Título: Futari no Birthday (Síe, como la song aunque está más inspirado en Ienai Kotoba lol)
Fandom: Higurashi no naku koro ni
Autor:
usi-ghostRating: G
Personajes: Shion Sonozaki + Mion Sonozaki
Reto: Sí
Advertencias: Ninguna
Palabras: 1,039
Para:
black_songNotas: Ubicado el 30 de mayo (por ahí leí que ese era el día de su cumpleaños, si no, pues no) en el arco de Watanagashi/Meakashi-hen. Más bien del punto de vista de Shion. Es la primera vez que escribo de ellas XD así que a ver qué tal. Sorry entonces por el OOC y esas cosas ^^u
Es casi mediodía cuando tocan a la puerta del departamento. Shion tarda un poco en abrir la puerta, asomándose antes, sin poder ocultar una breve mueca de asombro en su rostro, abriendo despacio, casi sin desearlo.
Sí, es el día. Su cumpleaños. Pero no la esperaba, no a ella.
La sonrisa de Mion es grande y brillante, con ese tinte divertido que parece burla pero que no. Una sonrisa sucia, un poco presumida, no muy femenina pero definitivamente hermosa.
Shion no recordaba la última vez que la había visto sonreír así.
El pastel que su hermana deja en la mesita, entrando como si nada, saludando apenas con un “Hey, Shion, voy a dejar esto” dicho con algo que parece verdadera diversión. Shion no puede entenderlo. Por momentos no puede ver en la sonrisa esa sinceridad y cariño que de alguna manera sabe que existen y el dolor la ciega, momentáneamente, haciéndole sentir que todo es una burla, cruel, certera.
- No te molesta que prepare té, ¿ne? - Pregunta su gemela y Shion cierra la puerta, dibujando pronto la sonrisa, la misma que dibuja en Angel Mort cada día, hipócrita y falsa, pero que nadie es capaz de descubrir como tal.
- ¿Sabes hacerlo? No sé si confiar en tus habilidades culinarias.
Mion tal vez, porque en su rostro se desdibuja por un momento la sonrisa cuando la ve, aunque vuelve a dibujarla pronto, como ignorando aquel presentimiento dentro de su pecho y la voz que le dice que algo no anda bien.
- Por supuesto que sé hacerlo, mira, mira - Mion va preparando las cosas y pone a calentar el agua, yendo rápido a la mesa de la sala y se sienta, dando un golpecito a la silla para indicar a Shion que se siente. No tarda en hacerlo.
- No esperaba que vinieras - Shion lo suelta, clavando los ojos verdes en los de su hermana, pero no recibe una respuesta clara de estos, no logra dilucidar el sentimiento presente en ellos y se rinde.
- ¡Es nuestro cumpleaños! Tenía que venir, tonta - Reclama la mayor, la heredera y mantiene la sonrisa vivaz que le es correspondida. Shion no sabe si creerlo, no sabe, además, si debe tomar todo aquello como un simple acto de bondad hacia un alma destrozada como la suya.
Mion es todo lo que tiene. Mion es todo en lo que cree. Pero a veces duda y la duda le estruja el corazón, se lo despedaza, poco a poco, hasta casi matarla. Aquella, la parte racional que aún controla el resto, sin dejarse llevar, porque Mion es el anclaje que no la deja perderse a la deriva.
- Oh, bueno, mejor para mi. Kasai me traerá un enorme pastel en un rato, ¿sabes? - Y la sonrisa se torna maliciosa y casi verdadera, observando el pequeño puchero formado en el rostro de la otra.
- ¿Estás despreciando mi pobre pastel? - Y Shion se apresura a negar con la cabeza, musitando un “me comeré los dos” - ¡Te vas a poner gorda!
- ¿Eh? Claro que no - Ahora ella es la del puchero y Mion se ríe, bajito, contra su costumbre de risa estridente y juguetona. Es una risa sincera, pequeña pero cierta, nacida del alma que se descarga sobre las dos como una lluvia purificadora.
Shion puede recordar entonces las lágrimas de su hermana, abundantes, deslizándose por sus mejillas, humedeciendo el piso aquella vez, cuando el odio dominó por un instante y ella pudo sentir la ira creciente y la deliciosa sensación del cuello de su hermana entre sus manos. El despertar de si misma fuera del estado animal en que se halló sumergida, también puede recordarlo y el escalofrío que le recorrió al ver las heridas hermanas a las suyas, ahí, las cicatrices de las uñas arrancadas, las tres, igual que ella.
- Claro que sí, oh, lo siento, por tu bien tendré que comerme el pastel que te traje yo sola - Mion habla, divertida y acercando la cajita que contiene el pequeño pastel escogido para la ocasión, casi abrazándola ante la mirada de fingido enfado que le regala su hermana que estira los brazos tratando de alcanzarlo.
- Qué cruel eres, me lo traes y no me dejas comerlo, ¡mala! - Y se levanta de la silla, inclinándose sobre la mesa, tratando de nuevo de alcanzar el pastel.
Son frases entrecortadas en medio del llanto la que llegan a su memoria -¿Por qué todo lo malo te pasa a ti?... Yo quería que los dejaran a Satoshi y a ti en paz… Pero Satoshi desapareció- de meses, tanto meses atrás. Aquellas que aplacaron su dolor por un instante y le regresaron la fe que aún conserva, que aún la hace ser ella misma.
- Ne, ne, es por tu bien, hermana - Y eso es casi burla, divertida, mostrando la lengua como una niña pequeña.
El sonido agudo de la tetera al sonar hace a ambas pegar un pequeño brinco, prefiriendo no decir nada al respecto ni una ni otra, aunque la sonrisa está ahí, tatuada en los labios. Mion mira con odio el trasto de cocina, a través del marco que separa la sala de la cocina y Shion le sonríe, saboreando la victoria cuando la observa soltar un suspiro, levantándose, obligada a dejar el pastel ahí, en la mesa, donde es tomado de inmediato por Shion, quien muestra ahora la lengua, en imitación a su hermana.
- Ahora sí, todo mío.
Mion frunce el ceño y sonríe más después, antes de entrar y retirar del fuego la tetera.
- Gorda.
Shion bufa, simplemente, abrazando un poco más aquella caja, antes de levantarse también, con pasos insonoros aproximarse a la cocina, observando a su hermana dentro, preparando el té con algo que parece cuidado y seguramente dedicación.
- Oye, hermanita.
- ¿Sí, Shion? - Mion deja la tetera y las tazas, girando para ver a su gemela y Shion no espera más, acercándose y en un arranque, así, espontáneo como casi todos los suyos, se arroja a sus brazos, rodeando con cuidado su cintura, subiendo por su espalda, acomodando su cabeza contra su hombro y cerrando los ojos.
(Le he dicho a mi demonio interior que creería en ti.)
- Feliz cumpleaños.
(Creo en ti)