Torneo de fanfics: Supernatural

Oct 08, 2010 16:38


Autor: Storm
Fandom: Supernatural

Personajes: Castiel/Sam/Dean
Disclaimer: Todo esto es de Chuck, Kripke, WC y asociados. Yo solo soy una pervertida que se divirtió un montón jodiendo con sus personajes.
Advertencias: Muerte de un personaje, tríos, algo de vouyerismo, y mucha basura junta.
Notas: Primera escena de sexo que escribo, sean clementes. Agradecimientos a mi Beta por ayudarme un mundo con esto.


DONDE CABEN 2, CABEN 3.

- ¡Sam!- Llamó cubriendo su cabeza con la almohada- ¡Sam teléfono! Demonios- Masculló. Se levanto rascándose la tripa antes de dirigirse a la sala - ¡Ya voy! -gritó al teléfono que no cesaba de sonar -Dios ¿Que maldito loco es capaz de llamar a la sacrosanta hora de las 6 de la mañana un sábado? Alo -gruñó.

- ¿Sam? -Reconocería esa voz en cualquier parte.

-No Dean, Samuel no esta. Llama en un rato.

-Un momento Cass, espera -escuchó el suspiro al otro lado del teléfono - ¿Donde demonios esta a estas hora?

-No tengo ni idea Dean, pero si llamas a una hora decente tal vez puedas encontrarlo. O llámalo al celular, tú decides.

-No contesta. Mira…Cuando llegue, dile que venga a casa.

- ¿A Lawrence? -según sabia, Samuel no había pisado su casa desde hacia años.

-Sí. Dile…-otro suspiro -… dile que papa murió esta madrugada. -Y sin añadir más colgó.

-Mierda -dijo Cass, sin registrar el molesto pitido.

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Dean había salido de la casa, mareado por el ruido y los olores que despedía la sala cuando un auto se detuvo en el bordillo. Se sintió descolocado al ver al moreno de increíbles ojos azules que le miraba sin pestañear, antes de percatarse que seguramente era Castiel, la pareja de Sam. Cass se giro para mirar a su acompañante y preguntarle quien era ese hombre para descubrirle una mirada de anhelo mal disimulado. Antes de poder decir nada Sam salio y acercándose a grandes zancadas se sumergió en un abrazo con el pequeño. Ambos perdidos, sujetándose a lo único que tenían.

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A Sam todo esto le parecía irreal. Estar en el cementerio con Ellen y Jo a unos pasos, ambas con los labios apretados evitando llorar. Bobby de pie, a un lado de Dean ofreciéndole apoyo, Cass con cara de circunstancias, tomándole la mano fuertemente y Dean tan diminuto y perdido. No tendría que haber pasado por eso. John era indestructible. No se suponía que debiera morir. Yo soy la resurrección y la vida, aquel que crea en mi no morirá jamás. Las palabras le llegaban distorsionadas, escuchaba su sonido pero no podía interpretar su significado. ¿Que demonios decían? ¿Que su padre moría porque no había creído?

Recibió las condolencias, borrando un rostro sustituyéndolo con otro, sin darse cuenta de a quien saludaba realmente.

Anochecía cuando tomaban una cerveza en la sala. Habían abierto las ventanas para que el olor nauseabundo de las flores se disipara. Estaba allí, sentado, jugando con la etiqueta de su cerveza cuando las palabras del viejo lo trajeron de vuelta.

-Hubieses sido de ayuda muchacho. Dean a duras penas podía con todo.

-Estuve bien.

-Sí, te resolviste, pero no vas a negarme que un enfermero era necesario.

- ¿Para que necesitabas a Cass? -su voz le sonó discordante.

-Para cuidar de tu padre por supuesto. Dean dejo el taller estos últimos meses, para poder atender a John y las cuentas no eran económicas.

- ¿Meses? -La mirada que dirigió decía a las claras que le estaban hablando en esperanto.

Bobby dirigió su vista a Dean.

-Maldición -masculló -Tenías que haberme advertido.

Sam se levanto, sus ojos lanzando chispas. Dean sonrió con aire cansado.

-Vete Bobby, yo me encargo.

