Halcyon [2/2]

Jan 05, 2014 15:12



[Parte 1]


Chanyeol estaba de pie junto al lago, con sus manos detrás de la espalda y la mirada fija en los patos que jugueteaban y aleteaban felizmente en el agua que se descongelaba. Agarró con más fuerza el trozo de papel que había enrollado y, permitiendo que sus hombros se relajaran, apartó la mirada del lago dejando salir un pesado suspiro.

Baekhyun no era de los que llegaban tarde. Siempre llegaba puntualmente, si no es que estaba tan ansioso que llegaba mucho antes que Chanyeol.

«-Te quedaste dormido otra vez, ¿no? -se burlaba-. ¡No te preocupes por tu sueño reparador!»

Chanyeol frunció el ceño ante el pensamiento aquel. Algo no estaba bien. Comenzó a rodear el lago a un ritmo lento, con su mente nublada no sólo por los pensamientos, sino también por una gran cantidad de escenarios (la mayoría aterradores) para explicar la ausencia de Baekhyun.

El ritmo cardíaco de Chanyeol comenzó a acelerarse mientras continuaba imaginando escenarios antes de que un gruñido frustrado escapara de sus labios. No era conveniente preocuparse tanto por algo que podía ser tan pequeño como un embotellamiento o un tren retrasado.

Chanyeol se agachó tras detenerse brevemente delante de un pequeño conjunto de flores y recogió una polvorienta flor azul de la tierra. La fina capa de vellos en el tallo le hizo cosquillas en las puntas de los dedos mientras la giraba en círculos. Le recordó a Baekhyun: simple, pero cautivadora en un modo que no podía explicar.

Al llegar a la solitaria banca cubierta de rocío, Chanyeol frunció el entrecejo y se sentó; extrajo de su bolsillo el teléfono móvil. Pasó su pulgar por la pantalla y puso mala cara ante la falta de notificaciones: sólo un mensaje de su hermana y otro de un amigo cercano, Kris.

Su pulgar permaneció por encima de la pantalla un instante antes de abrir la casilla de mensajes, esperando que hubiera simplemente leído mal el horario de encuentro que Baekhyun y él habían decidido. No. Los labios de Chanyeol se fruncieron; estaba exactamente donde debía estar a la hora que habían prometido. Pero, ¿por qué estaba Baekhyun tan retrasado?

Salió de la casilla y sus dedos parecieron actuar por cuenta propia mientras marcaban el número de Baekhyun; había pasado sus noches memorizándolo mientras ambos se enviaban mensajes, riendo y bromeando tras un largo día juntos.

Finalmente Chanyeol dudó, con su pulgar encima del botón de llamada. Parpadeó varias veces hacia su teléfono y una pequeña sonrisa se le dibujó en el rostro. La posibilidad de recordar otro número además del suyo propio (aunque sabía que a veces se le olvidaba) era ciertamente algo que el chico de cabello desgreñado no esperaba. Pero aún así tenía memorizado el número de Baekhyun, grabado en su cerebro sin que lo supiera, hasta el último dígito.

Dio un respiro hondo y le lanzó un último vistazo al parque desierto antes de presionar el botón para llamar. Se llevó el teléfono al oído y dejó salir un débil suspiro de alivio mientras lo oía sonar.

«¿Hola?», dijo una voz al otro lado de la línea, y Chanyeol se encontró sonriendo ante el alegre tono casi de inmediato.

-Baek, soy yo. ¿Dónde estás? ¿Está todo bi…?

«Es broma~» continuó la voz. «Lamentablemente no puedo atender el teléfono ahora. Por favor deja tu mensaje, nombre y número y te contactaré tan pronto como me sea posible.»

La voz de Baekhyun desapareció y fue reemplazada por un único y monótono bip. Insultando molesto, Chanyeol colgó.

¿Qué podía estarlo retrasando? ¿Tal vez presenció algún accidente de autos y se detuvo a ayudar? Chanyeol sacudió la cabeza. Era una idea estúpida. ¿Tal vez estaba ayudando a algún viajero con sus direcciones? Arrugó la nariz ante ese pensamiento. Aquello no le impediría atender el teléfono. Entonces tampoco era probable.

Se pasó los dedos por su despeinado cabello oscuro y suspiró tristemente. No estaba seguro de por qué Baekhyun estaba ignorando su llamada o faltando a su reunión. Su cita. Tal vez no significaba tanto para Baekhyun como para él. Pero Chanyeol estaba absolutamente seguro de una cosa: iba a tener una charla con el muchacho acerca de su confuso mensaje de voz.

Era bien entrada la tarde cuando Baekhyun finalmente había llegado al parque. Una parte suya aún esperaba ver a Chanyeol allí, aguardando por él. Pero sabía que sólo eran sus sentimientos egoístas. Algún tipo de anhelo interno de que lo hiciera. Apartó esos sentimientos y miró alrededor: como esperaba, Chanyeol se había ido hace tiempo.

Baekhyun sabía que no podía confiar en que Chanyeol lo esperara por tanto tiempo sin que lo hubiera contactado; o al menos disculpado por llegar tan tarde. Frunció ligeramente el entrecejo. Aunque no había estado allí cuando había prometido, no podía negar la descarga de dolor que lo inundó en el parque desierto.

Jalando de su beanie para cubrirse más las orejas, comenzó a caminar lentamente, con su cabeza inclinada hacia arriba, hacia el cielo que se oscurecía cada vez más. Lo habría contactado, quiso hacerlo. Pero siempre le habían dicho que dejara su teléfono cuando fuera a visitarlo a él. No quería ninguna interrupción. Siempre había sido así durante todo el tiempo que Baekhyun lo conocía. Era todo negocios, todo seriedad. Era lo opuesto a Chanyeol.

