we create our own demons
Sabes cuando una película te decepciona tanto que no tienes ni idea de por dónde empezar a escribir un comentario, cuando la rabia no te deja plasmar más de dos frases, como mucho. Atiende.
Éste es el caso diametralmente opuesto.
Vamos a dejar las cosas claras. Cuando digo que ésta película es posiblemente mi favorita del pequeño gran universo cinematográfico que Marvel ha creado en los últimos años, no es mi francamente vergonzoso amor por Tony el que habla. Mira, una parte de mí siempre iba a disfrutar la película por mala que fuera, porque ver a RDJ interpretando a Tony en pantalla me produce una satisfacción que resultaría bastante ridícula si nos parásemos a analizarla (no vamos a hacerlo). Aún así, soy perfectamente capaz de distinguir entre un producto final divertido pero mediocre (Iron Man 2) y una oda sobresaliente escrita a un personaje (Iron Man 3). Lo que quiero decir es que esperaba pasármelo bien, pero no esperaba prácticamente dos horas de Tony fuera de la armadura, física y psicológicamente. Qué buen viaje. Qué dolor tan bonito.
No estoy tremendamente familiarizada con el comicverse de Marvel, aunque creo que la decisión de convertir al Mandarín en una pantomima que es, al final, otra metáfora para hablar de los demonios de Tony, ha sido una decisión de las películas. No sé si es una opinión polémica o no, no me importa demasiado, pero me parece una decisión cojonuda. Sobresaliente. 10/10, la respaldaría en cualquier discusión. El mensaje es este: olvídate de todo lo demás porque nosotros creamos nuestros propios demonios. El verdadero villano de esta película no es el Mandarín, no es Killian, no es el vicepresidente. Es el miedo de Tony, la imposibilidad para superarlo, su yo post-Nueva York. Y como enamorada perpetua de Tony Stark, no podía pedir nada mejor que dos horas y veinte minutos de navegar a mis anchas en su psique, verle crear cachivaches ridículos e imposibles con las manos desnudas mientras contesta que soy el mecánico a la pregunta de "¿quién eres?". Soy el tío que crea cosas. Soy el de los chistes jocosos y la perilla. Soy el protector de Pepper, y a veces también soy el protegido (la mayor parte del tiempo, pero guárdame el secreto). Soy el mejor amigo de Rhodey Máquina de Guerra, con K. Soy todo cháchara. Soy el que arrastra a su Sistema Bastante Inteligente a través de la nieve como si fuera un amigo, porque lo es. Soy el salvador de gente que cae en picado contra el suelo. Soy un puto héroe, que no se le olvide a nadie (a mí el primero). Soy Iron Man, no el traje, no el reactor. Yo. Y al final no soy perfecto, no siempre tengo el control, pero soy libre.
El estrés postraumático de Tony no se soluciona con una batalla final y el reactor fuera de su pecho, pero es un comienzo.
Salí del cine con una sensación un poco agridulce, porque el último plano antes de la fabulosa escena que sigue a los créditos (BRUCE MI AMOR) tiene cierto regusto a final. No me gustan los finales. No cuando queda tanto por explorar. Sé que de ser ésta la última película en solitario de Iron Man, Tony seguiría apareciendo en Avengers, pero no es lo mismo. No me lo quitéis de entre las manos. Burn the land and boil the sea, te partiré los brazos before you can take Tony Stark from me.
Que hablando de la escena de después de los créditos, no sabéis la que me tocó montar para poder verla. Nunca antes había ido sola al cine, pero como mis amigos no dejaban de darme largas y estaba un poco hasta las borlas de todo el mundo, dije aquello de "vosotros os lo perdéis, gilis" y fui por mi cuenta. Es más de media hora de ida y otra media de vuelta andando hasta el cine, y quiero que conste que esto sólo lo haría por Tony Stark o Johnny Depp. Puede que Stark Trek. Definitivamente Veronica Mars, si se da el caso. La cuestión es que fui al estilo Han Solo, me pasé dos horas riéndome como una maníaca o emocionándome, y sospecho que unos chavales que estaban en la fila de abajo llegaron a pensar en cierto momento que era una tarada. No iban desencaminados. Pero cuando llegaron los créditos absolutamente todo el mundo se fue, y ahí me quedé yo, que sabía de buena tinta que tenía que haber escena sí o sí, porque esto es Marvel y además algo había leído en tumblr. Me quedé hasta que encendieron las luces, la pantalla se apagó y sólo estábamos yo y un tío barriendo (esto, tristemente, no es una exageración. Me quedé con el barrendero. Ésta es mi vida.)
