My submission is your addiction

Nov 29, 2013 21:27


No permito que mis traducciones sean publicadas en ninguna otra página, así que por favor no las utilices ni las adaptes.

(Masterlist)

Holas~
Me traducido un fic nuevo a pedido del público (?) Este es un Suchen, y tiene secso jar así que agárrense. Aparentemente, está basado en el mismo universo de esta otra historia, aunque no sé si los dos fics tienen continuidad. Quizás sí. Eeen fin :D

Nada más para decir esta vez xD Aquí está mi Twitter, aquí está mi Tumblr y aquí mi Ask. Ojalá les guste y comenten, si pueden compartir link con sus amigos mejor así me ayudan a alcanzar la fama y volverme un divo. (?)

Que lo disfruten ^_^

Título: My Submission Is Your Addiction (Mi sumisión es tu adicción)
Autora: black_goose
Género: Smut
Idioma original: inglés
Fanfic original: click aquí
Traductor: Drake15
Palabras: 5415
Advertencia: contenido sexual. [+18]


my submission is your addiction

Suho le había comprado a Chen a uno de los vendedores menos conocidos del lado sur de la ciudad. No conocía a nadie más que hubiera obtenido su juguete de un vendedor así, principalmente porque uno nunca podía estar seguro de que un producto proveniente de tan sospechoso establecimiento fuera de calidad, pero la naturaleza del vendedor le había importado mucho menos que el obtener el juguete que quería.

Chen había pertenecido antes a uno de los soldados de la compañía de Suho. El hombre lo había llevado una vez a una fiesta, sujetando firmemente la correa adherida al modelo básico de collar alrededor del cuello de su juguete. La gente en general coincidía en que Chen era uno de los juguetes peor comportados que alguien hubiera visto jamás. Hablaba fuera de turno y desobedecía a su amo en toda ocasión. El hombre había vendido a Chen a la semana siguiente, asegurando que era indomable, y todos se le habían reído porque no había conseguido domesticar a un juguete.

Suho había rastreado a Chen hasta el vendedor hacía unas semanas y lo había encontrado flaco, sucio y comportándose incluso peor que antes. Había regateado durante media hora por el precio y consiguió obtener a Chen por un octavo de lo que sabía que Kris había pagado por Tao. En el viaje a casa Chen se había sentado en el lado opuesto, con los ojos fijos en el suelo, el cabello enmarañado y sus ropas andrajosas, colgándole del cuerpo. Suho lo había enviado a bañarse cuando arribaron a la casa e hizo arreglos para que la ropa y la comida le fueran entregadas en el dormitorio que había designado para Chen, y se felicitó por el regateo.

Pronto se dio cuenta de que tal vez éste no había sido tan bueno después de todo.

-Está fuera de control -dijo Kris claramente. Vertió una jarrita de jarabe en su café y lo revolvió lentamente, para que la cuchara no golpeara contra la porcelana y no molestara el tranquilo parloteo a su alrededor. El restaurant que había escogido para el almuerzo (Suho sentía que Kris lo veía más como una intervención) estaba en el lado norte de la ciudad, y la riqueza de los alrededores evidenciaba el por qué de la locación. Los muros estaban cubiertos con cortinas doradas, los grabados en las sillas decorados con pan de oro; incluso los almohadones en los que los juguetes se sentaban eran suaves y esponjados, muy adornados. Tao comía silenciosamente en el suelo al lado de Kris, posando su cabeza en el brazo de la silla de su dueño y los ojos fijos en un lugar bajo la mesa-. Si no haces algo al respecto, serás un hazmerreir en breve.

Suho suspiró, echando dos terrones de azúcar a su té.

-Lo sé. -Había notado las miradas que le habían estado dando recientemente. Chen le había enseñado los dientes y casi mordido a uno de los capitanes de la compañía de Suho el otro día, como un animal salvaje. Se estaba volviendo vergonzoso. -No sé qué hacer. Traté siendo amable, traté recompensándolo por su buen comportamiento y castigándolo por el malo. Traté siendo severo, y… y no funcionó. -Chen se le había reído en la cara, pero Kris no tenía por qué saberlo. Ya era lo suficientemente malo que Chen se comportara salvajemente; no necesitaba saber que también lo desafiaba.