Continuó caminando por el sendero de granito que rodeaba el lago y se detuvo al llegar a la banca solitaria en la zona más alejada, apartada y raramente visitada. Allí era donde había esperado por primera vez a Chanyeol; sus nervios y excitación tuvieron a su estómago agitándose con mariposas durante mucho tiempo antes de tenerse que encontrar con él aquel día.

Pero aquella vez era diferente. Sabía que Chanyeol ya no lo estaba esperando. En vez de la excitación que había sentido alguna vez ante la perspectiva de encontrarse con él, sus sentimientos fueron reemplazados por culpa. Una clase de tristeza incomprensible que se había generado a sí mismo.

Algo atrapó su mirada. Un diamante entre las rocas. Sus pétalos azul cielo resaltaban contra el insulso gris y la gastada madera del banco. Los labios de Baekhyun se curvaron para formar una pequeña sonrisa mientras recogía cuidadosamente la flor marchita; había sido asfixiada por el dueño original y estaba muriendo lentamente.

Baekhyun separó delicadamente el capullo del tallo, cruzó el camino una vez más hacia el lago y se arrodilló en la orilla; sumergió la mano en el agua helada, causando que unos escalofríos cubrieran inmediatamente la superficie de su brazo.

La pequeña flor se alejó flotando de la mano de Baekhyun mientras él la miraba, liberándola en las aguas glaciales. E incluso cuando la inmensidad del lago, tan oscuro como era, intentó tragarse la flor entera, ésta permaneció a flote a pesar de las posibilidades, continuando su viaje hasta que ya no pudo resistir su destino.

Baekhyun observó mientras la flor comenzaba finalmente a sumergirse en las turbias profundidades del lago. E incluso en la oscuridad del agua helada, el capullo de color azul cielo seguía resaltando, como una luz solitaria en un lugar oscuro.

Chanyeol se encontró sonriendo contra su voluntad mientras Baekhyun vagaba por el jardín. Había tenido, al menos inicialmente, toda la intención de estar enojado con él por negar todo contacto y romper su promesa de encontrarse.

Por supuesto que también estaba el agregado de haber esperado por más de cuatro horas en la helada intemperie, lo cual había resultado en que le diera fiebre, pero no pensaba dejar que Baekhyun se enterara que lo había esperado por tanto tiempo; mucho menos que se había enfermado por ello.

Por ahora, al menos, ver a Baekhyun era suficiente. Y si bien estaba feliz de verlo brincando por el jardín comunitario con una sonrisa radiante en el rostro, notó que también se sentía triste.

Baekhyun se movió con rapidez hacia su lado, envolviéndole la cintura con sus pequeñas manos. Tras un leve empujón lo llevó hacia una gran fuente de piedra, el centro de aquel hermoso jardín; unos grandes árboles bloqueaban el paisaje de la ciudad a su alrededor y creaba la ilusión de que se encontraban en medio de un tranquilo oasis.

Baekhyun sumergió las puntas de sus dedos en el agua cristalina de la fuente, hogar de dos peces koi con escamas monocromáticas que nadaron curiosamente alrededor de su mano. El muchacho sonrió ladeando la cabeza y dejó salir una fuerte risa. Salpicó del helado líquido la mejilla de Chanyeol, alzando su mano libre, y el más alto retrocedió casi inmediatamente con una pícara sonrisa.

Chanyeol farfulló con incredulidad mientras se secaba la mejilla con el dorso de su manga. Miró juguetonamente a Baekhyun, quien se alejó del alcance de sus brazos, y sacudió la cabeza.

-Este muchacho… -suspiró.

Baekhyun sacó burlonamente su lengua antes de quitarse la gorra, dejándola en el saliente de la fuente. Sus dedos se hundieron en el agua una vez más.

Al instante Chanyeol apartó la mirada, con manos temblorosas. No podía soportar verlo; no así, de todos modos. No podía aguantarlo más. Le dolía ver a Baekhyun tan feliz todo el tiempo. Tan feliz a pesar de saber. Se cubrió la boca con la manga de su chaqueta y tosió.

-Baekhyun -dijo, con voz ronca mientras luchaba contra el nudo en su garganta-. Vuelve a ponerte el gorro.

Baekhyun alzó su mano confundido, quitándola del agua, y dio media vuelta para enfrentar al muchacho.

-¿Por qué? -lo desafió con un brillo en los ojos-. ¿No te gusta mi nuevo corte de cabello?

Levantó su mano seca y se pasó los dedos por el corto y puntiagudo cabello que no le llegaba más allá de las orejas; su vivo brillo color café ya no estaba y había sido reemplazado por un soso tono marrón sin vida.

Sus ojos se encontraron con los de Chanyeol y esperó silenciosamente por una respuesta. A Chanyeol no le gustaba. Lo odiaba con cada fibra de su ser. También sabía que Baekhyun se daba cuenta de ello. Exhaló lentamente y cerró los ojos.

-No -respondió-, no me gusta.

Baekhyun esbozó una pequeña sonrisa y se volteó de vuelta hacia los peces koi, tomando el gorro y poniéndoselo con un veloz movimiento.

-¿Yeol? -murmuró tras unos instantes de silencio, pero no apartó la mirada de los peces.

-¿Mmm?

-Si quieres ya puedes tachar el jardín botánico de la lista.

Chanyeol sacó de su bolsillo la lista arrugada y la alisó con los dedos tras desenrollarla. Un bolígrafo se deslizó del rollo de papel y lo destapó rápidamente, tachando con una fina y trémula línea el objetivo que había sido garabateado con prisa.

La lista se había ido expandiendo, nuevos objetivos eran escritos mientras Baekhyun pensaba en ellos, y como resultado había una gran cantidad más de cosas que Baekhyun deseaba hacer; más tiempo que los dos podían pasar juntos.

