Bueeeeno. Pues yo se supone que hoy iba a estar en Barcelona, disfrutando de mi día favorito del año como se tiene que hacer, pero cuando te das cuenta de ciertas cosas que te van a venir dentro de poco (como que a lo mejor me tiro cinco meses sin ver a mi familia) sabes que tienes que sacrificar ciertas cosas. Así que ayer me dio el venazo de intentar celebrar Sant Jordi por aquí, y os he escrito unas cositas a las que he podido (porque quería escribir más, pero mi cerebro está completamente seco ahora mismo). También es que, claro, cuando a una le da por estas cosas, el universo decide quitarme tiempo por todos los rincones para no dejarme escribir en paz. Pero algo he conseguido, y estoy bastante satisfecha con los resultados.
Así que, para empezar y para toda mi f-list, os llevo a Wellington para que escojáis la rosa que más os guste de su maravilloso jardín en el último instante de este día:
Y para las afortunadas, estos bichos, mutaciones entre drabble y oneshot en el fandom (en serio, ¿alguien tiene un nombre para un "drabble largo" o un "oneshot corto", por favor?) que espero que os gusten. No están todos los que son, pero son todos los que están. Se me han quedado unas cuantas ideas en el tintero y, quien sabe, a lo mejor acaban viendo la luz.
Beteados en parte por
rhea_carlysse y en su totalidad por
samej_eh (que tan espesa como yo al escribirlos, así que perdonad fallos y calamidades, pretty plz) y el último por
manisseta aquí los teneís. Todos son prácticamente PG y apto para Disney y tu Pequeño Pony, de hecho, aviso de que hay una alta dosis de azúcar y ñoñería en un gran número, y sólo hay un NC-17 que será debidamente señalado. Y no hay títulos. Los cuts son simples guiños xD
¡Feliz Sant Jordi a todas! (O mejor dicho: ¡espero que hayáis pasado un Feliz Sant Jordi! x_D)
1. Para
aryblack. Un Zach/Liam, nuestros personajes de un foro de Harry Potter. AU de Beatha, la historia original de Ary sobre Liam. Viene a ser una escena del futuro paralelo de estos dos. Totalmente PG y moñas como sólo ellos pueden serlo. (Para los que lo vayáis a leer y os queráis situar, decir que se han reencontrado muy dramáticamente y culebronescamente después de varios años sin saber el uno del otro, cuando Zach acabó ingresado en el hospital de Liam después de que se le cayera medio edificio encima en el trabajo xDD)
Zach/Liam (AU)
aryblack Está apoyado en la barandilla del pequeño balcón (en realidad, llamarlo “balcón” es ser generosos) arrebujado en su gabardina y con la nariz escondida en la bufanda, cuando oye la puerta de entrada cerrarse. Han pasado un par de meses desde que salió del hospital, aunque todavía tiene que ir a las revisiones de vez en cuando, sobre todo para revisar el estado de su cabeza. Cinco días en coma pueden pasarle factura a uno en cualquier momento. Sólo un par de meses, pero si no están viviendo juntos y sólo se han intercambiado las llaves de sus pisos, es porque dos meses siguen sin ser suficiente para lidiar con aquello. Es todo demasiado fuerte, demasiado intenso, demasiado mágico como para no andarse con cuidado. Y lo último que quiere Zach es volver a perder a Liam.
- ¿Qué coño haces aquí fuera? -le oye preguntar desde la puerta corredera. Se gira levemente, mirándole por encima del hombro. Sonríe divertido cuando ve que apenas la ha abierto para hablarle.
- Me gusta sentirme calentito cuando hace frío fuera.
- Ajá - Liam le mira, escrutándole, no parece del todo convencido. Zach sabe que todavía hay muchas dudas e inseguridades en el aire, pero cuando mira esos ojos castaños y todavía siente cómo se le encoge el corazón de lo mucho que los ha echado de menos, todo está claro.
- Anda, ven -se mueve rápidamente, abriendo del todo la cristalera y atrayéndole hacia él. Liam se queja pero Zach le ignora. Ni siquiera se ha quitado la chaqueta al llegar, así que al menos la excusa del frío o de coger un catarro no va a poder usarla. Le atrapa entre su cuerpo y la barandilla. Le abraza por detrás y cierra los ojos cuando esconde el rostro en el hueco de su cuello. Nota a Liam relajarse poco a poco, nota que sus cuerpos empiezan a compartir la temperatura poco, con esa calidez que sale desde dentro. Respira hondo y suspira. Podría quedarse allí eternamente.
- Me haces cosquillas -murmura Liam después de un rato, riendo suavemente. Zach levanta la cabeza con suavidad, siguiendo la curva su cuello con la punta de la nariz, respirando en su oído. Liam se encoge levemente ante el contacto, se aprieta más contra él.