-Mmmm. -Kris dio un sorbo a su café y dejó que su mano cayera hacia el cabello de Tao, cardando sus mechones casi distraídamente. Tao se inclinó hacia el toque, cerrando los ojos y separando ligeramente los labios en una muestra de placer. Cuando la mano de Kris se movió hacia un lado de su rostro y sus dedos le rozaron la garganta, el cambio en la respiración de Tao fue notorio por la subida y bajada de su pecho. A Suho lo hacía sentir incómodo, sólo porque una pequeña parte de él reconoció que nunca había podido hacer que Chen reaccionara a su toque de aquella forma, y todo indicaba que jamás lo haría. Aparentemente ajeno a todo eso, Kris dijo: -Tal vez deberías enviarlo con un entrenador.

Suho se estremeció. Había visto a uno de esos entrenadores trabajando, y no creyó que alguien hubiera querido comprar al juguete después, no con todas las marcas de latigazos cubriéndole la espalda por el resto de su vida.

-Odio a esas personas. Sus métodos… Quiero a Chen entero.

-Algunos son mejores que otros -replicó Kris-. No todos los que se ocupan de los juguetes viejos son crueles. El hombre que entrenó a Baekhyun se encarga de los viejos también, y ningún juguete es mejor que Baekhyun.

Suho alzó una ceja, sorbiendo su té para cubrir su sorpresa. Realmente no eran mejores que Baekhyun; éste era considerado uno de los juguetes más envidiables: pequeño, bello y obediente, casi en exceso. El año que había ingresado al mercado había tenido un precio casi tan alto como el de Luhan, y todos coincidían en que la cantidad de dinero que Chanyeol había pagado por él había sido obscena, aunque ser el hijo más joven del emperador le había dado a Chanyeol más dinero que juicio para esas cosas.

-Deberías pensar en ello -dijo Kris. Sus manos aún estaban acariciando el cabello de Tao, quien estaba prácticamente ronroneando-. Puedo conseguirte su tarjeta. Será caro, sobre todo porque Chen no es originalmente del mismo calibre que los juguetes que normalmente le llevan, pero valdrá la pena.

Suho pensó en llevar a Chen con una de esas personas, incluso alguien como Kris se lo sugería; alguien que rompiera a Chen por él y lo volviera a entrenar hasta que estuviera dispuesto a y desesperado por complacer. Hasta que Chen fuera transformado en alguien como Baekhyun, cuyos pensamientos habían sido moldeados únicamente para complacer a su amo. Si Suho hubiera querido a alguien así, habría gastado el dinero suficiente para comprarlo. Le gustaba la chispa de Chen, la vida dentro suyo que no había sido extinta por un entrenamiento excesivo. Era el mal comportamiento lo que no le gustaba.

-No -dijo en voz baja mientras Kris deslizaba su mano por un costado del rostro de Tao, presionándole la mandíbula contra la boca para que la abriera y le chupara el dedo-. Está bien.

Suho recibió a Kris en la puerta principal, donde normalmente lo recibiría un sirviente, tomando su abrigo y colgándolo por él, y agradeciéndole por haber ido hasta los suburbios del este para hablarle. El hogar de Suho era una villa en una zona modesta, cerca del campo militar donde podía ocuparse más fácilmente de sus asuntos, y estaba al tanto de que a Kris le quedaba un poco apartado de su embajatoria mansión, la cual estaba en la zona norte de la ciudad, rodeada de todos lados por las casas de gente relacionada de algún modo con la familia real. Suho siempre se preguntaba qué pensaría Kris de su casa, pero él jamás mostraba nada en su rostro cuando iba.

La habitación a la que Suho llevó a Kris era la única sala de estar en su villa: un cuarto amplio y espacioso que había sido redecorado apenas el año anterior, según los gustos actuales y la moda. Las paredes habían sido pintadas de un color lila suave, los muebles eran de madera clara cubiertos con oro, los afelpados brazos de las sillas tapizados de un púrpura profundo. Suho tenía incienso ardiendo en un rincón, y volutas de humo vagaban por el aire, llenando el cuarto de aroma a vainilla y palisandro. Había estado trabajando allí antes de que Kris llegara, y Chen estaba sentado en un almohadón en un rincón, con las piernas cruzadas y un libro abierto en su regazo.

-¿Sabe leer? -preguntó Kris, quitándose los guantes de cuero de las manos y dejándolos en la mesa.

