Bienaventurados los que escriben durante 4 días... (V parte)

Dec 29, 2008 14:38




El Infierno entra sin llamar por la puerta de atrás y Dean nunca pensó (ni si quiera en sus más mórbidas pesadillas) que se sentiría aliviado de escuchar la voz de Alastair.

Ruby parece dolorosamente humana de repente, como si todo el poder demoníaco se escurriera con la sangre que empapa su camiseta. Si Alastair no la estuviera cogiendo del brazo, probablemente dejando marca, se caería, y Dean nunca la había visto tan vulnerable, tan humana.

Calibra la reacción de su hermano por el rabillo del ojo, que es todo manos temblorosas y ojos desmesuradamente abiertos. Pero también cree ver algo que definitivamente se parece al alivio de verla con vida a pesar del marrón en el que están metidos

Dean reacciona, el plan ha salido bien, es hora de quitarse de en medio y dejar que el Cielo y el Infierno hagan terapia de choque y empuja a Sam y Anna hacia la izquierda, alejándolos de la batalla campal que va a tener lugar ahí mismo, frente a sus narices.

No quiere que les queme el fuego cruzado.

- ¿Cómo te atreves a venir aquí, úlcera llena de pus? -Uriel, insultando, no tiene precio.

Los gorilas demoníacos eligen ese preciso momento (ya son ganas de tocar los cojones) para soltar a Ruby, que se encoge sobre sí misma y se arrastra hasta un rincón, protegiéndose tanto de ángeles como de demonios (no sabe quién es más peligroso en ese momento). Y su hermano se olvida de eso de que tienen que ponerse a cubierto para salvar su trasero y da un paso al frente, testarudo como siempre, decidido como pocas veces.

Dean no pierde un segundo y le agarra como si le fuera la vida en ello. No, Sam, Sam ¡SAM QUIETO!, aunque está seguro de que el armatoste inmenso que es su hermano va a terminar arrastrándole con él a base de fuerza bruta, que de eso tiene de sobra.

-Insultos… Eso ha herido mis sentimientos, capullo fanático y mojigato. -Les escucha de fondo, como si estuvieran muy lejos de esa habitación, porque está más concentrado en lograr que el cabezota de su hermano no se inmole.

Pero hay algo en cómo le mira Ruby,  una sobredosis de “ni se te ocurra moverte o te mataré yo misma” que hace que Sam se quede clavado en el sitio a regañadientes y, sólo entonces, Dean le suelta el brazo.

- Date media vuelta y lárgate. Ahora.- hay advertencia en las palabras de Castiel, pero también hay peligro y eso no lo había escuchado desde aquella noche en la habitación de hotel, “yo te saqué del infierno y puedo hacer que vuelvas”, se le erizan todos los pelos de la nuca.

- Por supuesto. Sólo danos a la chica. Nos aseguraremos de que tenga su castigo apropiado.

- Sabes quiénes somos y qué vamos a hacer. - Y el peligro va en aumento, casi saliéndose de la escala. Castiel se acerca a Alastair y Dean se extraña de que fuera no se haya desatado una tormenta. - No lo diré de nuevo. Iros ahora u os convertiremos en polvo.

- Creo que correré el riesgo.

Se hace un silencio sepulcral y la cabaña parece contener la respiración.

Todos se lanzan sin avisar (qué poca educación) y en la fracción de un segundo ocurren demasiadas cosas. Uriel  empotra uno de los demonios contra una viga mientras pega un codazo al pobre desgraciado que se atreve a atacarle por la espalda.

A Dean le gustaría cerrar los ojos y que cuando los abriera todo hubiera terminado. Como fuera. Del derecho, del revés o con un pie en la tumba. Pero que acabase ya. Lo único que quiere es sentarse sobre el capó del Impala y tomarse un par de cervezas con Sam mientras se ríen de lo ocurrido. Y sin embargo no puede apartar la vista de la pelea, y menos cuando Castiel está cosiendo a hostias a Alastair, porque eso es digno de ver y disfrutar en primera fila.

Casi vuelve a sentirse como si tuviera dieciocho años y estuviera sentado en el taburete de aquel bar con Sammy, viendo el combate.  Veintiocho de junio de 1997. Holyfield  contra el puto Mike Tyson. El combate más grandioso de la historia del boxeo.Y si no estuviera tan acojonado, se atrevería a levantarse, pasar un brazo por encima de los hombros de su hermano y “Ey Sammy, te apuesto cien dólares a que Alastair va a morder el polvo”. Y a Sam se le iluminaría la cara, igual que en aquel bar con catorce años “Que sean doscientos”.

