Cities Of Asylum: Luna llena en sagitario.

Nov 07, 2017 01:56


"Canta, lastimada mía."I
Sabine pinta desde niña.
Sabine aún escurre gotas de pintura por las noches.
Sabine aún llora en
el oscuro invierno.
Sabine aún está quebrándose
en pedazos
en soledad.

Luna llena en sagitario.
Trigger warning: abuso explícito, selfharming? confussion issues.

II
Sabine ya no quiere comerse al mundo como a los quince. Sabine prefiere esconder sus dedos en la pintura acrílica para dar los toques finales a su verdadero rostro. El lienzo es el único espejo que la debe retratar y que, si no le satisface, puede cambiar. El arte es el espejo del no-autor.

Sabine se deshizo con su partida. ‘Qued´p hecha un manojo de nervios’ susurran sus amigas en las calles, cuando el destino las reúne y recuerdan los rizos negros que solían saltar por las tardes, entusiasmada. Una mariposa, ligera, posándose de flor en flor. Sus alas, verde mar, sus ojos, multiplicidad.

Creen que Sabine lesionó sus alas por decisión propia, con el fin de disminuir la altura de su vuelo y ganar la atención de los demás. Ser rescatada, brillar, ganar. Creen que sufre, se acongoja, llora a propósito, imitando la locura de Vicent, buscando dar una imagen demencial, de artista caída al abismo.

No saben que Gaetano le cortó las alas. Como un niño pequeño jugando, como con inocencia fingida, sin intenciones rojas, sin maldad.

No saben que Gaetano la quiso. Como una hermana de café, de comida rápida., de filosofía. De ciegos. Sabine era la ciega, pero también el lazarillo. Gaetano la bautizó de calor.

En ese entonces, Sabine comenzaba a descubrir su pasión: la luna rasgada en un papel fabriano. Ella volvía a sentir esperanza después de las tardes azules de su infancia. Emocionada, mostró al mundo su creación. Con mundo hablo de Gaetano, después de todo.

Gaetano ignoró su sketch. Era la luna llena de junio. Un seco movimiento de cabeza, un vistazo fugaz: “No está mal. Debes mejorar. Tal vez un día llegues a hacerlo como yo.” Aunque nunca dibuje, le faltó.

Tal vez, Gaetano
cortó sus alas desde ese día.

Qué importa que Sabine haya leído las obras del filósofo considerado asesino de Dios para comprender la naturaleza del lobo estepario. Qué importa pues Gaetano sabe más, aunque no sepa de qué hablamos. No es necesario escuchar a Sabine, siempre está mal. No lo malentiendan, es que ella es sólo su-hermana-pequeña.

Es que Gaetano no sabe qué es mirarse reflejado en los ojos del otro,
porque sólo busca encontrar
sus propios ojos.

Cuando Sabine sintió asco por quien amaba, decidió bloquear el sentimiento. ¿Repulsión por quién amo? Inimaginable. Inaceptable. No hay razón. Sólo espera. Espera que él, aunque te vea como una ‘hermana’, un día te vea como una igual y…

III
Gaetano,
                Tu recuerdo se asemeja a la lucha contra una mosca. Pequeña pero casi imposible matarte. Cuando menos lo esperas, vuelve con el horroroso zumbido y desconcentra los movimientos delicados que componen la obra en proceso.
Y cuando menos lo parece, regresas desconcentrando al temple, me vuelvo loca, busco deshacerme de ti, tirarte al suelo derrotada, ansío dejar de escuchar tu cuerpo rebotar en las paredes. Pero tu vuelo diriges a mi cuerpo con intención, vuelas más rápido hacia mí, y el asco y el odio y la molestia hacia el zumbido hacia tu carácter y soberbia, no, no puede ganarme Gaetano, no.
Es tan tortuoso tu recuerdo que creo seguir escuchando tu zumbido cuando reposas esperando retome la pintura que me dará de comer el próximo mes.

IV
“Mi nombre, Gaetano
mi apellido me queda chico
Desciendo de italianos
Aunque de la estirpe
Mi bisabuelo fuera el quinto”

Qué haces Gaetano
En tu delirio
Creyendo ser
Lo que tus enemigos
Gaetano, eres nada
Gaetano, te has hundido
En tu lujuria e ira reprimidas
Gaetano, te has perdido.

Del recuerdo de Gaetano quedan moscas, su recuerdo se descompone y el olor putrefacto llama a las moscas que Sabine escucha en las noches

Mátalas, mátalas
Sabine

Así como mataste a
Tu hermano mayor
A tu amor
No-correspondido.

