Título: sucio mortifago
Personaje: Draco, Harry
Rating: g
Género: slash
Advertencias:
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.
Abrazó con fuerza al cuerpo tibio que dormía junto a él, acurrucado en su pecho y abrazándolo firmemente, como si temiera ser abandonado.
Eran muy pocas las ocasiones en que podían pasar de una noche juntos. Salvo aquellas esporádicas misiones que los habían llevado fuera del reino. Pero en esta ocasión él no lo estaba disfrutando, su amante había llegado unas horas atrás, completamente deshecho. Su matrimonio destruido y él sin tener muy claro que rumbo tomaría su vida a partir de ese momento. Aquella no era la ocasión más propicia para las caricias ni la pasión desmedida de otras veces. El moreno lo había llamado en busca de contención y eso fue lo que obtuvo. Que decía, le daría su vida si él así lo requiriera.
Pasaban de las tres de la madrugada pero el no podía conciliar el sueño, oscuros recuerdos acudieron a su mente, recuerdos de una época en que la gente apartaba la mirada y murmuraban “asesino” a su paso, la época en que todo había comenzado.
Harry había sido el único que lo había llamado por su nombre, en lugar del injuriante “sucio mortífago” tan en boga en labios de la gente por esos días. Harry no solo lo había salvado del infame beso del dementor (a él y su familia) sino que le había brindado algo que siempre codició: su mano.
“Sé que las cosas nunca han salido bien entre nosotros - había dicho, con esa expresión franca que era tan suya. - pero no quiero cargar con los errores del pasado, no más. No sé si sirva de mucho, pero… - el moreno había cavilado un momento, como si lo que estaba a punto de decir le costara mucho, o no hallara las palabras adecuadas. - no sé si sea muy tarde, o siquiera si estés dispuesto, pero me gustaría que enterráramos el hacha de guerra!
Él lo había mirado como si le hubiera crecido una segunda cabeza. El moreno había tenido que explicarle, con una amplia sonrisa, que aquella era una expresión muggle, que significaba hacer las paces.
Había aceptado, principalmente porque nunca dejó de anhelar su amistad, aunque, claro, eso no lo reconocería ni bajo una sistemática sesión de crucios.
Lo que siguió debió de preverse, dado que todos sus amigos (los que no habían muerto o se habían autoexiliados del reino tras la guerra) le habían dado la espalda, el moreno se convirtió en su única conexión con el mundo exterior. Eran tiempos en los que su apellido era mal recibido en los salones de la alta sociedad.
En aquellos momentos en que estaba tentado a dejarse caer en la desesperanza el moreno lo cogía del brazo y le recordaba que eran las decisiones las que definían a las personas y él había decidido no matar. “si hubieras dicho las palabras Voldemort habría puesto el reino a tus pies pero tu escogiste la parte difícil… no eres un asesino, eso - tocando suavemente el antebrazo, en el cual, bajo la suave tela se encontraba la infame marca. - es sólo pintura, no permitas que te defina, tu escogiste tu destino, no ese desquiciado”.
Poco a poco con ayuda del moreno, había recuperado la confianza en sí mismo, y, con algo de tiempo y ayuda, el respeto de la comunidad.
Que el día de su cumpleaños número veintidós acabaran besándose en los jardines de la mansión, ebrios como cubas, había sido solo una consecuencia natural de tanta cercanía. La culpa que acompañó a la resaca al día siguiente también.
Aquel naciente sentimiento entre ellos estaba destinado al fracaso, Harry, comprometido desde la guerra, se casaba en un par de mes y él mismo tenía una Greengrass en su destino desde que era un prepuber. El recobrar su buen nombre, también trajo aparejados acuerdos que no podía dejar de lado.
Pero el lazo que los unía fue más fuerte y con el tiempo se convirtieron en amantes, a ninguno le agradaba la idea, respetaban a sus parejas, pero ninguno era capaz de negar aquello que sentían por el otro.
Ahora se encontraba en un momento crucial, si realmente amaba al moreno debería tomar una decisión, la más dura quizás que le hubiera tocado desde esa noche al pie de la torre de astronomía.