Titulo: Darkness
Autor: eminahinata
Fandom: Hawaii Five-0
Palabras: 1,744
Pareja: OMC/Daniel Williams (no consentido), Rachel Edwards/Daniel Williams, Steve McGarrett/Daniel Williams
Advertencia: Slash, Personajes Originales, ligero crossover, un poco AU, mención de abuso sexual y psicológico, suicidio e intento de suicidio. Angts.
Universo: Serie Memorias de Jersey, pero en un Universo Paralelo a esté.
Disclaimer: Hawaii Five-0 y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de K/O Paper Products y 101st Street Television en asociación con
CBS Productions. Este fic se hace sin fines de lucrar, ¿vale? Si fueran míos, Danno y Steve estarían juntos desde hace mucho tiempo de forma definida y no sólo por el condenado y maravilloso subtexto. ¿Qué? ¡Se vale soñar!
Resumen: La oscuridad ha rodeado la vida de Daniel Williams por mucho tiempo. Y todo por un pasado tormentoso. ¿Qué descubriste, Lori? AU. Slash.
Notas de Autor: ¡Hola! Bien, esta es más corta, ¡pero la siguiente será mucho más larga, lo prometo! Ahora, creo que al final sólo quedan uno o dos capítulos más para terminar esta serie. Me alegra saber que es muy bien recibida la idea (aunque piensen que soy mala… ¡pero está bien! Soy mala, muajajajacofcof). Ahora, éste capítulo es desde el punto de vista de Lori. Espero que les guste y espero haber captado bien su personaje. Saben que sus comentarios son siempre bienvenidos y sin más que agregar, ¡a leer!
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Darkness
Parte 2
By: eminahinata
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En el momento que Lori Weston poso sus ojos claros en la figura del Det. Williams, ella sabía que algo profundo y oscuro se cernía sobre éste, atormentándolo a cada paso de su vida.
La había intrigado, claro (era una perfiladora y eso era parte de su trabajo), pero nunca hizo nada al respecto. Sólo observo desde lejos, siempre pendiente de alguna señal, de algo que pudiera decirle que era esa sensación abrumadora que en ocasiones envolvía al rubio.
Y un día se presento con una fuerza que la dejo sollozando bajo sus mantas.
Era otro caso para el 5-0. Otro caso, se había dicho. Sería sencillo con esos cuatro a su lado. Pero al conocer todos los detalles de dicho caso, el ánimo inicial se fue por la borda. Un violador en serie. Una de las peores escorias que podía existir. Y sus víctimas eran unos niños no mayores de quince. ¡Unos niños! Eso era imperdonable, repetían muchos en susurros. Y ella estaba de acuerdo, armándose de valor para atrapar a ese bastardo y hacerle rendir cuentas.
Fue una semana intensa para todos y en el transcurso muchas veces capto la mirada perdida en el detective rubio, una mezcla de sentimientos que no comprendía. Ella pensó que el pobre pensaba en su pequeña hija, la niña encantadora de la cual escuchaba mucho de sus compañeros, y ella quería acercarse y asegurarle que todo estaba bien, que Grace estaba bien. Pero con el transcurso de la investigación, la mirada de Danny contaba otra historia y sólo le basto unos minutos para compararla con las victimas y comprender.
Oh, comprender.
Esa tristeza, esa nostalgia, ese dolor, esa resignación, esa comprensión y ese ‘no estás solo’ que se reflejaba en la mirada clara del hombre valiente que ella conocía de no hace mucho. El trato que tenía con las víctimas, la voz suave y susurrante, esa amabilidad, ese paso atrás que daba y la paciencia infinita. Porque él sabía, porque él estuvo en ese lugar, porque fue otra víctima de esa injusticia.
Ese día regreso a su apartamento y lo único que logro hacer fue acurrucarse en sus sábanas el resto de la noche. ¿Por qué? ¿Quién? ¡Él no se merecía eso! ¡Por supuesto que no! Ese hombre valiente, amable, lleno de tanto amor y tanta sabiduría. Ese hombre que le había brindado apoyo y palabras cálidas desde el principio, intentándole hacer un pequeño hueco en esa familia. Ese hombre que… que…
Ese hombre que era la representación de lo bueno.
