¡Feliz navidad gente!!!!
Siento llegar tarde y con tan poco, pero que sepan que el amor está, y los buenos deseos mucho más. Que si les gusta un poco alguno de los fics, creo que a las personas no les importará compartirlos un poquito, porque siempre se puede compartir la imaginación ¿verdad?
Les deseo a ustedes lo mejor, que las situaciones malas que tengan que pasar, sean pequeñas con el tiempo, que los buenos momentos, las sonrisas, risas y esos instantes en que por lo menos un segundo todo es perfecto y feliz, sean muchos en este año.
Se les quiere un montón, gente, en navidad y en cualquier día, a que lo saben pero no está demás decirlo. ABRAZOTOTES!!!!
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Para:
aglaiacallia Disclaimer: Downton Abbey, sus personajes e historia base no me pertenecen, fue idea de Julian Fellowes.
Cesárea
Quería decirse que solo eran los nervios de una abuela primeriza, que después de haber pasado ella misma tres veces por eso, sabía que tener un hijo era más duro de lo que jamás alguien se imaginaba. Y sin embargo, mientras miraba irse a su marido detrás de aquel pomposo doctor, Cora recordó a Sybil. En la cama, sudando, con dolor de cabeza y esa mirada perdida... Con un vacío de espanto, estuvo segura de que ella no había estado como Sybil en ninguno de sus partos. Las palabras salieron de su boca con la fuerza de su necesidad:
-No está bien. Te juro por Dios, Robert, ella no está bien.
Sorprendido por la manera en que Cora se había acercado a él, y por el tono aterrorizado en que le había ficho eso, el conde de Crowley intentó sosegarle.
-Cora, querida, el doctor Lipsel...
Pero ella se aferró a sus brazos, y a punto de romper a llorar, con la voz muy inestable, prácticamente gritó:
-Así como puedes estar seguro de que estuvo en mi vientre, cree en que Sybil no está bien.
Robert, confuso, no pudo pensar en una manera de tranquilizarla, solo en que la necesitaba calmada para él poder estar en control de sí mismo. Pero, mirándola a los ojos enrojecidos y llorosos, dejó de ser el conde de Crowley y solo fue, como su esposa en ese momento, el padre de su hija. E, impulsado por la seguridad de que temía por la vida de Sybil, miró hacia el doctor Clarkson.
-Vamos a llevarla al hospital.
Cora se abrazó a él, desinflándose de alivio. Susurró contra su ropa “Gracias a Dios”. Mientras el doctor Clarkson y Branson salían sin más, en busca de Sybil.
-o-
Ya ni sabían cuántas horas habían estado ahí, mirando la puerta, esperando por noticias. Desde que los gritos de dolor de Sybil cesaron, y después del llanto de la niña, no había salido nadie a decirles alguna información. Robert le insistía a Cora y Branson, cada tanto, que esas eran buenas noticias, que solo se estaban ocupando de ella, pero esas palabras le servía tan poco como a él mismo.
La incertidumbre, esa línea entre la esperanza y el terror, los tenía a todos en el límite, silenciosamente sentados en las sillas, sin saber siquiera cómo podían aguantar dentro de ellos esa terrible sensación de impotencia y miedo.
Para cuando el doctor Clarkson salió a darles información, seguido del doctor Lapsel, todos se pusieron en pie y fueron hacia él, pidiendo noticias con preguntas o sus simples expresiones. Edith fue la única que no le miró a la cara mientras el doctor Clarkson hablaba, pues se había quedado pasmada viendo la poca sangre en la camisa de éste, como para oír nada más que el:
-Está estable, pero las próximas semanas serán críticas.
La esperanza le ganó un ápice al terror, y Cora nunca supo cuál emoción le produjo el llanto en ese momento.
-o-
Los dos despertaron por los gritos llenos de pedido de atención de Elizabeth, que venía hacia ellos desde la habitación contigua, cargada por la niñera a tiempo completo que habían empleado para ella. Aunque también era su madre de leche, Sybil tenía un poco, y siempre amamantaba a Elizabeth unas dos o tres veces al día, y la primera de ella era a la hora de despertar.
-Sybil, cariño... -Branson le acarició el rostro y se había acercado a hablarle en el oído, pues ella no se había despertado por completo. Aunque él no lo sabría decir del todo, pues Sybil solía moverse lenta, adormiladamente aún cuando estaba despierta.