-Sí -dijo Chen sin levantar la vista, volteando una página de su libro-, sabe leer.

-Chen -dijo Suho con tono de advertencia mientras una de las cejas de Kris se alzaba, y el resto de su rostro seguía inexpresivo. Chen suspiró y apoyó la espalda contra la pared, aparentemente contento por ignorarlos. A Suho no le importó, mientras que no lo estuviera exponiendo. De pronto se sintió muy feliz de haber dejado a Chen cuando se había encontrado con Kris en el restaurant, tres días atrás. Sacar a Chen afuera ante el público no le garantizaría más que vergüenza en ese momento.

Kris, sin embargo, ignoró sin problemas la interrupción y se sentó en su silla, extrayendo papeles de su bolso y listo para hacer negocios. Había sido enviado desde un país al otro lado del océano, uno de sus aliados más cercanos, una gran masa de tierra cuyos hombres eran no obstante peor entrenados que los hombres en el ejército que Suho controlaba. Sus negocios de aquel día involucraban la integración de sus hombres, los líderes de Kris deseaban enviar más de sus soldados por el mar para ser entrenados con los hombres de Suho. Establecer los términos era hacer un balance entre su propia confianza en Kris y su desconfianza por compartir sus técnicas de entrenamiento con gente de tierras extranjeras.

La discusión les llevó su buena hora, y para cuando finalizaron Suho tenía la sensación de que ambos estaban al menos satisfechos con lo que habían acordado, lo cual Suho consideraba un estimulante éxito. Complacido, llamó a un sirviente y le ordenó que sirviera té.

-Es del este -dijo, mientras lo servían-. Saborizado con especias. Fue un regalo de un general que me visitó hace poco tiempo. ¡Chen!

Chen alzó su cabeza.

-¿Qué? -preguntó hoscamente.

-Ven aquí -respondió Suho. Una pausa, y luego Chen cerró su libro, lo dejó a un lado y se puso de pie.

-Gatea -ordenó Kris. Chen lo ignoró sin siquiera mirarlo, caminando hacia la mesa y arrodillándose a su lado. Suho suspiró, consciente de que seguramente tuviera la nariz ruborizada. La expresión de Kris permaneció ilegible, lo cual era probablemente más vergonzoso.

Ya era muy tarde ahora, sin embargo.

-Puedes beber algo de té -dijo Suho-. Es delicioso, deberías estar agradecido.

-Gracias -contestó Chen arrastrando las palabras, con la voz rebosante de sarcasmo.

Kris sorbió su té, lo posó en la mesa y se inclinó hacia adelante en su asiento.

-No le hables así a tu dueño -dijo, como su estuviera sermoneando a un chico particularmente caprichoso. Chen volteó la cabeza para mirarlo.

-Y tú no me hables así a mí -respondió con rudeza-. No eres mi maestro. -Se giró hacia su té, altanero.

Sin siquiera inmutarse ni decir una palabra, Kris alargó un brazo, sujetó la parte trasera del collar de Chen y tiró, por lo que Chen se arqueó con la garganta descubierta, y sus piernas atrapadas bajo la mesa fueron lo único que le impidieron perder el equilibrio.

-Un juguete no debe hablarle así a nadie -dijo Kris, con la voz serena.

Chen estaba callado, boquiabierto y con los ojos medio cerrados. Algo en la forma en que sus manos estaban rasguñando la mesa le secó la garganta a Suho; algo en la súbita muestra de sumisión ante la mano de Kris le dejó en su estómago una quemadura por la ira. No estaba bien.

Kris lo soltó. La cabeza de Chen cayó hacia adelante, con el rostro contorsionado de ira, aunque él, sabiamente, permaneció callado. Kris se puso de pie, recogiendo sus cosas, con la taza de té a medio terminar.

-Lo lamento, Suho -dijo, con un dejo de arrepentimiento real en la voz-. Sé que estuve fuera de lugar. Pero mi oferta de la última vez, de conseguirte el nombre del entrenador… sigue en pie.

-Gracias -respondió débilmente Suho.

-Buscaré yo mismo la salida -agregó Kris inclinando la cabeza, y luego abandonó la habitación. Suho contempló el té que había dejado, con la furia aún burbujeando en su estómago.

Chen se movió, golpeando la mesa con su rodilla.

-No me gusta -anunció.