Los labios de Chanyeol se curvaron en una triste sonrisa mientras bajaba la mirada hacia las dos nuevas adiciones; una en particular capturó su atención.

Que me canten.

Chanyeol dejó salir un suspiro triste mientras sacudía la cabeza.

¿Por qué, Baek?

-Yeol -llamó Baekhyun mientras cerraba la puerta frontal detrás de sí-. ¿Estás listo? ¡Tenemos mucho por hacer hoy!

Chanyeol no respondió y una sonrisa traviesa se le dibujó al chico en el rostro. Cada vez que iba, Chanyeol se escondía con la idea de aparecerse detrás de él cuando menos se lo esperara. Y funcionaba. Las primeras dos veces, al menos. Hasta que se convirtió en algo regular y Baekhyun se acostumbró a esperárselo.

Decidió seguirle el juego y se quitó de una patada los zapatos.

-¿Sigues durmiendo?

Mientras avanzaba silenciosamente por el pasillo con sus manos preparadas, miró alrededor, inspeccionando con sus sagaces ojos cualquier lugar o rincón donde Chanyeol pudiera haberse ocultado.

Finalmente llegó a la cocina con su ceño levemente fruncido; Chanyeol estaba apoyado contra la mesada, con sus dedos en las sienes. Levantó la vista cuando Baekhyun se aclaró la garganta y una débil sonrisa se le dibujó en el rostro.

-Ya viniste -dijo, tomando velozmente la lista que tenía abierta encima de un banco-. Sólo estaba… -Metió la lista en su bolsillo y se dirigió pegado por la mesada hacia donde estaba. -… viendo qué objetivos podríamos completar hoy.

Baekhyun juntó las cejas.

-¿Está todo bien?

-Claro -respondió Chanyeol-. ¿Debería haber algún motivo por el que las cosas no lo estén?

Baekhyun negó con la cabeza, aunque no le creía.

-Luces… triste, Yeol. Estás más pálido de lo normal.

Chanyeol sintió que su pecho se comprimía con esas palabras; Baekhyun se preocupaba por su salud. La suya. Y aún así, no podía negar que sus observaciones no eran correctas. Su rostro estaba descolorido; unas grandes y oscuras bolsas habitaban bajo sus ojos, que habían perdido su brillo. Sus párpados estaban pesados y luchaba por mantenerlos abiertos.

Los labios de Chanyeol consiguieron formar una amplia sonrisa, y posó una mano en el hombro de Baekhyun.

-Estoy bien. Vamos.

-¿Qué sigue en la agenda? -preguntó Chanyeol mientras salían de una librería de segunda mano.

Habían tomado los más viejos y más amados libros y habían deslizado pequeñas notas entre las páginas: una cita aquí, una frase allá. De cualquier forma sería una sorpresa para quienquiera que los recogiera, y Baekhyun esperaba que eso llevara una sonrisa a sus rostros.

-Todavía lo mismo -respondió Baekhyun, incapaz de contener una sonrisa-: ¡Alegrarle el día a la gente con las más pequeñas cosas!

Chanyeol sacudió la cabeza hacia el entusiasta castaño mientras lo seguía, unos pasos por detrás.

-Me has alegrado el año sólo con existir -murmuró débilmente-. Eso debe contar, ¿no?

Baekhyun miró alrededor en busca de su próximo objetivo antes de lanzar una breve mirada por sobre su hombro hacia su amigo.

-¿Dijiste algo, Yeol? -preguntó. Chanyeol negó lentamente con la cabeza, esbozando una sonrisita.

-No -respondió-. Nada.

-Tu cabello está más corto -notó Chanyeol mientras ambos se sentaban en medio de la zona del shopping al aire libre, con unas bebidas frías en la mano; un gran árbol los resguardaba de los cálidos rayos del sol. El cabello de Baekhyun no tenía más de dos centímetros de largo ahora, y estaba cerca de su cuero cabelludo. Por varios lugares se veía algo de piel, desprovistos del fino cabello sin vida completamente.

-¿Lo está? -preguntó él bromeando-. No lo había notado.

Las manos de Chanyeol sujetaron más fuerte la botella de agua; el transparente líquido chapoteó contra las paredes como protesta mientras el plástico presionaba el interior. Un ruido chirriante perforó el aire y levantó la cabeza levemente, echando un vistazo hacia Baekhyun, quien sacó su teléfono del bolsillo.

-¿Hola? -preguntó hacia el receptor, tapándose con un dedo el otro oído para intentar eliminar el sonido de fondo de la gente que bullía a su alrededor-. Sí, estoy bien. -Una pausa. -¿Hoy? No puedo… No, lo siento… Estoy con alguien más ahora… Lo sé, lo sé. ¿Estaría bien si voy mañana, entonces?... Sí, de acuerdo. Gracias.

Chanyeol esperó pacientemente hasta que Baekhyun cortó el teléfono antes de hablar.

-Era él otra vez, ¿no es así? -preguntó. Baekhyun confirmó sus sospechas con un simple asentimiento.

-Así es.

Chanyeol estiró un brazo y posó una mano en la rodilla de Baekhyun.

-Iré contigo mañana -dijo firmemente-. No te dejaré solo con él. No de nuevo.

Se hizo un silencio entre los dos mientras se sentaban allí, uno al lado del otro, y continuaban tomando sus bebidas. Chanyeol terminó la suya rápidamente antes de apoyarse contra el banco.

-¿Te importa si descansamos aquí un rato más? -preguntó-. Estoy cansado.

Le había comenzado a latir la cabeza, habían estado demasiado tiempo bajo el sol para su gusto.