Desde la operación, Sybil se veía mucho más delgada y pálida, débil y siempre cansada. El dolor de la recuperación y la pérdida de la matriz y, con ésta, de la habilidad de tener más hijos; había cambiado su dulce y ameno carácter, en una réplica melancólica y malhumorada.
Ella lo intentaba, su esposo lo veía, pero sabía que algunas de sus sonrisas eran forzadas, que le costaba dormir en las noches y tenía poca energía en el día, y que hacía lo posible para no dejar ver que perdía la paciencia por estar así, y porque tenía aún que ser cuidada todo el tiempo.
El doctor Clarkson había dicho que, aunque la operación le salvó la vida, también había sido un duro estrés para el cuerpo de Sybil. Además de haber perdido la matriz por complicaciones en la cesárea, era muy posible que hubiera perdido también parte de la constitución fuerte que siempre había tenido.
-Ya viene Lizzy -dijo Sybil, adormilada, abriendo apenas los ojos y apoyándose con las manos para levantarse un poco en la cama.
Branson la ayudó, a sentarse al abrazarla y subirla apalancándose en la axila de ella. Sybil movió su trenza al lado del pecho que no iba a usar, mientras le decía a su esposo.
-Gracias, pero puedo sentarme sola. -con un tono ligeramente hastiado.
Pero él no le puso atención al tono, sino en mirarla y sentir esa sensación de saber que estuvo a punto de no verla más, y que en ese momento estaban juntos. Por eso sonrió, y ella suavizó su rostro al mirarle. Siempre sucedía, era como un acto reflejo para Sybil, y saber que siempre era así, era una de esas pequeñas grandes cosas que ella agradecía de su vida. La otra, acababa de llegar por una de las puertas, gritando más que llorando, y moviendo los puñitos con verdadero enojo.
La niñera se acercó a ellos, mientras Branson le daba un beso a su esposa en la frente antes de salir de la habitación, y Sybil se quitaba los botones de la blusa, sonriendo con una de esas sonrisas cálidas y llenas de energía que tan escasas eran en ese momento.
-Ven, mi vida, vamos, no es para tanto... -la niñera le dio los buenos días, aunque no se oía detrás del llanto de Elizabeth. Sybil la cogió en brazos con la seguridad que había tomado con los días, y el deseo de poder tener a sus bebita con ella, y la niña prácticamente dio solita con el pezón.
Dejó de llorar apenas se prendió a ella, y Sybil abrió más su sonrisa. Era en esos momentos donde sabía y sentía que en verdad no necesitaba más en la vida.
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Para:
melisa_ram Disclaimer: Whitney no me pertenece, fue creado por Whitney Cummins. Este fic toma en cuenta hasta el 2x03 de la serie.
Método del shock
No supieron del todo cómo llegaron a la cachetada. Simplemente, estaban bromeando en cuanto la situación, como tantas veces, y Roxane se estaba riendo como ellos. Siempre había funcionado. Cuando había un gran elefante rosa en la habitación, Whitney decía: “hey, hay un elefante rosa, ¿no es gracioso?” Y eso aliviaba el ambiente. Al menos lo había estado haciendo por unas semanas, en que le tomaban el pelo a Erick con su confianza en que Roxane y él iban a terminar juntos.
Sin embargo, entre que Lilly y Alex bromeaban con hacer una apuesta en cuanto el plazo en que Erick y Roxane ya habrían tenido sexo; y Erick empezaba a decir:
-Pues yo apuesto que voy a estar arriba y... -Roxane se había levantado de la silla y dado tal cachetada a Erick, que el sonido hizo a RJ, que estaba detrás del bar, levantar el bat de beisbol que usaba como “incentivo” a dejar el bar, mirando a los lados, en busca del causante del problema.
Todos estuvieron un segundo solo mirando a Roxane, mientras Erick se lamentaba por el dolor. Luego ella empezó a gritar histéricamente, mientras mezclaba los tragos de todos en una gran copa para llevársela.
-¡Ya basta! ¡No terminaré contigo! ¡No me iré a la cama, contigo! ¡Nunca! ¡Y eres patético si crees que lo voy a hacer solo porque digas que lo haré! ¡No quiero, no quiero, no quiero y no puedes hacer que quiera!-tomó un trago, miró a los lados como buscando una escapatoria y, cuando Whitney iba a hablarle con las manos al frente, como tomando todas las precauciones, Roxane se volvió a Lilly y dijo, apenas un ápice más bajo-: Vamos ya, hoy nuestro trago es por la casa.
