, se encorvaba sobre sí mismo y llevaba una mano a uno de sus ojos. Se le había metido una basurilla en el ojo, y como llevaba lentes de contacto, le dolía más. Pero Omagi y Ríos no se impresionaron mucho por eso. De hecho, el agente especial se levantó de la silla y, mientras la morena intentaba hacer que O`Connor alejara las manos para soplarle en el ojo, miró un poco la información.
Finalmente, después que O`Connor decidió quitarse los lentes de contacto, ponerse sus gafas de montura gruesa y le diera las gracias a Ríos, Omagi preguntó:
-¿Por qué estás viendo lo de la admisión de la universidad de Susan Mack?
O`Connor se rascó con la mano un ojo, y volvió a tomar posesión de su espacio corriendo de esa manera a Omagi del lugar.
-Para una teoría que todavía no fundamento… -el criminalista dejó de rascarse, medio abrió el ojo, sorbió por la nariz y volvió al tono emocionado típico de él cuando informaba algo- Como iba diciendo; los de la policía no buscaron más en el caso porque no habían grandes pruebas forenses pero, sobre todo, porque su testigo presencial era Susan y ella nunca cambió su testimonio: su madre se cayó de la azotea. Por las fotos de los golpes del cuerpo, no me lo creo mucho. Pero después de meses de investigación, los detectives cerraron el caso como accidente y los Mack se vinieron a Boston.
-Creo que un tipo como ese debe tener manos más grandes que Donahue -decidió Omagi después de unos segundos en silencio.
-No nos precipitemos… Aún falta ver todo de la computadora y el teléfono celular que recuperamos desde las manos voraces de los vecinos de Latterly -insistió Ríos, poniéndose en pie.
Mientras ella buscaba el saco que había puesto en el respaldo de la silla y se lo ponía, O`Connor la miraba con una expresión de «Pobre inocente» y Omagi le decía:
-El instinto de la jefa ha hablado -como si fuera el más aceptado de los argumentos.
Ríos puso los ojos en blanco y los dos se sorprendieron mucho por eso.
-Yo lo entrevisté, y mi instinto no me habló.
-Sí, pero el tuyo no es el instinto de la jefa.
-Lo siento, Diana -le apoyó en el argumento O`Connor.
La agente especial miró de uno a otro con cierta indignación. Luego de ver que los dos parecían muy seguros de sus posiciones, tomó una resolución casi que impulsivamente, mientras volvía a hacerse la cola alta.
-Pues bueno, no digo que no sea él… pero me parece que no debemos cerrar las opciones. Iré a hablar con los compañeros de trabajo de Latterly, que no me creo eso de que no tenía expediente.
-¡No creo que llegues antes de que cierren! -le dijo Omagi, mientras ella iba hacia la entrada.
Ríos solo caminó más rápido hacia la salida.
-Novatos -dijo el agente especial, negando.
O`Connor se devolvió a ver los monitores mientras volvía rascarse el ojo.
-Debí decirle que justo cuando Rivers trajo a Mack a interrogación, Borin simplemente lo miró y luego me dio la mirada de: «Busca todo sobre él»…
-No quiero estar en los zapatos de Mack estando con esos dos a la caza, más si resultara ser inocente.
-¡El instinto de la jefa ha hablado! -le recordó O`Connor, extrañado de oír el condicional en esa oración.
-Yo no sé… me parece que algo de instinto poseerá la mujer que ha tenido nombres falsos toda la vida.
-¿Cuánto quieres apostar?
Omagi lo miró con una sonrisa en el rostro, creyendo que era una broma… Luego, vio en el semblante de O`Connor que era en serio, y se pensó la apuesta.
XXVI.
-¿Esto durará mucho? Quiero ver si puedo quedarme en la sala de espera interna del hospital. No quiero dejar a mi hija sola en la noche.
Rivers, Borin y el señor Mack estaban sentados en el comedor de la CGIS. Los dos hombres se encontraban en el sillón para tres, y la pelirroja en uno individual. Aunque había un vaso y una botella de agua en la mesita de té, no habían sido usados, pero al menos quedaban solo migajas en el plato de las galletas.
La voz de Borin era baja y comprensiva.