-Mantén la boca cerrada -le contestó Suho, con los dientes apretados. Lo miró por encima de la mesa y se encontró con Chen sonriéndole con petulancia, engreído y no acobardado-. Lárgate de mi vista. -Señaló hacia la puerta y Chen alzó una ceja, pero se paró y caminó en silencio fuera de la habitación, con su toga susurrando a cada movimiento. Suho gruñó y la ira dio paso a la vergüenza, y dejó caer la cabeza en sus manos.

Pensó largo y tendido sobre aquello, sin embargo; sobre la mirada en el rostro de Chen cuando Kris lo forzó a inclinarse para él. Cada vez la furia regresaba, dirigida no hacia Kris por haber tocado inapropiadamente la posesión de alguien más, sino hacia Chen, por rendirse ante otra persona que no fuera él mismo.           Alimentó su ira todo el día, incluso cuando fue llamado al campo para encargarse de una pelea que había surgido entre algunos de sus hombres. Cuando al final envió un mensaje a su casa con instrucciones para que Chen lo estuviera esperando cuando volviera, se dio cuenta de que no sabía qué iba a hacer con él aquella noche. El pensamiento de Chen lo dejaba ardiendo con sentimientos de ira y lujuria y vergüenza. Juntos, lo hacían sentir extrañamente excitado.

Tal como había pedido, Chen ya estaba en su habitación cuando Suho se deslizó dentro, sentado en el centro de la cama, con las rodillas subidas hacia su pecho. Había estado vestido aquel día con una toga de seda verde, pero el material se le estaba deslizando por uno de sus hombros, y Suho pensó entonces que Chen no parecía encajar con ese tipo de ropas que los juguetes usualmente vestían. Eran muy ligeras, fácilmente se desacomodaban; aquella elegancia sin duda era un agregado al encanto de juguetes como Luhan o Baekhyun, pero a Chen lo había parecer simplemente desaliñado.

Suho se desprendió de su ropa hasta que quedó sólo con su camiseta y sus pantalones, apoyando sus botas contra un lado del armario.

-Te ves mejor con tu uniforme -dijo Chen, con un tono de burla en su voz-. Te hace parecer un hombre de verdad.

Suho ignoró la mofa, ignoró a Chen por completo. Se movió por el cuarto y completó su rutina como si Chen no estuviera allí, lavándose el rostro en la tinaja con agua que un sirviente había dejado para él, limpiándose los dientes, cerrando las cortinas. Para cuando se volteó hacia la cama, Chen tenía el ceño fruncido, y ni siquiera se molestó en quitárselo. Suho casi podía sentir la reprobación de su lengua: si vas a follarme, al menos hazlo más temprano que tarde.

A pesar de todo, Suho preguntó:

-¿Puedo…?

-Sí -lo interrumpió Chen, suspirando y poniendo los ojos en blanco. Suho siempre había considerado extraño cómo la respuesta de Chen nunca cambiaba. Si hubiera dicho que no, Suho simplemente se habría ido del cuarto y hubiera esperado a la próxima vez. No le interesaba un compañero reticente, lo cual era parte del motivo por el que había buscado a Chen en primer lugar. Los juguetes entrenados estaban muy dispuestos a echarse de espaldas y dejar que sus amos les hicieran lo que quisieran. Aquel consenso implícito con esos juguetes dejaba a Suho sintiéndose incómodo.

Había esperado algo más de parte de Chen, y aunque éste a esas alturas siempre había parecido contento con lo que hacían juntos, se había sacudido y retorcido y acabado en intensos chorros, siempre había habido una sensación de que lo hacía por Suho. Que por todas sus burlas y comentarios agudos, había reconocido en cierto nivel que era un juguete, y que Suho era su dueño, así que dejaba que se lo follara sólo por esa razón. Cada vez que Suho se daba cuenta, se sentía más sucio.

Chen se acomodó en la cama con las piernas abiertas, luciendo como una prostituta barata.

-Ya basta -dijo Suho, en el borde de la cama-. Siéntate.

Chen lo obedeció, aunque su ceja alzada sugería que era meramente por la sorpresa. La voz de Suho había salido fría y dura; era la voz que usaba cuando uno de sus hombres se pasaba de la raya. No la había usado con Chen hasta ese momento.

-¿Qué? -La voz de Chen era suave, casi un ronroneo, con un ligero filo. -Creí que querías follarme.