- Pues te quejarás. Me afeité una barba de casi tres años por ti. No es culpa mía que tengas una piel tan sensible, McCubbin.
- Eso no era barba, Gray. Era un maldito perro muerto. Seguro que un cachorrito o un gatito murió cada día que tú llevaste eso en la cara -se calla, pero parece sopesar una última cosa-. Y yo no te pedí que te afeitaras.
Le replica girando todo lo que puede la cara para poder mirarle. Están demasiado juntos y, sobre todo Liam, apenas tienen libertad de movimientos. Tampoco es que eso le moleste. Una sonrisa divertida le baila en los labios, aunque habla totalmente en serio. Zach lo supo en cuanto le hizo el primer comentario al respecto. En cuanto salió del hospital, uno de los primeros sitios que pisó fue una barbería. Le tenía demasiado aprecio a su barba como para tener las fuerzas de hacerlo él mismo. (Podía oir a su padre perfectamente diciéndole que era un exagerado y a su madre aplaudiendo, considerando la poca simpatía que le despertaba aquel look en su hijo mayor).
- Pero bien que te alegró que lo hiciera.
- Claro, por el bien del reino animal y las personas. Ya sabes lo queridos que son los cachorritos y los gatitos.
Zach se ríe como hace demasiado que no se reía. Sincero y contento; por Liam, con Liam. Le hace girar sobre sus pies, le toma el rostro entre sus manos, desliza una por su cuello para perderla en su pelo y le besa. Le besa largo y tendido, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Tienen todo el tiempo del mundo. Recorre su boca con su lengua, se encuentran en un beso que no sabían que llegaría. Que habían dejado de buscar, pero no sabía que nunca habían dejado de esperar. Se lo habían prohibido a sí mismos, pero nunca dejaron de hacerlo. Liam pasa los brazos por los hombros de Zach, siente la intimidad y la familiaridad que siempre han tenido. Siente que esta vez van a hacerlo bien, que van a lograrlo.
Ya lo están haciendo.
2. Para
cimitarra. Un Set/Danna, curiosamente, también nuestros personajes en un RPG de Harry Potter ("Expelliarmus", algunas lo conoceréis). Presencia de un tercer personaje y también pecando de moñas. Que se merecían ser felices, joder.
Set/Danna
cimitarra El día es claro y los árboles del jardín están en flor. La brisa es suave y algunas hojas juegan con ella cuando sopla. El dojo está vacío y el silencio reina en el lugar. Sólo hay una mujer en él, de pelo largo y negro, sentada en el yoseki de cara a la entrada, la vista perdida en el exterior. Parece estar practicando el zazen, pues se mantiene en la Posición del Loto, piernas cruzadas y espalda recta, aparente ausencia de pensamientos y concentración zen para lograr el equilibrio. Pero sólo es apariencia. Sus ojos verdes están fijos en las dos figuras que se divierten en el jardín. El hombre diría que están entrenando, la niña, que sólo están jugando.
Una ráfaga de aire se cuela en el aire y a Danna le llega el olor del árbol frutal que plantaron el día que pudo caminar por su propio pie. Aquel día renació. Set le había ofrecido una nueva vida y ella había tenido, por fin, el valor de aceptarla y dejar tanto horror y tantas muertes atrás. Había perdido la cuenta de los años que habían pasado, pero sabía que el fin de todo sucedió en un día como aquel. Un día de finales de primavera en el que brillaba el sol y se respiraba alegría y buen humor en la escuela, dado el final de los exámenes y el buen tiempo que lo celebraba, algo inusual en tierras inglesas. Algo asombrosamente irónico dada la oscuridad y el dolor que reinó ese día, esa noche, entre la profundidad del castillo y de sus corazones.
No piensa en ello a menudo. Nunca olvidará la locura que marcó su vida desde su más tierna infancia, pero ya no piensa tanto en ello. Ya no se tortura por ello. Ha aprendido a perdonarse y a perdonar. Ha aprendido a quererse y a querer a otros sin miedo, sin obsesión, sin locura. Sólo la necesaria para sobrevivir.
Se sube la manga con parsimonia, notando el sonido de la tela al apartar, el roce de la tela contra su piel, el tacto rugoso bajo sus dedos. Observa el tatuaje de su antebrazo, ahora varias flores enredadas imitando el arte japonés, unos pocos colores colocados magistralmente, tapando cualquier rastro del tatuaje anterior que, supuestamente, ya debería haber ido desapareciendo con el tiempo. Tampoco le importa. Set hizo un trabajo maravilloso regalándole aquello también. Alza el rostro para mirarle y verle correr por el jardín detrás de su hija con absurdas amenazas que siempre le hacen reír. La risa de la niña es sencillamente mágica. A Danna siempre le recorre un escalofrío cuando alcanza ese tono tan parecido a la de su antiguo amor, pero le gusta pensar que también hay algo de ella en la niña. Y sabe que Set piensa igual. La francesa está convencida de que no serían quienes son de no haber sido por ella.