Y ella lloró por él, por las victimas y por todo lo demás.
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Fueron semanas después del caso que logro conseguir todo el archivo de Danny. Su corazón se rompía con cada palabra impresa y desde entonces ella tuvo otro nivel de respeto por el detective.
Pero no había dicho nada. No era su secreto ni su vida. No tenía ese derecho.
Y se pregunto si el resto de sus compañeros lo sabía.
Los observo otro par de días.
No, no lo sabían.
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En una ocasión, totalmente accidental, encontró un cuaderno de pasta dura entre varios archivos viejos en la oficina de Danny. El detective le había dado el permiso para buscarlos y cuando tenía sus brazos llenos de carpeta, este cuaderno negro cayó al suelo. Un poco curiosa, lo levanto del suelo y al abrirlo quedo maravillada por el contenido.
Rostros.
En cada página uno diferente. Rostros de personas que no conocían, otros que vio en algún momento por las calles de Honolulu y los de ellos. Cada detalle, cada expresión, plasmadas con gran talento. Había sonreído con cada imagen, reído con las de Steve y otras de Kono y las que derritieron su corazón fueron las de Grace, con esa sonrisa heredada de su padre.
Hasta que llego a unas hojas donde se encontraba él. Ese hombre que vio en las fotografías del caso. Robert Collins se plasmaba en un trazo que denotaba furia y en otras tristeza y ternura.
¿Por qué lo dibujaba?, se pregunto repetidas veces después de dejar el cuaderno en una de las gavetas del escritorio.
Porque no lo puede dejar ir, le contesto una voz en su cabeza.
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En realidad no se veía a simple vista.
Esa cicatriz que marcaba con bochorno la parte interna de la muñeca izquierda de Danny. Esa cicatriz que fue la prueba del atentado contra la propia vida del rubio causada por el mismo.
¿Cómo Steve, Kono y Chin no la habían visto?
¿Estaban ciegos o qué?
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La boda de Chin y Malia fue encantadora.
Todo lo que se espera en una celebración como esa. Y especialmente el brillo de felicidad en los ojos de los novios era lo mejor.
Vio a Danny sentado en una mesa, nuevamente esa mirada perdida en su rostro ligeramente ensombrecido, y no lo soporto. Danny se convirtió rápidamente en un amigo muy apreciado por ella y no quería ver esa expresión en el rostro del rubio nunca más.
Steve había desaparecido por la playa, lo que aprovecho a acercarse y pedirle un baile, que el detective respondió con una sonrisa trémula.
Se prometió que era momento de hablar con él.
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Danny era graduado de psicología y había momentos por las tarde tranquilas de la sede que se sentaban, con una taza de café en mano, y platicaban por horas sobre cualquier tema relacionado.
Ella estaba maravillada con la facilidad que el detective tenia para hablar sobre la filosofía, hacerla reír con su razonamiento y la gran paciencia que siempre demostraba tener cuando ella daba sus propios discursos.
Eran muy divertidos esos momentos y ella los guardaba en su corazón como pequeños tesoros.
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Un día nuevamente se encontró con el cuaderno negro en el escritorio de Danny y simplemente no se pudo resistir. Ella amaba el talento del rubio y estaba decepcionada que no fueran expuestos al mundo, que no vieran a la persona maravillosa que era Daniel Williams.
Y mientras cambiaba de página, el dueño de ese talento había entrado. Ella lo vio directamente a los ojos y noto el claro nerviosismo en el rubio. Se sintió avergonzada de un momento a otro, tartamudeando una pequeña frase.
−Son muy buenos -dijo unos minutos después y Danny sonrió con timidez en su dirección.
−Gracias -respondió moviéndose sobre sus pies.
−No era mi intención… −trago saliva.
−Si, está bien, lo sé -fue lo único que respondió antes de acercarse y aceptar el cuaderno que ella le extendía, antes de tomar las carpetas y salir de la oficina.