-Lo entiendo, claro. Esto debe ser difícil para usted. Los dos son bastante unidos, ¿no, señor Mack? -le preguntó, con una expresión tranquila en el rostro.
El hombre asintió vehementemente. Luego, suprimió una carcajada de humor negro mientras decía:
-Y yo que creí que sería difícil cuando se fuera a la universidad… Ahora, lo que me preocupa más es que no vaya a la universidad, más que todo por lo del bebé. -Miró a Borin y Rivers y trató de compartir con ellos son indignación-. ¿¡Pueden creer que hoy en la tarde se filtró a los medios lo del embarazo!?
-No lo sabíamos, lo sentimos en verdad. Su hija tiene derecho a su la privacidad, más en éstos momentos. -siguió Borin.
Rivers la miró y le sonrió apenas. Luego, se puso serio cuando se dirigió al interrogado:
-Como tienen el derecho de pedir una prueba de ADN. -Mack abrió mucho los ojos, al parecer sorprendido. Rivers le explicó-: Si Latterly es el padre del bebé, puede que proceda una demanda contra la Guardia Costera.
-¿Ah sí? -el hombre carraspeó y luego, dijo más tranquilo- No lo sabía… tendré que hablarlo con Susan.
Borin, que no dejó de mirar su reacción, le acercó la botella.
-¿Un poco de agua? Esas galletas en verdad estaban secas.
-¡No! No gracias.
Hubo un intercambio de miradas entre los dos agentes, y mientras ella sacaba su teléfono celular, al parecer para ver un mensaje; Rivers dijo, con un tono mucho más gélido del que había usado antes.
-¿Por qué está tan nervioso?
-¿Nervioso?
-Me parece que está nervioso -sonrió, pero no le llegó a la mirada-. Es el mal de tener una placa en la mano. La gente se siente culpable con solo saber que somos agentes especiales. A veces es útil, a algunos culpables con solo eso se le viene a su mente el delito y solo con verlo a los ojos, sabemos...
Sobra decir que en ese mismo instante, Rivers lo miraba directamente a los ojos. Casi que se pudo sentir el alivio de Mack cuando Borin habló de nuevo mirando a su compañero como si lo estuviera regañando.
-Pero no estamos aquí por eso. Como le dije, solo se trata de una entrevista de procedimiento -se concentró en el señor Mack-. Entonces, decía que ustedes dos eran muy unidos.
-Sí, lo somos… -cambió de parecer al instante- éramos. No sé. Con lo de Latterly, últimamente ella no era la misma. -miró hacia la pelirroja-. ¿tiene hijos, agente Borin?
-No, pero puedo imaginar que no debe ser fácil criar a una adolescente que acaba de perder a su madre.
-No, no fue fácil.
-Usted intenta hacer todo por ella. Hasta le da una nueva vida en otro estado, la envía a una escuela privada y, aunque no tiene excelentes notas, consigue una beca por resaltar en la natación. Pero ve que su hija se le sale de las manos aún así.
Mack la miró un instante, como si la estuviera analizando. Finalmente, asintió.
-Y lo peor de todo, es que aunque ella es la víctima aquí, en el colegio juran que su hija era una chica… alegre. -siguió Rivers, con un deje en la última palabra que decía que la había cambiado en vez de decir algo más fuerte.
El hombre movió los hombros y resopló mientras Borin decía:
-Usted solo intenta protegerla, claro, hablar con Latterly sobre lo que él había hecho.
-¡Sí, exacto! -le dio la razón, exaltado.
La pelirroja siguió hablando, como si él no la hubiera interrumpido:
-… pero él de seguro dijo que con la reputación de su hija, nadie le creería. Y por supuesto que usted no podía permitir eso, es totalmente entendible que por proteger el honor…
Mack entendió a donde quería llegar ella y se puso en pie, negando hasta con movimientos de los brazos.
-¡No, no, no! ¡Yo no lo maté! Susan les dijo que…
-Usted protegió su honor, son unidos… -Lo interrumpió Borin, un poco más enérgica- Susan muy bien pudo haber protegido a su padre. En un juicio eso pesará, señor Mack. Nadie siente empatía por un pedófilo.
-¡Yo no maté a nadie! -exclamó, a punto de perder los estribos.
Rivers se puso en pie por inercia para posicionarse entre el hombre y Borin, por más que ella miraba al señor sin una pizca de nervios.