El hombre salio de la casa, dejando un ambiente tenso. Castiel pensó en salir pero las palabras del castaño lo detuvieron.

- ¿Qué coño no me estas diciendo Dean?

-Papá…-Dio un trago a su cerveza, bajando la vista. Cass no dejaba de  observar esas manos temblando ligeramente -Papá murió de cáncer, Sam.

- ¿Cáncer?

-De pulmón, para ser más exactos.

Sam boqueo unas cuantas veces, asimilando la idea.

- ¿Porque demonios no me dijiste? -Y esa furia helada era algo a lo que Cass no quería enfrentarse. Al ver la mirada del mayor se pregunto si era valiente o suicida.

-Porque papá me pidió que no lo hiciera.

- ¡Maldita sea Dean! -El grito de Sam perforó la noche - ¿Como pudiste hacerme esto?

- ¿Como pude? -Dean se levantó del sofá, apretaba tan fuertemente la botella que los nudillos estaban blancos - ¿Como pude? Te llame Samuel. No una ni dos veces. Todas las putas semanas te llame y te pedí. Te rogué. Te dije que te necesitaba. Y tú…-la voz le temblaba de rabia -No vengas a reclamarme lo que pude o no pude hacer, Samuel. No tienes ese derecho.

El silencio que siguió era tan ensordecedor como una tormenta. Dean deposito la botella con delicadeza sobre una mesa, parecía que le habían caído encima un millón de años.

-Hablaremos mañana. Que pasen buenas noches.

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Debían quedarse un par de semanas. Finiquitar los asuntos, vender las cosas y decir adiós. Sammy había querido irse al día siguiente pero a insistencia de Cass se habían quedado, tratando de salvar el abismal trecho que había entre él y su hermano. “Es lo que único que te queda Sam. No puedes perderlo” Salió a caminar tratando de poner en orden sus pensamientos. Dean había sido la razón por la que se había ido en primer lugar, y ahora, malditas ironías, era la razón para quedarse.

Dean se detuvo en la puerta de la cocina. Castiel se inclinaba en la nevera con esos jeans dos tallas más grandes, cayendo en sus caderas huesudas. Se veía el inicio de la raya del culo y a Dean le dieron ganas de recorrer con su dedo primero y luego con su lengua todo ese camino. “Es la pareja de tu hermano” se reclamó. Carraspeo ligeramente antes de entrar.

- ¡Dean! - ¿como hacia el bastardo para conseguir que esos ojos azules fueran más brillantes?

-Hey Cass. -Se sirvió café, tratando de que su turbación pasara desapercibida.

-Estuve hablando con Sam -Castiel se giró, con una cucharilla y un yogurt- ¿Qué piensas hacer después de vender la casa?

-Creo que iré a Dallas.

- ¿No quisieras pasar una temporada en California? -Abrió el yogurt con tanta fuerza que se pringo el pecho. Dean le miró, sus ojos verdes oscureciéndose con un anhelo rápidamente ocultado.

- ¿Con ustedes? -Castiel se limpiaba el pecho con la mano, chupando cada dedo -No creo que pudiese con… No seria apropiado

- ¿Apropiado? ¿En que siglo estamos? -Dean contó hasta diez buscando controlar las ganas de quitarle esa mueca sarcástica a besos.

-Tú y Sam querrán su espacio, yo sólo…

-No somos unos recién casados Dean.

-Créeme en esto Cass -La voz de Dean era dura y a leguas se notaba la tensión en su cuerpo mientras salía de la habitación -No querrás tenerme cerca.

El problema Dean, es que sí quiero.

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-Me gusta tu hermano.

Sam que se desvestía para acostarse se detuvo con los pantalones a medio desabrochar. Miró fijamente los ojos azules del hombre acostado en esa cama, tratando de descubrir la broma.

-Y te amo- añadió el moreno.

- ¿Quieres irte con él? -La voz de Sam no indicaba sorpresa, era algo que se esperaba desde hacia tiempo.

-No -contesto Cass suavemente -Los quiero a ambos.

Sam se acostó a los pies del moreno, cubriéndose los ojos con un brazo.

-Si fuera alguien más me lo pensaría Cass pero…Es mi hermano.