Sin saber del todo qué decir a los amigos, que seguían tan confundidos como ella, Lilly se puso en pie y salió detrás de Roxane.
Fue en ese momento que RJ bajó el bat de beisbol e iba a ir hacia su jefe, preguntando que rayos había pasado, cuando Erick se puso en pie y dijo, muy sonriente a pesar de que le doliera la mejilla:
-Aquí no ha pasado nada. -dio un pequeño gemido de dolor, pero no dejó de sonreír a la clientela-. La próxima ronda, por la casa. -Se volvió a su barman-. Y tú, tráeme un poco de hielo.
Mudando su preocupación y curiosidad por un enojo indignado, RJ se devolvió.
-Sí, mi amo -dijo éste entre dientes, hastiado, mientras varios iban a la barra a pedir sus bebidas, entre ellas, una muy emocionada Whitney.
Finalmente, Erick se sentó de nuevo a la mesa, y se acarició la mejilla dolorida mirando soñadoramente hacia la puerta. Alex ponía los ojos en blanco.
-¡No otra vez con tu método del shock!
-Está funcionando, hombre.
Alex puso los ojos más en blanco, y le habló con más insistencia:
-¡No está funcionando! Roxane te acaba de dar una cachetada después de pasar toda la noche intentando no tomar nada alcohólico, porque quiere cubrir todas las bases para no caer sobre tu entrepierna. Roxane no toma, todo con tal de no tener sexo contigo... ¡No, va, a, pasar!
Pero Erick estaba muy concentrado en ver a nada, y sonreír como tonto mientras se acariciaba la mejilla.
-Es tan linda cuando se cae de borracha. Te mira desde abajo como diciendo “ups, lo hice de nuevo”, y cómo se ríe...
-Te estás ganando otra cachetada -sentenció Alex.
-¿Qué, por qué? -Whitney había llegado con una caja de seis cervezas en la mano. Cuando Erick dejó su mirada obnubilada para cambiarla por una juzgadora, ella se explicó-: ¿Qué? Nos quedamos sin cervezas hoy, y ya no somos ricos. Teníamos que aprovechar.
Whitney se sentó y, mientras Alex la rodeaba por la cintura y le agradecía con una sonrisa, Erick dijo un “que más da”, cogió una de las cervezas y se la puso en la mejilla adolorida. Dio un suspiro de alivio.
-En serio que Roxane tiene mucha fuerza. -sonrió lascivamente, viéndoles con complicidad-. A que va a ser una fiera cuando nos acostemos.
Whitney hizo un sonido de asco, mientras Alex ponía por tercera vez los ojos en blanco, antes de comentarle a su tatoo-esposa:
-Y ese es otro punto en la cuenta de una nueva cachetada.
Whitney sonrió tragándose una carcajada, divertida, pero luego le comentó a Alex, mientras éste le hacía un ademán con la mano al muy ocupado bartender, pidiéndole de nuevo el hielo.
-En serio, Erick, déjalo ya. Eso ya está pasando de ser una broma vieja a ser algo patético y un poco escalofriante.
-No lo voy a dejar hasta que tengamos una relación juntos.
Alex tiró la cabeza a la mesa, hastiado, y desde allí dijo:
-Explícale lo de tu método del shock, ¿si? Para que veas que hasta a Whitney le parecerá una locura.
Whitney miró a su pareja con sorpresa y luego a Erick, con interés. Pero luego frunció el rostro, confusa, y movió la cabeza a un lado, como sopesándolo.
-No lo sé, a mí es fácil que las cosas normales me parezcan locuras, y las locuras, normales. Pero esto suena bien. -Abrió dos cervezas con un abrebotellas en su llavero, y se dispuso a oír-. A ver, de qué va ese método del shock.
Erick se acomodó un poco en la silla, como alistándose para hablar de algo que lo emocionaba mucho.
-¿Recuerdan ese libro de hace un par de años, “El secreto”?
-Lo de dile al universo lo que quieres, sé positivo, y te lo dará -y Whitney dejó ver lo que pensaba al respecto con una pedorreta.
Erick la indicó un instante.
