Jul 27, 2012 21:13
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"...Me dicen por aquí que los antidisturbios se han quitado los cascos en señal de solidaridad".
Y todos rompieron en aplausos y vítores.
Media hora más tarde la manifestación ya se había desconvocado. Un grupo de inconformistas habían ido a las puertas del Congreso a seguir su protesta, y un grupo de violentos habían convertido esa protesta en pelea descompensada e injusta, los bomberos corrieron a la primera fila, a proteger al resto de la gente, y todos gritaban "Madero, aprende del bombero". Los cascos volvían a estar cubriendo los rostros de sus dueños... mentira, los verdaderos dueños de esos cascos estaban en sus casas, mirando la manifestación en la televisión o haciendo llamadas telefónicas, ordenando cargar contra la multitud, ordenando retirarse de la Puerta del Sol, ordenando contener a las masas, ordenando usar la violencia contra las mismas personas a las que se supone que sirven, contra ciudadanos. Un puñado de personas posee cientos y cientos de cascos que deben obedecer, deben callar, deben actuar inmediatamente. Pero esos cascos no actúan por sí solos, y se contrata a personas que les den vida. Su único trabajo, por lo que se les paga, es hacer vivo un objeto inerte, darle capacidad de actuación. Dentro de esos cascos hay mentes que sueñan, opinan, ríen, pero eso es otro tema, en su trabajo son como Gepeto, sólo que esta vez Pinocho lleva porra y pistola. Detrás de esas máscaras hay miedo inaguantable, y lágrimas que corren hasta el suelo, si es que llegan.
¿Cuándo las personas exigiremos ejercer la libertad que nos corresponde como individuos? ¿Cuándo los cascos caerán al suelo y se quedarán atrás? ¿Cuándo dejará de haber dos filas de gente mirándose de frente?
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