−Danny… −se había detenido, viendo sobre su hombro−. En verdad, son realmente buenos -y la mirada fiera no pasó desapercibida para el detective, que se quedo helado en su lugar por varios segundos, viéndola regresar a su oficina.
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Ella sabía.
Repetía una y otra vez el detective el resto del día.
Ella sabía.
Y una parte de él se sintió aliviada.
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Se habían nuevamente sentado a tomar café mientras el resto se encontraba tras la pista del nuevo caso. El silencio se volvió pesado por largos minutos y el tic-tac del reloj era el único fondo del lugar.
−Sabes -declaro el detective viendo a su tasa. Ella asintió.
−Sí, lo sé -respondió luego de un carraspeo−. Lo siento -y minutos más tarde Danny le sonrió.
−Está bien -terminó su conversación en esas palabras.
Minutos más tarde el resto regreso y el trabajo no se hizo esperar.
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Cuando Steve les dijo sobre el bebé, ella no pudo evitar preguntar:
−¿Está bien? −. Porque ella estaba preocupada. Realmente preocupada por la psiquis de su amigo rubio. Pero también se volvía a maravillar por la persona que Danny mostraba ser.
¿Cómo alguien, que ha sufrido tanto, puede ser tan maravilloso?
Y ella pensaba que sólo en las películas se daba.
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Fue un caso muy sencillo y, como en cada oportunidad, no hubo quien no les preguntaran si el jefe y su segundo al mando de cuantos años llevaban en matrimonio. Era muy divertido ver la mirada consternada del rubio y la confundida del moreno. Y era aún más divertido ver que ninguno hacia nada para negar tal cosa, que el público los siguiera llamando ‘Sr. y Sra. Five-0’.
Aunque Danny se molestaba con que lo dejaran en la categoría de ‘esposa’.
¡Que no era una mujer, joder!
Y ella y Kono no podían evitar murmurar:
“Admítelo, Danny, tú eres la esposa”.
Chin sólo ponía los ojos y les sonreía.
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Grace había sido secuestrada.
¡Secuestrada!
Ella se recriminaba no haber sido cuidadosa y por tal razón tener esa lesión en su tobillo. Ella quería estar ahí para él y brindarle su apoyo y cariño. Pero era igual de feliz ver como el resto movía cielo y tierra para encontrarlo.
Y cuando vio esa mirada fiera, aterrorizada y llena de sentimientos en el rostro de su jefe, ella confirmo lo que desde un principio sospecho. Así que espero lo mejor y Grace fue encontrada. Todo fue muy bien y ella era feliz por él.
¿Era posible que un corazón solitario reparara a un corazón roto?
Ella esperaba que sí.
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Ella sabía que tarde o temprano ocurriría. Que tendría que irse y no ver atrás. Pero aún así dolía. Dolía que las lágrimas terminaron por rodar por sus mejillas.
Se despidió de Steve en la sede y tomó un taxi para poder llegar al apartamento de Danny. Ella no se iría de ese lugar sin despedirse y agradecerle por su amistad. Él le había sonreído tiernamente y abrazado hasta que el llanto se alejo. Él le habia deseado suerte y le aseguro una amistad para siempre. Él le regalo un hermoso dibujo donde estaban los cinco como regalo de despedida y unas palabras muy sabias que ella nunca olvidaría.
Danny le había dado en este corto tiempo que se prometió ella le daría a otras personas lo mismo.
“Y recuerda, Lori, la vida sigue y encontraras piedras que se crucen en tu camino y te hagan tropezar, caer muy duro. Pero eres tú la que decide levantarse y seguir o dejar que la vida te pisotee. Eres una mujer fuerte, valiente e inteligente. Te esperaban grandes cosas… No olvides nunca eso”.
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Ella olvido el archivo guardado en una gaveta de su escritorio.
Ella olvido llevarse el secreto de Danny con ella.
Ella se recrimino un tiempo después por ello.
Ella espero lo mejor de lo que surgiera.
Realmente, realmente espero lo mejor.
Especialmente por Danny.