Decide levantarse cuando se percata de que están a punto de pasar cerca de la entrada del Dojo. Al salir, la niña corre hasta ella y se esconde detrás, agarrándose a su pierna. Danna sonríe y le acaricia el pelo oscuro.
- Ya sabes que no deberías tomarte tan en serio a tu padre, cariño.
- Ah, muchas gracias por ayudarme a conseguir el respeto de la niña.
- Bastante te respeto en el Dojo, cuando me obligas a llamarte “Sensei” en vez de “papá”....papá.
Danna disimula una risa y Set intenta atrapar de nuevo a su hija. Su mujer reacciona haciendo de barrera, protegiéndola. Le mira con una sonrisa ladeada.
- Bueno, creo que tiene parte de razón. Eres muy duro con ella ahí dentro -hace un gesto vago con la cabeza, señalando el Dojo.
- ¿Ahora estáis las dos contra mí? -se queja, pero con un amago de sonrisa en los labios- Ten familia para esto. Sabes que soy más duro con ella porque no puedo mostrar favoritismos. Y porque es una cabeza loca a la que le cuesta prestar atención. Cosa que no sé de quién habrá heredado, la verdad -añade al final cruzándose de brazos y mirando directamente a su mujer., que alza las cejas sin reproche.
- ¡Y aún así soy una de tus mejores alumnas! -le encara la pequeña sacándole la lengua en un acto de madurez.
- ¿Ah, sí? ¿Y por qué no me lo demuestras?
- ¡Ahora mismo!
Antes de que ninguno de los adultos pueda decir nada, la niña desaparece rápidamente, volviendo al cabo de unos minutos con dos bokken para ella y su padre. Le lanza el suyo y se aleja por el jardín, poniéndose en posición.
- Supongo que la determinación repentina la ha sacado de los dos, ¿no?
Set se dirige hacia su hija murmurando un “Lo que sea” y se coloca en posición una vez llegado a la distancia reglamentaria. La niña tiene la mirada fija en él y una sonrisa peligrosa en los labios.
- Eh, no le hagas daño -advierte Danna, divertida y agradecida por lo que está a punto de ver. Ellos son su vida ahora, y no cambiaría nada ni por todas las riquezas y la magia del mundo.
- No lleva protecciones, tendré cuidado.
- No, si se lo decía a Silvia -comenta con falsa extrañeza, como si hubiera necesidad de recalcarlo.
Su marido gruñe y su hija se ríe, guiñándole un ojo antes de enfrentarse a su padre. No, no los cambiaría por nada del mundo.
3. Para
glitterology. Un Horace/Demian (originalidad a tope), también personajes originales del RPG del anterior fic. Una pequeña escena que hacía demasiado que tenía en mente como para no aprovechar la ocasión.
Demian/Horace
glitterology La biblioteca siempre está tranquila a esas horas y a Horace le encanta retirarse a leer bajo uno de los ventanales en uno de los rincones más apartados, entre las estanterías menos visitadas del lugar. No muchos saben dónde encontrarle en esas ocasiones, pues así lo quiere él. Pero, por supuesto, en algún momento debía aparecer alguien que lo descubriera. No iba a molestarse en preguntarse cómo ni por qué por el bien de su cordura.
No le oye llegar, enfrascado en su lectura y da un respingo cuando los papeles caen sobre él (“delante de él” habría sido un eufemismo. Tuvo que recoger un par de hojas del suelo y su regazo).
- Empiezo a plantearme denunciarte al Director por acoso, Firesoul.
- Pero si te encanta.
- Sí, tanto como dar de comer conejos despellejados a los escregutos de Hagrid.
- Tienes que practicar un poco más eso de mentir, Heguy.
Se muerde un “Enséñame tú, que eres un experto” porque todavía le queda algo de dignidad. Aunque esté notando arder sus mejillas. Se maldice mentalmente, a él y al slytherin (al cual también insulta un poco) mientras se fija en los papeles que le ha dado (tirado), sólo por cambiar de tema. Le nota coger una silla y sentarse horcajadas en ella, apoyando los brazos en el respaldo. Demasiado cerca de él. Como siempre. Demian Firesoul no tiene conocimiento del concepto de espacio personal a no ser que se trate del suyo propio.