Una sonrisa juguetona se dibujó en el rostro de Baekhyun.

-Estamos algo fuera de forma, ¿no? -bromeó-. No me molesta, tómate tanto tiempo como quieras. Estoy feliz simplemente sentándome aquí si estoy contigo.

Ante eso, Chanyeol apartó la mirada. No podía soportarlo más.

Chanyeol se apoyó contra la pared mientras observaba al hombre sentado con Baekhyun a una corta distancia, ambos inmersos en una conversación. En ocasiones tomaba por encima de la mesa las palmas de Baekhyun, las volteaba y las posaba en la mesa otra vez.

Chanyeol se movió para pararse junto al castaño, poniendo protectoramente sus brazos alrededor de Baekhyun con la mandíbula apretada y los ojos fijos en el hombre.

-Y tú debes ser Chanyeol. -Sonrió ampliamente. -Baekhyun me contó todo sobre ti.

En vez de extenderle una mano como gesto amistoso, el hombre levantó una mano hacia su cara, apartando lo que podía haber sido un mechón de cabello negro, de no haber sido peinado prolijamente con gel hacia atrás. No se presentó; en vez de eso regresó su atención hacia Baekhyun.

Chanyeol tampoco hizo ningún movimiento para saludar al hombre desconocido ni se preocupó por ningún tipo de presentación; estaba seguro de que aquel hombre sólo presumiría de su estatus o profesión. O ambos. En su lugar, Chanyeol le ofreció un asentimiento cortante y su agarre a Baekhyun se hizo más fuerte.

-Baek, mi querido Baek -comenzó el hombre lentamente-. Debo preguntarte, ¿por qué insistes en mantener tu cabello así?

Las orejas de Chanyeol se aguzaron ante la pregunta. También él estaba curioso por la respuesta, pero el hombre no tenía derecho a preguntar. Medio esperando a que se ofendiera por la brusquedad de la pregunta, Chanyeol se sorprendió al ver que Baekhyun le ofrecía un encogimiento de hombros.

-Eres mi doctor -dijo-. Sé que no eres estúpido. Sabes que tengo leucemia; yo también lo sé. Y por mucho que lo intente, sé que no puedo cambiarlo. Mi cabello es…

El corazón de Chanyeol dio un vuelco. Baekhyun ya le había contado de su enfermedad. Pero aquello… aquello era…

-… la última parte de mi antiguo yo a la que me puedo aferrar. Me estoy muriendo, lo sé. Pero mi cabello es la última parte de mi pasado que no… no quiero dejar ir. No puedo.

-Bueno, estuvo bien, ¿no crees, Yeol? -Baekhyun sonrió mientras cruzaban de la mano por la ciudad iluminada por la luna. Estaba vacía ahora porque la población dormía, pero aún no había perdido la magnificencia que tenía durante el día. Los altos rascacielos estaban iluminados por publicidades digitales; las calles por hileras de lámparas que reflejaban la reluciente luz en las gotas de rocío y humedad.

Chanyeol permaneció callado, apretando con más fuerza la mano de Baekhyun. Todo iba a estar bien, se tranquilizó. Baekhyun podría superar aquello. No quería enfrentar la realidad todavía; no quería perder a Baekhyun. Pero y si él… No.

Ralentizó su caminar y, con su mano libre, se pasó los dedos por su cabello apelmazado, profundizando su respiración.

-¿Todo bien? -interrogó Baekhyun, lanzando una mirada preocupada en su dirección. Chanyeol sacudió la cabeza.

-Estoy bien -respondió-. Sólo exhausto, eso es todo. Ha sido un día largo.

Ante eso, una risita escapó de los labios de Baekhyun.

-Dormiste hasta la una y cuarenta esta tarde. ¡Te estás volviendo perezoso, Yeol!

Chanyeol le ofreció al pequeño castaño una pequeña sonrisa y permitió que sus hombros se relajaran.

-Tuve problemas para dormir anoche, me dolía la cabeza.

-Bueno, ¡entonces deja de pensar tanto!

Desvió su mirada hacia la noche azulada que parecía extenderse eternamente. La luna se había escondido tras una nube, dejando nada más que las estrellas para que iluminaran el oscuro cielo.

¿Dejar de pensar? No era tan sencillo como eso.

-¿Baek? -murmuró tras un rato. Baekhyun se detuvo y se volteó para verlo.

-¿Sí?

Chanyeol tragó el nudo en su garganta. Soltó la mano del otro y le dio un fuerte abrazo, uno que duró más de lo que a ambos les solía importar, pero ninguno quería que terminara.

-No te vayas, por favor -murmuró mientras mantenía a Baekhyun cerca de su pecho.

Baekhyun envolvió con sus brazos la cintura del más alto y enterró su rostro en la curva de su cuello.

-No lo haré -dijo.

-Tienes que luchar, prométeme que lo harás.

-Te lo prometo, Yeol.

-¿En serio? -murmuró éste, cerrando los ojos mientras inspiraba la esencia de Baekhyun.

-Sí -susurró él-. Haría lo que fuera por ti.

-Hey, ¿Yeol? -llamó Baekhyun mientras Chanyeol lo llevaba de vuelta a su habitación en el hospital; se había vuelto algo así como su hogar permanente durante aquellos últimos meses, y odiaba cada minuto allí.

Si bien se le permitía salir durante el día, como una especie de “último deseo”, las enfermeras lo pinchaban y tocaban toda la noche, monitoreando su respiración y su presión sanguínea. Todo lo que podría haber sido hecho durante el día para quitárselo de encima, Baekhyun lo hizo a un lado. Gustosamente sacrificaba una noche de sueño decente por una oportunidad de vivir la vida. Por una oportunidad de estar con Chanyeol.