-¡Pruébelo! Denos una muestra de ADN. -lo retó Rivers.
El hombre miró de uno a otro y negó:
-¡No les daré nada! -los indicó amenazadoramente, totalmente rojo de la ira-. Y la próxima vez que hablemos, será en presencia de un abogado.
Frente a la mirada de los dos agentes especiales, él salió del comedor con brío.
Después de unos segundos en que pensaron un poco lo recién sucedido, River dijo:
-Bueno, lo pusimos nervioso -como si tratara de ver el vaso medio lleno.
-Y aunque no tenemos el ADN, sí tengo una foto de sus manos y el anillo.
-¡Demos gracias a dios por la cámara silenciosa y sin flash de tu teléfono celular!
Borin empezó a salir mientras le mandaba la imagen a O`Connor y, luego, lo llamaba a él. Al ver que Rivers acercaba la oreja, prefirió ponerlo en altavoz.
-¿Qué me tienes?
-¡Oh, esto te va a encantar!
XXVII.
-¿Qué más nos tienes? -dijo Borin, entrando al cubículo donde también estaba O`Connor, usando la computadora de Ríos.
Rivers se sentó en su sitio y esperó una respuesta de cualquiera de los dos. Como Omagi estaba hablando en el teléfono fijo, el criminalista habló:
-Además del oscuro pasado de Mack, está lo del agua a la que le puse atención cuando fui la segunda vez a la escena del crimen. -dejó de ver a la pantalla, donde estaba trabajando sobre la imagen del anillo de Mack que Borin había fotografiado, en contraposición a la marca encontrado en el cuerpo de Latterly, la que era producto de un puñetazo en el estómago-. Tiene la misma concentración de cloro y otros químicos que la de la piscina del colegio. Sé que es pensar muy fino, pero como Mack no le dio ni tiempo de ir a cambiarse a su hija antes de irse a “casa”, -él mismo hizo las comillas con las manos-, puede que ella estuviera en la escena y el agua escurriera de su cuerpo al suelo.
-Pero Susan dice que se fueron a casa -dijo Rivers, mirando hacia el suelo con las manos cerca de su boca, pensativo-. ¿Hay algo en los videos cercanos al colegio?
-No. Lo siento. No hay cámaras cerca de la otra entrada al colegio.
-Pero aún así, con que los anillos de Mack concuerden con los del cuerpo de Latterly, más lo de la pelea anterior entre ellos de la que tenemos testigos… -empezó a decir Rivers, mientras prendía su computadora y hablando como para sí mismo.
-Será suficiente para una orden de ADN. -zanjó Borin lo que el otro quería decir y, luego, preguntó-. ¿Dónde está…?
Omagi, que había dicho “Gracias” con una sonrisa antes de colgar al teléfono, la interrumpió sin darse cuenta:
-¡Mack canceló la entrega! -dijo, alegre, y miró a O`Connor-. ¡Tenías razón! Susan Mack fue sacada de la universidad de New York antes. Su padre llamó para cancelar la colegiatura no después de lo del intento de suicidio, como se podría comprender, sino el día antes de que Latterly fuera asesinado.
-¡No lo puedo creer! -O`Connor miró a Borin-. Fue solo una idea que tuve cuando vi que Mack no había hecho depósitos para la colegiatura de su hija, por lo que no iba a ser admitida en la universidad si no lo hacía pronto. Mientras, Latterly hacía navegaciones en Internet en busca de departamentos cerca de esa universidad y también papeleo para un préstamo con ese fin.
-Susan y Latterly… ¿Iban a huir juntos? -preguntó Rivers, sin creerse lo que decía.
-Eso parece -respondió el rubio, aún sorprendido.
-¡Bien O`Connor! Omagi, ve a tu casa que creo que terminamos por hoy…
-¿En serio? ¡Gracias jefa!
-Rivers, has todas… tus cosas de abogados para este caso. Por favor -ella sacaba su arma, placa y esposas de su escritorio-. Y si encuentras a tu novata, dile que la espero como refuerzos para detener a Mack.
Y salió con una sonrisa del cubículo.
OoOoO
¡Y eso fue por hoy! Nos vemos dentro de una semana para el final del capítulo 2… ¿Comentarios?