¡Hola, Gente!
Para decir algo de mi vida y eso: estoy trabajando, ya saben, 8 horas al día y por dinero (aunque mucho menos de lo que debería ser) lo cual, es como algo nuevo para mí. Aún así, el trabajar no quita que haya anécdotas y pensamientos en mi cabeza y más bien los aumenta, pero, dado que no puedo ponerme a decir todo desvarío que pasa por mi cabeza, pues escogí algunos. Y esto fue lo que saqué de los primeros días ordenando recibos…
OoOoO
El contador “sabe”
Es inconcebible a primera vista lo que se puede saber de unas personas al tener sus recibos, tiempo, curiosidad y un poco de deducción.
Supe de mi jefa más de lo que creí saber al empezar ese trabajo. De mi jefa, sus relaciones y su mundo. Es increíble, si uno se pone a pensar, en lo metido que está en la vida de uno el dinero. Casi que con cada nuevo movimiento en la vida, hay un correlato monetario como sombra de él. Y, también se puede ver, según lo que compres o lo que pagues y cuando lo hagas, no sólo lo que necesitas, sino lo que te parece importante, tu forma de relacionarte con ciertas personas o temas… y de ahí, deducir, deducir y deducir.
En mi cabeza, se perfiló la idea de un contador que siguió la vida de su amada por medio de hacer sus impuestos. Creo que eso lo dice todo: ver lo interesante de cualquier cosa o lo aburrida que, en el fondo, estaba con los unos siete días en que estuve envuelta de Recibos y un archivo de Excel…
Creo que algo hace que me hablen
Mi compañera de oficina es una muchacha muy linda y amigable. Cuando ella está (no está todos los días y aún así, gana más que yo… pero eso es otra historia), el día se hace más rápido y entretenido. Tal vez porque o 1. Es muy conversadora o 2. Algo tengo que la gente hace que quiera hablar conmigo.
Como sé que a veces tengo mucho ego y extrañas ideas, me voy por la primera opción. Aunque no sé, dije que estudiaba psicología, y eso puede hacer que sepa más de su madre y personas conocidas de lo que debería, aunque tal vez no… quién sabe.
El punto, es que me encontré en ciertos momentos de esas dos semanas de trabajo, pensando lo que iba a decir, teniendo en cuenta el rapport, el lenguaje corporal de las personas… ya saben, como cuando sesiono en mi rol profesional. Eso no me gusta, pero bueno, a veces parece que así es como debo pensar y hablar para salir airosa de ciertas conversaciones.
¿Despertarse temprano? ¡Noooooo!
Odio despertarme temprano, tal vez porque cuando tengo que hacerlo, mi cuerpo le gusta torturarme despertándome una hora antes o más, mientras yo reniego y trato de volverme a dormir. Lo cual no logro del todo y, justo cuando voy a reconciliar el sueño… ¡Ya es hora de levantarse! ¡Dios, como de malas me pone eso!
Entre despierta y dormida me levanto, los ojos medio cerrados, necesitando mi café, estar un poco por ahí, hablar de nada con la gente despierta, tomar mi desayuno lentamente. Todo eso para volver a los buenos ánimos y, luego, bañarme. Pero claro, a mi familia eso parece que los desespera y, como hasta mi sobrinita me regaña, a pues: están detrás de mí diciéndome que voy a llegar tarde. Lo cual provoca que me quede callada, porque sino lo hago, puedo ser grosera con las personas.
Y luego, salgo corriendo porque claro voy tarde; pero creo que prefiero llegar unos minutos tarde y quedarme un poco más en la oficina para compensar, que irme de mal humor.
Por eso les digo: no es que los ticos somos impuntuales, es que le damos su importancia a la relajación mental y física.
OoOoO
Y ¡thats all!
Gente, hasta luego!