Aquello cambió, sin embargo, cuando ambos llegaron a la recepción del hospital. El análisis de sangre había regresado: la leucemia había vuelto y buscaba venganza. Los doctores, inseguros de cuánto tiempo más tenía Baekhyun antes de que la enfermedad lo deteriorara por completo, habían ordenado que lo confinaran en su cama hasta que sucumbiera a su destino.

-¿Mm? -suspiró Chanyeol, arropando a Baekhyun en la cama. Cuando no habló, Chanyeol se volteó para irse, sólo para que su muñeca fuera sujetada débilmente por una pequeña y fría mano.

-¿Qué estabas leyendo ayer? Ya sabes, en la cocina.

El alto se calló por un momento antes de que una suave risita escapara de sus labios.

-Tu lista, por supuesto.

-Mientes -defendió Baekhyun-. Estaba en mi mochila.

Apartando gentilmente la mano del chico de su muñeca, Chanyeol se volteó.

-Ya que parecías disfrutar tanto de tu lista, pensé en hacer una también.

Los ojos de Baekhyun se iluminaron de inmediato.

-Y me dejarás ayudarte también con tu lista, ¿no?

Chanyeol sacudió la cabeza con lentitud y se inclinó hacia adelante, rozando con sus labios la frente de Baekhyun.

-Ya lo has hecho -suspiró-. Ahora descansa bien.

Un canturreo suave escapó de los labios de Chanyeol e inundó la habitación mientras Baekhyun permanecía recostado con la cabeza en la almohada. Eso era todo. La última cosa que Baekhyun tenía en su lista de pendientes: una canción de cuna.

-Es hermosa -murmuró Baekhyun, cerrando lentamente los ojos-. Gracias.

Al abandonar la habitación de Baekhyun, Chanyeol sintió que se quedaba sin aliento. No se había dado cuenta cuando había llegado, inmerso en una conversación con el otro, pero ahora era imposible no notarlo.

El pasillo era totalmente blanco, casi clínico, y ofrecía muy poco. Era apenas lo suficientemente ancho como para que dos caminaran juntos; carecía de disfrute, esperanza o vida, algo que Chanyeol creyó que era cruel en un ala donde las personas eran enfermos terminales.

Sin embargo había una cosa que notó que lo llenó de una inmensa tristeza. Allí, en el blanco muro a una corta distancia de la habitación de Baekhyun, había un lienzo. De tonos brillantes y motivos abstractos.

El estallido de color en un espacio confinado parecía añadir una nueva dimensión al angosto pasillo. Resaltaba entre el cegador blanco de las paredes y parecía dar una sensación de vida. Baekhyun tenía razón: era hermoso. Y lo que aquella gente realmente necesitaba era felicidad.

Algo en la parte inferior de la pintura brilló bajo la luz del corredor y Chanyeol se acercó. Sintió que su corazón daba un vuelco. Allí, bajo la brillante obra, había una pequeña placa de bronce.

Donado por Byun Baekhyun, rezaba. Debajo estaba la fecha de nacimiento, un guión y un espacio esperando a ser completado.

Era un largo y frío viaje a casa mientras Chanyeol atravesaba la ciudad durmiente con sus manos metidas en los bolsillos de su abrigo. Su tos había empeorado ante la exposición al clima que empeoraba, pero no le importó

El puntiagudo borde del papel doblado rozó su piel y Chanyeol exhaló, sacándolo de su bolsillo. Frenó bajo la pálida luz del farol más cercano y lo desdobló.

Escritas prolijamente en el centro de la página había dos tareas, u objetivos, como Baekhyun les diría. Uno había sido tachado, descartado con elegancia, aunque había sido hecho en cuanto fue escrito.

Amar.

Lo único que Chanyeol quería, que había logrado. Debajo, sin embargo, había algo que ambos anhelaban pero sabían que nunca lo completarían. Permanecería intacto durante el tiempo que viviera.

Decir adiós.

Aquellas dos simples palabras eran lo que quería hacer, tal vez incluso más que amar. Pero en su corazón sabía que jamás podría.

El cielo estaba oscuro, cubierto; las nubes grises estaban suspendidas bajo en el cielo. Una leve brisa sopló en el campo, tomando las hojas descoloridas del otoño y llevándoselas hacia el cielo del atardecer.

El paisaje estaba silencioso: nadie hablaba, nadie se movía. De hecho, raramente lo visitaban, aunque siempre prometían hacerlo. Supongo que no se los puede culpar, sin embargo. No es como si sus promesas fueran a ser recordadas, y por supuesto el inalterable pasado era algo que siempre, con el tiempo, sería olvidado.

Una variedad de piedras ensuciaban la superficie del área, dividiendo la tierra en secciones de distintas formas y tamaños: lápidas, talladas con elegancia y altamente decoradas. Y aún así ninguna piedra, por más elegante que fuera, podía transmitir la impresionante belleza y singularidad que sus dueños, en vida, poseían. Ni una piedra podía capturar la personalidad perdida, o el desgarro sufrido por los seres queridos que dejaron.

Una única figura caminaba por el cementerio, con la cabeza inclinada hacia abajo en respeto por quienes allí descansaban y un ramo de flores azul cielo sujeto firmemente en la mano. Ciñéndose más la chaqueta, continuó la caminata por una leve colina hasta que lo que buscaba apareció: su amigo. Su amor. Su incomparable.

Se quedó sin aliento mientras miraba sobre el monumento de piedra caliza con los ojos rojos de tanto llorar, y aún así era incapaz de impedir que las lágrimas cayeran. Estaba indefenso sin el otro; perdido. Un gran trozo suyo faltaba, uno que era imposible recuperar, ni siquiera con el paso del tiempo.