-No me hables de esa forma -le espetó Suho, con una glacial voz de acero. Chen apenas pareció divertido.

-Creí que querías que fuera sumiso y que temblara ante la fuerza de tu gloria -continuó éste-. Me echaré ahí mientras me follas y eso te hará feliz.

Al instante siguiente Suho estaba en la cama, con su mano en el cabello de Chen, jalándole la cabeza hacia atrás para que aullara de dolor, con la mandíbula abierta.

-Dije -repitió Suho, con su voz aún fría pero más baja, y su rodilla cuidadosamente separando los muslos de Chen- que no me hables de esa forma.

Chen intentó liberarse pero Suho lo mantuvo en su lugar, sin apenas permitirle moverse. Cuando se quedó quieto, estaba respirando con pesadez y tenía el rostro ruborizado y las ropas a medio caer. Suho le dio un tirón experimental del cabello y Chen gimió.

-¿Me entendiste? -preguntó, con su mano libre quitándole completamente la ropa. Le volvió a tirar del cabello al quedarse Chen callado, y aquella vez no cupo duda de que el gemido tuvo muy poco que ver con el dolor-. Respóndeme. ¿Entendiste?

-S-sí. -El tono de Chen sonaba herido, como si le doliera admitir el poder de Suho sobre él.

La descarga de poder fue estimulante. Suho sonrió un poco, y luego lo hizo con más fuerza cuando estiró su mano hacia las piernas de Chen y se encontró con que su pene estaba a media erección. Lo acarició lentamente, contemplando el rubor en el rostro de Chen extendiéndose hacia su cuello y pecho.

-¿Volverás a hablarme así? -preguntó Suho. Sonó casi coloquial, incluso cuando su mano sujetaba el cabello de Chen como advertencia.

-No -suspiró él, y esa vez no tenía aliento.

-Por alguna razón no te creo -murmuró Suho. Lo besó brevemente, una corta presión de sus labios contra la boca abierta de Chen. Su mano aún se movía entre sus piernas, y su pene se puso erecto enseguida en su mano. Jamás había sido tan fácil antes. -Chen -le susurró al oído, aflojando su agarre en su cabello para poder juguetear con los mechones-. ¿Quién soy yo?

Le tomó a Chen unos momentos el responder.

-Suho.

La mano de éste volvió a apretar, tirando con tanta fuerza que sintió desprenderse algunos cabellos. Chen aulló, y su pene se sacudió en la mano de su dueño.

-Inténtalo otra vez.

-Lord Suho -Chen jadeó-, eres Lord Suho.

-¿Y soy tu…? -Suho enterró su nariz en la mandíbula de Chen; la suavidad de su boca no concordaba con el fuerte apretón que le daba a su cabello. Chen no respondió, con la boca firmemente cerrada y los ojos confusos y vidriosos, pero aún desafiante.

Suho suspiró y se movió, pasando un brazo por encima del cuerpo de Chen hacia las múltiples botellas de vaselina que tenía en su mesita de luz, cada una de distinta marca y sabor, cada una cara y contenida en elegantes frascos que no disimulaban su contenido. El estirarse así llevó la entrepierna de Suho directamente hacia la cara de Chen, y había esperado que Chen tuviera alguna clase de reacción ante eso, pero no hubo nada. Chen se quedó inmóvil y callado. Suho se tomó su tiempo eligiendo, finalmente decidiéndose por una que raramente usaba porque era tan cara, y cuando se movió hacia atrás los ojos de Chen estaban cerrados y su rostro rojo, y su respiración era trabajosa.

-¿Qué quieres que haga? -preguntó Suho, desenroscando la tapa del lubricante, con los ojos del otro siguiendo cada movimiento. Para alguien que usualmente era veloz con las acotaciones insolentes, Chen estaba siendo muy lento con sus palabras hoy.

-Lo que yo quiera no importa, ¿o sí? -dijo finalmente, luego de que Suho se hubiera embadurnado los dedos.

-Pareces querer esto -remarcó Suho, escogiendo ignorar aquella particular insolencia-. ¿Te gusta cuando te lastimo? ¿Cuándo te jalo del cabello? ¿Qué es lo que quieres? -Cuando no recibió respuesta, deslizó su rodilla por entre los muslos de Chen, murmurando: -Abre las piernas.

