¿Tiempo de dejar Camelot?

Dec 27, 2011 20:21




ESpoilers a tutiplén de la cuarta temporada de Merlin.

A punto de enfilar la recta final, esta cuarta temporada me está resultando muy decepcionante. He ido viendo capítulo tras capítulo sin demasiada emoción, esperando que en cualquier momento volviera a aparecer alguno de esos episodios puntuales que elevan una temporada, pero de momento… no sólo no ha habido ninguno digno de recordar, sino que me temo que la serie está, para mí, bastante tocada de muerte. Por supuesto, in my opinion.


Todos sabemos lo que es Merlin, una serie blanca, destinada a un público muy joven, a la que no le exigimos grandes profundidades, pero siempre había tenido su “magia”: aventura, personajes queridos, historias eficazmente contadas y un hábil juego para insertar el futuro conocido -el amor entre Arturo y Guenevere, el destino de Merlin, la promesa de la caballería- en las vicisitudes de los tiempos juveniles de esos héroes. Más o menos, con numerosas licencias respecto a la leyenda tradicional que admitíamos porque... porque sí. Porque nos proponía un mundo y un juego en el que nos gustaba entrar. El caso es que Merlin, la serie, tenía su corazoncito y se había hecho un hueco en el nuestro. Pero esta temporada… Ha tenido demasiados cambios y demasiado drásticos. Eso en principio siempre es un salto en el vacío, pero también puede tener sus ventajas. Asumir el riesgo del cambio puede ser el momento de que una serie crezca definitivamente. Si se hace bien. Creo que éste no ha sido el caso. Veamos:

En primer lugar, la temporada parte de una ruptura definitiva del status quo en palacio -la situación de las tres temporadas anteriores- y eso ha afectado radicalmente a los personajes:

Morgana, exiliada y definitivamente desenmascarada, se ha convertido en la peligrosa hechicera que le corresponde ser. Pero, de momento, no es demasiado peligrosa, sus maquinaciones acaban una y otra vez en fracasos bastante patéticos. Además, ya no es el poder maléfico en la sombra de la temporada anterior y su lucha soterrada con Merlin ha dejado de ser soterrada y ha perdido, por tanto, la emoción de ser un enemigo a quien no se podía acusar abiertamente. Sus objetivos han dejado de ser secretos y eso lo hace todo más obvio y menos interesante. Pero sobre todo lo que ha perdido Morgana ha sido el carácter trágico de sus afectos divididos en las primeras temporadas. Antes Morgana sufría por ser la hija no reconocida, la pupila del rey que compartía cariño con Arturo, Gwenevere o Merlin mientras era atormentada por las pesadillas que le anticipaban su destino, y sobre todo se sentía desgarrada por el odio-amor hacia Uther. -He reconocido que durante mucho tiempo la relación entre Uther y Morgana me pareció lo más interesante de la serie-. Ahora, sin embargo, Morgana solo busca venganza, está llena de un rencor sin fisuras y planea sin pestañear la muerte de su hermano o de su padre. Demasiado plana, demasiado inverosímil. Por si fuera poco, me parece que la actriz que la encarna está especialmente desganada en esta temporada y muestra todas sus carencias en una interpretación demasiado rutinaria. Demacrada, vestida de negro y escondida en el bosque, Morgana es ahora, sólo, una bruja mala.

Como Morgana ha desaparecido de Camelot, el puesto de malo en palacio ha sido ocupado por el tío Agravaine. Salido de no se sabe dónde, ha venido para ser el necesario villano, tópico hasta decir basta. El caso es que Agravaine apunta detalles interesantes: su atracción por la fría Morgana, su capacidad manipuladora y el hecho de ser un personaje maduro, “consejero” del rey. Pero sus hechos no dan la talla: se convierte en poco más que correveidile al servicio de Morgana y su habilidad con las palabras solo resalta lo perdido que está Arturo y lo fácilmente manipulable que es el nuevo rey.