La esencia del suelo recientemente removido alcanzó sus fosas nasales y, arrodillándose junto a la tumba, posó el ramo de flores en la lápida, un recordatorio final del tiempo que compartieron, antes de que su cuerpo comenzara a sacudirse violentamente, y durante años permaneció al lado de su amor, ovillado, sollozando.

Hacía mucho que el sol se había ocultado tras el horizonte, sumergiendo inevitablemente al mundo en una noche oscura, sin luna. Pero la figura sollozante no se fue ni una vez; en vez de eso, permaneció junto a su amado. Uno de los últimos momentos que podrían compartir juntos.

Extendió un brazo, levantando levemente la cabeza; sus largos dedos rozaron el nombre que había sido tallado en la piedra. Cerró los ojos, permitiendo que sus hombros cayeran, y una suave melodía escapó de sus labios. Era una que conocía muy bien, la letra era familiar, inolvidable: la canción de cuna que había sido cantada en la cama del hospital la última vez que se vieron.

«No dudes otro minuto, por favor llévate mi corazón.
Sí, cuanto más filoso mejor. La noche en que la luna cerró sus ojos.»

Su corazón le dolía mientras se obligaba a continuar; la letra sonaba desentonada e irregular al ser forzada entre sollozos.

«Baby no llores esta noche, luego de que la oscuridad se vaya,
Baby no llores esta noche, será como si nunca hubiera sucedido.
No eres tú quien desaparecerá en espuma, algo que jamás debiste haber sabido.
Así que baby no llores, llores, mi amor te protegerá.»

La trémula nota final escapó de sus labios y se desplomó, balanceándose hacia atrás, soltando un débil sonido que reemplazó a la melodía que una vez tuvo.

-Chanyeol… -Baekhyun enmudeció mientras estiraba el brazo para tocar la lápida otra vez. -¿Durante cuánto tiempo supiste que tenías neumonía? ¿Por qué no le dijiste a nadie?

Se calló mientras esperaba por una respuesta que jamás llegaría; su labio inferior tembló.

-Me dijeron que tuve una recaída, que sólo tenía unos pocos días de vida. Pero… resistí. Luché… por ti, Chanyeol… Porque haría lo que fuera por ti. -Hizo una pausa, limpiándose bruscamente las lágrimas con la manga de su chaqueta. -No puedo hacer esto sin ti, Yeol. Yo… ¿Por qué?

Todo pareció encajar en ese momento: la fatiga de Chanyeol, que se quedara dormido, la tos constante, la debilidad, las migrañas… Lo sabía. Tenía que. Pero… se quedó callado. Estaba más preocupado por el bienestar de Baekhyun que por el suyo propio.

Baekhyun suspiró mientras se pasaba los dedos por su lisa cabeza; la piel, expuesta a la intemperie, estaba congelándose. Se puso de pie echando un fugaz vistazo hacia el cielo, iluminado con trazos de naranja y púrpura. Se llevó una mano a sus labios y luego la posó encima de la lápida de Chanyeol.

-Te amo -susurró y se volteó-. Adiós, Chanyeol… Hasta que nos volvamos a encontrar.

Baekhyun caminaba con la cabeza gacha. No le importaba cuán lejos caminara o adónde fuera a terminar. No le importaba a quién se chocara o lo que pasara. Lo último que le había dicho a Chanyeol había sido un «gracias», no una confesión de sus sentimientos. No una declaración de su amor. Fue un simple «gracias». ¿Y por qué? Le había cantado una canción. Una que no había abandonado su mente desde entonces.

No era como si Baekhyun hubiera planeado lo último que le diría, aunque había esperado que hubiera sido él quien se fuera a su tiempo, y que Chanyeol quedara para continuar con su vida; para ser feliz, para encontrar otro amor. Pero él…

Baekhyun jamás podría seguir adelante. Jamás podría olvidar. Y por mucho que intentara no pasaría.

Aunque muy en el fondo lo que más lo lastimaba no era el hecho de que no pudo despedirse. Baekhyun se sentía culpable por el fallecimiento de Chanyeol; le había mantenido oculto su secreto, le había dado a Baekhyun cada pizca de apoyo y cuidado que pudo. Y a cambio Baekhyun no estuvo a su lado cuando el otro más lo había necesitado.

No era justo. Pero ¿para quién no lo era? Baekhyun sintió que su corazón caía más de lo que ya lo había hecho ante ese pensamiento: no era justo para él. Por más que hubiera dado lo que fuera por ayudar a Chanyeol tanto como lo había ayudado a él… Chanyeol se había ido, exactamente como había querido.

Y Baekhyun no podía evitar pensar que el haber estado allí durante los últimos momentos de Chanyeol, sin importar cuánto quisiera decirle que lo amaba y que todo iba a estar bien, habría hecho su muerte más difícil. Algo que sabía que Chanyeol no quería.

Si hubiera estado allí aquella noche, a su lado, Chanyeol no habría deseado irse. Le habría dolido mucho más de lo que dolió.

Baekhyun miró hacia el cielo oscuro: la lluvia caía copiosamente y le bloqueaba la visión. Continuó caminando y las pequeñas gotas le cayeron por el rostro, y curiosamente sabían a sal.

El cielo se abrió cuando un relámpago iluminó el mundo por un breve instante antes de regresar al sombrío estado en el que estaba previamente. Baekhyun continuó caminando, ajeno a la tormenta, mientras la gente se abría paso empujándolo para escapar de la lluvia con sus paraguas (a veces volteados) sujetos con firmeza en sus manos.

¿Qué pasaría si intercambiaba lugares con Chanyeol? ¿Qué sentiría éste si Baekhyun hubiese muerto en vez de él? ¿Habría continuado con su vida como él habría querido, vivido una vida feliz y amado otra vez? ¿O tampoco habría sido capaz de realmente continuar?