- ¿Qué es esto? -pregunta sin dejar de leer. Hojas llenas de pentagramas, una partitura para dos instrumentos. Empieza a tararear mentalmente, formando la melodía. No necesita leer la palabra, escrita con florituras en la cabecera para reconocer el tempo. Es un adagio.
- Un dúo. Necesitaría que me ayudases con la parte del piano.
Horace alza la vista del papel y le mira directamente, sorprendido.
- ¿Lo has compuesto tú?
Demian sonríe y alza las cejas, obviando la respuesta. A Horace siempre le entran ganas de borrarle esa sonrisa. Lo que no suele saber es si a puñetazos o a mordiscos. El gryffindor vuelve a centrarse en la partitura.
- ¿Para qué? -pregunta casi inconscientemente.
- Para que tuviéramos una canción, claro.
Y otra vez ese rintintín condescendiente de obviedad. Horace estaría gruñéndole si no estuviera demasiado concentrado en no colapsarse, la vista fija en los pentagramas, apenas diferenciado líneas y notas, procurando no mostrarlo. Se muerde el labio interior, frustrado. Demian hace eso con él, provocarle una marea de sentimientos contradictorios que luchan entre sí. A veces se pregunta por qué coño aguanta todo eso, pero siempre se calla la respuesta. Bastante tiene con saberla.
- Supongo que el otro es un violín -logra sonar tranquilo, pero no se gira a mirarle.
- Supones bien.
- Creo que esto puede sonar muy bien.
- Crees bien.
Respira hondo. Afortunadamente la biblioteca es grande y el ego del slytherin también cabe allí. Se agacha para rebuscar en su mochila, ignorando completamente a Demian, y sacar tinta y pluma. Empieza a cambiar algunas notas, a marcar algunas cosas que podrían añadirse, o quitarse. Nota cómo Demian se inclina sobre su hombro sin decir nada. Puede notar su respiración y su perfume, pero sigue centrado en la música. El pelirrojo acaba por lograr distraerle haciendo un sonido de aceptación que hace que vuelva a morderse los labios.
- Me gusta -dice, sin apartarse un ápice.
- Claro que te gusta -comenta Horace con tranquilidad. Puede que su ego no compita con el de Firesoul, pero tiene uno, al fin y al cabo.
- ¿Sabes? - Demian se gira y le mira a esa distancia casi inexistente. Sonríe de lado y se pega a su oído para susurrarle- Deberíamos ir a ensayar esos cambios.
No le deja opción a respuesta. Se va de su lado como si nunca hubiera ido a verle. A incordiarle. A volverle loco.
Horace suspira, casi con resignación y recoge sus cosas. Cuando sale de la biblioteca, lleva las intenciones escritas en la cara.
4. Para
jheans. Un Meteoro/Nayla. La pareja más azucarada de la Historia cuya culminación de glucosa sucede aquí. Yo sólo aviso. Nuestros personajes también de un RPG, Dissipating Sorrow, esta vez uno de temática fantástica, en cuyo mundo habitan tanto humanos como dragones que se mezclan entre ellos y semidragones. Y alguna que otra elfa hay también ;) Algo que nunca llegaron a hablar en el RPG
Met/Nayla
jheans - Nunca me has contado de donde vienen tus cicatrices.
- Es una larga historia.
- Tengo tiempo de sobra.
Meteoro sonrió mientras se sentaba a su lado. Acababa de terminar su guardia y ahora Circle le sustituía. El resto dormían, algo más apartados. Preguntó por la ausencia de Cyrus y Nayla contestó algo de salir de caza. Esperaba que el azul estuviera buscando alimento y no se hubiera referido a otra cosa. Sólo faltaba que la guardiana se distrajera para que cayera entonces algún ataque. Afortunadamente estaban en lo profundo del bosque y éste se mostraba tranquilo ante su presencia. El crepitar del fuego y algunos sonidos nocturnos eran el fondo de aquella conversación. Respiró hondo.
- ¿Recuerdas aquel día en tu casa? Cuando conocí a tu abuela.
“Ajá”, murmuró tras un breve silencio. A fin de cuentas, habían pasado varios meses desde aquel día. Se acercó más y se apoyó contra él, poniendo una mano sobre la suya. Notar su piel era una sensación que jamás se cansaba de sentir.
- Ella reconoció las marcas, conocía a mi abuelo.
- ¿Por eso te trataba como si ya te conociera?
- Supongo. Conocer uno de los mayores secretos de alguien crea un vínculo bastante fuerte, para bien o para mal.
