May 12, 2013 23:43
Hay que ver las vueltas que da la vida, de las últimas dos semanas tan solo he pasado una en Marruecos, y lo más curioso es que las mayores “aventuras” que me ha tocado vivir han sido en España y no aquí.
El último fin de semana de Abril decidí hacer una escapada a España para pasar el fin de semana y quedarme luego un par de días laborables allí para solucionar papeleos. De esa manera aprovechaba también la fiesta del 1 de Mayo, que es de las pocas que coinciden entre Marruecos y España. Durante mi trayecto entre Kenitra y Tanger todo fue perfectamente, incluso llegué a la primera hasta la terminal de pasajeros del puerto de Tanger, siguiendo las explicaciones que me habían dado, lo que no dejaba de ser un pequeño logro considerando el caos de tráfico y la mala señalización de las ciudades marroquíes. Cuando llegué allí compré un billete para pasar con el ferry a las 5 de la tarde y me coloqué en la cola de coches para embarcar. Hasta ahí ningún problema, pero para mi sorpresa al coche que estaba justo delante de mi ya no le dejan embarcar porque el ferry está lleno, así que nos dicen que nos toca esperar al siguiente barco… ya podían haber calculado cuantos coches cabían en el ferry antes de vendernos el billete, ¿no?
Resignado y armado de paciencia, me tocó esperar nada menos que tres horas en el puerto de Tanger hasta que el ferry hizo el recorrido de ida y vuelta para poder embarcar, y después me quedaba todo el recorrido en coche desde Tarifa hasta Sevilla… El resultado, llegué a mi destino a las 2 y media de la mañana cuando había salido de Kenitra a las 2 de la tarde de ese día. Pensé que en cierta manera era la “novatada” que me tocaba pagar en mi primer viaje desde Marruecos, pero la historia no se terminó ahí.
El 1 de Mayo por la tarde, cogí de nuevo el coche dispuesto a volver a Marruecos para incorporarme al trabajo al día siguiente. Cuando estaba ya a menos de 20 kms de Tarifa, donde tenía que embarcar en el ferry con destino a Tanger, el coche empezó a fallar. Primero fue una humareda blanca que me asustó porque pensé que el motor se había gripado. Luego el coche empezó a vibrar y aunque el motor funcionaba bien, las sacudidas en el eje trasero eran casi constantes. A durísimas penas y con el coche renqueando y dando sacudidas cada vez mayores, conseguí llegar hasta Tarifa, donde pude dejar el coche aparcado en un parking. Pensé en meter el coche en el ferry y dejarlo ya parado en Tanger, pero en esas condiciones el coche podía decir basta en cualquier momento y no tenía garantías de poder subirlo y bajarlo al barco, así que pensé que mejor lo dejaba allí y al día siguiente ya veríamos que pasaba.
Aunque me había quedado tirado en Tarifa, tengo la suerte de tener varios buenos amigos en Algeciras, así que tras una llamada de teléfono ya me habían recomendado un buen hostal para pasar la noche y en menos de una hora un amigo se había acercado a recogerme para cenar conmigo. La verdad es que a veces estos inconvenientes te dan sorpresas como poder quedar con un viejo amigo al que hacía casi 10 años que no veía y poder contarnos lo que nos ha pasado en la vida a lo largo de todo ese tiempo.
Al día siguiente me tocó buscar una grúa, acercarme hasta el parking y llevar el coche remolcado hasta el servicio técnico de la marca en Algeciras. Una vez allí ya me dicen que el problema es grave porque toda la parte trasera está cubierta de aceite lubricante quemado, así que no podrán reparar el coche en un plazo corto de tiempo. Visto el panorama, me tocaba llamar a los jefes de la empresa para que decidiesen si me quedaba a esperar un diagnóstico del coche o si volvía a Marruecos. Por esos giros extraños que a veces dan las cosas, decidieron que me quedase a esperar el resultado del diagnóstico del coche, así que volví de nuevo a Sevilla para ver si tras el fin de semana podía recoger el coche ya reparado. Al día siguiente me notificaron que la avería requería importar varias piezas de recambio desde Alemania, así que tardarían como mínimo tres semanas en reparar el coche. Al menos podía pasar el fin de semana en Sevilla y volver el lunes, después de todos los inconvenientes no estaba tan mal…
El cierre de la historia es el larguísimo viaje que tuve que hacer el lunes pasado para llegar de nuevo hasta Kenitra. Primero viaje en autobús de Sevilla hasta Algeciras, después otro autobús desde Algeciras hasta Tarifa, luego ferry de Tarifa a Tanger, y una vez allí en tren hasta Kenitra. De nuevo tuve que armarme de paciencia porque salí de Sevilla a las 7:15 de la mañana y llegué a Kenitra a las 7:30 de la tarde (que en la península son las (8:30), y encima en el tren de Marruecos hacía un calor infernal y el aire acondicionado no funcionaba, un viaje para no recordar precisamente.
El balance final es que, a pesar de los muchos inconvenientes que he tenido en este viaje, gracias a él pude pasar una semana entera en Sevilla y además pasar un muy buen rato con un viejo amigo al que hacía muchísimo que no veía, no me voy a quejar, la verdad.
En el próximo episodio me tocará volver a Algeciras para recoger el coche ya reparado, pero espero que desde aquí hasta Tanger no me toque ir otra vez en el mismo tren sin aire acondicionado. Ya os contaré en próximas entregas.
El viajero sin destino