-Exacto. Pues bien, por ese tiempo, tuve que ir a un curso de sensibilización al que me mandaron porque me reí -apenas aguantó una carcajada al solo recordarlo- cuando un tipo fue disparado en el trasero...
Los otros dos supieron al instante de qué hablaba, y dijeron con el tono de alguien afectado fuertemente por la marihuana:
-¡Me han disparado...!
-¡... en el trasero...! -exclamaron al unísono Whitney y Alex, riéndose, mientras éste se había levantado, caminado un par de pasos renqueando con una pierna hacia atrás, intentando mirarse el trasero.
-¡Qué loco! -terminaron de citar, los tres juntos.
Alex se devolvió a su sitio, riéndose también, y comentando:
-¡Ah, Billy-dude! Solo falta que se hable de cicatrices para que ya quiera enseñar su trasero...
Se rieron otro poco, tomaron de las cervezas, Erick corroboró que tenía bien un diente aunque le dolía un poco y entonces Whitney recordó:
-Método del shock.
-¡Ah sí! -dijo Erick, aún con la botella en su mejilla-. Como iba diciendo, luego que Billy-dude tuviera una reducción de trasero gratuita -un poco más de carcajadas entre los tres- tuve que ir a un seminario de sensibilización y esas pendejadas. Ahí aprendí las fases que pasan la gente cuando algo fuerte les pasa, esas que uno cree que son para cuando se muere alguien, pero no, resulta que valen para todas noticias impactantes.
-Fases del duelo -lo explicó mejor Alex.
-Ajá esas... -Iba a seguir con su idea, cuando vio venir hacia él a RJ, con hielo envuelto en un pañuelo. Le increpó-: No gracias, ya tengo esta cerveza antiflamatoria. Ve a atender a la gente.
El barman se devolvió, con el paso y los brazos tensos, hablando bajo de lo mal jefe engreído que era Erick.
-Ya dale un respiro -le pidió Alex, simpatizando con RJ-, no es para tanto.
-¡Se quedó a vivir por dos meses en mi bar en secreto! Comiendo de mi comida, bebiendo de mi cerveza y sin pagarme la renta. No lo he echado solo porque somos amigos...
-Y porque evitó el robo por el cual sabes que él estaba durmiendo aquí -le recordó Alex.
-... Y por eso. Pero bueno, ¿qué hago yo hablando de mi inquilino secreto, no estábamos en lo del método de shock?
-Si otros temas se hacen más interesantes, puede que ese método no sea la gran cosa -bromeó Whitney, y tomó de la cerveza.
Alex bajó la suya después de beber un trago, e insistió:
-Créeme, vale la pena oírlo. Me parece que te podrías reír mucho con eso, se da para un par de tus bromas.
-¿En serio? -se entusiasmó ella.
-En serio.
-Ja, ja -terció irónicamente Erick y, aunque menos animado, volvió a la explicación-: y luego de saber lo de las fases del duelo, llega Lilly, ya saben, la animada con ponys y arcoiris Lilly-con-pareja, diciendo maravillas sobre ese libro y tal. No me leí el libro, claro, pero recordé lo del universo y me dije: ¿Para qué usar intermediarios, si se puede conseguir lo que sea simplemente diciéndole a quién sea?
-Aquí va lo mejor -comentó Alex, dándole unos pequeños codazos de anticipación a Whitney.
-¡Es de genios! -Insistió Erick-. Solo tienes que decirle a la persona lo que quieres, directamente, estar seguro de ello, insistir en lo mismo; y la persona simplemente pasará por todas las fases del duelo hasta que, en unos dos años máximo, ¡BUM! Hace lo que dices que iba a hacer... Te lo aseguro, Roxane acaba de dejar la fase de la negación para arribar triunfalmente -les indicó la mejilla lastimada como si fuera el premio de un concurso televisivo- a la fase de la ira. Eso quiere decir que ya no niega que nos vamos a acostar, quiere decir que sabe que ese momento vendrá, y que solo el tiempo se interpone entre los dos. Solo tengo que seguir seguro de ello, diciéndoselo, saber cuando decirlo y cuando no, dejarle ver que voy en serio con eso y -Mientras Erick levantaba las manos y alzaba un poco la voz, Alex bajaba el rostro y negaba, entre la risa y la pena-. Roxane caerá en mis brazos ¡Y yo habré ganado!
Pero Whitney simplemente frunció el ceño, esperando una mejor explicación.
