La premonición - One-shot

Nov 10, 2008 23:56


Autor: eliradcliffe
Fandom: La premonición
Claim: AnnexAdrian
Título: El inicio de todo.
Palabras: 1346
Advertencias: Ninguna, que yo sepa.
Notas: Otro one-shot donde se salen cosas que no estan relacionadas directamente con la historia. ES como una especie de vision del futuro. Espero que les guste.


Anne estaba encadenada en una de las oscuras y frías prisiones que se encontraban en el sótano de aquel castillo.

En la pared de fondo donde ella se encontraba, pintado con sangre había un enorme rosetón que servia como escudo para controlar a la bestia que pugnaba ferozmente por dominar el cuerpo de la chica.
Ella estaba débil, adolorida debido a los constantes forcejeos que había hecho para tratar de romper las cadenas que la ataban a la pared. También tenía los brazos cubiertos por la sangre seca que había manado de sus lastimadas muñecas, el pelo húmedo de sudor pegado al rostro y al cuello y la ropa, brazos y rostro llenos de rasguños. Estaba hecha una porquería, estaba dando lastima. Pero nadie podía acercársele para ayudarla porque, a pesar de poseer aun un poco de conciencia, la bestia que llevaba dentro al percibir el olor de la sangre se pondría rabiosa y el resultado seria total y absolutamente desfavorable para Anne y para el que osase cruzase en su camino.

De pronto, rompiendo con el silencio y la quietud del lugar, se escuchó el eco que producían unos pasos en el pasillo y Anne trató de levantar la cabeza para ver quien había ido a visitarla, a torturarla, a matarla para que dejase de sufrir de aquella endemoniada manera. O quizás fue por todas aquellas razones que ese “alguien” se apareció por allí.

La puerta se abrió con un chasquido y la habitación, que antes había estado a oscuras, fue iluminada por una extraña luz que parecía manar del recién llegado. O quizás no y solo era su estúpida imaginación que la hacia ver cosas donde no las había.

El recién llegado (porque era hombre), con su voz casi perfecta y sensual, capaz de acelerar su corazón o detenerlo a su antojo con increíble facilidad, le dirigió unas palabras que no pudo percibir porque sus aparentemente embotados sentidos no estaban funcionando como deberían. Él pareció darse cuenta de ello porque se acercó lentamente a ella y le susurró un “muérdeme” de una forma tan sensual que logró despertar sus sentidos de su largo sueño.

Ella, para su desgracia, fue consiente del olor de su piel; del olor de su sangre; de la cercanía de sus cuerpos; del agradable calor que despedía su cuerpo fuerte y masculino aunque hermosamente atractivo. Fue consiente de que su cuerpo anhelaba que él recorriera cada centímetro de su cuerpo y que besase sus labios hasta la saciedad, hasta causarle dolor. Fue conciente de la increíble necesidad de sexo que tenía su cuerpo, pero sobre todo, de la sed. Esa maldita sed que le quemaba la garganta y le nublaba la vista y embrutecía aun más sus sentidos.

“Muérdeme”, repitió él mientras desabrochaba los primeros botones de su nívea camisa para dejar su cuello a la vista, y se acercaba a ella par que hiciese lo que le pedía.

Ella se agitó violentamente mientras gruñía, gritaba y enseñaba los filosos dientes como amenaza, al tiempo que los grilletes rasgaban su delicada y lacerada piel haciéndola sangrar nuevamente. Quería hacer lo que él le decía. Quería encajar sus dientes en su cuello y beber de su sangre hasta quedar satisfecha pero no podía hacerlo. No debía. No quería sucumbir ante su debilidad para luego tener que pasarse la eternidad siendo un monstruo chupador de sangre. Ella quería seguir siendo humana.

Él, cansado de todo ese griterío y quejido por su parte, sacó una navaja de algún lugar de su capa y se hizo una profunda cortadura en la palma de la mano. Se llevó la mano herida a la boca y succionó la mayor cantidad de sangre posible para luego dársela a una reticente Anne de boca a boca.
Anne, que aun en esos momentos de tentación mantenía algo de conciencia, se agitó violentamente tratando inútilmente de escapar para luego, después de sucumbir ante el poder de su deseo corresponder el gesto como podía, agradeciendo la sangre a pesar de no haber querido tomarla directamente de su cuello.

