A veces no sé ni cómo me soportáis. Me obsesiono con una facilidad obscena, olvido cumpleaños, llego tarde casi por principios. Escribo a ratos pero qué más da si nunca acabo lo que empiezo, prometo entradas que no redacto y aunque tengo todas vuestras listas de regalos en memorias el tiempo se me escapa entre los dedos y acabo sintiéndome culpable por todo ese amor que no he dado. En fechas como ésta, lo verdaderamente importante es que todavía no os habéis ido. El turrón también, claro, y la familia (a ratos). Pero esto. Este pedacito de internet que es nuestro, una casa imaginaria a la que sé que puedo volver cuando lo real se desmorona. Este año mi vida apenas ha traído nada por lo que tenga que dar las gracias. La misma universidad, los mismos trabajos, la misma gente con los mismos problemas. Pero, ¿por vosotros? Por vosotros sí. Por vosotros sí que merece la pena. Os debo una vida de llorar de la risa delante del ordenador, de querer abrazar la pantalla. De haber crecido conmigo y haberme ayudado a crecer, todo al mismo tiempo. Desde fanfiction.net hasta livejournal, pasando por foros de medio pelo y sites más o menos bandoleras como tumblr. Ojalá y vuestras vidas sean tan bonitas como las canciones que te ponen los pelos de punta al escucharlas, como ésa escena de una película o serie que se te cuela en el corazón y recuerdas siempre, pase lo que pase.
Pero basta de chick flick moments (beyotches). Comed, ved los refritos que nos ofrece año tras año la tele que como se dice en mi casa, no es Navidad hasta que Raphael no canta el tamborilero. Emborracharos y sobre todo sed felices, ¿estamos? Sed ese tipo de personas que sonríen hasta que les duele la cara porque no merece la pena ser de ningún otro tipo.