-Porque la última fase del duelo es la aceptación, -le dijo Alex, con ese retintín de alguien que no se cree que no entendieran su chiste-, se dan a la idea de que lo dice Erick tiene que pasar, y se rinden a ello, o esa es la teoría detrás del método.
Whitney frunció más el ceño, e increpó a su pareja:
-¡Y crees que el saber que Erick tiene el poder de hacer lavados de cabeza es gracioso!
-Lo es, porque no es cierto y es de locos creer que lo es -respondió, como si fuera lo más obvio.
-Pues a mí me pareció muy científico y todo. -le dio un palmetazo en el antebrazo a Erick-. ¿Por qué no nos dijiste antes? Esas son cosas útiles de saber.
-¡Si fueran verdad! -insistió Alex.
-Este método es como ser jedi. Solo si tienes la fuerza, y la usas sabiamente, puedes hacerla. No cualquiera tiene mi voluntad, paciencia y tenacidad -se vanaglorió-. ¿Cómo creías que había conseguido comprar el bar a tan bajo precio?
Whitney tragó aliento de repente, y exclamó:
-¡Por eso le lavas la ropa, Alex! -luego le increpó, dándole otro palmetazo- ¿Y quieres que te compremos pizza los lunes también? ¿No tienes vergüenza?
Alex levantó la cabeza, poniendo los ojos en blanco.
-¡No es cierto, Whit! Le lavo la ropa porque... -Frunció el ceño, y miró a Erick casi con miedo- ¿Por qué, exactamente, te lavo la ropa?
Y el aludido solo se sonrió misteriosamente.
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Para:
solitajade Disclaimer: Arrow no me pertenece, fue creado por Greg Berlanti, Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg, basándose en el personaje de la DC comics.
Certeza
El solo sentir que alguien le tocaba el hombro, le hizo tener un subidón de adrenalina y despertarse justo para darse cuenta de que su brazo agarraba algo.
―¡Oh, bien, no estás débil!
Le dijo alguien mientras se despertaba del todo, se daba cuenta de que estaba oscuro, tenía una vía intravenosa y tomaba con su mano la muñeca de Felicity...
―¿Felicity? ―preguntó, confundido. La soltó al instante.
Ella le miró, trasmitió con su movimiento de cabeza a un lado, que eso era obvio. Y luego, empezó a hablar a mil por ahora:
―Están en un cambio de personal y hace diez minutos que cambiaron tu vía, así que tenemos tiempo y más facilidades para huir. Claro, eso no quiere decir que podamos tranquilizarnos. Así que, como decía, es genial que estés fuerte porque yo tengo muchas cualidades, pero constitución física necesaria para serte de apoyo, no es una de ellas. Y tenemos que irnos lo más rápido posible porque ellos, quién quiera que sean, pueden venir en cualquier momento... ―le susurraba. Oliver casi no podía entender todo lo que le decía, porque Felicity hablaba mucho más rápido que de costumbre, mientras se sacaba una mochila de la espalda y la ponía en la cama, sobre sus piernas. Luego, se acercó a los aparatos y a él―. No te preocupes, cogí prestadas algunas pastillas, entre esas antibióticos y sedantes. Bueno, dicen que es mejor rápido que lento así que...
A la vez que había intentado ordenar sus ideas, entender lo que pasaba y lo que ella le decía; Oliver se había levantado un poco sobre la cama, en silencio. Pero, cuando sintió el tirón de dolor al perder la vía a manos de ella, la interrumpió:
―Felicity, shhh ―pidió, mientras la tomaba de los antebrazos. Al verla más de cerca, inmóvil y silenciosa, se dio cuenta de la palidez y el miedo en su rostro. Por eso, él mismo temió y, aunque no entendía qué pasaba, estuvo seguro de que la situación era muy seria. Descartó la idea de ponerse la máscara del Oliver-queen-niño-adinerado y le habló con el tono más suave que pudo―: ¿Qué pasó para que vinieras a secuestrarme al hospital?
Ella frunció el ceño, entre confundida e indignada.
―No vengo a secuestrarte, si no a salvarte, ¿no me has oído?
Oliver abrió un instante la boca, pero prefirió no responderle. Era mejor no darle más temas con los cuales ella perdiera el hilo. Mientras le soltaba los hombros suavemente, volvió a preguntar:
―¿Qué ha pasado?
