Aug 06, 2010 14:41
Bueno, allá vamos.
2 de la mañana, baño de un hotel en un barrio residencial con mucha vegetación y algunas personas increíbles.
Bañera llena de agua hasta el borde, espuma por toda la superficie. Suena Souvenirs mientras me introduzco poco a poco en el ardiente agua. Me quedo ahí, mirando al techo, disfrutando de un presente que intento dilatar al máximo. El tiempo pasa, y la voz de Anneke es tan orgásmica como siempre. Pienso que, si pudiera elegir entre morir en ese mismo instante y morir en el futuro agónica o anodinamente, preferiría sin dudar morir allí.
Salgo de la bañera y me reúno con mis acompañantes, dos de las personas más especiales que me he topado en esta tragicomedia de humor negro que es la vida. Si creyera en Dios, le daría las gracias y le haría ofrendas por los momentos que me regala. Como no soy creyente, disfruto hasta la extenuación de todo cuanto está a mi alcance y aprovecho la juerga que se están montando mis endorfinas para ser jodidamente feliz.
Fuera, la noche veraniega continúa tranqula. El escenario de momentos clave de mi vida hace una súbita reaparición para recordame que el pasado puede ser importante, pero el presente siempre está un escalón por encima.
Y todo esto gracias a una figura clave, el eje sobre el que gira una historia grande y complicada, el pilar sobre el que se ha edificado, casi sin darme cuenta, un refugio al que me he hecho adicto y que si se derrumbara me dejaría perdido, entumecido en medio de una cuneta olvidada.
Sigamos viviendo.