Reto #3: Fanfiction
Reto #3: “Draco Malfoy y el Misterio del Cabello Perfecto”.
Título: No me dirás que ese cabello es natural.
Personajes: Draco/Harry (sólo mención).
Raiting: K.
Género: Humor.
Resumen: Harry no cree que ese cabello tan perfecto que posee Draco sea real, porque, en serio, ¡no puede serlo! Así, se dará a la tarea de descubrir la farsa.
Harry ha citado a Draco en una cafetería muggle con un solo propósito: orillarlo a que confiese toda esa farsa que ha creado en torno a una de sus más orgullosas y magníficas características Malfoy, ¡su cabello!
Desde antes de que Harry tratara a Draco y desde mucho antes de que se volvieran novios, él ya creía que ese cuero cabelludo tan perfecto, esa sedosidad envidiable y ese resplandor cautivante, no era más que el producto de un truco mágico. Un truco mágico que necesitaba saber para aplicarlo sobre el suyo y así parecer un príncipe encantado.
Había planeado, junto a Melannie, una amiga que estudiaba para ser estilista, la forma de arrancarle la verdad de sus labios de una sola vez. Sabía que estaba poniendo en peligro su relación, pero, ¡ya no soportaba los insultos de Draco acerca de su cabello alborotado y sin forma!
―Harry… pensé que íbamos a tomar el té juntos ―dijo el rubio cuando llegó, viendo a la chica de una manera amenazante, sin embargo, no logró amedrentarla.
―Bueno, íbamos, pero, me encontré a Mel y hubiese sido una descortesía correrla de la mesa.
―Gracias, Harry ―dijo con burla la joven y después encaró a Draco, sonriéndole―. Tú has de ser su novio, mucho gusto ―extendió una mano, Malfoy no tuvo más opción que estrecharla―. ¡Wow! Eres más atractivo de lo que te ves en las fotos.
A Harry ya no le estaba gustando mucho la idea de tener a Melannie allí con él, ¡qué forma tan descarada era esa de coquetearle a Draco! Y, encima, no dejaba de devorarlo con la mirada. Por otra parte, al rubio comenzaba a caerle bien la chica, sobretodo porque estaba logrando encelar a Harry: adoraba la cara de pocos amigos de su novio.
―Bueno, sí, es algo que suelen decirme ―comentó Draco, tomando asiento a un lado de Harry y besándolo en los labios a modo de saludo. Aquello puso a Mel en su lugar y a Harry de buen humor.
―Lo cierto es que yo sé tu secreto, Draco. Los alaciados permanentes son lo de hoy, además, permiten que tu cabello se vea reluciente y suave.
―¿Disculpa? ―dijo Draco, enarcando una ceja. Harry tuvo que ahogar la carcajada que comenzaba a empujarse a través de su garganta.
―Ella es estilista, Draco ―mintió Harry―, sabe todo acerca de cabello.
―Bueno, Mel, querida ―respondió Draco molesto―, puedes saber mucho, pero al parecer no tienes buen ojo.
―Dime que no tenías rulos antes, anda, ¡niégame que la verdadera naturaleza de tu cabello es ondulado!
―¿Estás loca? ―gritó indignado Draco―. ¿Cómo te atreves a afirmar semejante estupidez? Mi cabello es tan natural como el color de los ojos de mi novio, aunque no podría decir lo mismo de tus pechos, ¡bruja!
―Óyeme, tarado, mis pechos son cien por ciento naturales, en cambio, mira tu pelo, ¡no es normal!
Harry creyó que era el momento adecuado para interrumpir.
―Mel, creo que tu novio te espera afuera.
―¿Mi novio? Pero Harry, tú sabes bien… ―se detuvo cuando con un gesto Harry le indico que cortaran aquello, temía que Draco se enfureciera tanto que se fuese a su departamento dejándolo allí, solo y con muchas ganas de sexo apasionado―. Bien ―comprendió la chica―, me voy, nos vemos después.
―Esa tarada ―balbuceó Draco una vez que la mujer estuvo fuera del establecimiento.
―Ay, Draco, no te lo tomes a mal. Además, es cierto, cabello tan perfecto no puede existir sin un toque de magia.
Jamás debió haber dicho eso. Draco ni siquiera le insultó, se paró, agarró su cartera, dejó unos billetes sobre la mesa y se dio la media vuelta.
Harry la había cagado. Debió haber escuchado a Narcisa cuando esta le dijo: puedes meterte con su padre, con sus creencias, con sus gustos, pero, jamás, escucha bien, jamás te metas con su cabello.