Observó sus manos juntas. Sus pequeños dedos entrelazándose entre los suyos. La piel suave y clara de ella contra la tosca y tostada de él. Nunca se consideró alguien agradable al tacto. En realidad, nunca se consideró alguien dado al tacto en sí. Y además, estaban sus escamas que le marcaban como mestizo. A veces se preguntaba qué había hecho en otra vida para merecer que el Destino le ligara a alguien tan puro y hermoso como Nayla.
La dragona guardó silencio, paciente y comprensiva, esperando a que él estuviera dispuesto a seguir con la historia.
- A mi familia, a mi tribu, se nos conoce como los Malditos. Por eso vivimos aislados, incluso de otros dragones rojos. Nadie conoce las Montañas Afiladas como nosotros, al Este de Enterra.
- ¿Los Malditos?
- Sí, el origen de la Maldición está perdido en las historias de los Primeros Años, o eso nos dicen. Tampoco es que ya nos importe, no podemos librarnos de ella.
- ¿Y de ahí todas estas cicatrices? - preguntó en voz baja, acariciando una en forma de media luna.
- Sí. Todos nacemos con una o dos razas prohibidas. Ha habido casos de hasta tres. No podemos ser tocados, literalmente, por esas razas. Si sucede, las marcas aparecen. Y cuanto más largo el contacto, más doloroso.
Meteoro fijó la vista en el fuego. Nunca había contado aquello a nadie, y sólo era el principio. Pero no quería que Nayla le compadeciera. Para él era algo natural y había aprendido a vivir con ello y, además, la había encontrado a ella. Era mucho más de lo que casi ninguno de los suyos podía decir.
- Me alegra que los dragones negros no seamos una de tus razas prohibidas, entonces -sonrió y se inclinó para besarle suavemente en los labios.
El rojo no respondió al beso, observándola fijamente. Le miró extrañada, empezando a dudar, levemente nerviosa. Detestaba cuando la miraba así porque parecía pensar en un millón de cosas que ella jamás sabría, ni entendería. Tal vez se arrepintiera de haberle contado aquello, haber traicionado un secreto familiar.
- La maldición tiene una parte más -añadió al fin, rompiendo en silencio que tanto empezaba a incomodarla-. Se dice que habrá uno, de entre los dragones de nuestros Prohibidos, que podrá tocarnos. Se dice, también, que se creará una unión eterna con él. O ella.
No dejó de mirarla un sólo momento. Nayla entreabrió los labios, sin palabras. El nerviosismo se había convertido en un temblor casi imperceptible, agradable y cálido. Una pequeña sacudida que la recorrió entera. Casi como la primera vez que le vió. Como la primera vez que la besó.
No supo cuánto tiempo pasaron mirándose, pero fue Meteoro quien finalmente giró el rostro, casi temeroso. Volvió a fijar la vista en las llamas, los labios apretados. Aquello eran palabras mayores. Destino. Unión eterna. No tendría que habérselo dicho. A fin de cuentas, el que estaba atado a ella era él. Ella podía elegir otro camino. Y estaba convencida de que, en algún momento dado, lo haría.
Notó sus manos tomándole del rostro, obligándole a mirarla. Sonreía como nunca, con aquella sonrisa que le hacía saber que no necesitaba nada más en el mundo si ella estaba ahí para iluminarlo. Volvió a mirarla a los ojos justo antes de besarla, ardiente y eterno.
5. Para
manisseta. Un Arthur/Merlin AU. En concreto el de un AU que
ella escribió hace un tiempo y que es sencillamente maravilloso. Merlin y Arthur siendo neuróticos, tontos y felices (sí, MÁS AZÚCAR, WHAT)
Arthur/Merlin (AU)
manisseta La primera vez que se despierta (todavía con su antiguo horario de trabajo) y Arthur está a su lado, le cuesta varios segundos -por no decir minutos- computarlo. En realidad, hace semanas que tiene esos momentos en que le cuesta procesar las cosas, en que le cuesta procesarle. Dice tonterías que luego olvida como mecanismo de superviviencia, se pone nervioso cuando Arthur está cerca y cuando no puede verle, sonríe como un idiota y se preocupa a partes iguales cuando se para a pensar en todo lo que está pasando. En él y Arthur. En su ascenso. En qué diría Morgana. En él y Arthur. En por qué sabe que al rubio le gusta el té con leche, sin azúcar y que gime un poco más fuerte cuando le muerden en ese espacio entre el cuello y el hombro. En Gwen pidiéndole ese tipo de detalles sólo por hacerle sufrir y ruborizarse (“¿Conque un año o dos, eh, Merlin?”). En que hace correcciones en rojo cuando el texto está en negro, pero en verde si es azul. En que es el hijo del jefe. Un señorito de bien que sabe que las manchas de tinta se van con laca. En él y Arthur. En él y Arthur, juntos, en su cama. Arthur durmiendo en su cama del IKEA, boca abajo y aferrado a la almohada, tan relajado como si estuviera en su colchón de viscolástica de última generación. Los músculos de sus brazos se marcan levemente y Merlin los acaricia distraído, conteniendo las ganas de lamerlos y aprendérselos de memoria.