Suho esperó que hubiera resistencia, que Chen luchara contra él, pero parecía que Chen no podía desobedecer una orden directa ni aunque quisiera. Abrió con facilidad sus piernas, y su cadera se elevó de la cama cuando Suho introdujo en él dos dedos.

-¿Te gusta esto? -preguntó. Cuando hubo un prolongado silencio, sujetó la mandíbula de Chen, presionando con dureza, echándole la cabeza hacia atrás hasta que debió haberle resultado doloroso-. Respóndeme.

-Sí, sí -jadeó Chen, y Suho lo recompensó con un tercer dedo presionado dentro de él repentinamente, haciendo que sus manos retorcieran las sábanas. Suho lo trabajó lentamente con sus dedos, dilatándolo, hasta que Chen estaba retorciéndose y sacudiéndose, con su pene goteando contra su estómago. Suho estuvo complacido de ver que estaba lo suficientemente entrenado como para no tocarse.

-Si me dices lo que quieres, te lo daré -le dijo a Chen, curvando sus dedos mientras los movía dentro y fuera del cuerpo del juguete sexual-. Si quieres -dijo, recordando el rubor en el rostro de Chen antes-, te dejaré chuparme la polla. -El cuerpo entero de Chen tembló, y tenía los labios presionados tan fuertemente que estaban blancos. -Pero no ahora; más tarde, después de que te haya follado por completo, hasta que cada parte de tu cuerpo me ruegue que la libere. Te tomaré del cabello, así. -Se lo demostró, justo atrás de la cabeza de Chen, tirando de los sensibles cabellos en su cuello y Chen gimió, flexionando las piernas mientras elevaba la cadera. -Te sujetaré del cabello y te la meteré por la boca hasta que tengas arcadas, hasta que te duela la mandíbula y todo tu cuerpo tiemble y tu pene esté tan duro que creerás que vas a desmayarte. Sólo entonces, sólo entonces te tocaré. ¿Es eso lo que quieres?

Los labios de Chen se movieron silenciosos; tenía sudor perlándole las clavículas, como un río cayendo hacia su estómago. Entre sus piernas sólo había lubricante. Los dedos de Suho ahora se introducían y salían con facilidad, cada vez más rápido, y Chen levantaba la cintura y luego la bajaba, intentando seguir el ritmo.

-Ahora -dijo Suho, quitando la mano del cabello de Chen y llevándola hacia abajo, para jugar con uno de sus pezones, que ya estaba duro. El sonido que hizo Chen fue de total desesperación-. ¿Soy tu…?

-Amo -sollozó Chen-, mi amo, por favor, oh por favor…

Satisfecho con ello, Suho deslizó sus dedos fuera de él y giró con delicadeza a Chen sobre su pecho. Chen inmediatamente intentó hacer lo de siempre en el colchón, y Suho posó una mano en la parte baja de su espalda, presionando firmemente hacia abajo.

-Detente -dijo, y cuando Chen lo ignoró, le jaló de la cabeza hacia atrás nuevamente y siseó-. Dije que te detengas. -Chen se quedó inmóvil.

Suho había comprado amarras de cuero en su viaje de vuelta del campo militar, deteniéndose en una tienda especializada en tales cosas, escogiendo un cuero flexible que dejara moretones pero no cortes, que se estirara pero no cediera. Las trajo ahora, mientras Chen llevaba la almohada hacia él y posaba allí su cabeza, respirando entrecortadamente. Suho sonrió ante eso mientras se subía de vuelta a la cama.

-Dame tus manos -le dijo y, tras una breve pausa, Chen obedeció, doblando sus brazos tras su espalda sin decir palabra. Suho rápidamente le ató las muñecas juntas antes de que se pudiera resistir, agradecido por estar entrenado para esas cosas. Finalizó el nudo antes de que Chen pudiera siquiera darse cuenta de lo que estaba pasando. Él tiró de las ataduras y luego jadeó sin aliento cuando no pudo deshacerse de ellas. Suho deslizó sus manos por su cadera y la elevó hasta que Chen se encontró de rodillas, con los muslos separados y su rostro aún presionado en la almohada.

-Así que así es como te gusto -dijo Chen sin aliento-, atado e incapaz de luchar.

Suho dudó por un segundo antes de bajar la mano y darle una punzante bofetada en el trasero. El gemido que dejó salir Chen fue notablemente satisfactorio.