Baekhyun llegó a su viejo apartamento temprano aquella tarde; había pasado tanto tiempo desde que le habían permitido dejar la habitación del hospital, y estaba exactamente como lo había dejado. Casi. La pequeña cocina estaba cubierta por una fina capa de polvo y tenía muy poco dentro. La sala, que consistía de una mesa, un único sillón y una pequeña televisión subida a una tabla de madera sobre dos ladrillos era todo lo que decoraba la habitación.

Exploró el cuarto con no más que una breve mirada y se encaminó hacia su dormitorio; una cama individual había sido despojada de sus sábanas y descansaba prolijamente en un rincón, y una sencilla mesita de luz estaba junto a ella.

Encima de la cama, y probablemente era lo único que a Baekhyun le gustaba de su casa, había una gran ventana por la que solía mirar cada noche, recostado. Miraba las estrellas y se preguntaba si habría algo más allá.

Apartó la vista de la ventana y se volteó para salir del cuarto, suspirando. Aquella era su vida fuera del hospital. Y estaba vacía. Fue hacia el refrigerador y frunció el ceño. No podía recordar la última vez que había estado en su departamento y, a juzgar por la capa de polvo que cubría cada superficie de la diminuta cocina, el departamento tampoco había recibido a nadie después de él.

Baekhyun abrió la puerta de la nevera y examinó los estantes vacíos, aunque no estaba seguro de por qué. No esperaba que contuviera comida, pero algo lo impulsó a revisar, por si acaso.

Cerró la puerta detrás de sí, cruzó su hogar en cinco zancadas y, tras tomar su chaqueta empapada del perchero, dejó el apartamento. No se molestó en cerrar con llave y se abrió camino por tres tramos de escaleras hacia la calle; no sabía por cuánto tiempo estaría afuera o si volvería alguna vez. Si alguien fuera a aprovecharse de que hubiera dejado su apartamento abierto, no quedaría peor de lo que ya era.

La tormenta había empeorado mientras estuvo bajo techo, y la lluvia caía fuertemente. Su ya calada chaqueta absorbía la humedad y le pesaba. Baekhyun se miró los pies mientras se abría paso por las calles.

Llegó al camino empedrado que llevaba hacia el lago, y se encontró dirigiéndose involuntariamente hacia allí hasta que la familiar visión apareció. Se abrió camino por alrededor del lago y se dejó caer en la banca del parque. Esperando.

Esperando qué, exactamente, no sabía. Pero permaneció allí, sin embargo. ¿Para que algo pasara? Tal vez. Aunque algo en lo profundo de su corazón le dijo que tenía que aguardar.

El cielo se volvía más oscuro y, tras lo que parecieron horas de esperar por nada en particular, Baekhyun puso su helado cuerpo de pie. Hacía mucho que había dejado de sentir la glacial lluvia contra su piel. En vez de eso, su cuerpo entero le quemaba con un frío constante que parecía eliminar cualquier otra sensación.

Con las articulaciones agarrotadas por haber estado sentado tanto tiempo, se dirigió fuera del parque, siguiendo el sendero y hacia la ciudad que, a pesar del aguacero, parecía seguir zumbando con vida.

«-¿Por qué necesitas terminarla tan rápido? Tómate tu tiempo, la disfrutarás más de esa forma.
-Supongo que lo único que quiero es completar tanto de la lista como pueda.»

Baekhyun resopló ante aquel pensamiento; todo ese tiempo Chanyeol había estado quizás en una peor condición que la suya. Pero a pesar de ello, estuvo dispuesto a hacerse amigo de un extraño. Estuvo dispuesto a ayudar sin importar qué le pasara.

Bajó la vista hacia sus pies una vez más mientras iniciaba su viaje de vuelta por la ciudad. Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Se sentía como si ya no tuviera control sobre su mente o su cuerpo. Se movía por sí solo. Pensaba por sí solo. Y justo ahora, su cuerpo parecía estar decidido a ir a visitar todos los lugares a los que había ido con Chanyeol. Decidido a revivir los recuerdos más preciados de Baekhyun. Y el hacer que se detuviera estaba fuera de su control.

Un fuerte bocinazo y gritos de los transeúntes devolvieron a Baekhyun a la realidad mientras una luz brillante inundaba su visión, cegándolo.

Se dio cuenta de que era un camión; había cruzado por una calle transitada sin notarlo. Una oleada de diferentes emociones lo bañó. Sus ojos se ensancharon con pánico, pero su cuerpo se negó a moverse.

La luz le quemó los ojos. No sabía qué ocurría ni podía ver tampoco sus alrededores. En su lugar fue rodeado por un espectro de brillantes colores, de indescriptible belleza.

Eso era todo, eso era lo que quería.

Estar con Chanyeol una vez más.

La luz se desvaneció lentamente; el espectro de colores se disolvió en el paisaje a su alrededor. Las manos de Baekhyun se crisparon al sentir la mullida hierba debajo. Se incorporó y miró su entorno.

Estaba sentado en una hermosa pradera, y grupos de flores azul claro lo rodeaban. Hacia el norte había un sauce llorón con una pequeña banca emplazada debajo, y hacia el este, si Baekhyun entornaba la vista, podía distinguir un susurrante río cuyas cristalinas aguas y coloridas rocas reflejaban el sol.

El cielo de un vivo tono aciano no mostraba rastros de nubes; aún así, con todo ese sol, Baekhyun no sentía ninguna calidez.

Un fuerte par de brazos envolvieron su cintura, ayudándolo a ponerse suavemente de pie, y un rosto se enterró en la curva de su cuello.

-Baekhyun -murmuró Chanyeol-. Te he estado esperando.

