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Hay un dicho, “el fin no justifica los medios”, con el que estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, como no todo el blanco o negro, también pienso que hay fines cuyos medios son algo más justificables que otros.
Me estoy refiriendo a la película del nobelista Al Gore. El otro día discutiendo con Alexiei sobre los efectos del cambio climático, y lo catastrofista de la cinta, me indicó que existen muchas pruebas en contra que desmienten o mitigan muchas de las afirmaciones que se dicen en el film. De hecho, hay un juez británico que señaló nueve errores en la película sobre afirmaciones alarmistas y exageradas sobre el cambio climático, y que el filme es más político que científico. Es por ello que a esta cinta no la trato como documental, sino como película.
No soy muy ducho yo en la materia. Es más, la verdadera experta es mi señora esposa, ambientóloga, profesora de cursos de medio ambiente y calidad, y visionaria de la cinta (por exigencias del guión) unas decenas de veces. Aprovecho desde aquí para mandarle un caluroso saludo…¡HOLA CARI!.
El caso es que si bien puede no ser cierto del todo este documental, si es verdad que está calando hondo en nuestra sociedad.
Hasta ahora, la gente se interesaba en mayor o menor medida por el medio ambiente con acciones individuales tales como reciclar, ahorro de agua, etc. Medidas que no sólo no costaban dinero al “ecologista”, sino que en la mayoría de los casos le podía suponer un sustancioso ahorro de euros al mes. La cosa ha cambiado bastante.
Ahora el CO2 también es negocio. La gente está dispuesta cada vez más no sólo a ahorrar dinero llevando a cabo acciones ecológicas (haciendo menor gasto en luz, agua, etc), sino también a gastar más en productos que sean ecológicos, o lo que es el boom, en gastar euros en medidas que compensen las emisiones de CO2 de los productos que utilizan.
Campañas tales como la de Volkswagen, la empresa afirma que plantará 17 árboles en la Sierra de Segura y que estos absorberán tanto CO2 como el que emitirá el coche durante los primeros 50.000 kilómetros; la empresa Forlasa sostiene en su publicidad que compensa las emisiones de dióxido de carbono que genera su queso manchego; Liberty Seguros ofrece una póliza que por 20 euros más al año compensa las emisiones de CO2 de un coche. ¿Quién no tiene en la cabeza la dichosa cancioncita de Renault <>.
A nivel de empresa y gubernamentales existe un mercado de compra de cuotas de emisión de CO2. Las empresas que quieran contaminar más tendrán que pagar más cuotas, cuyos beneficios van directamente destinados a acciones en beneficio del medio ambiente que mitiguen el calentamiento global. Si queréis saber más de esto, preguntadle a la experta de mi señora.
En definitiva, creo que el protocolo de Kyoto como medida legisladora y normativa, y la película de Al Gore “Una verdad incómoda”, como instrumento publicitario y de evangelización estan cambiando para bien nuestra sociedad.
Quien esté interesado en calcular el CO2 que produce en un año, y establecer por ello una compensación económica podéis visitar la siguiente página:
www.ceroco2.org