Apr 14, 2006 06:17
Anarquismo, una propuesta política.
Con el estreno de la película V de venganza se presenta una oportunidad para hablar sobre el anarquismo que no puede dejarse pasar. ¿Es acaso idealismo absurdo e irrealizable? ¿O el resultado de la apatía y el despego a los valores más importantes de la convivencia social? El sí es la conclusión usual y condescendiente del típico político o intelectual que ve al poder, no por los peligros que representa, sino por lo que posibilita, y esos son los muchos. Los menos tratan de salvar del anarquismo sus advertencias más básicas, que el poder político puede llegar a ser tiranía y que el bien común como criterio de gobierno es más bien un concepto elusivo. Y aún son menos los que se permiten creer en el anarquismo y la necesidad de su realización.
Sí, he dicho necesidad, porque en efecto no hay nada más necesario que la libertad. Se pueden encontrar distintos discursos anarquistas con elaboradas visiones sociales, con utopías concretas, así, si nos limitamos al cine, podemos recordar El Club de la Pelea, en que el antihéroe inestable se revela como visionario genial al destruir las instituciones de crédito de los Estados Unidos, lo que permitiría a este país volver a la libertad, a una vida sin ataduras económicas, más rural, en la que los individuos serían más libres para decidir por sí mismos, teniendo a la vez mayores y mejores lazos con su comunidad y atendiendo sólo sus necesidades reales sin explotaciones económicas, en perfecta simbiosis con el medio ambiente, resumiendo, para reclamar todo lo que el capitalismo no es. Este es el discurso tradicional del anarquismo, en el que no es otra cosa que un colectivismo más radical, lo que Marx en sus días catalogó de Socialismo utópico, y que se puede leer en las obras de tales como Proudhon, Bakunin y Kropotkin. Haciendo un nexo entre el cine y las ideas, El Club de la Pelea es consecuente con Kropotkin al decir éste que hay esencialmente dos tipos de socialismo, socialismo de Estado y anarquismo, siendo verdadero socialismo el segundo, que no aspira a asumir el control del sistema opresivo capitalista para usarlo a favor de la clase obrera, sino a su destrucción directa.
Este no es el discurso anarquista de V de Venganza. Esta película es única al mostrar el anarquismo en su esencia, la reivindicación que hace el individuo de la propia libertad, no de una dudosa idea de lo que la libertad es, sino de lo que la libertad ha dejado de ser por la tiranía del buen gobierno que asume, por el bienestar de todos, decidir lo que es mejor para todos, en todas las facetas de la vida, la mejor salud, la mejor educación, la mejor comida, los mejores servicios, la mejor moral, etc. Todos nosotros hemos sido educados en la idea de que pertenecemos a algo, a una familia, a una comunidad, a una nación, a una cultura, y en efecto, existen esos puntos de referencia, existen esos centros de convivencia, pero también nos dicen que les debemos obediencia a estas colectividades, porque pertenecemos a ellas y que debemos anteponerlas a nuestros propios intereses. Pero esta visión posee una contradicción: la colectividad, sean cuales sean sus límites, no es una realidad estática, es un hecho en constante cambio y en consecuencia sus valores no son siempre los mismos, y también, en consecuencia, no cuenta con intereses comunes a sus miembros; la realidad es que lo colectivo es resultado de la conciliación de los intereses de los individuos que la conforman, y no es una conciliación que se resuelve conformando mayorías, sino enfrentando individuos a individuos.
Desde su creación, el Estado nacional ha respondido a los temores de sus ciudadanos, a que la violencia irrumpa en sus vidas y por ello han perseguido la ilusión de renunciar a ella y entregarla por entero al gobierno... Pero el temor crece, y lo que se consiente al gobierno pensando en la propia seguridad no tiene límites. Ahora nos preguntamos si podemos vivir sin el gobierno, y la realidad es que cada vez es más difícil vivir con el gobierno porque todo los recursos que le damos para que complemente nuestras vidas deben ser -y han sido- complementados por nosotros mismos, incluyendo la misma seguridad a través de los seguros. ¿Qué es lo que posibilita el Estado si todo lo que provee ya lo tenemos sin él? ¿Nos defiende de la injusticia? Y por ello debemos renunciar a los propios criterios de justicia y esperar que sean pálidamente reflejados en el criterio de alguna inestable mayoría.
En El Club de la Pelea, ante un individuo que explota a la sociedad, se destruyen las instituciones más avanzadas del mercado, los organismos de crédito; en V de Venganza, ante una colectividad que explota al individuo, se destruye el símbolo del buen gobierno, el Parlamento. ¿Por qué el parlamento? Porque es un símbolo nos dice V, un acto que simboliza la rebelión ante el gobierno, ante la tiranía, pero cabe añadir, que el Parlamento también simboliza el consenso y el bien común... Si el consenso es la aceptación del gobierno, entonces sí, el Parlamento es un símbolo del consenso de cada individuo a que el gobierno tome de él sin otra justificación que una delegación de responsabilidad implícita en su pertenencia a una sociedad; si el bien común es lo que sea que se decida mayoritariamente en el Parlamento, entonces sí, el Parlamento simboliza la obediencia del individuo que siempre será minoría ante cualquier decisión adoptada. El Parlamento asume, “sintetiza”, todos los intereses de una sociedad, lo que significa que no hay límite a lo que pueda decidir en nombre de los individuos, su poder no tiene límites y un poder sin límites es tiranía. Sí, entonces es un símbolo que merece ser destruido.
Una sociedad sin gobierno, no es una sociedad sin política, no es una sociedad sin derecho y sin orden, esto lo explicaremos con detalle más adelante. Si de lo discutido hasta ahora debemos quedarnos con una idea, una sola, así como V en el cine, en esta sí seguimos a Proudhon afirmando que es la libertad la madre del orden, no el orden la madre de la libertad.