fotografías @
hojascaidas.
En algunos han ido primero las fotos, y en otros he escrito antes la historia y luego he visto una fotografía que le iba como anillo al dedo. Escritos todos a la vez, en poco tiempo y a las tres menos algo de la mañana, así que no espereis mucha coherencia.
(Los créditos de las fotografías los pondré mañana en condiciones).
Quiero volar alto.
Tan alto
que no me caiga nunca.
Tan alto
que no me levante del suelo.
Volar, alto
con los ojos cerrados
y la vista en el cielo.
*
Ella estaba arriba, en un escalón más alto que los demás. Estaba sentada en su flotador azul celeste, y miraba a los demás con una sonrisa por debajo de su flequillo castaño y de sus ojos lánguidos.
Tenía un bañador de color verde con círculos difuminados de violeta. Llevaba gafas de sol, de ninguna marca, compradas en el mercadillo del domingo, y vaselina en los labios para que no se le quemaran con el sol.
En el agua de la piscina, y en las toallas esparcidas a lo largo del césped, ellos la miraban. Chicos y chicas por igual. Pero ella no les hacía caso, y se tumbaba en su colchoneta transparente, sonriendo en su ignorancia.
Septiembre, y con él un resquicio de aire frío que se cuela por la ventana abierta de la habitación cuando anochece. Septiembre, ella buceaba en el fondo del agua, y todos la miraban. Los chicos sonreían, y las chicas, que callaban, a veces se preguntaban. “¿Y por qué es ella tan especial?”
Simplemente porque se siente corriente; porque eclipsa la mirada de todos y, aún así, no cambia su forma de vestir, de hablar, o de caminar. Porque sigue siendo ella misma. Sencilla, y a la vez especial.
*
“¿Verdad que sí?”
“¿Verdad que sí qué?”
“¿Verdad que me quieres, que no puedes estar sin mí? ¿Verdad que, si yo te falto, te querrías morir?” sonríe con la boca llena de tortilla y pan “Es lo que me dijiste ayer antes de dormir.”
“Ay, querida. No hagas caso de las cosas que digo cuando no estoy despierto.”
*
-¿Ves esa luz?
-¿Dónde?
-Ahí, en un rincón. Justo al lado de la estrella grande.
-Querrás decir la luna.
-Lo que sea.
*
-¿Me das un beso?
Él se acerca y le roza con los labios la mejilla.
-No, así no. Un beso de verdad.
-Eres demasiado niña.
-Y tú demasiado tonto.
Se ríen con risas nerviosas, que alivian el ambiente y lo hacen un poquito menos tenso. Ella está sentada encima de él, y sus rizos castaños le rozan la nariz, haciéndole cosquillas. Él se rasca con la mano libre mientras busca a tientas, con dedos cálidos, la cara de su prima en la oscuridad.
-Eres mi niña.
Ella se inclina, él la acerca.
-Y tú mi tonto.
La besa con algo parecido a una sonrisa de complicidad.
*
-¿Puedo llevarte al fondo de la sala, allí donde nadie nos escuche, en un rincón en el que ni el profesor nos tenga en cuenta?
El chico malo se ríe con altanería.
-¿Y qué harías entonces? ¿Besarme, meterme mano? -bromea.
-No -sólo ella ve su mirada triste-. Abrazarte.