Y eso es lo que le pasa. Se despierta y se bloquea cuando ve al hijo del gran Uther Pendragon, lider y soberano de una de las editoriales más poderosas del país, durmiendo desnudo a su lado y se pregunta cómo y por qué está pasando todo eso. Es un graduado en Lingüística y Teorías del Lenguaje, resulta bastante frustrante no poder ponerle palabras a todo eso. Y no, no piensa decírselo a Arthur porque le vendrá otra vez con un “Claro, es que eres de letras” y la definición científica de la química y la atracción de los cuerpos. Que sí, que lo entiende, pero que no puede evitar darle vueltas al asunto de vez en cuando.
- Algún día explotarás, Merlin - la voz de Arthur le sorprende, grave y profunda, amortiguada por la almohada. Se revuelve lentamente girándose hacia él, abriendo un ojo para observarle desde abajo- Haces tanto ruido cuando piensas que así no hay manera de dormir.
Merlin no sabe si indignarse, tirarle de la cama o callarle de un mordisco. Opta por lo segundo con un par de empujones bruscos y una carcajada, y Arthur es el que grita indignado, llevándose las sábanas por delante y a la mitad de Merlin, de cuyo brazo se ha agarrado. La retahíla de maldiciones que suelta y la fuerza con la que tira del moreno demuestran que Arthur ha acabado de despertarse. Seguro que los dos se han hecho daño al caer contra el suelo, pero lo único que hacen es reírse. Se abrazan, se cuelan las manos por el pelo, se acarician la espalda mientras se desayunan.
- Si vas a despertarme así por las mañanas, me planteo un tiempo más lo de pedirte que vivamos juntos.
A Merlin se le secan los labios y algo se le cortocircuita por dentro. Mira a Arthur a los ojos y percibe, sabe, que lo está diciendo en serio. Pero también nota que no tiene ninguna prisa al respecto. Aún así, ahí está otra vez, el pensar.
- Deberíamos levantarnos, vamos a llegar tarde - Arthur le retiene cuando hace amago de levantarse, sonríe divertido.
- Merlin.
- Qué.
- Ya sé que es un día laboral, pero hoy nos hemos despertado juntos.
- Y qué.
- Que no hace falta coger el ascensor de las ocho, querido.
La sonrisa de Merlin aparece lentamente en sus labios. Se acomoda y se inclina sobre Arthur con parsimonia, sin dejar de mirarle a los ojos, sin dejar de ampliar su sonrisa. Acorta la distancia hasta que prácticamente respira sobre su boca.
- Arthur.
- Qué.
- No me llames querido.
6. Para
naileen. Un Peter/Caspian ambientado obviamente en el movieverso. Si habeís visto la película de "El príncipe Caspian" (léase la segunda de Narnia) y os acordáis de la escena con la Bruja Blanca, sabréis situarlo. Supongo que PG-13
Peter/Caspian
naileen Llega un momento en que las dudas y las inseguridades pueden con uno. Por mucho que luches contra ellas, por mucho que logres creer en ti mismo, en creer que puedes devolver la confianza que todo un pueblo ha depositado en ti. Por mucho que seas el heredero al trono y sólo por librarse de un gran mal, decidan seguirte a ti como Rey legítimo sin conocerte absolutamente de nada. Viendo que sólo eres, en gran medida, un niño. “Pero con un corazón digno de los Reyes del Pasado”, le diría Tejón. “Y una valentía digna del respeto de su ejército” añadiría el centauro Vendaval.
Palabras que no le sirven ahora, en un rincón de la sala de piedra, todavía resoplando por la pelea y las heridas, afortunadamente leves. Pero sólo las físicas. Por dentro tiene una herida que le impide respirar, pensar con claridad. Ha estado a míseros segundos de traicionar a su pueblo (porque sí, ya les considera su pueblo aunque siga sin entender por qué le consideran su rey), de traicionar a Aslan en su propio santuario. A Narnia entera.
De no haber sido por Peter, tal vez se hubiera rendido a la Bruja Blanca. No. Tal vez, no. Sabe que de no haber sido por él, el Largo Invierno del que hablaban los libros del Doctor Cornelius habría vuelto.
Es él el que le hace volver en sí, una mano en su hombro. Se arrodilla junto a él. Está sucio, sudoroso, y le sonríe abiertamente. Pero Caspian percibe cierta tristeza ahí escondida. Peter “el Magnífico” sólo quiere consolarle, pero sabe que le ha decepcionado.
