Título: As wind
Pareja/personajes: Draco Malfoy
Warnings: Sin betear.
Género: Gen
Clasificación: PG
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc.
Autora: Sui (
sui_tan)
As wind
La primera vez que sucedió había estado huyendo.
Con su padre en prisión y su madre y él confinados a los terrenos de la mansión, su vida se había convertido en un completo desastre. Ya no había prestigio ni poder, sólo vergüenza y remordimientos. Las pesadillas lo atormentaban cada noche. Los recuerdos de la estadía del Señor Oscuro lo hacían en el día. Deseaba tanto poder escapar, huir de todo aquello, pero le era completamente imposible. El ministerio se había asegurado de ello.
Desesperado, había salido de la mansión en medio de la noche, internándose en el oscuro laberinto en que se había convertido el hermoso jardín de rosas de su madre. Las voces y las risas de Greyback y el resto de los mortífagos lo perseguían sin cesar. Los cuerpos mutilados y la sangre, mucha sangre, no dejaban de aparecer en su cabeza.
Sollozó angustiado y deseó poder ser libre. Volar lejos, a donde nadie pudiera encontrarlo.
Fue entonces que su cuerpo cambió. Al menos de forma parcial. Sus brazos se convirtieron en enormes alas de color blanco y sus piernas en un par de patas amarillas. Draco gritó, horrorizado ante su cuerpo deforme, y cayó al suelo. El cambio no duro mucho, sólo un par de minutos, pero fue suficiente para hacerle olvidar todos aquellos pensamientos que lo atormentaban.
Nunca confió a nadie lo sucedido. En su lugar optó por enfrascarse en una búsqueda titánica en la biblioteca y en intensos interrogatorios a los cuadros de sus ancestros.
Era un animago. Sus abuelos paternos lo habían sido, al igual que los padres de ellos. Lucius, aparentemente, nunca se molestó en iniciar el rito que le permitiría adquirir la habilidad para cambiar a voluntad, pues lo consideraba un acto que atentaba contra la nobleza de su sangre. Draco aprendería tiempo después que esto se debía a que la parte animal de su padre consistía en la de una rata, igual que Peter Pettigrew, y eso no le había hecho ninguna gracia.
El Malfoy que había en él revivió una vez más, orgulloso. Era alguien especial, sus antepasados así se lo habían hecho saber. Alguien con un don con el que muchos magos sólo se atrevían a soñar pero que él tenía al alcance de sus manos.
No lo dudo ni por un instante y comenzó con su preparación. Primero había sido aprender el encantamiento Patronus, que lo conectaría con la parte animal de su alma. Después controlar su magia sin la necesidad de utilizar una varita, lo que parecía fácil pero que, en realidad, había sido bastante difícil.
Un mes después estaba listo para intentarlo.
Draco suspiró y cerró los ojos, disfrutando del fresco viento que hacía contacto con su piel. Imagino cómo éste golpeaba sus alas, extendidas en el aire mientras volaba por el firmamento, y no pudo controlar la excitación que lo recorrió de pies a cabeza.
―Viste los vientos del alma roja, así como yo hago esta promesa… ―alzó su mano izquierda y con la otra pasó una cuchilla plateada sobre la palma, incrustándola en su piel hasta hacerle derramar pequeños chorros de sangre―. Canta conmigo, sobre aquellos campos de luz ―frente a él apareció una pequeña esfera de luz blanca que tomó la forma de un halcón y el rubio sonrió―. Tú y yo somos uno solo. En piel y corazón.
―Lo somos. Solos tú y yo. Libres como el viento ―dijo la criatura con una voz casi idéntica a la de él. Después voló y se introdujo en su pecho.
―Los vientos se aferrarán a nosotros, a ti y a mí, por toda la eternidad.
Igual que la primera vez, el cambio comenzó con sus brazos y piernas, después le siguieron el torso y su cabeza. A pesar de lo mucho que había leído acerca de dolor que sufriría con su primera transformación, él sólo experimentó una leve sensación de molestia. El júbilo, por otra parte, lo tenía completamente embriagado.
Draco extendió sus alas blancas e hizo el intento de volar por primera vez. No tuvo éxito. La segunda y la tercera tuvieron los mismos resultados. A la cuarta, sin embargo, había logrado elevarse un par de metros y llegar a la fuente del jardín, en donde estudió su reflejo con atención.
Era un halcón blanco. Sus alas blancas eran enormes y sus ojos habían pasado a ser completamente negros. Además de eso había adquirido un gran sentido del oído y la vista. Podía ver prácticamente todo, hasta la última de las hormigas e insectos que habitaban el lugar.
Draco soltó un gañido de alegría. Lo había logrado. Ahora era un animago.
Miró hacia el cielo con ojos soñadores, imaginándose en él.
Lo haría. Pronto volaría. Quizás no podía dejar los terrenos de la mansión pero podría surcar los cielos a su voluntad. Hasta lo más alto.
Sería libre. Libre como el viento.
----------------------------------------------------------------
Respuesta al reto 2 del Dracothon 2012: “Un toque de Animagia”.
Espero que les haya gustado ;u;