Pero Felicity se había quedado en silencio, mirándole. Luego, bajó los ojos con timidez, y empezó a decir:
―Se han llevado a Walter, es decir, al señor Steele. Hace seis horas, pero la policía lo acaba de saber.
Oliver respiró con cierta dificultad, y sintió la necesidad de hacer demasiadas preguntas, aunque la más importante fue:
―¿Mi madre, Thea?
―La última vez que lo vi, estaban en casa y fue su madre la que dio la alarma. Ellas están bien. También Dinggle está bien. Pero dado que dieron con tu padrastro, y ya antes dieron con el investigador, y dado que yo tampoco tengo grandes dotes para sobrevivir atacando... ―Oliver había movido la cobija, bajado las piernas y puesto de pie muy cerca de ella. Eso hizo a Felicity dar un paso atrás, mover la cabeza a un lado y taparse los ojos embargada de una incomodidad nerviosa. Finalmente, le dio la espalda mientras recuperaba el aplomo―: No podrás salir con esa bata. Te traje un poco de ropa de mi primo. Está gordo pero tiene tu misma altura.
Si no hubiera sido una situación tan inusual y alarmante, Oliver hubiera tenido que aguantar una sonrisa. Pero no era el momento ni el lugar para el sentido del humor. Podía ser que solo la hubiera visto algunas veces, pero así como confiaba en ella para hacer algunas búsquedas cibernéticas, confiaba en que si se había metido a un hospital para salvarle, era por una buena razón. Además, sus palabras implicaban que Walter estaba en peligro. El hombre había cuidado de su madre y hermana cuando su padre y él no estaban. Podía ser que no fueran los mejores amigos, pero era familia y, por más que no entendía gran cosa, sabía que su bienestar era lo principal.
―¿Qué le pasó a Walter?
―No lo sé, pero su celular estuvo al inicio de la interestatal desde hace seis horas, cuando se suponía que venía a verte. Además, esa ruta es totalmente inusual a sus rutinas.
―¿Rutinas? ―aunque no le gustaba, la idea de que Felicity no era una chica muy equilibrada de la cabeza, cruzó por su mente. Y lo que le siguió diciendo ella, no ayudó para que descartara sus miedos.
―Sí, sigo sus GPS desde hace un par de semanas para enterarme de primera entrada si algo les pasaba. Sé que es una intromisión a su intimidad, pero desde que decidí seguir con la investigación por la que mataron a un especialista en seguridad, no quise dejar cabos sueltos. He estado viviendo en diferentes moteles, casi no visito a mi familia y amigos, hasta tiro dados para decidir mis rutas y rutinas; cambiando de teléfono celular, comprando solo en efectivo... ―enumeraba ella en un susurro cada vez más exaltado, gesticulando con las manos; tal vez más libre de hablar porque le estaba dando la espalda. Pero finalmente, calmó un poco su ritmo, aunque con eso dejara traslucir el miedo en su voz―. Aunque no lo creas, no soy solo la joven eficiente y genio de las computadoras. Todo esto me tiene al borde de un colapso nervioso, pero prefiero eso a no seguir intentando dar con ellos...
Mientras Felicity seguía hablando de espaldas a él, Oliver se maldecía mentalmente por no haber estado al corriente de lo que sea que pasaba desde, por lo menos, hacía “un par de semanas”. ¿Quiénes eran ellos? ¿Qué había hecho investigar Walter a Felicity? Pero aún así, ¿Él que tendría que ver en esa investigación? ¿Sospecharía de sus verdaderas actividades? No, Oliver no había visto alguna señal de que fuera así. ¡No entendía nada!
Decididamente, necesitaba más información sobre lo que pasaba y de ella. Abrió la mochila de Felicity, aguantándose de pedir respuestas a muchas más cuestiones hasta que sintiera que las ideas se le ordenaban. Además de la ropa de hombre que le quedaría grande, había un par de mudas para ella, un arma eléctrica, una tablet; y, por el tacto, Oliver se dio cuenta de que Felicity había puesto más cosas en los compartimentos exteriores de la mochila. Y en el fondo, había un kit médico para emergencias. Podía ser que no tuviera las habilidades para sobrevivir atacando, pero sí parecía haber estado lista para intentarlo huyendo.