- Tú deberías guiarnos a la batalla -murmura sin darse cuenta, sin dejar de mirarle. Nunca ha podido dejar de mirar esos ojos azules. Le tienen atrapado desde la primera pelea.
- ¿Qué estás diciendo? -su voz suena teñida de reproche, Caspian sabe que lo merece.
- Eres el Sumo Monarca. Yo no merezco el trono de Narnia. He estado a punto de dárselo a Ella -baja la cabeza, la mandíbula tensa, los ojos escociéndole. Tiene la impresión de que los bloques de hielo que quedan se están riendo de él y su debilidad.
Peter frunce el ceño, se inclina sobre él, sube la mano hasta cuello. Le obliga a mirarle, a encararle. Sabe muy bien por lo que está pasando. Estuvo ahí hace un año según su tiempo, hace más de mil según el de Narnia. Cuando era un niño que se encontró metido en una guerra, con un trono y un ejército en sus manos. Está ahí en ese instante, cuando sabe que se ha comportado como un rey caprichoso y prepotente, infravalorando a aquél que está destinado a reinar en Narnia. Cuando ha creído que él podría hacerlo mejor, porque también era su reino. Cuando sabe que le une a Caspian algo más que una corona.
- Y yo también, Caspian -le suena la voz ronca, contenida. No es fácil admitir algo así cuando has reinado y defendido el reino durante quince años. Cuando has sido el Sumo Monarca de la Edad de Oro y acabas a nada de sucumbir bajo el hechizo de la Bruja Blanca, la eterna enemiga. Pero no podía permitirlo. No podía permitir que se llevara a Caspian-. Ha sido gracias a Edmund que ha vuelto a desaparecer. Él conoce mejor que nadie su poder. Él ha sido, aquí ahora, el verdadero Magnífico. Aslan me dio a mí ese nombre, pero no me hizo invencible. Ni inquebrantable. La tentación está siempre presente y... a veces...
El joven príncipe no ha apartado un instante la mirada mientras le hablaba. Observándole. Escuchándole. Atrapándole. A Peter se le secan los labios. No sabe por qué lo hace, no sabe qué le pasa por la cabeza cuando se inclina, pero sólo piensa en dejarse llevar por esos ojos oscuros. La Bruja Blanca ya no está. Miraz, tampoco. La derrota en el castillo, el silencio de Aslan, sus dudas, sus miedos. Ya no hay nada.
Ni siquiera la distancia que les separaba.
Cuando sus bocas chocan, Caspian reacciona casi por instinto, agarrándole por los hombros, atrayéndole contra él. El beso se vuelve más agresivo rápidamente, tal y como son cada uno con el otro. Caspian jadea y Peter le muerde los labios, se enredan contra la pared, luchan como han luchado desde su primer encuentro. Porque están en medio de una guerra que creen que van a perder y en la que combatirán hasta su último aliento. Porque son niños convertidos en reyes de los que se espera tanto que no pueden mirar atrás, no pueden dudar, no pueden sucumbir. Porque son tan parecidos como diferentes y eso les está volviendo locos.
Porque no se pueden permitir tener a alguien bajo su piel de ese modo cuando miles de vidas dependen de ellos.
No saben cuál es el que se detiene, el que aminora el ritmo y relaja el beso, aunque se muerden y se lamen las heridas como leones cansados. Respiran entrecortadamente, se miran a los ojos una y otra vez. Ninguno dice nada cuando Peter se levanta y obliga a Caspian a imitarle, tirando de él. Se sacuden la tierra, se recolocan la armadura mutuamente con una intimidad que no asimilan. Caspian aprieta sus brazaletes, Peter comprueba su espada. El silencio dura tanto que empieza a pesar. A ambos les arde todavía el cuerpo, tienen los labios enrojecidos y las palabras que quieren decir y no deben en el fondo de la garganta. Otras son más importantes.
- Tenemos un ejército que liderar juntos, Caspian. Como reyes de Narnia.
- Futuro rey, si no te importa - Peter resopla, riendo entredientes. Le palmea la espalda, caminan distraídos hacia fuera.
- Futuro gran rey. Ya lo verás.
Caspian no puede evitar una sonrisa. Cuando lo dice él, cree que puede ser posible.
7. Para
samej_eh. Un Zoro/Luffy en un AU de mafias y yakuzas (me habría gustado escribirte un NaruSasu, pero no me veía capaz xD) No sé si esto se ha escrito, pero recuerdo bien el día que Sam me enseñó un fanart de estos dos que me hizo pensar inmediatamente en esto y creo que lo hablamos vagamente, hace mucho tiempo xD Es la primera vez les manejo, pero me he tomado ciertas libertas construyéndolos dentro de la idea misma del AU. Espero que te guste :D Y sí, es NC-17 y creo que también tiene algo de angst y algo de fluff, pero juro que no sé cómo ha pasado.
