Autor: Nott Mordred
Título: Letras Plateadas
Reto: 168 - Vendetta. Venganza. ¿Quien y porqué desearía usar todas las tácticas (sucias y no sucias) a su alcance para vengarse en el Mundo Mágico? ¿Qué graves afrentas se comenten día a día y no nos enteramos de ellas? Echadle imaginación, y si hay sangre y alñguna tripa, mejor, aunque dicen que la venganza es un plato que se sirve frío.
Sentías el pulso acelerado, la respiración entrecortada y parecía que tus piernas no te responderían. Y aún así, seguías caminando, con la tranquilidad del condenado, con la impaciencia del desesperado. Con la seguridad de estar cometiendo cientos de delitos penados por ley y el olor a Azkabán penetrando en tus fosas nasales. Pero, cualquiera que te mirara, tan solo vería a una figura encapuchada caminando algo temblorosa y renqueante por el callejón. Que no era el Callejón Diagón, luminoso y soleado. Era Knockturn, donde las peores pesadillas de cada mago se hacían realidad y a cada giro en el camino te podía sobrevenir la muerte misma.
Buscabas algo y nada a la vez, como quien mira repetidamente las letras escritas n un libro sin llegar a leer lo que allí se dice. Buscabas algo que te diera fuerzas, que te llenara en aquel momento, y sentías tanta rabia que quizás todo aquel oscuro callejón no podría solucionar tus problemas. Era más que rabia, era ira desmedida, ofensa hecha en lo más profundo de ti, y necesitabas curarla. Y sólo conocías un método. La venganza. Necesitabas verle sufrir de la misma manera que tú habías sufrido, que llorara como un niño y suplicara entre lamentos tu perdón y tu clemencia. Y quizás entonces, aquel monstruo que albergaba tu conciencia se calmara. Sólo quizás, sólo entonces.
¿Qué era ilegal y no deberías estar allí en aquel momento? Cierto. Pero estabas seguro de que nadie tenía derecho a hacer lo que él había hecho. Fuera quien fuera, mucho menos él. Él que tan perfecto era, tan educado, tan modélico. Si el plan resultaba tal y como tu planeabas, por fin todo el mundo le vería como lo que en realidad era: un presuntuoso engreído y arrogante, con demasiadas ínfulas para Hogwarts. ¿Y tú? ¿Obtendrías algo? Puede, y lo habías pensado. Ella se daría cuenta, puede que volviese a hablar contigo, dejarías de ser humillado y quizás se replantearían las situaciones. Aunque todo aquello sólo era una posibilidad. No tenías certeza, una posibilidad real de que todo aquello ocurriera. Y aún así, deseabas con todo tu ser contemplar su gran fracaso, su gran caída de aquel pedestal al que le habían encumbrado.
Knockturn era tu solución. Brebajes, venenos, maldiciones y encantamientos ilegales. Allí encontrarías lo que necesitabas. Entraste en todas las tiendas, mirando y deshechando opciones en el mismo instante en el que posabas tu mirada sobre aquellos objetos. Demasiado burdo, demasiado sutil, demasiado peligroso. Nada te satisfacía, nada calmaba tu ira, y el mismo hecho de no encontrar nada a tu altura, te indignaba aún más. Tus puños se tensaban y se cerraban sobre sí mismos, entrecerrabas ligeramente los ojos y estaas dispuesto a escupir rencor por la boca. Cegado de ira te dirigiste a la ultima tienda, la del fondo del callejón, la que cualquier mago sensato hubiera evitado. Pero tú no eras sensato, no en aquel momento, y estabas dispuesto a casi cualquier cosa.
Tu corazón latía al ritmo de la venganza que habías planeado, y cuando saliste de aquel local con el paquete en la mano, la ira aún dominaba tu ánimo. Pero sonreías, y no como se sonreía en el Callejón Diagón, luminoso y soleado, si no como se hacía en Knockturn, siendo consciente de poder convertirte en la peor pesadilla de cualquier mago que se te cruzara en tu camino, como si fueras la muerte misma. La venganza no era fría ni caliente, ni iba servida en un plato. Aquella tarde, y a partir de entonces, la venganza llevaría tu nombre grabado en grandes letras plateadas. Severus Snape.