Lo que parecía más plausible era que Felicity supiera quién realmente era él, y se lo dijera a Walter. Solo al sentir el dolor y enojo que acompañó a esa idea, se dio cuenta de lo tanto que había estado confiando en Felicity, y de lo poco consciente que era de eso. La primera vez que supo de ella y, después de visitarla, no tuvo duda de que tenía la chispa suficiente para atar cabos. Sin embargo, eso no lo detuvo de pedirle ayuda un par de veces más. Pero no había pensado mucho sobre ello, tal vez porque confiaba en que Felicity se creía su máscara de Oliver Queen-pre isla; o que, aunque atara cabos, no iba a involucrarse. No parecía ser de esas personas que optara por decisiones arrojadas y heroicas. Se había equivocado mucho en subestimarla.
―... Y entonces me he colado. Pero ha sido fácil, solo con la ropa de enfermera y mi cara de niña buena, he podido dar contigo. Ahora bien, salir no lo será tanto, pero... ―volvió a entender lo que le decía Felicity.
―Salir puede no ser la mejor opción ―dijo Oliver cuando al fin se pudo aclarar, sentándose en la cama. No iba a ponerse la ropa de nadie hasta saber qué pasaba―. Has sido cuidadosa, Felicity, pero...
―... Y paranoica ―le interrumpió ella mientras se subía lo lentes por la nariz, y se volvió para mirarlo. No estaba sorprendida de que él estuviera sentado e inspeccionándole con la mirada fija, en vez de vistiéndose para irse. Felicity hizo un amago de bajar la mirada, pero pareció mandarse a no hacerlo y, aunque enrojeció y habló con más dificultad, habló―: No me expresé bien, y ahora que pensé lo que dije, creo que quedé como una lunática. Es justo como decía mi psicólogo: “Felicity, la gente no tiene que saber tus rutas de pensamiento”... ―Se cubrió su rostro por un instante, y se habló a sí misma―. Genial, ahora sabe que tenías un psicólogo... ―se recuperó con un movimiento seguro de hombros, y le vio de nuevo―. Mira, sé que eres el vigilante, y sé que sabes que sé que eres el vigilante; porque sabes que soy la suficientemente inteligente como para darme cuenta que justo después de que regresaras empezó a aparecer y que todas las búsquedas que me pediste, terminaban siendo vitales en ciertas misiones del vigilante. También sabes que aunque lo sé, no fui a la policía con esa información y te sigo ayudando. Pues bien, no quiero ser pesada, y más cuando estás herido, pero hace seis horas fui la última con la que habló tu padrastro, un hombre que intentaba hacer lo correcto como tú: investigar la lista de los que aparentemente son los líderes criminales de toda la ciudad. ―Oliver abrió mucho los ojos, demasiado sorprendido. ¿Cómo sabía lo de la lista, y Walter también?―. Lo han agarrado, y él tenía a toda industrias Queen de su lado. Sé que no hay mejor momento para pedir favores que cuando peligra tu vida, por lo que, ¿Puedes ponerte esa ropa e irnos?
Sin dejar de mirarla al rostro, aguantándose de preguntar muchas cosas, Oliver se volvió a poner en pie. No estaba convencido de que esa fuera la mejor opción, pero sí de que Felicity y, más, Walter necesitaban que su tiempo de reposo terminara. Así que se volvió, y cogió la ropa del primo gordo mientras decía:
―Que conste que no sé ni la mitad de lo pareces saber.Vamos a salir de aquí, pero desde que estemos afuera yo tomo el liderazgo. Luego que estemos en un lugar seguro, necesito que me hables de porqué sabes de la lista, qué tiene que ver Walter con ella, y quién podría tenerlo.
Se sorprendió de oírla suspirar.
―Gracias a Dios ―susurró Felicity, mientras le daba de nuevo la espalda―. Sí eras el vigilante... De acuerdo, tenía todas las pruebas, pero también podía estar paranoica, porque Dios sabe, y ahora tú, que me he comportado como una paranoica. Y cuando se dio la alarma por le desaparición del señor Steele, estuve a punto, a punto de desaparecer, pero...
Y mientras Felicity seguía hablando y él se ponía la ropa de su primo, Oliver se preguntaba porqué estaba sonriendo cuando estaba en una situación tan complicada.
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Abrazos y besos lind@s, y que sepan que intentaré volver para el 6, que los magos, espero, me darán más más inspiración, ganas y tiempo.
Jojojo, FELIZ NAVIDAAAAAAAAD!!!!!