Zoro/Luffy (AU)
samej_eh No sabe cómo, cuándo, ni por qué el azar ha provocado una situación que nunca pensaba que llegaría. Porque si hay algo en lo que Zoro “Tres Espadas” Roronoa, no cree es en el azar, ni en la suerte. En el instinto sí, pero si no creyera en la perfecta organización, en saber cuándo hablar y cuándo callar (y cómo hacérselo saber a otros) y en que la suerte es algo que crea uno mismo, no habría llegado a ser la mano derecha del Capitán, líder de una de las mayores organizaciones mafiosas del país. Ahora, lo que nunca imaginó que sucedería (porque imaginar en sí siempre lo ha hecho, demasiadas veces, de un modo casi obsesivo) es que acabaría con las manos de su jefe en los pantalones y con su boca invadiendo la suya, más a mordiscos que a besos, casi haciéndole sangrar.
Aunque no sea algo que ahora mismo le importe demasiado.
Le ha quitado la pistolera sin que apenas se dé cuenta. Lo tiene contra la pared y se aprieta todavía más, juntando sus caderas y aumentando el roce. Cuela las manos por su espalda, buscando la tercera pistola. El Capitán sabe de sobra por qué le llaman “Tres Espadas” y que también suele llevar una kodachi encima, según los encargos. Zoro reacciona quitándole la chaqueta, también en busca de sus armas. Sabe que suele llevar dos como mucho, pues lo auténticamente peligroso de su jefe son sus puños. Los ha probado en carne propia y, en cierto modo, casi está sintiendo la misma fuerza, el mismo avasallamiento, la misma incapacidad de defenderse. La ausencia de querer defenderse siquiera.
Nota como le agarra de la corbata para desgastarle la boca mientras él le abre la camisa haciendo saltar los botones. A Zoro se le cruza por la cabeza la absurda idea de que puede que le haya echado de menos, como líder de la tripulación principal, después de haberle dado tantos encargos y misiones individuales. Puede que algo haya salido mal. De ahí que prácticamente le haya acorralado nada más entrar por la puerta. Puede que se esté desfogando. Puede que le pegue un tiro después de follárselo; no le extrañaría demasiado que pasase. Son muchos años y conoce de sobra la imprevisibilidad de su jefe, sus ataques de ira, sus arranques de simpatía. Y es porque son muchos años, que Zoro prefiere pensar que sí le tiene cierto aprecio. Y porque de no ser así, no estaría a punto de follárselo contra la pared de su despacho.
Puede que le pegue un tiro después de follárselo; no le extrañaría demasiado que pasase. Son muchos años y conoce de sobra la imprevisibilidad de su jefe, sus ataques de ira, sus arranques de simpatía. Y es porque son muchos años, que Zoro prefiere pensar que sí le tiene cierto aprecio. Y porque de no ser así, no estaría a punto de follárselo contra la pared de su despacho.
Prácticamente no hablan. Zoro no es tan estúpido como para preguntar nada. No pasan de algunos tacos, puede que algún insulto. Jadean, gimen y gruñen. Como animales. Acaban follando como auténticos animales, completamente pegados, la ropa a medio quitar, el sudor resbalándoles por la piel, mezclándose, quemándose. Zoro se aferra al cuello de su capitán, hunde los dedos en su pelo, no quiere dejar de besarle mientras se corre. Pase lo que pase después, quiere beberse los gemidos de su jefe, morderle los labios, oír lo que dice durante el orgasmo y tragarse sus palabras.
Se le escapa un “Capitán” en un gemido poco digno y le parece oír un murmullo contra su cuello. Atina a jadear un “...¿qué?” casi inconscientemente, porque el moreno ha estado callado la gran parte del tiempo. Se separa de su piel para mirarle a los ojos.
- Luffy.
“Llámame Luffy” susurra, lamiéndole los labios con la punta de la lengua. Zoro juraría haber visto un amago de sonrisa y se desconcentra por un instante. Le mira a los ojos y se pierde completamente en ellos. Y acepta perderse. Acepta que lo que le une a su jefe, a su Capitán, a Luffy, ya no es sólo cuestión de obsesión, de protección, de lealtad. Es todo eso y mucho más. Un más en el que no quiere pensar, en el que no puede pensar.
Sobre todo cuando Luffy empieza a repetir su nombre mientras acelera el ritmo. casi como un mantra, hasta llegar al final.
- Luffy
Sí, completamente perdido.
Espero que esto se postee bien a la primera *cruza los dedos*