Título: No me dirás que ese cabello es natural.
Personajes: Draco/Harry (sólo mención).
Raiting: K.
Género: Humor.
Resumen: Harry no cree que ese cabello tan perfecto que posee Draco sea real, porque, en serio, ¡no puede serlo! Así, se dará a la tarea de descubrir la farsa.
Harry ha citado a Draco en una cafetería muggle con un solo propósito: orillarlo a que confiese toda esa farsa que ha creado en torno a una de sus más orgullosas y magníficas características Malfoy, ¡su cabello!
Desde antes de que Harry tratara a Draco y desde mucho antes de que se volvieran novios, él ya creía que ese cuero cabelludo tan perfecto, esa sedosidad envidiable y ese resplandor cautivante, no era más que el producto de un truco mágico. Un truco mágico que necesitaba saber para aplicarlo sobre el suyo y así parecer un príncipe encantado.
Había planeado, junto a Melannie, una amiga que estudiaba para ser estilista, la forma de arrancarle la verdad de sus labios de una sola vez. Sabía que estaba poniendo en peligro su relación, pero, ¡ya no soportaba los insultos de Draco acerca de su cabello alborotado y sin forma!
―Harry… pensé que íbamos a tomar el té juntos ―dijo el rubio cuando llegó, viendo a la chica de una manera amenazante, sin embargo, no logró amedrentarla.
―Bueno, íbamos, pero, me encontré a Mel y hubiese sido una descortesía correrla de la mesa.
―Gracias, Harry ―dijo con burla la joven y después encaró a Draco, sonriéndole―. Tú has de ser su novio, mucho gusto ―extendió una mano, Malfoy no tuvo más opción que estrecharla―. ¡Wow! Eres más atractivo de lo que te ves en las fotos.
A Harry ya no le estaba gustando mucho la idea de tener a Melannie allí con él, ¡qué forma tan descarada era esa de coquetearle a Draco! Y, encima, no dejaba de devorarlo con la mirada. Por otra parte, al rubio comenzaba a caerle bien la chica, sobretodo porque estaba logrando encelar a Harry: adoraba la cara de pocos amigos de su novio.
―Bueno, sí, es algo que suelen decirme ―comentó Draco, tomando asiento a un lado de Harry y besándolo en los labios a modo de saludo. Aquello puso a Mel en su lugar y a Harry de buen humor.
―Lo cierto es que yo sé tu secreto, Draco. Los alaciados permanentes son lo de hoy, además, permiten que tu cabello se vea reluciente y suave.
―¿Disculpa? ―dijo Draco, enarcando una ceja. Harry tuvo que ahogar la carcajada que comenzaba a empujarse a través de su garganta.
―Ella es estilista, Draco ―mintió Harry―, sabe todo acerca de cabello.
―Bueno, Mel, querida ―respondió Draco molesto―, puedes saber mucho, pero al parecer no tienes buen ojo.
―Dime que no tenías rulos antes, anda, ¡niégame que la verdadera naturaleza de tu cabello es ondulado!
―¿Estás loca? ―gritó indignado Draco―. ¿Cómo te atreves a afirmar semejante estupidez? Mi cabello es tan natural como el color de los ojos de mi novio, aunque no podría decir lo mismo de tus pechos, ¡bruja!
―Óyeme, tarado, mis pechos son cien por ciento naturales, en cambio, mira tu pelo, ¡no es normal!
Harry creyó que era el momento adecuado para interrumpir.
―Mel, creo que tu novio te espera afuera.
―¿Mi novio? Pero Harry, tú sabes bien… ―se detuvo cuando con un gesto Harry le indico que cortaran aquello, temía que Draco se enfureciera tanto que se fuese a su departamento dejándolo allí, solo y con muchas ganas de sexo apasionado―. Bien ―comprendió la chica―, me voy, nos vemos después.
―Esa tarada ―balbuceó Draco una vez que la mujer estuvo fuera del establecimiento.
―Ay, Draco, no te lo tomes a mal. Además, es cierto, cabello tan perfecto no puede existir sin un toque de magia.
Jamás debió haber dicho eso. Draco ni siquiera le insultó, se paró, agarró su cartera, dejó unos billetes sobre la mesa y se dio la media vuelta.
Harry la había cagado. Debió haber escuchado a Narcisa cuando esta le dijo: puedes meterte con su padre, con sus creencias, con sus gustos, pero, jamás, escucha bien, jamás te metas con su cabello.