Sabine siempre pinta con tu sangre
Cuadros rojos

V

Cuando Sabine tenía dieciséis años, Gaetano abusó de ella. Destruyó todo lo que tocaba: sus pechos floreados, su vientre impoluto, su cabello ondulado. Su fuerza y poder emocional sobre ella, sabiendo cuánto lo amaba, movieron los hilos. Él quería entrar en cualquier mujer con urgencia y ella estaba con sus labios inflamados ansiando un amor equivalente a la ausencia del propio.
Cuando Sabine se dio cuenta, el placer había desaparecido. Ya no disfrutaba las caricias que rompían su piel. No, repitió incontables veces mientras él embestía, separados por la ropa.
El parque sombrío, la lluvia tenue, el árbol cómplice, el miedo. Solos, con su ansia de poder, ausencia del dominio. No, no. Llegó la angustia. Sabine tuvo miedo. Por enfrente, por detrás, por la boca. No, no quiero. Por qué no. Por dignidad. Qué dignidad puedes tener. Qué dignidad puedes tener si ya te toqué. Imagínate desnuda en tu habitación. La puerta está cerrada y contra esta te penetro. Tus padres tocan la puerta desesperados. Yo no los dejo pasar. Jalo tu cabello en una coleta. Te penetro desde atrás. Fuerza. No, no, no. Sólo diez. No, no, no. Abre las piernas y sobre el pantalón, arremete contra ella. Menciona algo sobre que abre las piernas, o no, ¿qué recuerdas? Una numeración, un, dos, tres, cuatro cinco seis siete ocho nueve nueve nueve nueve nueve nueve nueve. No, no, no.
Sus ojos se abrieron. Se detuvo. No era él.
Y se fue.

VI
Sabine aun no puede matar la mosca más grande: Saber que fue tras él. Quiso gritarle
Está bien,
tómame
no me dejes sola
no me dejes así, no

Pero sólo, sumisa, le dijo
vamos, ¿está bien en tu casa?

Él dijo que sí, pero mintió, ya no había interés, porque un violador quiere forzar, quiere ejercer poder. Y ella ya había cedido.

Dijeron que eran algo, sólo eran, sin etiquetas. Sabine pisó hojas secas y caminaron de la mano. Gaetano dijo necesitar pasión con urgencia y no deseaba lastimarla porque perdía el control. No quería verla por un tiempo, ella asintió, ¿no sólo eran? Él desapareció después del último beso de verano. Y ella no perdona haber creído, sentido, imaginado, cuando él ya tenía un plan secundario y no era estar a su lado.

Sabine encadenó su recuerdo y todas las noches lo ahogaba. Torturaba su piel recordando, le gustaba imaginar que la penetraba porque la culpa la carcomía, porque ella aún negaba que su cuerpo había sido ultrajado, lacerado, descuartizado por manos pequeñas y siempre disfrazado.

Sabine tuvo miedo de perderlo y lo buscó. Gaetano tenía un nuevo amor, una ninfa que aún conservaba su inocencia. A Sabine se la arrebató.
Sabine lo buscaba, pero dos minutos después, lo odiaba. Odio, amor, odio amor, odio amor.

Sabine recordaba y se abrazaba, temblaba. Entonces comprendió que casi, (sólo por suerte, y agradece que no pasó, diría Angelo años después un martes de dolor), sólo porque él lo quiso, no había sido violada. Sabine lo ansiaba de vuelta, ella lo quiso, ella dependió de las migajas que le daba. Él dejó de contestar cuando las cartas de odio atacaban a su nueva amada y días después llegaban lágrimas. Sufría, dependía, gritaba. Te odio, pero vuelve, sin ti no tengo nada.

Sabine, un día, sin levantarse de la cama, sacó un cuchillo de la funda de su almohada. Cortó su piel y con ella, sus esperanzas.
Sabine asesina cada mañana a Gaetano y su mirada.
Sabine ve en sus piernas sus huellas, sus palabras. Sabine cree cortar, con el filo, la culpa, el frío, el odio, el arrepentimiento. La nada. Y lo transmuta en materia onírica, en el toque de sus cuadros, de su ecfrasís inversa a través de la melancolía:
Sabine pinta del recuerdo
Sosteniendo el futuro
En cada pincelada.

Sabina dejó el cabello
Negro y ondulado
Hoy es liso y rojo
(aunque a él
Así le gustaba)

!nanowrimo

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