Cuando él hubo cortado el beso ella aun no estaba satisfecha por lo que tuvo que darle a tomar directamente de su mano herida. Ella succionaba y mordía, rasgando su piel, haciéndole un daño y un dolor que serian solo momentáneos.

Anne, ajena al dolor del hombre y a todo lo que la rodeaba en esos momentos, se sentía bien, no tanto como hubiese deseado pero por lo menos ya no sentía aquel doloroso ardor en su garganta y su vista ya no era desenfocada y difusa. Se sentía un poco mas como ella misma y no como un monstruo.
Satisfecha ya de tomar tanta sangre, se lamió el labio superior con un gesto casi obsceno -que no le importó- antes de hablarle al hombre que la miraba con sus profundos y enigmáticos ojos azules llenos de deseo a pesar de que su apariencia era deplorable.

- ¿Por qué lo hiciste?-preguntó clamada, degustando el delicioso sabor de la sangre que aun tenia en los labios. La sangre de la persona que la había convertido en lo que era en esos momentos, del que la había llevado a ese mundo en el cual en un principio no quería estar.

Respecto a la sangre, ya la había tomado. Ya había caído en las feroces garras del depredador, así que no le quedaba más remedio que resignarse a la cruda realidad, a su cruel destino. Además, tampoco era que iba a resistirse a la tentación con pies de plomo; si él le hubiese ofrecido nuevamente su cuello ella no se hubiese resistido. Era débil y estaba sedienta después de todo.

-Para poder sacarte de aquí. Si seguías encerrada en este lugar ibas a acabar muerta y yo no iba a permitir que eso sucediera- le respondió después de unos segundos de silencio.

-Yo no te pedí que me convirtieras en tu sirviente, principe- le dijo destilando veneno. Ya no le tenía miedo porque gracias a él, ahora tenía las habilidades suficientes para darle pelea. Ahora a él no le seria tan fácil darle caza.

Él, contrario a lo que ella esperaba que hiciera (era un hombre importante después de todo, y ella le debía respeto), chasqueó los dedos haciendo que las cadenas desaparecieran y que ella cayera de bruces al suelo, golpeándose las rodillas en la caída. Luego se acercó a ella y le ofreció una mano para ayudarla a ponerse de pie. Ella aceptó la ayuda porque no tenía fuerzas suficientes como para levantarse sola. Cuando su mano se posó sobre la de él, este tiró fuertemente de ella para atraerla hacia sí y pegarla a su cuerpo.

- ¿Y quien te ha dicho que serás mi sirviente, Anne?-le susurró con sus labios muy cerca de los de ella. Después, la besó.

Por fin, después de siglos de soñar y esperar ese estúpido beso (porque ella no consideró como un beso el que él le había dado minutos antes para obligarla a que se tomara su sangre) llegó cuando ella menos se lo esperaba, y le hizo sentir mas cosas que de las que imaginaba. Y para colmo sus hormonas, mas traviesas desde que estaba rodeada de tantos hombres guapos, estaban mas inquietas que de costumbre, mandándole señales para que entendiera el mensaje que tenían rato enviándole: “déjate de tonterías, Anne. Tú amas a este hombre más que a nada en este mundo. Además, estas loquita por acostarte con él. Así que deja ya el drama, no seas idiota”.

Al final no tuvo que perder el tiempo escuchando lo que sus hormonas y su ahora muy despierto cerebro le decían porque Adrian, aquel príncipe que ella se había pasado meses buscando por todo el Hellaven, después de dedicarle una picara sonrisa que la dejó sin aliento por unos instantes, desapareció con ella de la prisión.

Y así, de esa forma tan poco romántica y común, Anne inició su vida como la princesa Anne Welch. Princesa de aquel mundo de sombras y oscuridad del cual, en un tiempo que se le antojaba lejano, remoto, quiso escapar.

one-shot: la premonicion

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