En cuanto el sonido de su voz alcanzó los oídos de Baekhyun, éste se volteó en sus brazos, rodeándole el cuello con los suyos, y lloró.

-Chanyeol -consiguió articular entrecortadamente-. Creí que te había perdido.

Chanyeol le levantó la cabeza y le enjugó las lágrimas con su dedo índice; el brazo del otro se aferró más en un agarre protector, como si temiera que fuese a irse.

Inclinó hacia adelante su cabeza y le dio a Baekhyun un dulce beso en la frente, y en cuanto los labios de Chanyeol tocaron su piel, Baekhyun sintió la calidez por primera vez.

-Por favor, nunca te vayas -musitó, y Chanyeol negó con la cabeza.

-Jamás lo haré.

Chanyeol y Baekhyun caminaban juntos, de la mano, por la bella pradera. Se dirigían hacia un pequeño montículo siguiendo la orilla del río cristalino cuando Chanyeol se detuvo. Le soltó la mano, se agachó en el lecho y hundió la suya en las heladas aguas antes de retirarla poco tiempo después.

Regresó junto a Baekhyun, le tomó su mano y presionó en ella algo frío y suave. Confundido, Baekhyun abrió sus dedos: una hermosa piedra de un azul marmolado descansaba en su palma. No era más grande que un reloj de bolsillo y tenía forma de corazón.

-Por favor cuídala -dijo Chanyeol, con una dulce sonrisa en el rostro. Lo tomó de la mano otra vez y continuaron su camino hacia la herbosa loma.

-Justo aquí. -Chanyeol sonrió, guiando a Baekhyun fuera del claro.

Rodeando al par había una pared de árboles; los troncos crecían tan juntos que era imposible pasar a través. La única forma de atravesarlo era por un árbol desprotegido que descansaba sobre un costado; no era tremendamente alto y Chanyeol lo escaló con facilidad.

Extendió su mano y le ofreció a Baekhyun una sonrisa.

-Ya casi llegamos, Baek -dijo-. Te ayudaré.

Balanceándose sobre sus pies, Baekhyun sonrió.

-Puedo hacer esto -dijo.

Puso un pie debajo del árbol caído y agarró una de sus ramas. Y luego cayó de nuevo hacia abajo. Una pequeña risa avergonzada escapó de sus labios mientras levantaba la vista para cruzarla con la de Chanyeol una vez más.

-Bueno, no era tan fácil como pensé -le dijo-. Pero puedo hacerlo. En serio.

Volvió a levantar su pie y lo apoyó en la base de la rugosa corteza, luchando por alcanzar una rama cercana. Mientras se posicionaba trató de alcanzar la siguiente, pero perdió el equilibrio y cayó a la tierra con un suave golpe seco.

Una y otra vez intentó Baekhyun escalar, con lágrimas de frustración inundando sus ojos. Chanyeol. Estaba esperándolo. Tenía que hacer eso. Levantó la vista sintiendo una ligera puntada en el corazón.

Desde su posición arriba del árbol caído, Chanyeol le ofreció una mano nuevamente.

-Tómala -pidió-. Por favor.

Aquella vez Baekhyun asintió y trató de sujetarle la mano. Cada vez que le envolvía la muñeca con sus dedos, se encontraba con que su mano estaba vacía; la muñeca de Chanyeol era reemplazada por la nada.

Las lágrimas de frustración se volvieron de pánico mientras Baekhyun miraba alrededor frenéticamente; tenía que haber alguna forma de superarlo. Tenía que hacerlo.

-Chanyeol -consiguió llamar, pero éste sacudió su cabeza, con una triste sonrisa curvando las comisuras de sus labios.

-Baekhyun -murmuró-. Mírame. No estés triste. Podremos estar juntos algún día, pero… ahora no es tu momento.

Los ojos de Baekhyun se agrandaron y trató de tomar las manos del otro una vez más.

-Por favor -lloró-. ¡No puedo dejarte!

Chanyeol se puso de pie, con lágrimas manchándole las mejillas.

-Lo siento, Baek…

Algo filoso pinchó la piel de Baekhyun y gruñó, abriendo los ojos. Una oleada de dolor atroz lo atravesó y dejó salir un débil grito. Su visión estaba borrosa y todo alrededor suyo daba vueltas. Unas luces brillantes lo iluminaban desde todos los ángulos, y sus ojos le ardían. Se forzó a incorporarse y pudo escuchar los apagados sonidos de gente gritando.

Gritaban su nombre.

Y entonces fue empujado hacia abajo una vez más.

-Baekhyun -dijo un doctor en voz baja-. Te fuiste… ¡Creímos que te habíamos perdido!

Su entorno dejó de girar y Baekhyun pudo ver ahora dónde se encontraba: dentro de una sala de operaciones, con su cuerpo cubierto de un material azul, plástico. Cada centímetro de su ser sufría, latiendo de dolor.

Una tos ahogada escapó de su garganta, pronto seguida de un débil y agudo sonido. Las lágrimas caían sin control de sus ojos y su cuerpo comenzó a temblar. Se sentía todo adormecido. Ya no notaba el ardiente dolor de sus maltrechos brazos o sus destrozadas piernas. Sólo sentía el dolor de su pecho, su corazón, y eso para Baekhyun era el más insoportable de los dolores que jamás hubiera experimentado.

Estaba vivo. Estaba exactamente donde no quería estar.

Levantó una mano hinchada y magullada hacia su rostro para enjugarse las lágrimas, y notó algo por primera vez. Volteó la mano y suavemente abrió sus dedos.

Allí, en su palma, descansaba una piedra no más grande que un reloj de bolsillo, de un color azul marmolado y con forma de corazón.

baekhyun, baekyeol, halcyon, angst, chanyeol

Previous post Next post
Up