-Creí que no me ibas a hablar de esa forma otra vez -dijo Suho con calma, deslizando los dedos por un costado de su nalga y rozándole suavemente los testículos-. Además, ¿no quieres tú que sea así también? Si quieres que te folle, sólo tienes que pedirlo. Lo haré si me lo pides. Está bien pedir.

Sólo hubo silencio; la respiración de Chen era furiosa y desigual. Suho se comenzó a preguntar si podría siquiera esperar a que Chen se lo pidiera, con su propio pene erecto presionado contra el material de sus pantalones. Pero tenía que esperar, tenía que hacerlo sólo cuando Chen se lo pidiera. Mientras esperaba se desvistió, empujando sus ropas hacia un lado de la cama y acariciando gentilmente su miembro, con su pulgar extendiendo el líquido pre seminal. Chen lo observó, y cuando los dedos de Suho desaparecieron otra vez entre sus nalgas, su cuerpo entero se sacudió.

-Sólo pídelo -le dijo persuasivo. Los ojos de Chen se habían cerrado y tenía la boca abierta, y los dedos de Suho se movían lenta y firmemente, sin ser suficientes para darle verdadera satisfacción-. Abre tu bella boca y dime lo que quieres.

-F-fóllame -tartamudeó Chen, con la respiración entrecortada cuando los dedos de Suho se curvaron en su interior.

-Olvidaste dos palabras -lo reprendió éste.

-Fóllame, por favor -corrigió Chen con la voz quebrada mientras las palabras salían apresuradamente de su boca-, por favor, por favor sólo hazlo, fóllame como dijiste que lo harías, por favor.

Por fin, pensó Suho, mareado y caliente, sacando los dedos y poniéndose rápidamente detrás de Chen, deslizando la cabeza de su pene contra el gel antes de introducirse con rapidez. Incluso con la preparación, se sentía apretado, y las rodillas de Chen parecían separarse. Suho lo enderezó con sus manos en la cintura, ayudándolo a recuperar el equilibrio. Se detuvo y se hizo el silencio, el único sonido era la pesada respiración que ambos compartían, y luego Suho se impulsó hacia afuera y hacia adentro, y hacia afuera otra vez. Chen gimió mientras lo hacía, era un sonido extenso de placer y miseria y deseo.

No le dio la oportunidad de que se acostumbrara, yendo a un ritmo más rápido, follándose a Chen más fuerte de lo que jamás se lo había follado antes, cuando aún quería tratarlo bien, cuando había pensado que la única forma de hacer que lo obedeciera era demostrándole que no tenía por qué pensar que le haría daño. Era electrizante cómo el lastimar a Chen, tratarlo rudamente y follárselo cara abajo en el colchón, era lo que estaba sacando esos sonidos de su boca, los entrecortados quejidos y gemidos que sólo parecían incrementar la fuerza de los empujones de Suho en su interior.

Suho tenía su mano libre alrededor de las muñecas atadas de Chen, y en un momento de inspiración se movió, deslizando la mano hacia arriba para enredarla en el cabello de su esclavo, sujetándolo y tirando con fuerza, jalando de Chen hasta que su espalda estuvo arqueada y su pecho forzado hacia adelante, y sus rodillas se apartaban un poco más y el pene de Suho iba cada vez más profundo. Chen gritaba, cruda y desesperadamente, y Suho evitó acabar por los pelos.

El griterío eventualmente se disipó en jadeos y sollozos, y la respiración de Chen temblaba audiblemente con cada golpe de las caderas de Suho.

-Por favor -lloró, llevando su cadera hacia atrás para atrapar a Suho con cada impulso-, por favor, tócame, quiero que me toques, haré lo que sea, seré bueno, seré un buen chico…

-¿Lo prometes? -gruñó Suho, soltando el cabello de Chen para que pudiera caer de vuelta hacia la cama, con la mejilla presionada contra la almohada.

-Sí, lo prometo, seré el mejor que hayas… oh dios, por favor, por favor tócame, amo, Lord, Suho, por favor…

Suho no lo hizo. Dejó que el sonido de la voz de Chen lo envolviera, que los ruegos lo llevaran más allá, moviéndose más rápido y más duro hasta que sintió el tirón en su ingle y acabó dentro de Chen, jadeando de pronto y cerrando los ojos.