-Lo sé -Cambio de posición acurrucándose a un lado del gigante - Pero si te interesa, creo que le gusto.

-Tendría que estar lobotomizado para que no le gustes -Sonrió Sam, apretándolo contra él.

-A veces me gustaría que te pusieras algo, una pizca, un poquito, no se, una milésima de celoso -Castiel hizo un puchero y trato de alejarse. La carcajada de Sam resonó en la alcoba.

-Vamos bebe. Tengo confianza en ti.

-Pues parece que no te importase. Aquí estoy diciéndote que quiero follarme a tu hermano y lo único que dices es que si él tuviera otro apellido lo aceptarías.

- ¿Y quien dice que Dean no te follaria a ti? -la voz ronca de Sam le indico a Castiel que el tiempo de las bromas había pasado.

-Te gustaría eso ¿verdad? -Bajo su mano acariciando la erección del castaño por encima del pantalón semi-abierto- imagíname Sam, de rodillas, totalmente abierto. Mientras tu hermano me la clava, dura y profundamente -el gemido le hizo ver que iba por buen camino - y mis labios alrededor de tu polla Sam, tragándote. ¿Puedes verlo Sam? ¿Puedes vernos?

-Demonios, sí -Con un giro rápido se posiciono sobre el moreno, besándole profundamente.

Dean se mordía los labios, ahogando los sonidos que querían escapar de su garganta. Era la segunda vez esa noche que se corría arrullado con los sonidos que venían de la habitación contigua. Cass no era nada discreto gritando, gimiendo y pidiendo más, siempre más. De Sam sólo distinguía gruñidos y gritos roncos cuando se corría. Por Dios ¿ese par no se cansaba? Allí en la soledad de su cuarto dio rienda suelta a su imaginación. Eran flashes apenas distinguibles donde podía verse follando y siendo follado. Recorriendo el cuerpo de ambos, mezclando sus olores hasta lograr un perfume único que le advirtiese a cualquiera que no debía entrometerse. “Santa Virgen” pensó antes de dormirse “si tan solo no fuera mi hermano”.

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Los días siguientes fueron algo tensos. Cass no dejaba de mirar a Dean como un gato jugando con un ratón. Al rubio le parecía que podía leerse en su cabeza todas sus fantasías.  “Enfermo, eres un maldito enfermo Dean Winchester y probablemente cuando llegues al infierno crearan un lugar sólo para ti.” Cada vez que Sam intentaba entablar conversación, Dean se perdía imaginando los labios de su hermano recorriéndolo, preguntándose que coños haría para que Castiel lo ansiase como gata en celo. En menos de diez minutos tenia una erección del tamaño de Kansas y tenia que salir de la habitación antes de ponerse en vergüenza frente a los demás, dejando a su hermano cada vez mas cabreado y a Castiel más divertido.

-Creo que deberíamos hablar con Dean, Sam.

- ¿De que? -Sam releía unos papeles, haciendo anotaciones a los márgenes, cuando regresara a California tenia varios casos en los que concentrarse.

-De que se vaya unos días con nosotros. No le hará nada bien quedarse solo. -Sam clavó sus ojos cafés, haciendo que Castiel se removiese incomodo. Esa mirada era la misma que Sam ponía en el juzgado al interrogar un testigo.

- ¿Le quieres?

-No -giró la vista-te quiero a ti.

-Eres un pésimo mentiroso Cass.

-No quiero perder lo nuestro Sam. No puedo imaginarme sin ti.

Se quedaron un rato en silencio.

-Voy a dar una vuelta -susurro Castiel.

Sam no supo cuanto tiempo paso hasta que el teléfono sonó, sacándolo de sus reflexiones.

-Hola, Bobby. No Dean no…

-Dale un mensaje de mi parte chico, dile que ya le conseguí trabajo en Dallas. Que me llame.

-Claro Bobby, tranquilo, yo le diré.

Cuando Sam colgó el teléfono se sentó en el piso, sintiendo que sus piernas ya no le sostenían. Había vivido seis años sin Dean, sepultando profundamente todos eso anhelos. Si su hermano se iba ¿Volverían a verse? ¿Serian de esas familias que se veían una vez al año, pasaban un par de días juntos y se desaparecían, llamándose en días preestablecidos de antemano? No podía soportarlo.