Pero algo falla, porque Castiel está exorcizando a Alastair y este sigue dentro de su cuerpo, y Dean puede ver como la espalda del ángel se pone en tensión automáticamente.

- Lo siento, chaval. -Oye mofarse al demonio.- ¿Por qué no te vas corriendo con tu papi? -Apenas ha terminado de hablar y Castiel ya está en el suelo, totalmente indefenso, con Alastair encima, listo para expulsarle de su cuerpo.

Es curioso, como la imagen que tiene sobre el ángel, el que le sacó del agujero con tan sólo apoyar una mano sobre su hombro, se va desdibujando poco a poco. Y parece mentira que el hombre, el ser humano mortal y vulnerable que está tirado de espaldas, sea el mismo que entró por la puerta grande a su vida hace dos meses, rozando el techo con alas enormes que hacían llover chispas de aquí a allá, sin halos de luz ni coronas de niño Jesús pero con esa majestuosidad de la que se habla en la Biblia.

No le da tiempo a pensar, porque si lo hubiera hecho no estaría ahora mismo con una barra de metal en las manos golpeando con todas sus fuerzas a Alastair en la cabeza.

Pero Dean se arrepiente casi al momento porque el cabrón ni se inmuta.

- Dean, Dean, Dean… -Por unos segundos, cree estar de nuevo en el Infierno, encadenado de pies y manos, con ese hijo de puta esperándole al final de cada día para seguir torturando su alma. -Estoy tan decepcionado. -La misma sensación de ahogarse con su propio aire cuanto más se acercaba a él.- Eras tan prometedor…

Alastair sólo tiene que mover la mano para que se arrodillen delante de él sin oxígeno dentro de los pulmones, y es casi familiar la sensación de asfixiarse que tantas veces sufrió en el Infierno, al principio de cada día, cuando todo volvía a empezar.

Trata de enfocar la mirada y lo único que ve son puntitos brillantes frente a sus ojos.

- ¡No! -Escucha aullar a Uriel y después el sonido de un cristal haciéndose añicos contra el suelo.

- Cerrad los ojos. -Oye susurrar a Anna y la habitación comienza a iluminarse.- ¡Cerrad los ojos! -Grita y Dean no tiene ni puta idea de por qué pero no piensa desobedecerla.- ¡¡¡Cerrad los ojos!!!

Alastair les suelta y Dean no puede ver nada más. Un estallido de poder, como una supernova, inunda todo y una luz intensa le quema los párpados.

Y tan rápido como sucede, termina.

Anna y Alastair se han esfumado sin dejar rastro.

Dean se pone en pie con esfuerzo y ayuda a su hermano, que tiene la mirada perdida en algún punto con cazadora de cuero, a levantarse. Se agacha a recoger el cuchillo (Ruby ya no debería regañarles tanto) y se yergue en toda su estatura, junto a Sam, aguardando a lo que sea que vaya a pasar ahora.

- Bueno chicos, ¿a qué estáis esperando? Id a por Anna. A menos, claro, que estéis asustados. -Recalca la última palabra alzando las cejas, disfrutando de la cara de Uriel cuando lo hace.

- Esto no ha terminado. -Castiel lo frena, mientras mira fijamente al frente.

- Oh, a mí me parece que sí, risitas.

Y Dean debe tener razón, por una vez en su vida, porque en cuanto acaba de hablar, los ángeles han desaparecido.

Todo ha terminado. Por ahora.

No es hasta entonces cuando Ruby se levanta y camina hasta ellos con cuidado, haciendo alguna que otra mueca de dolor de vez en cuando. Parece minúscula, enfundada en una camiseta cada vez más llena de sangre y con las botas demasiado altas. Sam susurra “¿estás bien?” muy bajito, ella contesta que “no mucho” y cuando se miran, despeinados, exhaustos y pletóricos, por qué no, parece que le esté pidiendo perdón.

- ¿Por qué has tardado tanto en llegar? - le pregunta Dean.

- Siento haber llegado tarde con la entrega de demonios, sólo estaba siendo torturada. - Y ahí está otra vez, esa expresión de culpa en los ojos de Sam, la boca de Sam, en Sam, que baja la cabeza y no dice nada.

Ni siquiera sonríe un poco cuando le felicita por el plan (lo más locos son los que mejor funcionan), todo lo que dice es:

- Sí, bueno. Cuando tienes a Godzilla y Mothra pegados al trasero lo mejor es apartarte de su camino y dejarles pelear.

Sam y Ruby parece que se divierten.

Dean se ha vuelto a perder.

oOoOoOoOoOoOo


(siguiente parte)

lauranio es mi perro to heaven, el sam/ruby es canon perra, mi fanfic

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