Reto #2 Fanfic

Jun 07, 2010 18:38

Autor: aleganott
Título: El salón de la gente olvidada
Personajes: Draco, Theodore, Francis.
Rating: G
Notas: Ambientada en la niñez de estos dos, todo muy gen. El joven del cuadro es Francia, de Axis Powers Hetalia, ¿por qué? Porque quería algo entre ellos dos, fuera como sea. En un principio comencé uno donde Astoria le presentaba a Francia como un viejo amigo de sus padres, tenía mucho Francia/Astoria y Harry/Draco, pero se me fue de las manos cuando Francia empezó a insinuársele también a Draco en frente de su prometida .-. Y decidí irme por algo más suavecito ^^ Espero les guste :)

Theodore recordaba que, para pasar el tiempo, Draco organizaba una especie de tour por toda su mansión cuando era visitado por cualquiera de sus amigos de la infancia. Los tomaba de improviso, ya fuera dibujando garabatos que gracias a la magia de sus pinceles cobraban una vida efímera, corriendo por los grandes jardines de su hogar, entre laberintos de flores, sobre todo narcisos, arbustos y árboles tan poderosos como el sauce o el abeto, era bien conocido que los Malfoy mandaban a sacar la madera para sus varitas de ellos. Les insistía mostrarle su casa como si fuera el mejor recinto que aquellos pequeños niños de cara desdentada por la muda de los dientes de leche fueran a presenciar en sus vidas.

Theodore nunca se consideró su amigo en su niñez, en realidad tuvo que pasar más de tres años en Hogwarts para tener la seguridad de que para Draco significaba más que los demás que lo acompañaban y se decían sus amigos. Draco no tenía tantos amigos, pero los que llegaban a acceder a ese círculo minuciosamente escogido valían la pena que les fuera depositada la lealtad de Draco. Y, a pesar de que de niños Theodore se pensaba un simple conocido, Draco no lo salvó de sus incursiones por la mansión.

Eran inevitables. Se comenzaban en el primer piso y nunca llegaban a terminarse. Sólo una vez, que Theodore supiera, Draco cambió su modo de proceder, llevándolo al último piso de la mansión, un sitio que sólo llegó a pisar una vez. Era oscuro, como si la falta de luz les expresara el límite prohibido, pero Draco no vacilaba en su andar y Theodore hace mucho había dejado de temerle a la oscuridad. Fue entonces cuando llegaron a un salón repleto de retratos, que gustosamente Draco les llamó “El salón de la gente olvidada”.

-Mi padre nunca los nombra, así que por eso creo que son gente olvidada -le explicó-. Si no, seguro mi padre me pondría al corriente de todo, pero todo sobre estas gentes.

Theodore asintió. Y le preguntó en un murmullo si acaso no cabía la posibilidad de que su padre no quisiera hablarle de ellos. Draco lo consideró como una ofensa.

-¿Algo le ocurre a tu cabeza, Nott? Mira que considerar que mi padre me esté ocultando cosas… Bueno, pero te lo disculpo. Mi padre dice que sólo es bueno enfadarse por causas noblezadas.

-¿Causas noblezadas?

-Sí, como cuando no te quieren dar dulces antes de la cena.

Draco le tomó de la mano y lo llevó hacia un cuadro al extremo de la habitación. Theodore no creía que el señor Malfoy y la señora Malfoy dejaran entrar a su hijo en ese lugar, pero por la manera de moverse, como si conociera hasta cada rincón, Draco debía de haber estado allí varias veces.

-Hay muchos cuadros que deberías ver antes, pero no quiero que mi mamá llegue y me consiga aquí y me castigue sin nada de chocolate esta tarde… ¡Mi padre dice que un niño como yo no debe ser privado de los daceres de la vida!

Theodore evitó corregirle, nada más porque no estaba seguro de que en verdad se dijera “placeres de la vida”. Se colocaron delante de una serie de cuadros, que a pesar de la poca luminosidad aún se podían ver decentemente. Lo extraño de esos retratos era que no se movían, no había el menor signo de vida en ellos.

-No se moverán -dijo Draco-. Ya lo he intentando, le hice caras feas, los amenacé con quemarlos, les hice cosquillas, pero nada.

-Jamás he visto este estilo de magia, que pueda causar que un cuadro no se mueva.

-Raro, ¿no?

Theodore observó el primero, el cuadro en realidad era el dibujo de un niño, tan rubio, blanco y de ojos azulosos como Draco. Vestía de blanco.

-Son todos una misma persona -le explicó-. Velos todos y después te digo.

Theodore obedeció. Se acercó al segundo cuadro, en el que el joven había crecido un poco más y ahora vestía un vestido de color azul, parecía una niña con el cabello largo y las facciones delicadas, el cuadro decía XI. Theodore aún no se aprendía los números romanos. En el otro, el joven había crecido, se sostenía el largo cabello en una cola, y vestía pasado de moda, o la moda de esa época. XIV, marcaba el cuadro. Luego saltaba al XVI, el joven más crecido y con un traje que, luego aprendería Theodore, era una túnica corta al estilo veneciano. Después vendría el XVIII, el joven ya parecía tener unos dieciocho años y vestía con ropas de color pasteloso, detrás de él había bosques y una fuente con un ángel en la cima. Y luego XIX, donde el retrato de la persona se difuminaba en trazos interrumpidos, pero a pesar de todo se distinguían bien sus facciones y la ropa aristócrata que vestía.

Al llegar al último cuadro, Draco volvió a hablar:

-Creo que es un alquimista que ha conseguido el elixir de la inmortalidad. ¿Viste que no se pone viejo? Podría pasar por hermano mío o algo.

-¿Es algún familiar tuyo?

-No. Es lo más raro -Draco le señaló entonces un detalle que a Theodore se le había pasado-. Aquí dice que su apellido es Bonnefoy, “buena fe”.

-Y ustedes son Malfoy.

-“Mala fe”, me dijo mi papá. La diferencia entre ambos apellidos…

-… apenas es una palabra.

-Pero igual es una palabra.. Además, si fuera familiar mío vendría a mi casa a visitarme y traerme regalos. Por supuesto que no lo es.

-¿Y entonces?

-Entonces, pues que espero el momento en que mi padre se acuerde de él para preguntarle. Quiero conocerlo y pedirle el elixir de la inmortalidad.

-¿Y te lo dará?

-¡Claro que sí! ¡Yo soy quien se lo pide! Nott, ¿en serio estás bien de la cabeza?

No hubo tiempo para más especulaciones. Aunque Nott ahora se pregunta, con diecisiete años cumplidos, qué habrá sido de la persona inmortal de los cuadros de los Malfoy. ¿Habría muerto por fin? ¿Habría dejado retratarse para mandar el cuadro de esta época a los Malfoy? ¿Y por qué a ellos y de dónde lo conocían? Theodore intentó que Draco se intrigara por el enigma, tal y como cuando era niño, pero no lo consiguió. Draco le había dejado de interesar sin explicación alguna, con una apatía y desgana que Theodore jamás le había conocido.

-Si es alguien importante, ya aparecerá. Mi padre sigue sin nombrarlo, ¿sabes? 

reto 2, autor: aleganott, personaje: theodore nott, personaje: draco, gen: gen

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