Publicar fic en tumblr va en contra de todo aquello en lo que creo, así que me he decidido a trasladar este meme a los dominios de la cabra (i.e., livejournal) para que seas consciente de la cantidad de historias que tengo guardadas en los bolsillos, al lado de la pelusa, y que probablemente nunca verán la luz. Puedes pedir una pareja en particular
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- Espero que seas infeliz. No mucho, no- nada grave, nada que te haga poner esa cara que significaba que acababas de hablar con tu padre. Sólo un poco infeliz. Que te acuerdes de mí y no siempre sea malo. Porque no siempre fue malo, nosotros, nuestra- no siempre fue malo, ¿verdad? Dios, espero que hayas dejado de hablar con el imbécil de tu padre.
Otras está tan borracho que apenas alcanza a activar el manos libres antes de tumbarse boca arriba en el suelo, Beast lamiéndole los talones mientras habla.
- Beast, para. Te he dicho que pares. Ahora no puedo jug- no me mires así. Tienes unos ojos estúpidamente expresivos para un perro. Cuando acabe con esto, ¿vale? Oh, joder, está grabando. Ey. Ése era mi perro, ¿puedes creértelo? Mark Zuckerberg cuidando de un ser vivo, la prensa sigue sin dar crédito. Puede que ya lo sepas, que el imbécil de Dustin te haya pasado la dirección de su Facebook. Lo que sea, no puedo hacerlo peor que tú con la gallina. Echo de menos- no sé exactamente el qué. A lo mejor ése es el problema. A lo mejor tendría que haberlo sabido, todas las miradas y los roces y esa sonrisa estúpida tuya cuando nadie más estaba mirando, o a lo mejor no y eso es cosa de la película. Ha pasado tanto tiempo que ya no me acuerdo. No quiero no acordarme de esas sonrisas. Suena patético. A veces deseo que cojas el teléfono con tantas ganas que no me reconozco. La mayoría del tiempo me da miedo que lo hagas. ¿Me querías como algo más que un amigo, Eduardo? Puede que yo te quisiera, pero ha pasado tanto tiempo que es difícil saberlo. Creo que voy a dejar de comprar esta marca de cerveza.
La mayoría de las veces acaba susurrándole un “por favor, no me odies” roto una y otra vez al auricular, descalzo en la oscuridad de la cocina. No habla de la disolución ni dice lo siento porque hay barreras que no se permite cruzar, que son necesarias para mantenerle entero.
Mark no ha pensado en Eduardo durante estos últimos años, pero está empezando a creer que sí. Que de alguna manera no ha dejado de hacerlo.
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