Y casi porque ya me da hasta vergüenza. Repasito a las últimas muescas en mi revólver teléfilo:
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De momento me he visto cuatro o cinco capítulos de Castle, serie que es Nathan Fillion y poco más. Se trata de un escritor de best-sellers policíacos que se empeña en "ayudar" a la policía con las investigaciones, en parte por diversión y en parte por ligarse a la inspectora que está muy buena y que, de momento, no le hace ni puñetero caso. Más o menos simpática, pero un procedimental más. Quizás acabe enganchando por los secundarios, el rollito UST y sobre todo por Fillion que hace de un caradura con bastante chispa. Seguramente iré alternándola con otras cosas, porque aunque no me motiva demasiado, es ligera y puede ser un comodín para rellenar huecos.
También cayó ya hace un tiempo, gracias al aviso de Adicta, Return to Cranford, los dos episodios de la segunda temporada de la genial miniserie que la BBC hizo este año. Pese a continuar entrelazando varias tramas sobre distintos personajes, estos dos capítulos centran su unidad en el cambio (¿progreso?) que se avecina en la pequeña localidad. El ferrocarril es una promesa de futuro, pero también una amenaza que va a cambiar la vida de todos los habitantes del pueblecito. Miss Matty es la absoluta protagonista, muy bien acompañada por su corte de "ladies", o sea, las cotillas oficiales y reaparece Harry, aquel niño tan guapo que tendrá que enfrentarse al regreso de Lord Septimus.
He terminado y disfrutado la segunda temporada de The big bang theory, que como son episodios cortitos y refrescantes, vienen bien de vez en cuando. Supongo que a estas alturas todo el mundo sabe que va de un grupo de cuatro frikis muy frikis, además de doctores en física teórica o aplicada: Howard, el salido, Raj, el hindú patológicamente tímido, Leonard, que parecería el protagonista, si no fuera por Sheldon, el verdadero crack de la serie, un físico teórico con síndrome de Asperger. Sheldon y Leonard comparten piso y cuando éste se enamora de la vecinita de la puerta de enfrente, Penny, es como si dos galaxias colisionaran: especialmente la galaxia Penny, camarera sin estudios con pretensiones de actriz, y la galaxia Sheldon, niño prodigio, próximo candidato al Nobel y con nulas capacidades de socialización. Creo que es la serie preferida de todos los frikis porque nos hace feliz reconocer cada uno de sus guiños y casi nos sentimos reconfortados al ver que los cuatro amigos son capaces de las mayores frikadas como jugar a decir palabras en klingon, discutir sobre superhéroes, asentar tesis sobre Star Trek o admirar a Mr. Spock por encima de todas las cosas. Es una serie que resulta muy simpática probablemente por su falta de pretensiones y, como sit-com, funciona a la perfección, encadenando chiste tras chiste en unos diálogos medidos y con unos personajes muy bien interpretados, especialmente Sheldon y Penny.
Sigo revisitando Doctor Who 2005. Voy por la tercera. Es un placer que me tengo que dosificar porque me obligaa ello el ir comentando los capítulos en el foro. Pero la verdad es que a veces tengo la tentación de mandar a freír gárgaras la disciplina “comentadora” y embalarme a viajar en la Tardis dejándome llevar por el ritmo loco del Doctor. A veces lo hago y luego pasa lo que me pasa ahora, que cuando tengo que hacer el resumen correspondiente en el foro ya ni me acuerdo del capítulo que tocaba y que he visto hace más de una semana. Además, ahora tendré que ponerme con Eleventh. Ainssss.
A ratos me pongo también con la serie clásica. Pero eso sí que poco a poco, que el blanco y negro y el cartón piedra, se hace duro. Al Primer Doctor me parece que le voy a dar pronto ya vacaciones permanentes.
También he acabado la primera temporada de Lark Rise to Candleford, y ahí me he quedado por un lío de narices con los subtítulos. De todas formas, parece que la segunda temporada inicia otro ciclo distinto y que éste de la primera (la trama amorosa, sobre todo) se ha cerrado. Continuará.
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