Cuando Castiel regreso lo encontró en esa misma posición. Con una mirada tan perdida.

- ¿Qué pasó bebe? ¿Qué haces aquí?

-Se va. Definitivamente.

- ¿Quien?-con esfuerzo le ayudo a levantarse, Sam sentía las piernas dormidas y un vacío enorme en el pecho.

-Dean -susurro el gigante. -Le quiero Cass. No puedo perderle.

- ¿Me has visto morir un poco cada día y ahora es que vienes a admitirlo?

-No lo sabía. Hasta que Bobby me llamo y me dijo que le había conseguido trabajo. No me di cuenta antes… ¿Qué vamos a hacer Cass?

El moreno le abrazó acariciándole el cabello.

-No lo sé -Susurró -No lo sé.

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Dean llegó sorprendiéndose de encontrar las luces apagadas, y a trompicones subió las escaleras. Tratar de olvidar a su hermano y su amante en el alcohol le había tomado más de lo que pensaba. Si no hubiese sido por Ellen probablemente seguiría en el bar. Rogando a los dioses por no escuchar esa noche un concierto de gemidos cayó en su cama como un peso muerto. Se despertó horas después, sintiendo la boca pastosa y la cabeza embotada. Quedándose en calzoncillos bajo a la cocina, tratando de recordar donde había dejado las pastillas para el dolor de cabeza. La visión que consiguió allí consiguió quitarle el mareo antes que cualquier analgésico.

Sammy, su Sammy estaba apoyado contra la encimera, los brazos tensos, el cuello estirado hacia atrás, mientras Castiel le hacía una mamada. El moreno estaba de espaldas a él, arrodillado frente a su hermano, la luz de la luna creando arabescos asombrosos sobre su cuerpo desnudo. Sintió el latido de su polla contra la costura de sus calzoncillos. Pensó en retirarse cuando un gemido le hizo alzar la vista para encontrar los ojos de su hermano clavados en él. En la oscuridad reinante los ojos de Sammy brillaban, el sudor escurriéndose por su cuerpo, el pecho elevándose agitado con la respiración cada vez más trabajosa.

Dean retrocedió un paso, cuando Sam estiró la mano.

-Dean -gimió, mordiéndose los labios como si estuviera en una gran agonía -Dean.

Bajo la vista para encontrar que Castiel se había detenido y ahora clavaba sus ojos imposiblemente azules en él. Sin desprecio ni acusación, sino con anhelo. Esperando que él se uniese a la fiesta, sus labios se veían hinchados y húmedos, su mano apoyada en la cadera de Sam. Se quedo un momento indeciso, queriendo huir y quedarse cuando las palabras de Cass lo hicieron reaccionar.

-Piensa bien si vas a aceptarlo Dean, porque una vez que entres no hay vuelta atrás. Serás nuestro y nosotros te perteneceremos.

Miró a ambos hombres, totalmente gloriosos en su desnudez, buscando dudas o indecisiones y al no ver nada de esto avanzó los pasos que los separaban. Con rudeza tomo la cara de su hermano entre las manos bajándole el rostro y besándole profundamente. Sintió unas manos bajándole los calzoncillos y segundos después una polla apoyándose contra su culo, humedeciéndole la parte baja de la espalda. Gimió en medio del beso cuando su polla y la de Sammy se rozaron. Los labios de Castiel se sumergieron en su cuello, chupando y marcando. Cuando al fin se separo por falta de aire Sam le giró haciéndolo quedar frente al moreno. Cass se inclino a chupar sus tetillas y Dean se arqueo ante el increíble contacto. La boca de Castiel siguió bajando mientras Sam acariciaba sus costillas, rozando con sus dedos su pezones necesitados. Castiel comenzó a lamer el saco de Dean antes de dirigirse a su erección.

-Si -jadeo Dean cuando los labios del moreno rodearon su polla.

Los dedos de Sam seguían trazando caminos en su torso, su verga atrapada entre las nalgas de Dean, conteniéndose a duras penas. Una de sus manos se dirigió a la boca del rubio.

-Mójala -ordeno con la voz ronca.

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