Así que ni corta ni perezosa y aconsejada por musguita, fui a la taquilla blandiendo mi entrada, preguntando que qué les había hecho yo para que me robaran la escena de después de los créditos, si creían que no me la merecía, si tanto deseaban morir. Tuve la suerte de que el chico que estaba trabajando allí también era fan, aparentemente; se indignó muchísimo de que me hubieran privado de tal maravilla, e hizo un par de chanchullos para que me colaran en una sesión que acababa dentro de media hora para que pudiera verla. Que resultó que además era en 3D, así que vino el encargado a darme unas gafas que luego me llevé a casa, y a disculparse porque aparentemente, al haberse ido prácticamente todo el mundo el proyector pensó que no quedaba nadie en la sala y cortó la película antes de que llegara la escena con Bruce. Mido poco más de metro cincuenta, estas cosas pasan.
Volví a ver los quince minutos finales, y esta vez no cortaron el final-final, aunque me quedé sola en la sala otra vez porque la gente de mi ciudad es tirando a lerda. Pero por lo menos pude chillar "Bruuuuuuce" en la intimidad, sin que nadie nos juzgara a mí y mis decisiones, y emocionarme terriblemente cuando la frase "Iron Man will be back" apareció en pantalla. Toda una aventura. Y una vergüenza terrible. Pero sobre todo aventura. Y mucha vergüenza. Y aventura. Y aventuras en el mundo de la vergüenza.
No puedo quitarme de la cabeza el hecho de que fuera Pepper la que derrotase a Killian al final, en menos de tres minutos. Aplauso. Ovación ensordecedora. Pepper Potts no necesita mejorar, caraculo, porque Pepper Potts siempre fue perfecta. Fundido a negro. Haters stay pressed. Fin.
Éste es el caso diametralmente opuesto.
Vamos a dejar las cosas claras. Cuando digo que ésta película es posiblemente mi favorita del pequeño gran universo cinematográfico que Marvel ha creado en los últimos años, no es mi francamente vergonzoso amor por Tony el que habla. Mira, una parte de mí siempre iba a disfrutar la película por mala que fuera, porque ver a RDJ interpretando a Tony en pantalla me produce una satisfacción que resultaría bastante ridícula si nos parásemos a analizarla (no vamos a hacerlo). Aún así, soy perfectamente capaz de distinguir entre un producto final divertido pero mediocre (Iron Man 2) y una oda sobresaliente escrita a un personaje (Iron Man 3). Lo que quiero decir es que esperaba pasármelo bien, pero no esperaba prácticamente dos horas de Tony fuera de la armadura, física y psicológicamente. Qué buen viaje. Qué dolor tan bonito.
No estoy tremendamente familiarizada con el comicverse de Marvel, aunque creo que la decisión de convertir al Mandarín en una pantomima que es, al final, otra metáfora para hablar de los demonios de Tony, ha sido una decisión de las películas. No sé si es una opinión polémica o no, no me importa demasiado, pero me parece una decisión cojonuda. Sobresaliente. 10/10, la respaldaría en cualquier discusión. El mensaje es este: olvídate de todo lo demás porque nosotros creamos nuestros propios demonios. El verdadero villano de esta película no es el Mandarín, no es Killian, no es el vicepresidente. Es el miedo de Tony, la imposibilidad para superarlo, su yo post-Nueva York. Y como enamorada perpetua de Tony Stark, no podía pedir nada mejor que dos horas y veinte minutos de navegar a mis anchas en su psique, verle crear cachivaches ridículos e imposibles con las manos desnudas mientras contesta que soy el mecánico a la pregunta de "¿quién eres?". Soy el tío que crea cosas. Soy el de los chistes jocosos y la perilla. Soy el protector de Pepper, y a veces también soy el protegido (la mayor parte del tiempo, pero guárdame el secreto). Soy el mejor amigo de Rhodey Máquina de Guerra, con K. Soy todo cháchara. Soy el que arrastra a su Sistema Bastante Inteligente a través de la nieve como si fuera un amigo, porque lo es. Soy el salvador de gente que cae en picado contra el suelo. Soy un puto héroe, que no se le olvide a nadie (a mí el primero). Soy Iron Man, no el traje, no el reactor. Yo. Y al final no soy perfecto, no siempre tengo el control, pero soy libre.
