Apr 17, 2006 17:32
Anarquismo, Orden y Derecho
Sin gobierno, sin autoridad, es común pensar en el caos como consecuencia lógica y constante social de una sociedad a la que se le ha removido la cabeza pensante y directora. Sin embargo, esto no es lo que pasaría, sencillamente porque el organismo es una mala metáfora que no aporta nada al entendimiento de la Sociedad.
Los seres humanos no somos como las partes del cuerpo humano, no nos sostenemos unos a otros, lo que hace nuestro vecino no es en forma alguna subsidiario a lo que hacemos nosotros o a lo que hace la supuesta “cabeza”, el presidente, el magistrado o el diputado. Este mecanicismo burdo que nos parece tan científico, tan familiar y natural no es más que un triste engaño cuando es trasladado a la fenomenología social... Por dar un ejemplo, la división del trabajo en una visión mecanicista de la Sociedad sería una serie de procesos, relacionados con la producción, que permitiría a una Sociedad dada sobrevivir; lo que parece pensamiento serio y fundado nos obliga a aceptar absurdos, siendo el más relevante el de una sociedad preexistente a la producción y a la división del trabajo, con intereses que le son propios y de los que dependemos de alguna forma.
Lo que dejamos de ver es lo que la Sociedad en verdad es... Es un resultado, el nombre que damos a una serie de relaciones humanas que implican cooperación y normatividad. Aprovechando el ejemplo ya dado, la división del trabajo no es algo utilizado por la Sociedad para resolver sus necesidades, sino la misma Sociedad, una de sus manifestaciones. Si el cuerpo humano reflejase de alguna forma lo que sucede en la Sociedad, tendríamos que imaginar un cuerpo humano en el que cada órgano, cada célula contaría con una voluntad propia y actuaría en consecuencia, cada parte un cerebro, un cuerpo con una multitud de cerebros disputando el control de los recursos contenidos en sí mismo.
La Sociedad en verdad es como un contrato... No uno en el que se delega a un tercero, sino uno que refleja las relaciones entre las partes. Entre dos vecinos se realizan actividades económicas subsidiarias sólo porque los vecinos lo han querido así, y sólo se complementarán si deciden intercambiar los productos de sus actividades, si se relacionan, y es en esta relación, en esta cooperación, en la que se manifiesta la Sociedad, en las reglas decididas y aceptadas para ese intercambio por los individuos inmediatamente interesados, no por lo establecido por algún tercero que en su sabiduría haya decidido que sería mejor así.
En la idea de lo que es una Sociedad englobamos una serie de fenómenos, de instituciones, que representan distintas formas de cooperación. ¿Por qué se da la cooperación en primer lugar? Porque resulta la estrategia más exitosa entre una serie de alternativas para la resolución de un problema. En este sentido, las instituciones, siendo el reflejo de una forma específica de cooperación, no requieren de una voluntad rectora que las establezca como la forma oficial de cooperación, sino, solamente, de la voluntad de los individuos que efectivamente cooperan unos con otros.
Lo discutido es una breve exposición de la teoría de la evolución espontánea de las instituciones sociales de Hayek, una demostración de que la Sociedad es una creación del actuar libre y que sólo es posible por este, y no, al contrario, restringiendo la libertad.
¿Cómo conseguimos que los individuos respeten las normas de cooperación? Esas normas existen y son Derecho, no porque alguien garantice su respeto continuo, sino porque son aceptadas continuamente por los individuos que cooperan... De la misma forma que los gobiernos existen y son respetados por la simple aceptación de los individuos regidos por estos. Demostración a la que dedicaremos su propia exposición.