Jul 12, 2007 19:32
La tarde se va llendo junto con tu alegría. No queda mucho por hacer, ni tampoco hay ganas para ello. Vas pensando si es necesario volver arriba, volver a dormir y despertar por la mañana para hacer lo mismo de todos los días. Rutina. Maldita rutina que te vuelve desquiciada, que arranca los últimos cabellos de tu cabeza y te obliga a dejar caer lágrimas entre cada bocado al desayuno.
Él ya no te habla. Él va por ahí, con ella, tomados de la mano, gritando al mundo que se aman. Porque ahora no le interesa que hablen de él, porque antes no fue capaz de ser él mismo conmigo, porque ni siquiera las flechas de cupido pudieron hacerlo caer. Y las lágrimas... malditas lágrimas. Michael pregunta qué sucede.
No quieres contestarle, no soportas ver su rostro falsamente angustiado lleno de migas de pan.
"No es nada..."
"Oh, vamos, Cho, dime qué pasa." Sujeta tu mano y miras hacia el costado. "Otra vez estás llorando"
"¿Te he hablado en griego? ¿Qué parte del "no es nada" no te quedó clara?"
Eres muy injusta con él. Eres tan injusta como con Cedric. Cada noche miras su rostro en la única foto que guardas de él, ambos sonriendo, felices, sin enterarse de nada. Pero los recuerdos no bastan, y él está ahí, dejándose mimar por la pelirroja. Imbécil. Imbécil pelirroja.
Te pones de pie, caminas a zancadas hacia el patio. Lanzarte al lago negro sería una buena alternativa, total... él ni siquiera se entera de que estás llorando.
Por él... ¿o por quién? Por ti misma. Porque te ves tirada en el suelo intentando salir de debajo de la garra de águila que te tiene aprisionada.
"Prometiste ser mi héroe" te dices, se lo dices a él todo el tiempo en tus sueños. "¿Y qué sucedió? Ya no hay un nosotros, nunca lo hubo." Tomas una piedra y la lanzas con fuerza hacia adelante. Respiras profundo, y vuelves la cabeza. Ellos están ahí, caminan hacia el lago, y te haces la pregunta de rigor: "¿Qué tiene ella que yo no posea?"
Eres tan invisible para ellos como si llevaras una capa sobre la cabeza, como si siempre hubieses pertenecido al paisaje. Se besan, quieres matarla, quieres golpearlo, quieres lanzarte al lago. Sigues pensando que es una buena opción... pero, "¡a la mierda!"
Primero Granger, ahora Weasley. Nunca se conformó. Siempre buscó más, mientras tú le dabas todo. Era completamente tuyo, como aquello que lleva una etiqueta a tu nombre. Te costó tenerlo, un millón de galeons no eran suficientes comparándose. Te lo hubieses llevado a la China, pero ella estaba ahí, silenciosa como las serpientes, como las musarañas, dispuesta a envenenarlo contra ti. Y no supiste poner el antídoto a tiempo.
Caminas de regreso. Vas en busca de Michael, en busca de alguien que se parezca a él, que huela como él, que bese como él. Pero no es él. Lo besas intespestivamente, él sonríe y te ofrece la mano, pero tú no deseas verte igual que ellos, no quieres eso. Y la idea de lanzarte al lago vuelve a tu mente.
lean y comenten,
cho no quiere reivindicarse,
eres muy malosa,
mmm... no sé que más poner