El estrés postraumático de Tony no se soluciona con una batalla final y el reactor fuera de su pecho, pero es un comienzo.
Salí del cine con una sensación un poco agridulce, porque el último plano antes de la fabulosa escena que sigue a los créditos (BRUCE MI AMOR) tiene cierto regusto a final. No me gustan los finales. No cuando queda tanto por explorar. Sé que de ser ésta la última película en solitario de Iron Man, Tony seguiría apareciendo en Avengers, pero no es lo mismo. No me lo quitéis de entre las manos. Burn the land and boil the sea, te partiré los brazos before you can take Tony Stark from me.
Que hablando de la escena de después de los créditos, no sabéis la que me tocó montar para poder verla. Nunca antes había ido sola al cine, pero como mis amigos no dejaban de darme largas y estaba un poco hasta las borlas de todo el mundo, dije aquello de "vosotros os lo perdéis, gilis" y fui por mi cuenta. Es más de media hora de ida y otra media de vuelta andando hasta el cine, y quiero que conste que esto sólo lo haría por Tony Stark o Johnny Depp. Puede que Stark Trek. Definitivamente Veronica Mars, si se da el caso. La cuestión es que fui al estilo Han Solo, me pasé dos horas riéndome como una maníaca o emocionándome, y sospecho que unos chavales que estaban en la fila de abajo llegaron a pensar en cierto momento que era una tarada. No iban desencaminados. Pero cuando llegaron los créditos absolutamente todo el mundo se fue, y ahí me quedé yo, que sabía de buena tinta que tenía que haber escena sí o sí, porque esto es Marvel y además algo había leído en tumblr. Me quedé hasta que encendieron las luces, la pantalla se apagó y sólo estábamos yo y un tío barriendo (esto, tristemente, no es una exageración. Me quedé con el barrendero. Ésta es mi vida.)
Así que ni corta ni perezosa y aconsejada por musguita, fui a la taquilla blandiendo mi entrada, preguntando que qué les había hecho yo para que me robaran la escena de después de los créditos, si creían que no me la merecía, si tanto deseaban morir. Tuve la suerte de que el chico que estaba trabajando allí también era fan, aparentemente; se indignó muchísimo de que me hubieran privado de tal maravilla, e hizo un par de chanchullos para que me colaran en una sesión que acababa dentro de media hora para que pudiera verla. Que resultó que además era en 3D, así que vino el encargado a darme unas gafas que luego me llevé a casa, y a disculparse porque aparentemente, al haberse ido prácticamente todo el mundo el proyector pensó que no quedaba nadie en la sala y cortó la película antes de que llegara la escena con Bruce. Mido poco más de metro cincuenta, estas cosas pasan.
Volví a ver los quince minutos finales, y esta vez no cortaron el final-final, aunque me quedé sola en la sala otra vez porque la gente de mi ciudad es tirando a lerda. Pero por lo menos pude chillar "Bruuuuuuce" en la intimidad, sin que nadie nos juzgara a mí y mis decisiones, y emocionarme terriblemente cuando la frase "Iron Man will be back" apareció en pantalla. Toda una aventura. Y una vergüenza terrible. Pero sobre todo aventura. Y mucha vergüenza. Y aventura. Y aventuras en el mundo de la vergüenza.
No puedo quitarme de la cabeza el hecho de que fuera Pepper la que derrotase a Killian al final, en menos de tres minutos. Aplauso. Ovación ensordecedora. Pepper Potts no necesita mejorar, caraculo, porque Pepper Potts siempre fue perfecta. Fundido a negro. Haters stay pressed. Fin.