Porque ésa es otra. Se han cargado a Uther -Arrrggghhhh. (Bueno, al menos le dieron una digna muerte)- y, como consecuencia, Arturo ha asentado sus reales posaderas en el trono. Y eso supone un doble efecto negativo: por una parte, hemos perdido a uno de los personajes con más peso en la serie: aparte de la solvencia como actor de Anthony Head, ha desaparecido el baluarte anti-magia que ocupaba el poder y que tantos quebraderos de cabeza proporcionaba a Merlin y a Gaius. Como consecuencia inmediata, se ha simplificado -y empobrecido- el panorama de fuerzas: ahora los buenos y los malos se sitúan en campos opuestos y claramente identificados, mientras que antes Uther ocupaba un puesto intermedio, como causa de conflicto, chocando una y otra vez con Merlin, pero siendo también objeto a proteger de las múltiples amenazas más o menos encubiertas que lo acosaban. Uther era el poder legítimo, problemático y fuente constante de  conflictos, pero un rey fuerte, respetado y en el fondo querido. Mucho más sólido y eficaz, como oponente de los héroes, que la actual Morgana.

El segundo efecto negativo es que Arturo ha dejado de ser el príncipe que corre aventuras para convertirse en el rey que juzga y decide, con relativo poco acierto hasta el momento y en ocasiones -el asesinato del rey enemigo en 4x05, His father´s son- con decisiones totalmente fuera de carácter que lo muestran simple y llanamente como un imbécil. Es decir, hemos perdido el guerrero aventurero compañero del mago y hemos “ganado” un rey débil y descolocado. Penoso, muy penoso. Sólo he visto humano a Arturo en un momento: al reaccionar frente a la traición de Gwinevere, los únicos segundos en que se ha salido del guión trazado con tiralíneas y ha mostrado un poco de carne dolorida y firmeza. Realmente muy bien en esa escena, pero ¿una escena es suficiente para sostener a un protagonista durante toda una temporada?

Lancelot. Me temo que este ha sido mi punto de no retorno. Lance, el caballero que no era caballero, el más noble de todos, estuvo siempre ahí desde la primera temporada, apenas entrevisto, como una promesa de algo excepcional que esperaba al otro lado del horizonte. El delicado dibujo de su triángulo amoroso ha sido una de esas bazas que la serie ha jugado con exquisitez, sugiriendo en gestos mínimos un mundo de promesas y de dolor. (El final de 2x04 Lancelot and Guinevere es un alarde de sutileza y uno de mis finales preferidos ever, no sólo de esta serie). Desgraciadamente todo eso se lo han cargado en esta temporada de un plumazo, con una historia rocambolesca y torpe, indigna de este paladín. Vamos, que convertir una de las parejas míticas de la historia de la literatura en un cuento de zombie y hechizo tiene mucho delito. Plasmado además con una frialdad y una falta de arranque vergonzante.

Frialdad en los personajes es precisamente lo que más echo en falta en esta temporada. Hay una preocupante falta de conflicto y de matices en los personajes de Merlin. Se han convertido en meras marionetas de unas tramas que quizás por eso, ahora parece más repetitivas que nunca. La verdad es que poco tienen los actores para defender sus papeles. Y eso a pesar de la participación de actores reconocidos como Lindsay Duncan o James Callis, que, siguiendo la costumbre británica, no desdeñan intervenir de forma episódica en producciones menores o de género. Destacaría con todo al protagonista Colin Morgan, que mantiene la frescura de un personaje al que le ha tomado perfectamente la medida. Espero que este chico tenga un brillante porvenir como actor por delante.

En el lado positivo del balance hasta el momento, si acaso, Lamia, un capítulo de relleno que tiene un buen punto de partida: la muchachita aparentemente indefensa que destruye a los hombres manipulándolos sólo con miraditas de aparente fragilidad. Una buena idea - funciona mejor como metáfora- bien desarrollada durante el primer cuarto de hora, con una actriz muy bien elegida, pero que pierde su garra al final con la rutinaria resolución de pelea Arturo contra monstruo.

En fin, que aunque me falta el tramo final -que se supone que irá in crescendo-, creo que habría preferido que la serie acabara en la apoteosis del final de la tercera, con la imagen de los caballeros rodeando a un Arturo, recién coronado -Uther en ésta ha sido un apéndice pronto a ser extirpado- como forma de cerrar la etapa juvenil del legendario rey.

Vaya, que el espíritu navideño parece que me está haciendo rezumar una mala leche de preocupar. ¡Y Rafa Marín diciendo que el especial de Navidad de Dcotor Who es el peor que ha visto nunca! Jo, cómo está el patio.

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