¿Alguna vez les ha llegado un correo con alguna presentación de PP sobre la hambruna en África? A mí si. ¿Y saben que pienso? "Pobresitos" Y después cierro la presentación y me pongo a hacer cualquier otra cosa, y en todo el día, no me vuelvo a acordar de la dichosa presentación. No sé si eso me hace una mala persona, nunca lo había pensado. Pero es muy diferente ver una presentación con fotos tomadas por un extraño, que ver con tus propios ojos a los niños que necesitan alimentos. Y no tuve que ir a África para verlo.
El sábado por la tarde, mi familia y yo veníamos de regreso de vacaciones, por lo que habíamos salido a medio día y nos esperaba un viaje de tres horas y media en auto. Ibamos muy bien, yo platicando con mis padres y peleandome con mi hermano, escuchando música y tratando de cargar un software nuevo en mi laptop.
De repente, a todos nos empezó a dar un hambre feroz, así que pasando una caseta nos orillamos y empezamos a preparar la comida que mi abuelita nos había mandado para el viaje. En eso, miré por la ventanilla y ví a tres niños que estaban vendiendo artesanías en la carretera y a una ancianita que hacía lo mismo. Les dí la espalda y no le dí mayor importancia.
Mi mamá estaba preparando la comida y la repartía a todos nosotros, cuando uno de los niños, el que se veía mayor, se acercó a nosotros y le pidió a mi mamá algo de comer. Al ver al niño sudado, con la cara terrosa y a sus hermanos siguiendolo a una distancia prundencial ¿Sáben cuál fue mi reacción? Me puse los audífonos y me recargué en una almohadita, cerrando los ojos.
Mi mamá al principio se negó a compartir la comida y mi padre, al ver la insistencia del niño, le gritó un rotundo "¡NO!". Ahí fue cuando yo me volví a levantar y ví al niño alejarse con cara resignada hacia sus hermanos. Me quedé pasmada al ver a los dos niños pequeños sonreír y darle unas palmaditas a su hermano mayor.
En ese momento, mi mamá me dió un plato con la comida (era una torta de pavo). La miré y le dí un par de mordidas. Mi papá se veía arrepentido por haberle gritado al chico, así que le dijo a mi mamá que les diera la comida que había sobrado, que no era poca. Ella así lo hizo, los llamó y les entregó otro plato desechable lleno de pan y pavo, junto con una cuchara del mismo tipo.
Si hubieran visto las ansias y la felicidad con las que esos niños se comían nuestras sobras (porque eso eran, mentiría si dijera otra cosa), estoy segura que hubieran sentido las mismas nauseas que yo al ver mi comida. Mi mamá estaba dandole otro poco de pavo a la ancianita que estaba ahí, y yo salí del coche y les entregué mi torta a los niños, que la recibieron con una sonrisa (literalmente) de oreja a oreja.
No dieron las gracias, no nos dieron nada a cambio. Pero ¿saben? Pienso que ellos se merecen eso y más. Por que nosotros, que lo tenemos todo, no lo valoramos y, en cambio, pedimos más. Estoy segura que ellos se merecen esa comida mucho más que nosotros. Por que ellos estan a pleno rayo del sol, vendiendo las artesanías que hicieron con esfuerzo, mendingando un poco de comida.
Por que ellos son ángeles. Son ángeles de 7 u 8 años. El mayor era solo un par de años menor que yo, máximo tenía 12 años. Son de esas personas que estan ahí y si darse cuenta, nos enseñan cosas muy valiosas. Y yo en lo personal, estoy muy agradecida de haber podido estar junto con esos niños, por que me dí cuenta de que tengo mucho que agradecer: por que tengo un techo, comida todas las tardes, una cama calientita y hasta me doy el lujo de contar con una computadora e Internet. Y esa tarde sentí que, de verdad, no lo merecía.
Por que a veces me porto caprichosa y egoísta. Por que yo trabajo, sí, pero solo son cuatro horas y es en un lugar cerrado, con aire acondicionado y solo tengo que estar parada un par de horas. Por eso, estoy sumamento contenta de que nos hayamos estacionado junto a esa caseta, de que hubieramos podido ver y reflexionar sobre esos niños. Por que me dió la oportunidad de comer con tres ángeles.
¿Y tú? ¿Has comido con un ángel?