Chen aún estaba lloriqueando quebradamente promesas, más ridículas ahora que Suho había eyaculado, como si pensara que iba a dejarlo así, excitado y deseoso. Suho salió del cuerpo y dejó que Chen cayera en el colchón antes de ayudarlo a ponerse boca arriba, con los brazos atrapados detrás de él. Había rastros de lágrimas en su cara y el brillo del sudor le cubría el cuerpo. Su miembro estaba duro y rojo, apoyado contra su estómago.

-Por favor -gimió Chen, con los ojos entrecerrados-, por favor.

Suho lo silenció con un beso lento y lánguido, deslizando su lengua dentro de la boca de Chen sin que éste ofreciera ninguna resistencia. Su rostro estaba húmedo.

-Shh -murmuró, apartándose-. Has sido bueno. Estoy contento contigo.

Chen cerró los ojos y su rostro era la representación de la desesperanza, y los abrió de nuevo inmediatamente cuando sintió la mano de Suho envolviéndole el pene. Alzó la cadera, deseoso, pero Suho fue lento, gentil, dándole a Chen el toque que había anhelado y dándole la libertad de establecer su propio ritmo. Terminó en cuestión de segundos cuando Chen eyaculó con otro grito, contorsionando su cuerpo mientras derramaba todo en la mano de Suho.

Éste le besó la mandíbula, succionando debajo de la oreja de Chen mientras esperaba a que recuperara el aliento. Pronto, Chen se quedó inmóvil, con la mano de Suho descansando en su cintura y su cabeza inclinada hacia un lado para que Suho pudiera besarlo en la boca, lenta y apasionadamente hasta que Chen estuviera gimiendo nuevamente, moviéndose mientras intentaba sacar las manos de debajo de su cuerpo para poder tocar a su dueño.

Murmurando tranquilizadoramente, Suho lo ayudó a sentarse y deshizo las amarras, frotando las muñecas de Chen gentilmente para liberar la tensión de ellas. Chen se dejó caer con la cabeza hacia adelante, sujetándose los tobillos como si estuviera físicamente conteniéndose de hacer algo; tal vez de atacar a Suho, tal vez simplemente para no huir. Suho besó la parte superior de su columna y Chen tembló.

-Has sido bueno -repitió-. Puedes dormir aquí esta noche.

Chen levantó lentamente la cabeza, girándola para poder mirar a Suho, con la desconfianza pintada en el rostro.

-¿En serio? -preguntó con la voz impregnada de sospecha.

Suho le sonrió y apoyó su frente contra la de él.

-Por supuesto. -Chen dejó salir un pequeño aliento tembloroso. Parecía como si de verdad no pudiera creerlo. Considerando su comportamiento en el pasado, había una gran posibilidad de que jamás le hubieran permitido tal honor con ninguno de sus dueños anteriores. Suho se apartó y comenzó a ponerse otra vez la ropa, sin preocuparse de que la estuviera manchando de semen y sudor. Siempre podía reemplazarlas. -No te gustan las togas, ¿no? Te hacen sentir incómodo. -Tras un segundo, Chen sacudió la cabeza, y Suho asintió en respuesta. -Te conseguiré algo que te guste. Mientras no estoy, puedes lavarte. Estarás limpio para cuando regrese, ¿entendido?

Miró a Chen, quien dudó, como siempre, antes de murmurar un «sí». Suho escondió su sonrisa mientras se ponía de pie. Sabía que no había forma de que Chen estuviera roto, pero había habido una mejora allí. Sabía ahora cómo lidiar con su mal comportamiento, sabía de dónde jalar, literalmente si era necesario. No estaba, después de todo, esperando que Chen fuese perfecto; jamás iba a serlo, no había sido entrenado para ello. Pero podía ser suficiente para Suho.

Se detuvo en la salida, mirando mientras Chen iba hacia la tinaja en la cómoda. Chen levantó la esponja del agua y luego hizo una pausa, mirando a Suho.

-¿Vas a…? -Su voz se quebró, y se aclaró la garganta para repetirlo. -¿Vas a enviarme con un entrenador?

Algo dentro de Suho dolió ante la inseguridad y el temor en su voz, incluso mientras la misma parte celebraba aquellas mismas emociones.

-No -respondió con suavidad-, ya no tienes que preocuparte por eso.

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